jueves, 29 de febrero de 2024

MIS AVENTURAS EN LA 2da GUERRA MUNDIAL Singladura Nr.4



MIS AVENTURAS EN LA II GUERRA MUNDIAL

Singladura Nr.4




 

Al salir de San Juan de Terranova (Saint John's, New FoundLand), el barco Liberty en yo tripulaba en calidad de timonel fue designado como el SS24, pero al establecerse la formación nuevas naves que venían del sur de Los Estados Unidos cargados de granos sueltos en las bodegas fueron situados, por ser más indefendibles, un poco por delante de nosotros dando por consecuencia que vinimos a ocupar el puesto exterior número 26, nordeste, o sea a estribor del convoy. En total íbamos en ese convoy unos noventa y cuatro mercantes y transportes militares, además de dos destroyers y seis corbetas.

 

Las olas eran de fondo, poco viento, bastante frío por cierto y algunas nieblas. Al amanecer partimos como de costumbre a un rumbo desconocido. Proa al nordeste franco al principio.

 

Ya vendrán órdenes, el destroyer delantero nos guía, cuatro nudos, muchos ojos de serviolas y voluntarios en cada nave, zig and zag a ritmo de danzón criollo. Corazones trémulos, luces tenues o apagadas, suprema inmersión de cada humano en sus más íntimos silencios. El espíritu avanza, la muerte acecha. Estamos en guerra, pocos saben reír ahora. Y yo con mi eterna taza tomando café y la pipa encendida con un aromático tabaco inglés.

 

-¡Timonel, tenga la bondad, apague esa pipa!

 

-Como usted diga capitán...

 

-NO es porque fume, entienda usted, es porque nos han notificado que los alemanes tienen ahora unos detectores de aromas y olores distintos sobre el agua...

 

-Como usted diga, Capitán. Un poco confundido apagué mi pipa y me la puse en el bolsillo trasero derecho de mi pantalón. Pensé mucho sobre aquellas palabras del Capitán. ¿Pero y el olor del aceite y del petróleo y de las cocinas? ¿No son y han sido siempre detectables esos? ¡Oh, bien!

 

Seis días o siete, no recuerdo bien, llevábamos avanzando hacia algún lugar de Europa, me parecía dado el rumbo que, por cierto, no sabíamos si íbamos a dar vuelta 90 o 180 grados en cualquier instante dados los ataques de los submarinos alemanes) que se mantenían más o menos constantes. Cuando sin ni siquiera sospecharlo yo, de algún lugar lejano a mi vida y a mis conocimientos, ya algunos hombres altamente encumbrados en sus cargos y posiciones estaban disponiendo de mis servicios, de mi vida. Nada en la vida de un joven guajirito cubano, marino mercante por demás, jamás pudo haberle dicho ni al más fantasioso de los escritores de novelas de ciencia ficción de que en unas cuantas horas en el futuro, una especie de vorágine interna cambiaria el rumbo de mi vida para siempre en un corto minuto en el mar.

 

Muchas cosas suceden sin que uno sepa por qué; millares de seres pululan por esos caminos de Dios y nadie siquiera los ve al pasar... y algunos hasta se sacan el premio gordo la lotería nacional. Yo debo haber nacido atravesado, sí, eso es lo único que se me ocurre pensar, porque desde el instante mismo en que me quité la ropa de hijo de un puerto y abordé una nave, otras personas, ajenas, lejanas, desconocidas para mí, forjaron planes, dictaron órdenes y dispusieron de mí como de picadillo dispone el carnicero. Lo curioso es que siempre estuve allí, donde me buscaron, y serví con una sonrisa en los labios y una decisión jamás cuestionada por nadie porque sé cumplir.

 

No sé si considerarme orgulloso, sentir pacer o considerar que, sabían que yo era el más tonto ciervo de la manada. Pero sea cual fuere la situación, yo estuve allí. Y por ahí andan unos papeles que dicen lo hice bien. Tal vez sea verdad.

 

Tal vez en el maelstrom ese de que hablaba Jules Verne, que da la casualidad de que está muy cerca de Noruega, por ahí muy cerca se iniciaron mis aventuras... Y no soy yo ni con mucho su Capitán Nemo, ni ninguno de mis barcos cargó su nombre.

 

El convoy avanzaba tranquilo y nada que no fuera mucho trabajo, lavando las paredes y pintando sobre pintado en las cubiertas camufladas, sucedía. Pero.

 

Nada es más temible en esas circunstancias que el silencio y la tranquilidad duradera, ni la brisa nos molestaba. Esa situación, créame, amiga lectora o lector, es siempre el estado de expectativa más trémulo de los muchos que carga en su mente e historia el hombre de mar. Y me a trevo a revertir el refrán y decir, antes de la tempestad siempre viene la calma. Y calma había, la tempestad no aguardaba escondida en los misterios del cielo.

 

Yo subí al puente diez minutos antes de las ocho campanadas, mi guardia era la de doce a cuatro.

 

(Continuará en el número II)


 

Jun 10, 2010 #2

Eran la una y treinta y siete de la madrugada cuando el destructor en que viajaba el Comodoro se apareo a cierta distancia, viniendo de atrás, a nosotros. Los únicos medios de comunicación en términos generales, entre una nave y otra debía ser las luces, y para eso con unos capacetes muy discretos. Del destructor surge de pronto en el ala de babor del puente el farol de señales y hace una llamada. El segundo de abordo que estaba a la postre de guardia en el puente conmigo, manda a buscar al radiotelegrafista que a esas horas dormía y a continuación hubo que llamar al Capitán, que era necesario en el puente.

 

Mucho corre-corre notaba yo mientras atendía mi timón que estaba un poco complicado dado que el cielo empezaba a dar señales de mal tiempo.

 

Manejar un barco bien cargado con el viento y las olas es siempre un reto para piloto, Capitán y timonél. Pero cuando ese montón de hierro flotante se multiplica por una centena, y se tiene que mantener dentro de una estricta y bien dirigida formación militar, y además de las dificultades para obedezca al timón sin movimientos de agua bajo la popa, encima de lo cual, la distancia por el frente, la proa, la popa, a los dos lados, babor y estribor y todos esos monstruos de acero con escaso poder de dirección, ahí, en ese momento es cuando el Capitán se entera de quien es su marinero y cual no lo es.

 

El Capitán ordena al piloto que ponga al agregado al timón y a mí que lo acompañe a su despacho.

 

Yo, francamente me sorprendí un poco. Y se lo dije.

 

-Siéntese, me dijo el Capitán. -Sailor, have you done something we may be ashamed of? ¿Ha hecho usted algo que debía avergonzarnos?

 

-¿Y por qué me hace usted esa pregunta, Sir?

 

-Esperemos un rato y tendrá mi respuesta, mientras tanto vaya y tómese un café y regrese aquí a mi despacho en diez minutos.

 

De pronto y a esa hora que todos los tripulantes salvo los de guardia están durmiendo, se llenó la cubierta de personal.

 

Al rato aparece otro farol de señales. Pero este viene de una lancha que está al costado de estribor pidiendo que les bajen una escalera Jacobs para abordarnos.

 

(Sigue en el III)

 

 

Jun 11, 2010 #3

Yo fui al comedor, llené una taza de café (americano, claro está) sin azúcar que así es como me gusta, fuerte, solo y amargo y salí a cubierta.

 

Un oficial de la Navy cuyo rango no era distinguible en la ropa que vestía, subía abordo con un cartapacio en la mano. Lo conduje al despacho del Capitán como me había sido ordenado. Al llegar a la puerta, con una señal de la mano el Primer Oficial que en ese momento entraba también a ver al Capitán, me dijo que me quedara afuera, en el corredor. Allí esperé lleno de anticipaciones, mi mente volaba en busca de curiosas respuestas a una sola pregunta. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué tiene todo esto que ver conmigo? ¿Qué, donde, cuando?...

 

Atrás habían quedado plasmado en el cuadro de la historia los viajes a Groenlandia, las historias vividas en carne propia de los esquimales, los encuentros con Peter Freuchen y otras cien aventuras que ayer fueran lejanas a mis sueños y a estas alturas ya se habían vivido, extenuado y convertido en parte viviente de mi joven existencia.

 

De simple marino mercante cubano navegando en barcos de banderas ajenas a sujeto de novela en el ejercicio de mi profesión, de mi simple trabajo como uno más en la cubierta, un cliente más en el bar del arrabal porteño, ahora parecía yo pasar a un corredor blanco, fuera de mi timón en espera de un no sabía yo qué y cómo, ni cuándo. Pero esperaba.

 

Pasaron unos largos minutos; minutos solamente. Pero esperar, que de si propio es, en mi opinión, el más difícil de todos los encargos que tiene que sufrir el ser humano, esperar, en este instante me parece, activo y enérgico como siempre he sido, demasiada imposición a mi vida. Sobre todo que estamos envueltos en una guerra a muerte; una guerra cruel, larga, sangrienta... y flotando en estas aguas frías del Océano Atlántico expuestos a cada instante a la próxima explosión de una mina flotante suelta o de un bien dirigido torpedo. Mi barco, hemos de recordar, flotaba al exterior derecho, o sea a estribor del convoy, posición que nos designaba el primero de haber un ataque por el este. 

 

-¡Quartermaster, come in, please!" -¿Please? Cortés ese llamado. ¡Hummm! ¿qué será? -Dígame su nombre completo. Lo dije. -¿Usted habla italiano, verdad?

 

-No señor Teniente. Que ahora le vi las barritas. -Yo no hablo italiano.

 

-¿Y ese fuerte acento que tiene usted al hablar?...

 

-Señor, yo hablo español con un fuerte acento gallego, pronuncio bien cada letra, y uso las "C" y la "Zeta" como manda Dios.

 

-¿Y usted es cubano?

 

-Si, señor, soy cubano.

 

-Mire, usted tiene no solo acento italiano, pero además, un fuerte tono de alemán...

 

-¡Mire, Teniente! Yo no sé si usted es un experto lingüista, y si lo anda, muy lejos de entender acentos, ese fuerte acento es del idioma noruego, no alemán. Lo corté rápido.

 

-¿Qué tiene que ver todo esto con los noruegos?

 

-Usted busca mis acentos al hablar, yo le saco de su ignorancia, le educo, si quiere. Aquel buen oficial hasta ahí había sido muy terso en su comportamiento para conmigo y de pronto en su rostro apareció una leve sonrisa.

 

-Yo soy hijo de noruegos, me dijo.

 

-Lo felicito, son buenas gentes.

 

-¡Me basta, usted es el hombre que vine a buscar!

 

-No entiendo, señor.

 

-¡Infórmele usted, Capitán!...

 

-Mister Rodríguez, nuestro país lo necesita una vez más.

 

-¿Y?...

 

-Usted debe ahora mismo recoger todas sus pertenencias, sin hablar con nadie y marcharse con el teniente al destructor... Yo no estoy autorizado a decirle más, y no sé si el Teniente quisiera decirle algo, Rodríguez, pero alguna misión lo espera y estamos retrasados ya. Por favor, prepárese, vamos yo le ayudo a empacar.

 

-Rodríguez, me dijo el Primer Oficial, no se preocupe usted si tiene que dejar algo, yo personalmente cuidaré de todo y su salario será entregado a su esposa en New York a nuestro regreso, o antes. Eso ya está en sus órdenes. Buena suerte.

 

Y a la lancha entre las olas rumbo al destructor salimos.

 

(III y sigue en el IV)

 

 

Jun 12, 2010 #4

Bueno, se me perdió una hora de escritura aquí anoche)

 

 

Jun 22, 2010 #5

Porque Esteban me lo pidió, y porque ese fue siempre mi propósito al ingresar a esta nave, comencé a escribir a pedacitos en Literatura Sobre El Mar, una de esas raras aventuras que el destino de un hombre le lleva a realizar, lejos de sus propios entornos, a mundos ajenos y sueños que ni dormidos hubiéramos soñado algunos, o ninguno allá en las riberas del rio "Undoso" ese maravilloso y a veces cruel chorro de aguas del Escambray al Atlántico que baña mi querida provincia villareña. Para un pésimo mecanógrafo, este sistema a veces es el menos apropiado para escribir largas historias. De modo que hice unas líneas y paré. Una breve mirada al resultado bastará para ver que no lo empecé bien y menos se puede esperar. Por consiguiente, desde aquí comienzo a escribirlo en WORD y según progrese el escrito, lo iré poniendo acá tal cual le prometí al Capitán. Mi promesa ahora es a ustedes, lo miembros de las tripulaciones y los amigos que nos leen y saludan al pasar por los distintos muelles y puertos. Y hay mucho más. Lo fuerte, lo interesante, está muy lejos aún. Hay que echar una buena remada para llegar al muelle. Pero les garantizo que lo van a disfrutar, tal cual lo disfruté al tiempo que lo sufrí yo.

 

 

 

Gilberto Rodríguez

Miami-Fla..USA

2010-06-10

 

 

 

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martes, 20 de febrero de 2024

LAS GOLETAS DE LA NOCHE. Singladura Nr.3



 

LAS GOLETAS DE LA NOCHE

Singladura Nr.3


                                         Isabela de Sagua-Cuba

 Apretaba su carita contra el frío cristal de la vidriera, las manitas, una a cada lado para protegerse del reflejo del sol contra sus ojos, contemplaba absorto el niño los manjares que guardaba en su amplio vientre la sudorosa y clara pared: Rojas colas de langostas, rubias, plateadas, nacarinas y morunas, las delicias de nuestro bendecido mar. Ajeno a la realidad el chico lamió el cristal como si aquel contuviera el rocío del cielo o el maná que le cayó a los judíos en el desierto. Muchos niños congregados frente al Hotel Miramar, tesoro isabelino que coquetón, cual novia enamorada que espera e invita, flotaba sobre estacas al borde de la bahía, en el medio del pueblo y frente a la tienda mixta "La República" y al rimante “Cafetín de Piedrín”, asistente como espectadores curiosos y ajenos al banquete que la alcaldía de Sagua le dio a cierto embajador extranjero.

 

A las distancias que alcanzaba la vista por sobre la bella y amplia bahía veíanse blancas, muy blancas unas, y raídas otras, las velas de las chalanas multicolores de los pescadores del puerto que se confundían por momentos con las de los ricos yates de placer de los turistas ocasionales que nos decoraban el paisaje: Tiburón, Lolita, Jill 3rd, Jocú, Melody... Los nombres flotaban en sinfonía de popas pintadas con nombres de puertos de leyenda. Pescadores palangreros, viveros españoles que pescaban al chinchorro, chalanas cargadas de "panaderas" dedicadas al corte de esos rojos hijos de la raíz del mangle "colorao", los "ostiones de Sagua" que, en mi opinión, son los más ricos del mundo. Y en los muelles, estibadores, trenes y carretilleros, sudorosos unos y bufando los otros, depositaban en el ancho vientre del barco noruego la dulce riqueza de nuestros campos en grandes sacos de azúcar y mieles de purga, destinadas a satisfacer el paladar y a matar las amarguras de ese "Mundo Ancho y Ajeno", al decir de Ciro Alegría.

 

Un hermoso bergantín que desplegaba sobre su popa la bandera de un país de leyenda y lejano descargaba madera de Birmania, loza de China, y arroz "canilla", que así le llamaban las amas de casa al de grano fino y largo, y creo que algunas balas de coloridas sedas para decorar los hermosos cuerpos de las novias cubanas que preparaban su ajuar… tal vez.

 

Mientras tanto, por las calles deambulaban ya los pregones de la tarde que se avecinaba: "Pescao fresco", "güeva de lisa salá"... baratas...

Y la noche comenzaba a enviar sus sombras de avanzada cual brochazos sobre un mágico lienzo de perfiles y besos a la brisa. Y las olas mecían sus cuitas, cuales sirenas amantes arribando a las playas.

 

Y un ratito después, sobre las aguas de nuestro Río Sagua y sus aguas coloreadas de rico ámbar, se extendió el espejo que nos invitaba a contemplar la luna por el horizonte. Porque se me antoja creér que el reflejo de la luna sobre nuestro río y sobre nuestra bahía isabelina tienen la belleza que el mundo elogia del mar que une y separa a Estambul y Alejandría, Egipto y Turquia, en las noches de verano.

 

Los pescadores de curbino y los tarralladores de boquerón, que buscaban carnadas para la pesca de la siguiente mañana, así como los carboneros comenzaban a recoger sus avios y herramientas para abandonar las faenas del día, al tiempo que comenzaban a mover sus barcos los cazadores de flamencos y patos, listas sus escopetas y prestos los oídos...

 

Para entonces las goletas de la noche iniciaban sus silentes travesias abriendo hondas brechas en el agua con sus afiladas quillas, y sus preñadas barrigas borrachas de aguardiente y ron.

 

Alla en Los Estados Unidos operaba la llamada Ley Seca, o sea, la 18va Enmienda de La Constitución, que hacia ilegal la fabricación, venta y consumo de bebidas alcohólicas. Al tiempo que, en Cuba, la industria del rón, producto derivado directo de la caña, era una de nuestras más florecientes fuentes de ganancias y trabajo. De modo que todo el que quisiera comprar, vender y consumir rón podría hacerlo con plena libertad. Y a los norteamericanos, a quienes siempre les ha deleitado el ron -mojito, Daiquiri, Cuba Libre- y por demás sentados bajo la prohibición, la corta distancia que separa a nuestra isla del continente se les convertia de pronto en un viaje al paraíso del paladar. Y Dios había plantado al centro de la misma gloria el trío perfecto: Isabela, Río y Sagua. Los alambiques eran "la guinda del pastel", decían."

 

La Isabela, con sus millas de cayos y hermosos refugios era el punto de atracción máxima, mientras que el Río Sagua era la vía más idonea para llegar a los alambiques productores del codiciado licor. A lo que se unen las cálidas y bellas noches tropicales que el cielo nos regaló, eran siempre una invitación abierta a todo el viajero capaz de navegar. Las goletas eran trineos, coches y calesas envueltos en la elegancia de sus velas y en la agilidad, física y mental de sus capitanes. Asi, mientras los licoreros del Norte veían a sus clientes sufrir de sed, en tanto que sus capitales se desvanecian en litigios legales que nunca se resolvian en su favor, nuestro rinconcito paradisiaco se ganaba el derecho de reír y brindar. Y es así como surgió el contrabando a granel y se hizo popular un nuevo nombre marino: "Rum Runners", cual si algún distraido científico borracho hubiera descubierto una nueva raza de anguilas.

 

Hombres de muchos y muy variados matices, mafiosos de malas cataduras, infelices marineros con hambre en sus fogones y comerciantes de altos quilates entraron en el juego y el "gato y ratón" comenzó. Asi las cosas, las goletas, con sus finos y ahilados diseños y sus hábiles navegantes, llenaban sus bodegas de rón en las márgenes del río, ora cerca de Coco Solo, ora en aquella escalinata que entonces veía a su lado la más baratas y pobladas casas de prostitución de Sagua que, servían a los taciturnos y a veces multitatuados navegantes de Tampa y Cayo Hueso, tripulantes de las sigilosas goletas. Pero el trafico diurno de estos, que era perfectamente legal en Sagua la Grande, al comprar el ron o cuando le compraban algunos sacos de carbón o racimo de plátanos a los pobladores de Las Playuelas o El Júcaro, cambiaba totalmente de aspecto e intenciones ilegales, una vez que salían del río por la Isabela y se hacían a la mar. Ya no eran mas comerciantes de visita, ahora se convertian en contrabandistas norteamericanos, en "Rum Runners".

 

Por eso salián del río y puerto al atardecer. Por el río navegaban impulsados por motores propios, mientras que la travesia hacia el Norte la hacian a la vela, menos costosa y más silenciosa. Aquello era como si la Naturaleza hubiera querido parodiar a nuestro ilustrador Agustín Acosta, desde mucho antes de que él cantara sus "Carretas de la Noche".

 

"Mientras lentamente, las velas mástiles inclinan

en las blancas goletas, las jarcias rechinan, rechinan...

van hacia el goloso mercado cercano, van hacia el puerto norteamericano..."

 

Iban rumbo a Cayo Anguila, o alguna de las Islas Bahamas y, finalmente a Cayo Hueso, Coconut Grove o Tampa y de alli a las manos de los "Speakeasies", lugares donde secretamente se despachaba un solo producto: alcohol, en violación de la ley.

 

Al Capone, Caracortada, John Dillinger, mafias, Capos y pandilleros, hombres convertidos en máquinas de matar y morir por el billete verde proliferaban por doquier. Morian mas delincuentes a manos de sus iguales que de las manos de los policias. La vida humana pierde valor rápidamente en ese ambiente.


Hotel "Miramar" en Isabela de Sagua-Cuba


De ahí surge, dadas las circunstancias, John Edgar Hoover y el FBI. Y es ésta, además la oportunidad que lleva a un agente dedicado del FBI llamado Elliot Ness a convertirse en mítica figura de la lucha policial contra el crimen organizado en el cine, con lo cual son muchos los que han ganado millones produciendo películas tales como "Los Intocables". Y también mucho dinero y fama ganaron algunos escritos de Ernest Hemmingway y sus amigos publicistas y productores de cine. Aunque debo hacer aquí una salvación, y es que el autor de "El Hombre y El Mar" a principio se negó a escribir un libro que le pedian, sobre el tema del contrabando de rón. Ahora bien, dicho esto, es bueno recordar que todo esto ocurrió entre los años 1920, cuando se desarrolló la ley seca, o sea, la XVIII Enmienda y el 1933 cuando esta fue abolida al establecerse la Enmienda XXI. Durante todos esos años el General de La Guerra de Independencia y carnicero de Santa Clara, Gerardo Machado y Morales era Presidente de la República de Cuba, democráticamente electo y dictador por propia decisión. Y también había una fuerte oposición a su gobierno en las calles de Cuba.

 

Especialmente La Asociación Unión Nacionalista, presidida por el Coronel Carlos Mendieta Montefur, la cual en Sagua dirigia Miguel Castellanos Rodriguez y en La Isabela mi tío, José Manuel Rodríguez Perera. Muchos americanos sabían esto, desde todos los niveles...

 

El desplome del sistema bancario norteamericano de 1929 creó una de las más crueles y extensas cadenas de hambre y miseria que el mundo ha sufrido. Pero aún cuando el hambre y la inestabilidad civil que sufria Cuba en esos momentos podian ser consideradas buena "copia" para crear una película, poderosos intereses económicos y políticos ajenos a los cubanos creían mejor ir un poco más lejos para "crear exóticos" romances vendibles por los demás.

 

Para ellos, Cuba y el idioma español no eran lo suficientemente exóticos ni tan románticos como para atraer la taquilla americana. Mas elegante, se decian, era usar el idioma francés con acento fingido de africano trasnochado. Y para lograrlo contaba con la fuerza de sus capitales y el control de la industria. Porque, hay un par de hechos poco conocidos y los más ya olvidados, que son a saber: 1) Hemmingway habia publicado ya dos historias cortas de aventuras relacionadas con el tema del contrabando de alcoholes, "One Trip Across" y "Tradesman Return". 2) al tiempo de producir la película (1944), las experiencias de Hemmingway como reportero en Francia, en constante contacto con la Resistencia Francesa, era un filón jugoso para crear lo que crearon.

 

Se dice que esos dos trabajos los escribió Hemmingway en esa linda casita de dos pisos, desde hace muchos años convertida en Night Club y posada por un hijo del Capitán Brown de aquella época, llamada "The Compleat Angler", donde vivió tiempo mucho el escritor y donde yo lo conoci. Bimini es la islita bahamense más cercana a Coconut Grove, (Miami), eso es Bimini. Hemmingway, dicen, se negó a complacer la petición de su publicista de escribir un libro combinando las dos obritas antes mencionadas, pero, al fin, como que, el que paga manda... el barbudo escribió el libro.

 

Así nació la novela que, según han dicho amigos del autor de El Viejo y El Mar, él mismo calificó de “Pure Trash" y "lo más malo que he escrito". Cabe aquí decirle a Ernest: ¡Amén!

 

En el libro "To Have and Have Not", Hemmingway nos da un duro paseo por la Bahía de La Habana de bar en Bar, "Sloppy Joe", La Bodeguita del Medio, y los bajos fondos de uno y otro lado del Canal de Santarém. Yo leí este trabajo en Hong Kong, por referencia de Ron McGrorton, un gigantezco marino inglés del que en ese tiempo se decia que era el hombre más tatuado del mundo. El me decia que trabajé en el puerto de La Habana durante dos años y que era amigo del periodista barbudo. La obra era sobre Cuba, la historia era de Cuba. Y la situación geográfica de Cuba y Florida hacía el trabajo tan fácil como el fruto maduro que se cae de la mata, pero eso era realidad. Y ellos querían un nuevo Alí Babá junto a sus cuarenta ladrones, ni más ni menos...

 

Los productores cinematográficos pensaron que Las Soufrieres de Martinique y el lenguaje de esa isla afrancesada le quedaba mejor que el cubano a Humphrey Bogart en el papel. del Capitán Harry Morgan y a Lauren Bacall con su potente voz para darle impulso publicitario a su obra. Robándole con ello a nuestro undoso el simple placer de decorar las salas de cine del mundo.

 

A la vez que mostraron una total falta de respeto a las audiencias o garrafal ignorancia de la geografía, ya que a nadie con sentido común se le ocurriria, salvo en casos excepcionales, correr los riesgos y hacer la larga travesia a vela desde las Antillas menores a la Florida, teniendo el producto a unas poquitas millas de distancia. Y digo esto a conciencia de que hubo piratas que lo hicieron. Pero, en fin, no se puede negar que las audiencias cinematográficas, a diferencia de los lectores, no suelen ser analistas. Y además, hubo un largo trecho que andar entre libro y película (1937-1944).

 

Los tiempos pasaron y el Río Sagua, lleno de amor, acoge nuevas goletas cada noche. Los gobiernos se cambian y la vida sigue su curso, pero junto al niño isabelino que pegó su carita al frío cristal de la vidriera del Hotel Miramar, en La Isabela, hay en Detroit otro niño que también se pega a una vidriera ansiando las hamburguesas y los quesos que el viejo bodeguero italiano nunca le dará porque no tiene dinero con que pagarselo, ya que su padre murió ahogado en el mar durante un ciclo... o, tal vez, como dicen las malas lenguas, se lo dieron de comer a los tiburones para no tener que pagarle su parte del contrabando.

 

Y mientras tanto, abordo de las "... blancas goletas las jarcias rechinan, rechinan..."

 

 

 

Gilberto F Rodríguez

Miami-Fla..USA

2009-07-24

 

 

 

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viernes, 16 de febrero de 2024

La vedette vino a mi mesa Singladura Nr.2



La vedette vino a mi mesa

Singladura Nr.2


San Pier D'Arena



 

Aquél inmenso salón era poco común por su tamaño para un sitio nocturno que solo despachaba champagne y "birra" (no, hermanos, no vendían burras, era cerveza en italiano). Servía creo que mil mesas y se bailaba si se estaba en uniforme de uno de los países aliados.

 

Apenas se oían ya los cañones un poco más allá de las montañas y esa mañana por la línea de ferrocarril que seguía a lo largo del litoral amurallado del Porto Novo en San Pier D'Arena. En la parte más al oeste de la ciudad, habían hallado el cadáver apuñalado de un sargento "tedeschi" (alemán) que tenía una hija con una chica genovesa y saliendo de un escondite trató de llegarse a la casa de su amante... Sin darse cuenta el pobre diablo que sus tropas ya habían huido hacía unos días.

 

Y ahora, la Decimoquinta División, primera división negra del ejército norteamericano en la historia, parte del Quinto Ejército de este país, trataba de ganar control del orden público de las ciudades circunvecinas. Triste experimento ese, pero eso para otro momento.

 

Tantos ingleses y norteamericanos se acumularon allí esa noche, que yo pensé por un instante que estaba de regreso en el Times Square de New York. Y la birra corría a raudales y el champagne bañaba las sedientas gargantas. Las mesas no daban abasto, solamente en la mía había doce.

 

¡Doce, la docena de Aquel de Nazareth! Pero estos eran doce marineros sedientos y alegres, aunque bastante cansados, pero alegres porque las corrientes ahora habían cambiado a favor de nuestras naves. No importa el humo, el olor a pólvora, el incienso del templo a la violencia, la risa perversa de los siglos que se suceden para limitar el número in crescendo de nuestras existencias por estos lares.

 

El show había comenzado hacia ratos cuando llegamos el grupo de mi barco, el Segundo Oficial Miller, el Contramaeste, un gigantesco indio Choctaw de por en vueltas de Arizona, el Méjico-tejano Máximo Ribera, el Jefe de Máquinas Johnson, yo y otros más.

 

Ya teníamos unas cuantas botellas de champagne (a quince liras cada una, equivalentes a un centavo y medio americanos, ¡imagínense ustedes!), consumidas, cuando de pronto, en medio del infernal y multilingüe bullicioso, sale a escena y comienza a cantar una vedette menudita de negros cabellos a media espalda. Vestía una blusa blanca y una falda plisada bien ajustada a la cintura y con una voz que retaba al ruiseñor. Nuestra mesa estaba a medio kilómetro de distancia del escenario y el sistema de altoparlantes era muy pobre para tanta audiencia.

 

El mejicano empezó a gritar subido encima de nuestra mesa que cantara conmigo. ¡Diantres, tecato de los diablos! Breve y al mismo tiempo largo el silencio de la multitud, pero, yo no sé de donde salió otra voz, ¡Cantare, compare, cantare, cantare!.

 

Y yo canté, fui un tanto desafinado por la ocasión, pero "Mamma la mia Canzone..." no la pasó mal del todo con nuestro dueto. La cantante me dio un abrazo y el maestro de ceremonias me invitó a volver si mis compañeros lo pedían y, claro está, los chillones me echaron a la perrera. Un cubanito solo entre aquella multitud cuesta poco echarlo a la tigrera, no que yo anduviera con falsos remilgos, me gustaba la idea. Pero, y ahora sí, amigos, que no todos los peces que pican el anzuelo llegan al caldero. Y he aquí, que este caso es el de uno de esos marineros tontos.

 

Perdón pido por adelantado, si alguno de nuestros tripulantes siente que traicioné la fama donjuanesca de los marineros.

 

De regreso a mi mesa y al pasar por una muy bien atendida mesa, me agarra la mano una chica de esas que hacen rajar las piedras con la mirada. En presencia de varias personas mayores que le acompañaban, se puso pie, me plantó un beso en la boca y me dijo que, si regresaba mañana, ella y sus padres me invitaban a una fiesta en su casa. ¡Cielos, este es mi día!

 

¡Madonna mía! "Tecato maldito, eres una bendición", le grito yo al mejicano al llegar a mi mesa. Y la fiesta sigue, y a cada rato más champagne, más alto elevo la voz, (¡Vaya, hermanos, mi voz es buena, no es una serreta!) Y en eso viene el guardia antes de que la vaca se escape de la portería.

 

Allá como a las dos de la madrugada, la joven vedette parece que termina su parte del show, sin dejar de mirar hacia mi lejana mesa, desde donde yo le había ofrecido bien en alto mi copa de champagne. Oferta que no calculé muy bien, pero que ella parece aceptó y de pronto se me presenta en la mesa, mientras yo pensaba en la otra chica del beso y la invitación, que me tenía relamiéndome de gozo, cual perro con sarna china. Me tocaba los labios a cada vuelta como si para que no se me escapara aquel sorpresivo pero agradable beso.

 

Y por la única y cobarde ocasión en mi vida que le hago "el feo" a una mujer, le hice una mueca absurda por saludo a mi amiga, la vedette y la dejé marcharse tal vez humillada, sin ofrecerle sentarse a mi mesa o darle la copa que de mis labios le había ofrecido. ¡Inconfesable torpeza la mía esa noche!

 

Y hasta hoy cargo la pena de su adolorida expresión al darse la vuelta y marcharse del salón. Me atrajo la otra chica, pero de avergonzado no volví a aquel lugar jamás. Y me perdí canario y jaula en un tirón.

 

Hoy miro a las aguas correr y les pregunto si pueden el champagne, la cerveza, el egoísmo o la vanidad masculina hacer de un hombre, a veces, una toronja apolimada...

 

No lo sé, yo solo he sabido conquistar las olas. Y alguna que otra salemita.

 

TONTO QUE SOY.

 

 

 

 

Gilberto F. Rodríguez

Miami-Fla..USA

2009-03-28

 

 

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jueves, 15 de febrero de 2024

Amores de Marineros Singladura Nr.1


Amores de Marineros

Singladura Nr.1





"EN CADA PUERTO UN AMOR", reza la frase, y muchos la creen. Y son muchas las chicas que se niegan a aceptar los requiebros de los donjuanes viajeros. Y no con poca habilidad, por cierto. Excepto en puertos como New York, donde a veces casarse con un marino mercante resulta un buen negocio en más de una forma. Pero ese tema requiere un libro aparte. Aquí, hoy, a mí solo me interesa despejar un poco el mito. Tal vez algunos hermanos muy sensibles al orgulloso tema de su "machuría", palabra inventada por una cubana, bien acentuada en " í, quieran preferir que yo siga la tradición de pescadores que siempre atrapan un buen pez...

 

...Hoy se me antoja acercarme un poco mas a la tradición del pescador amateur:

 

-¡Ah, eso no ej ná; si tú hubieras bijto el serrucho que se me fue!… Dejgraciao, me rompió el alambre y se llevó el anzuelo! Muchacho, te juro, mira, ¡Mums, por esta! Así mismo nos pasa a los marinos... De vez cuando.... bueno... más de una vez... bueno, este... tú sabes cómo es eso.

 

-No, yo no sé cómo es eso. Es más, no te entiendo.

 

-Bueno, a nosotros los "pescadores", tanto de peces como de carnes, nos pasa igual con las conquistas falderas que al pescador con los serruchos y las guasas. A veces anotamos un jonrón, pero son muchas las veces que también nos ponchan. Y señorítas y señoras, como duelen los callos y los juanetes al Donjuán que sufre el plantón... ¡Madre, que si duele! Pero ¡bah!, no hay porque preocuparse. Tan pronto el barco sale a la mar, comenzamos a contarnos nuestras propias mentiras y a darnos golpes de pecho por nuestra, repito aquí, "machuría".

 

Pero voy a confesarles un secreto muy bien guardado, aunque sin acuerdo de entre hombres. Para acallar el orgullo masculino herido, damos a nuestras fallidas aventuras el mismo tono de el pescador de marras: Muchacho, ¡que hembra!  y nada había, estaba yo muy cerca en ese preciso momento...

 

Por favor damitas queridas, no os preocupéis por averiguar, que al tenorio de la historia no le alcanza el puntal del barco que tripula para elevar la grandez de aquel pez que se escapó en el puerto que acabamos de abandonar. Allí queda sepultada en una nube de orgullo herido, una triste historia de amor hecha merengue.

 

Y yo hablo por mis propias experiencias. Aunque yo he conocido muchas muy de cerca sufridas por otros que saben que las publico, es posible que me ahorquen sin sogas.

 

Veamos, en Boston, conocí a Betty Gentile, una italo-americana gordita, en una Soda Shop una tarde. Amor a primera vista. Nos carteamos y cuando al final supo que mi uniforme era de Transporte Naval y no de la US Navy, me plantó dejando de escribirme. ¡Strike One! Y ni siquiera el umpire se entera.

 

 

Saint John's-Newfoundland, (o, en cristiano, San Juan de Terranova). Tormenta de hielo, nortazo violento, cañonazos y cargas y torpedos por doquier; Las aceradas redes sumergidos atravesando la profunda bahía con sus respectivas minas de profundidad, los ingleses nerviosos por la gran acumulación de naves de todo tipo que, nos reuníamos para salir en convoy rumbo a Europa. El espionaje en acción y el sabotaje inesperado, y otras muchas cosas más, reunidas en un sitio por demás pequeño. Las enormes olas que, al estrellarse contra las lomas de la entrada, dificultaban el trabajo de los vigías y artilleros incrustados en las cavernas de roca frente al mar. Todo eso y mucho, mucho más, conspiraba contra la paz de ese romántico pedazo de piedra flotante, cuna de tantas y tantas inserciones en la historia del planeta y de la navegación. "Manzana de la discordia" de los anglos, que quieren darle méritos a Erik El Rojo a costa de Cristóbal Colón.

 

Nada fácil fue efectuar nuestra entrada un día, tras la captura, ahí mismo, en esas mismas redes, de un submarino alemán que osaba penetrar nuestras defensas. Porque, para colmo, nosotros habíamos cambiado de bandera en la popa tres veces antes de llegar. Muchos trucos había que hacer para sobrevivir.

 

Y llega la noche. ¡Ah, reina de las oscuridades, cuan rica es, a veces, tu presencia! Era sábado, por el puerto deambulaban centenas de marinos sedientos, pero, las leyes religiosas no permiten vender cerveza después de las seis. ¡Per la Madonna!, que diría un italiano. Ah, hermanos, confiad en dios, que la iglesia siempre viene al auxilio de sus hijos. Y era la propia policía que te arrestaba por ingerir licor o cerveza en la calle, la que dirigía a la santa iglesia anglicana, donde el padre -muy religiosamente- te vendía por un dólar, un litro verde de buena cerveza fría. Y te la podías beber bajo un vagón de ferrocarril a la orilla del mar, a oscuras y en silencio o, si lo preferías, irte al "Caribou Hut."

 

"El Caribou Hut" (El rancho del Reno), era una enorme nave convertida en club social, donde las damas voluntarias ayudaban el esfuerzo de guerra ayudando a marinos y militares a pasar un rato agradable. Idea noble y buena, porque todo era limpio y en una especie de familia entre nacionalidades. Allá nos fuimos.

 

Y esa noche había baile, "Square Dance". Nada, como en mi casa, nada menos que un cubanito paticuadrado, tratar de bailar un baile en escuadra o cuadrado, que para mí daba lo mismo. Me quedo sentado para observar, pero una mediogordita se compadece de mí y con un hablar salido creo que de la antigua torre de babel o de alguna de sus jaulas vecinas. Y a bailar se ha dicho, alegres, riendo sin entendernos mucho y, cuando más acaramelados estaban los pasteles, como yo sabía si andaba para el norte o el fondo, hacen un giro, me trabo, le piso su patona, que las tenía grandes, por cierto, me di cuenta entonces, y ¡Paff! me apaga un farol.

 

La dichosa bofetada despertó a un marido celoso que vino a cargar con la dichosa gorda. Y mientras aquel la arrastraba, ella me grita algo así como: Estúpido, si no sabes bailar ¿cómo vas a invitar a una dama? Y esa cubera era gorda, por eso me llevó el anzuelo.

 

Y se me han escapado otras rabirrubias, pero no quiero crearme fama de no saber guardar secretos del reino de Ondina. De modo que esperen el próximo capítulo, que puede resultar jugoso.

 

Ahora, permiso para llegarme hasta la iglesia anglicana antes de que llegue el sábado y me quede sin mi "beer".

 

 

 

 

Gilberto F. Rodríguez

La Florida-Estados Unidos

2009-03-26

 

 

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lunes, 12 de febrero de 2024

ALMIRANTE DON GILBERTO. RETROSPECTIVA



 

ALMIRANTE DON GILBERTO. 

RETROSPECTIVA


Don Gilberto a la izquierda y Esteban Casañas en un encuentro en la Calle 6 de la Pequeña Habana.

 

El Foro Naval Cubano “Faro de Recalada” se inauguró oficialmente el día 14 de Febrero del 2009, aunque sus primeros pinitos llevan como fecha el día 9 del mismo mes.

Don Gilberto apareció de la nada y se enroló en nuestra tripulación el día 19 de Febrero. Muy pronto supo ganarse las simpatías de los miembros, lo ayudaba su avanzada edad y el haber sido marino mercante durante la Segunda Guerra Mundial. No era tampoco un marino cualquiera, amante de la literatura, se desenvolvía muy bien en ese otro campo de la vida incursionando diferentes géneros de ella. ¡Eso, si! Distinguiéndose de los restantes miembros por su estilo refinado de escritura, casi lirico o clásico, unas veces coloquial, muy bohemio y en franca disonancia interpretativa con relación a los demás, seres pertenecientes a generaciones muy distantes a la de él.

 

Como podrá observarse a lo largo de su extensa obra, mucha de la cual nos dejó como legado en estas páginas, muy pocas de sus narraciones de aproximan en lenguaje o estilo al usado actualmente en su tierra. Sitio del que partiera siendo muy joven y amor sentido que, nunca pudo ser borrado por el tiempo o la distancia. La mayor parte de sus escritos tienen un origen determinante en su vida privada, casi todos rinden culto al amor, la mujer, el mar y ese rincón donde diera sus primeros pasos, me refiero al puerto de "Isabela de Sagua". Siempre expresados con ese lirismo suyo tan particular y ajeno a los más jóvenes. Lo conocí personalmente y compartimos en dos oportunidades, donde como suele ser normal entre cubanos, tratamos de arreglar a un mundo muy desajustado sin éxito alguno y una isla distante para ambos.

 

Don Gilberto era muy pausado al hablar y lo escuchaba con un acento ajeno a nuestra tierra. Me resultaba difícil identificarlo como ese cubano actual, es que destilaba cultura por cada uno de sus poros y su fonética algo difícil de identificar. Cuando lo escuchabas, imaginabas tener frente a ti a un cubano españolizado y cuando te remitías a la península, el hombre resultaba ser un español americanizado. Aunque luchaba tenazmente por mantener sus raíces, el tiempo y la lejanía había logrado borrarlas, pero no se lo dijeras, podía resultarle ofensivo.

 

Como todo ser humano, poseía destacables virtudes imposibles de ocultar o ignorar, también muchos defectos que la gente le perdonaba por todos los méritos acumulados en su vida y la avanzada edad mostrada en algunos de sus escritos y comportamiento dentro de esta comunidad virtual. Fue muy posesivo y dominante, se enojaba cuando escribía y no leían o participaban en su tema, no es algo que pudiera imaginar, aparecerán temas donde se comporta de esa manera en el transcurso de esta retrospectiva suya. Siempre fue muy comprensivo y dispuesto al oportuno consejo cuando algo fallaba en la vida de sus amigos. Implacable con el que se atreviera a enfrentarlo.

 

Su avanzada edad lo hizo caer el errores vanos y propios de cualquier joven, aun así, fue admirado y querido por todos hasta que un amor imposible lo apartara de su trayectoria. Esto que les cuento, lo conversé personalmente con él. Sin imaginar las consecuencias, cayó atrapado un día en un triángulo amoroso que derivó en una cruenta batalla cibernética y de muy poco le sirvieron los consejos. Como todo un caballero medieval, blandió su sable y luchó denodadamente por su princesa. Fue una despiadada batalla que pudo provocar risas, ambos contendientes eran mayores de edad y hoy deben continuar su disputa en otra dimensión hasta que llegue la princesa. Don Gilberto se transformó en otra persona y abandonó sus escritos, su obra posterior se limitó a poemas amorosos que disputaban el corazón de la doncella en disputa, mientras su oponente (alias Trípode) acudía a décimas guajiras por su origen. Puede ser calificada de ridícula aquella disputa amorosa entre viejos, pero el que las vive la disfruta. Ya se ha dicho que el amor no tiene edad y el de Don Gilberto apareció cuando rondaba los noventa años con exceso de vigor.

 

Solo un trabajo suyo fue firmado con su nombre verdadero, Gilberto F. Rodríguez tuvo que pertenecerle. No existían fotos suyas en todo el Internet, sus páginas de Facebook mostraban el rostro de algún artista fotogénico, solo al final de su paseo por la tierra colgó una suya con un perrito. Desapareció de nuestra página muy enojado al no encontrar apoyo en aquella ilógica pelea, falleció y no nos enteramos. Nos dejó, sin embargo, toda una selección de escritos suyos que iremos sacando a la luz para que lo conozcan y también para rendirle un póstumo homenaje al más viejo de los marinos cubanos que perteneció a nuestro foro.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2017-01-09

 

 

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martes, 6 de febrero de 2024

VARADO EN LA MILLA 103 DEL RÍO ORINOCO.



 

VARADO EN LA MILLA 103 DEL RÍO ORINOCO.


Buque cementero "Capitán San Luís", escenario de esta historia.


 

…Si cuando llegues el martes no alcanza la plata para la cremación, yo pongo una tarjeta de crédito y Dios proveerá…

 

Pedro Raúl Valdés

 

 

Si ante una sorpresiva emergencia tienes un amigo que reacciona con ese grado de desprendimiento, trata por todos los medios de conservarlo. Corren tiempos donde esa palabra, “amigo”, ha sido una de las mas traicionadas, prostituidas, degeneradas, deformadas, travestidas y envenenadas de nuestro idioma. Al menos eso ha sucedido en Cuba y está actualmente en proceso de extinción. Tampoco me refiero a un individuo cualquiera, me detengo en una persona mayor de edad con un largo curriculum de horas nalgas en consultorios médicos e ingresos hospitalarios. Sumo a esa persona que, violando todas las leyes de la gravedad, desafiaba a la muerte y se encontraba activo laboralmente hasta unas semanas después que perdimos a un hermano. Si se concluyen estas notas agregando que desarrollaba un trabajo “humilde” donde devengaba un salario bajo y como compensación se mantenía activo en otras labores, es posible que lleguen a comprender la importancia y valor de ese gesto de desprendimiento al que me refiero.

 

Nosotros los marinos pertenecemos a una rama del ser humano con una clara tendencia a dejar y perder amigos por el camino. No lo hacemos voluntariamente, la dinámica de nuestras vidas nos obliga. El tiempo de nuestra permanencia en tierra era mucho mas reducido que el empleado en el mar y cuando recalábamos a cualquier costa, aunque no fuera la nuestra, tratábamos de rescatar el tiempo dejado de vivir. En eso se traduce una gran parte de nuestras vidas, la detención de todos nuestros cronómetros desde que te haces a la mar, tu existencia se tiñe de azul y a tu alrededor nada cuenta. Vengan mujeres, barras, aventuras, contrabandos, peligros, etc., mientras andas por tierras extrañas. Vengan los hijos, mujer, familia, amigos, cerveza, cenas, fiestas, dolores pausados durante las navegaciones, etc., ese era el panorama encontrado en nuestras playas. Por supuesto, aquel amigo de la infancia, juventud, escuela, cuadra, bailes, etc., perdía la prioridad. Nunca alcanzaba el tiempo disponible para compartirlo con él y finalmente se iba devaluando el interés. Hasta que lo olvidábamos y solo rescatábamos su recuerdo durante las soledades de nuestras navegaciones.

 

Solo una vez lo escuché reclamando algo, lo hizo como si se tratara del mas triste lamento, el olvido al que fuera condenado por parte de sus amigos cuando cayó en desgracia. Lo escuché muy apenado y no quise tocar aquella herida cubierta con una cicatriz muy frágil. Tenía y no tenía razón, varios de los amigos dejados por su estela no pertenecían a la misma empresa. En nuestro caso, por solo citar un ejemplo, podíamos pasarnos años sin volver a reencontrar a ese amigo o pariente. El motivo era conocido, cuando tú arribabas a la isla, él había partido de viaje o viceversa, eso sucedía en mi propia casa. La situación empeoraba cuando ambos amigos pertenecían a diferentes empresas navieras. Yo mismo me enteré del fallecimiento de varios conocidos en Navegacion Caribe muchos años después de sus partidas. Si este noble y gran amigo no me cuenta esta historia, yo nunca me hubiera enterado de su varadura en el río Orinoco a bordo del buque cementero “Capitán San Luís” y su posterior condena a prisión.

 

Asumo mi responsabilidad, yo fui quien lo convirtió una mañana en un litro de leche, más criollo se escuchaba “Pomo de Leche” debido a esa blancura anacrónica en nuestra geografía y así se quedó marcado para toda su vida, hasta hoy. Corrían tiempos donde sobrevivían aquellas sonrisas y alegría espontanea de una juventud muy confiada, disciplinada, ingenua, laboriosa, inocente, soñadora, creyente del discurso vendido y falso, no puedo excluir a los fanáticos, extremistas y delatores. La juventud más traicionada de todas las que compartían el mismo escenario y las que esperaban asistir a la siguiente ópera. Una juventud gastada y marchitada a cambio de nada, una vida dedicada a la destrucción de un hermoso legado. Una juventud envejecida entre himnos, consignas, planes, promesas, asambleas, delaciones, traiciones y cuanta porquería embarra hasta los fantasmas de quienes creyeron y murieron confiados en la falsedad. Juventud vieja y terca que se niega a reconocer su fracaso, no quieren decir que una vez se equivocaron. Peor aún, prestan lo que les resta de sus menguadas energías para delatar y reprimir el reclamo de otros jóvenes, quienes se desmarcan de sus padres y abuelos, porque solo identifican en sus rostros a la representación de la amarga derrota.

 

Cada mañana nos hacíamos sentir en el patio de lo que fuera nuestra escuela en Jaimanitas, es que resulta imposible privar de un golpe ese encanto de una edad, tiempo donde no se exige autorización para brindar una sonrisa o carcajada. Hoy me llegan rostros de fantasmas muy divertidos, Cebolla y su padre Toribio saliendo de su pequeño auto Renault y toda aquella juventud gritando al mismo tiempo ¡Cebollón, Cebollón!, al padre. Y el viejo, un elefante que superaba los seis pies o próximo a esa estatura, agarrándose los güevos, mientras era premiado por rechiflas y estruendosas carcajadas. Todo el alumnado ladrando cuando llegaba un alumno con el apodo de “El Perro”, nunca me detuve a preguntar el motivo de ese nombrete, lo imagino. Todos aplaudiendo y cantando alrededor de una mesa donde “La China”, una loquita muy famosa de La Víbora, bailaba como si se encontrara en el mejor tablao flamenco andaluz y aquella flor de Mar Pacífico en una de sus orejas bien aferrada para no caerse nunca. Una que otra rechifla a nuestro verdugo Roberto Arche Flores, todos sin comprender como una persona con tan bajo nivel educacional y cultural podía ser director de nada, lo era gracias a la revolución.

 

Muchos de aquellos jóvenes han partido en su última singladura, algunos escoltados por el cariño que sembraron entre nosotros. Otros salieron por la puerta de atrás, porque los hubo despreciables, como en todo conjunto, orquesta, equipo deportivo, cuadra, escuela. Por ellos nadie siente su partida y nunca se les ha ofrecido una pitada larga, por ellos no se arriaron nuestros pabellones.

 

Se fueron con esa gloria que brinda la amistad y su cariño un grupo muy querido entre nosotros, Jorge Marcos Joan (Cebolla), Bismarck Corella (El Bibi), Manuel Balsa Larrinaga, Luis Rocha Hurtado (El Baby), Amancio, Grau, Amaya, Gilberto Martínez (Quien asumo haya fallecido, no creo que su frágil estructura haya sobrevivido dos “periodos espaciales”) Así, sin acento en la “i”, como si se tratara de una menstruación revolucionaria. Faltan otros que no acuden a esta mente algo agotada y espero me disculpen.

 

Después nos separamos y allí quedó en pausa esa hermosa amistad que nos unió como estudiantes, aunque realmente fuéramos hombres hechos y derechos, algunos bien maduros. No volveríamos a vernos por años, aunque nos unieran esos lazos de amistad indestructibles. Por el camino iban cayendo unos y otros sin que pudiéramos enterarnos. No existía el Internet y no todos poseían teléfonos en sus casas, era un aislamiento obligatorio, razón poderosa para comprender el doloroso reclamo de mi amigo “Pomo de Leche”.

 

Habrían transcurrido unas tres décadas cuando nos reencontramos, él supo que yo estaría en aquel parque de la Bird Road y la 72 ave. llamado Barnes Park. Tuvo que habérselo dicho alguno de los “F1” que asistieron sin yo tener conocimiento de sus existencias. La sorpresa fue grande porque estuve hablando con ellos individualmente y unos minutos mas tarde, cuando se percataban que yo no los había reconocido, se identificaban con sus nombres y apellidos. Resulta casi imposible reconocer a una persona luego de tanto tiempo transcurrido, solo se conserva el timbre de la voz en la mayoria de los seres humanos. Viejos, calvos, barrigones, medio jorobados y uno que otro con el cabello ridículamente teñido, como si el color del techo pudiera encubrir la edad de la casa. Pomo de Leche fue el último que se identificó y se tomó su tiempo, quiso jugar con mi memoria y lo logró. Era imposible extraer de aquel trozo de elefante a la vara de pescar que era cuando estudiamos en Jaimanitas. La alegría compartida entre los presentes fue sincera y profunda, allí se encontraban una pequeña representación de la Promoción “F1” compuesta por Eduardo Ríos, Losada, Domingo Echeverria, Amaya, Sebastián Rosales y yo. Fue una velada maravillosa donde logramos revivir muchos recuerdos y traer de vuelta a los buenos amigos que fallecieron en ese largo recorrido.


Lee, Cancio Jr, Sariol, Galo, Casañas, Losada, Dr. Labrada, E Ríos padre, Domingo Echevarría, Amaya, Pomo de Leche y E Ríos hijo.

Hace unos días estuve conversando con él y le confesé mi propósito de dedicarle unas líneas. Le dije que debía ayudarme a llenar ese vacío producido después de nuestra graduación y que desconozco. No fue muy sencillo convencerlo, es más bien amante de la privacidad. Le expliqué que, si yo había dedicado tanto tiempo a escribir sobre algunos hijos de putas, deseaba dejar constancia de los hombres buenos y en especial de mis amigos. Por el camino logré que unos pocos leyeran las líneas que yo les había dedicado y me lo agradecieron en vida. Le dije que no me gustan los homenajes póstumos, los muertos quizás nunca sepan lo que escribiste, tal vez sí. -¡Acuérdate lo que me sucedió con El Baby! Comencé a escribir sobre su vida estando vivo y no me dio tiempo, se nos fue. De todas formas, logré convencerlo y heme aquí, moviendo el teclado por una causa bien justificada. Fue necesario llamarnos en varias oportunidades para armar este muñeco, se repetía en parte una historia similar a la de Luis Rocha Hurtado. Pomo de Leche era jovencito cuando nos conocimos en el Curso Básico para Oficiales (F1) de Jaimanitas.

 

-¿Cómo fueron a dar tus pasos en esta profesión de marino? Sería la primera de tantas preguntas.

 

-Te cuento que en Julio del 1971 me gradué en la Escuela Camilo Cienfuegos (los Camilitos) de Baracoa en La Habana y el hijo de un vecino mío que navegaba como camarero en Navegacion Mambisa, me llevó a entrevistarme con Vélez Carrión en el Departamento de Personal y me envió para la Academia Naval del Mariel en la que ingresé el 2 de Septiembre del 1971 en la Promoción XII de Cubierta. En Diciembre de este mismo año me operan de urgencia en el Hospital Naval y causo baja en la Academia Naval, soy regresado a Mambisa. Del departamento de Capacitación me envían para el CEPEN a un curso de marineros, esa escuela se encuentra al lado de la Playa “El Salado”, un poco despues de Baracoa en dirección al Mariel, allí conocí a Domingo Echevarría, quien luego pasara el Curso “F1” con nosotros. Finalizado aquel curso y sin contar con mi voluntad, enviaron mi expediente y demás documentación para la Empresa Nacional de Cabotaje. Fui inmediatamente enrolado en un remolcador que tiraba patanas con miel desde Isla de Pinos a Cienfuegos, yo iba enrolado como marinero de cubierta, transcurría el año 1972. Pocos meses más tarde me mandaron para la motonave “Bahía de Matanzas” (el viejo), capitaneado por Aguado Morejón. De ese buque partí para el Curso Básico de Oficiales en Jaimanitas donde nos conocimos.

 

-Bueno, no es mal comienzo para quien carece de palancas, eras solo un joven que llegó a Navegación Mambisa de la mano del hijo de un vecino y después de pocas vueltas caíste de cabeza en embarcaciones. Otros corrimos peor suerte y tuvimos que pasar un año en la agricultura antes de tocar la plancha. ¿Qué sucedió cuando terminamos el curso?

 

-En el año 1973 terminamos los estudios y regresé a la Empresa Nacional de Cabotaje. Allí me enrolaron de agregado en un buque de tanque de ácido sulfúrico llamado “Hermanas Giralt” (el viejo) Me negué ir hasta el puerto de Santa Lucía a coger el buque tanque y a la semana siguiente me hicieron un juicio disciplinario. Fui condenado a 1 año sin ascenso y di vueltas como un trompo.

 

-Yo creo que se les fue las manos a los verdugos de la Comisión Disciplinaria de esos tiempos en Cabotaje. Resulta abusivo aplicar una condena de esa magnitud a un simple agregado, se supone que el buque no se detendría por tu ausencia. Existieron errores mayores con los que fueron muy condescendientes, sobre todo cuando se trataba de “militantes” los enjuiciados.

 

-Así mismo, me sonaron un año por el lomo. Mi hermano, mañana continuamos, debo salir en estos momentos.

 

-¡No hay líos! Ten cuidado por el camino. Un abrazo.

 

-Como puedes observar, se trató de tremenda odisea, casi recorro la mitad de la flota perteneciente a Cabotaje, que para esos años cambia su nombre a Empresa de Navegacion Caribe. En ese trayecto fui enrolado en el vapor “Bahía de Santiago de Cuba” con Aguado Morejón de Capitán, transportábamos cemento de Santiago de Cuba a isla de Pinos. En 1976 regresé a la motonave “Matanzas” (quemado) con el Capitán Bruno García Dueñas. Allí y una vez cumplido el extenso castigo al que me sometieran, el Capitán Bruno me firmó la evaluación y me hizo Tercer Oficial. Llegó Papucho enrolado como Segundo Oficial y se acabó la paz. Me mantuve durante el resto del 1976 y 1977 navegando de Tercer Oficial en ese buque. Realizábamos viajes a México, Curazao, Costa Rica, Perú y las tres Guayanas. Durante el último viaje en el  buque “Matanzas” (quemao), Papucho me tenía clavado  en todas las guardias de puerto en el extranjero. En Enero de 1978 y regresando de Sudamérica, me desquité y clavé a Papucho, lo mantuve 3 días sin relevo. Cuando regresé, Bruno me desenroló y tuve que salir corriendo para Nuevitas de urgencia porque fui enrolado en el buque cementero “Capitán San Luís” que se encontraba de salida. El viaje era de Nuevitas a Ciudad Bolívar en Venezuela.


Pedro Raúl Valdés, alias "Pomo de Leche". Foto correspondiente a esta época.

-Bueno, al menos mejoraste en cuanto a calidad de vida se refiere, me contaron que el buque “Capitán San Luís” era bien moderno y podías disfrutar de aire acondicionado.

 

-¡Así mismo, mi hermano! Solo que pude disfrutar muy poco de esas bondades, me salió algo caro el corto tiempo que estuve en esa nave.

 

-Imagino lo digas por la varadura en el rio Orinoco y tu posterior prisión. ¡Coño, si no es un récord, al menos es buen averaje!

 

-¡Exacto, no llegué a concluir en paz ese viaje norte!

 

-¡Coño, Pomo! No te lo mando a decir con nadie, eres el representante en la tierra de “La Mala Suerte”, mira que te han pasado cosas malas desde la juventud. Yo te invito a un recorrido por esa última fatalidad, es bueno que la gente la conozca y yo también, porque solo tengo cortas referencias de las escasas oportunidades en que la mencionas. ¿Estarías dispuesto a contarla?

 

-Nunca me han solicitado algo así, indudablemente que si lo pongo en tus manos estoy convencido que estará aislada de cualquier tipo de manipulación.

 

-Te advierto algo, eres mi hermano y creo que debo advertirte una cosa, si incursiono en esta aventura tuya, solo espero que sea creíble por las personas que la lean y por mí mismo. Con esto te digo que si detecto alguna mentira detendré todo lo que esté haciendo. ¿De acuerdo?

 

-Puedes confiar en mí, trataré de ser lo mas exacto posible en la narración de esta historia.

 

-¿Dónde es que se produce esa varadura?

 

-Esto sucede en la milla 103 del Río Orinoco, estábamos navegando con Práctico a bordo y ya había entregado mi guardia de Tercer Oficial que como bien sabes es de 08:00 am hasta las 12:00 m.

 

-¿Qué hiciste despues de terminar la guardia que te pueda vincular a ese “accidente”?

 

-A eso de las 17:00 horas yo bajo por el camarote Nr.23 que era el destinado a las camareras, ahora no recuerdo quien fue el tripulante que me avisó de una fiestecita que estaban celebrando, ni las razones de aquel festejo. El asunto es que fui y estuve compartiendo un rato con ellos, tiempo en el que consumí varios tragos de ron. No debo decirte que nunca he sido bebedor y eso lo conoces perfectamente, menos lo haría estando en navegación, pero me deje arrastrar por las simpatías o recibimiento, hacía muy corto tiempo que me había enrolado en aquel buque. Algo que facilitó llevarme varios vasos de ron a la boca, lo fue saber que dentro de muy poco tiempo arribaríamos a puerto y no tendría que hacer otra guardia de navegación. También estaba libre de guardia de puerto ese día y podía salir a tierra.

 

-Coño, Pomo, ¿cómo fuiste a dar al puente sin estar de guardia?

 

-Todavía no lo sé y aun no lo comprendo, pudo ser por los efectos del alcohol.

 

-¿Entraste directamente al puente?

 

-¡No, negativo! En ningún instante yo entré al puente, se encontraban de maniobras y no deseaba estorbar en nada. Solo me dirigí al alerón, ahora mismo no puedo asegurarte si fue al de babor o estribor.

 

-¿Pudiste observar quiénes se encontraban en el interior del puente en aquel momento?

 

-Si, los recuerdo muy bien, porque esas páginas se repitieron varias veces durante el juicio que me celebraron posteriormente.


-¿Por casualidad observaste que ellos se percataron de tu presencia en el alerón?


-Mi hermano, no puedo afirmarte que eso sucediera, todo transcurrió en cuestión de minutos.

 

-Es muy raro que encontrándose cuatro hombres en el interior del puente ninguno de ellos notara movimientos en cualquiera de los alerones. ¿Quiénes eran, recuerdas sus nombres?

 

-Mi hermano, se encontraban el Práctico venezolano, el Capitán del buque, pero si me matas ahora mismo, no puedo recordar su nombre. Al otro que distinguí fue al Primer Oficial de apellido Timochenko, se encontraba en su guardia de navegación. Tampoco recuerdo el nombre del timonel por razones obvias y que te expliqué, llevaba muy pocas horas enrolado en aquel buque.

 

-Bien, llegaste al alerón del puente. ¿Qué sucedió entonces?

 

-No sé cómo pudiera explicarte, me enredé con el control de máquinas.

 

-O sea, existía un repetidor del telégrafo en el alerón.

 

-No era eso exactamente, a cada banda tenía una pequeña consolita desde donde se gobernaba directamente la máquina principal del buque.

 

-Pomo, esa consola del puente con sus repetidores en los alerones se llama Bridge Control, yo navegué en barcos que lo poseían. De todas maneras, cuenta con un pequeño “telégrafo” el cual te indica todas las órdenes que se le pueden impartir a la máquina principal directamente desde el puente. La pregunta lógica sería ¿Cómo pudiste enredarte con esa palanquita que se encontraba, supongo, en la posición Toda Avante y colocarla en “Para Máquinas? Se tomó varios segundos ordenando sus ideas para darme una respuesta que supongo, pudiera convencerme sin mentir.

 

-No puedo explicarte sin cometer el riesgo de mentirte involuntariamente, es que realmente no recuerdo lo que pasó exactamente. Solo un estado de embriaguez pudiera justificar semejante acontecimiento.

 

-Posterior a tu encontronazo con ese telégrafo se detiene la máquina del buque. ¿Cuál fue tu reacción?

 

-Tuve que haber sido presa de un ataque de pánico y los nervios me traicionaron. Mi reacción fue salir corriendo, no fueron pocas las veces en que esos instantes regresaran a mi mente durante el juicio y luego la prisión. Muy bien pude regresar la palanca a su posición anterior, pero es que tampoco sabía cuál era. Muy bien pude ser honesto y avisarle al Capitán de mi accidente para corregir el error, etc. ¡No, yo hice lo peor que se me ocurrió en aquel instante, huir!

 

-¿Para dónde saliste corriendo, alguien te vio?

 

-Yo escapé a mi camarote y fui delatado con el Capitán por un Cuarto Maquinista que estudió con nosotros en los “F1” de apellido Figueredo.

 

-Bueno, no corresponde ahora enjuiciarlo para saber si era chivato o no. Lo cierto es que al tú escapar de la escena como ya hemos visto, diste razón suficiente para considerar aquella acción como un delito. Imagina por un solo instante que alguien mas haya estado cerca de Figueredo y observado tu huida. Imagina que se hayan realizado investigaciones o declaraciones con relacion al evento y que el hombre lo encubriera. ¿Cómo crees tú que la pasaría por encubrir una acción que a primera vista se puede calificar de sabotaje?

 

-Coño, mi hermano, te juro que por mi mente nunca paso la idea de cometer ningún acto de sabotaje.

 

-Pomo, yo que te conozco muy bien, te creo. Pero todo lo que rodea a ese fatal accidente, se puede contar como agravante en la causa seguida contra ti. Te aseguro, es lo que pensará mucha gente mientras lee estas notas. ¿Cuáles fueron las consecuencias finales?

 

-¡Mira, el buque salió inmediatamente del fango donde había varado! El único susto que se produjo fue por la cercanía de un tanquero de la Shell que venía de vuelta encontrada.

 

-¿Se tomó alguna medida inmediata en tu contra?

 

-¡Lógico, era de esperar una reacción! Timochenko dio o cumplió la orden de encerrarme en calidad de detenido en el camarote. Desde ese momento dejé de existir como persona y me transformé en un “contrarrevolucionario o traidor a la Patria”. Interrogaron a varios tripulantes para acumular todo lo que pudiera usarse en mi contra. Entre esas declaraciones se encontraban las del Jefe de Máquinas, quien era un ruso, él reportó que la parada de la máquina había sido manual y ejecutada desde el puente.

 

-Pomo, es lógico que el ruso hiciera esas declaraciones, no podía inmolarse para tratar de salvar a un desconocido.

 

-¿Qué siguió después de ese encierro en el camarote en calidad de preso?

 

-En esas condiciones permanecí hasta que regresamos a Nuevitas, una vez atracados, me condujeron esposado a uno de los dos autos del G2 enviados por mí desde Camagüey. Luego me enteré de que estaba encerrado en una dependencia del G2 en el reparto Garrido de esa ciudad. Allí me mantendrían durante 62 días hasta que se finalizara el juicio.

 

-¿Te asignaron abogado defensor?

 

-Lo ofrecieron de oficio, pero quien fuera mi esposa en aquellos años se encargaría de contratar a uno que me costó un dineral para esa época. Al final este abogado no resolvió mucho y el Recurso de Casación realizado después de dictada la condena no fue aceptado.

 

-Pomo, eso era algo sabido, no puedes esperar otro resultado en un país donde el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial se encuentran secuestrados por el partido comunista. Además de eso, no es la prostitución la profesión más denigrante o repulsiva que se practique en Cuba. Uno de los mayores burdeles de la isla se encuentra precisamente en la sede del poder judicial y la mayoría de los que ejercen esa profesión no dejan de tener el alma prostituida. ¿Has oído hablar de algún abogado famoso que haya logrado la absolución de algún disidente? La respuesta la conoce todo el pueblo y el ejemplo mas real de lo que significa ese despreciable proceder, se pudo observar en el juicio de la Causa Nr. 1 contra Ochoa. ¿Tienes alguna nota interesante de aquel juicio?

 

-Interesante fue todo el proceso donde se me acuso de todo lo habido y por haber, una de ellas fue horrible y no puedes imaginar el miedo que sentí. Decía que yo en un acto premeditado y contrarrevolucionario había detenido la máquina del buque poniendo en peligro a la nave y las vidas de la tripulacion, etc.

 

-¿Llevaron a declarar a algún testigo de la fiscalía?

 

-En el juicio declararon dos o tres que ahora no recuerdo bien sus cargos, eso era de esperar. Sin embargo, como si se tratara de un festín donde participarían varias aves de rapiña, transportaron a toda la tripulación en un ómnibus desde Nuevitas a Camagüey para que vieran el juicio.

 

-Pomo eso era de esperar, tú servirías de ejemplo o advertencia, eras un mensaje de intimidación a toda la población igual que los tres negritos fusilados cuando el secuestro de la lancha de Regla. ¿Cuánto fue la petición del fiscal y la condena final dictada por el juez?

 

-Me pidieron 15 años y me echaron 5. Ya te dije que el abogado me costó un platal que no tenía, fue un gasto innecesario, hubiera resultado mas económico un abogado de oficio para los mismos resultados. Apelé a un Recurso de Casación y me dejaron con los 5 años de cárcel invariable. A los 18 meses cumplidos me indultaron junto a unos 3000 presos políticos más, esto fue una especie de regalo concedido al expresidente Jimmy Carter, salí de la prisión el 26 de julio de 1979.


Pedro Raúl Valdés en el año 1981 en Hialeah-Florida.


 

-¿Saliste directo de la prisión a los Estados Unidos?

 

-No, yo salí en un vuelo de expresos políticos con sus familias en Noviembre del mismo año.

 

-¿Entonces pudiste sacar a tus hijos y esposa también?

 

-¡No, mi hermano! Eso pertenece a otra lamentable historia que es mejor pasarle por alto ahora.

 

-Finalmente, ¿cuánto tiempo cumpliste de prisión?

 

-Estuve preso en kilo 7, allí permanecí 18 meses de maestro, les daba clases a los presos.

 

-Bueno, pudiste escapar en algo a los rigores de la prisión, ¿no?

 

-¿Dónde estabas el 24 de diciembre de 1978, día de Nochebuena? Preguntó inesperadamente cambiando el rumbo programado, se suponía que las preguntas serían hechas por mí.

 

-Lo de Nochebuena suena irónico, solo existía en la fecha y memoria de muchos cubanos. Hacía 10 años que la habían suspendido por aquella famosa “Zafra de los 10 millones”. Pomo, yo estaba comiéndome un cable en las “Microbrigadas de Alamar”, había regresado ese año de Angola y vivía agregado con 21 personas.

 

-Pues yo estaba en el Treblinka cubano (no había cámaras de gas), pero el exterminio era lento. ¿Te imaginas a 400 hombres desnudos pasando por un túnel con chorros de agua fría? Había que cambiarse de ropa y zapatos para ir al campo de trabajo. Es cierto, yo era maestro, pero de todas formas me obligaban a ir al campo de trabajos forzados. Allí me metía 12 horas comiendo mierda y dando vueltas. Ese día de Nochebuena resultó inolvidable para los que estábamos en ese campo de concentración, amaneció con escarcha en todo el terreno, eso quedaba frente al aeropuerto de Camagüey. A las 6 de la tarde y regresando por el túnel, alguien habló y los cuatro guardias hijos de putas dieron un plan de machete, que no te imaginas el corre-corre que se formó. Había un guardia al que le decían marrón, era un negro rojizo. Le dio un planazo con uno de aquellos machetes chinos marca Gallito en la espalda a un muchacho que lo jorobó. Después no lo podía enderezar, ¿te imaginas que clase de golpe? Y todavía aquí en el exilio hay gente que defiende esa mierda. Allí en ese campo industrial se comían los perros y los gatos, el hambre era horrible. No tuve valor para detenerlo y pedirle que nos enfocáramos en la varadura, hay heridas que no cierran y esa era una de ellas. Estuve obligado a dejarlo deslastrar en algo ese dolor que carga como lastre desde ese fatal año.

 

-¿Has regresado alguna vez a Cuba después de esa salida?

 

-Te había pedido olvidar una historia desagradable cuando me preguntaste si había salido con mi familia en aquel vuelo de los presos indultados. Creo que bien vale la pena incluirla porque esa misma situación pudo haberla sufrido otro cubano.

 

-¡Pomo, si es penosa no estas obligado a contarla!...

 

-Regresé en Agosto de 1980 cuando el Mariel en un bote, fui a buscar a mis dos hijos mayores Junior de 4.5 años y Janko de 3.5 años. Aquello fue una locura, la madre no vino conmigo en 1979 en el vuelo de los presos políticos ni me los dejó sacar. Se apareció el 18 de mayo 1980 y dejó a los niños con mi mamá. Le dijo; “Cuídame a los niños un rato y más nunca regresó”. Mi mamá me llamó como a las dos semanas y me contó el problema. Tuve que ir al Mariel ya casi estaba cerrado y cuando regresé a La Florida estuve tres días preso en la cárcel federal de Miami. Fui a juicio y me absolvieron, me acusaban de tráfico humano. En un bote de 36 pies, aquellos hijoputas embarcaron a 42 personas que yo no conocía… Pensé que se trataba de una pausa, se detuvo y no quiso continuar.

 

-¡Pomo, aquí no termina esa dolorosa historia! Yo creo que eres uno de los tantos miles o millones de cubanos que merecen una disculpa o perdón ofrecida por la sociedad. Vamos a continuar, yo trataré de hacer un análisis técnico de aquella situación que te llevó a prisión. Considero imprescindible hacerlo, porque aquel juicio fue una farsa donde, por supuesto, tu abogado defensor era un ignorante de muchos aspectos de nuestra profesión y el fiscal era un canalla, cuyas funciones son servirle carne joven al tribunal para molerla e implantar ese miedo que se vive desde aquellos tiempos hasta hoy. ¿Deseas continuar? Solo debes responderme las preguntas que te haga, todo lo que aparezca a partir de este instante, considero que sirve como atenuante en tu caso.

 

-No sé lo que quieres decirme, indudablemente confío en lo que pretendas hacer. ¡Continuemos!

 

-De acuerdo con tu narración, observaste en el interior del puente al Práctico venezolano, al Capitán del que no recuerdas su nombre, al esbirro comunista Timochenko, quien era el Primer Oficial y al timonel de guardia. ¿Cierto o falso? Ya me dijiste que no se percataron de tu presencia en el alerón, pudo ser también que se encontraran en una amena conversación y no le dieran importancia a tu existencia.

 

-Exacto, es como lo acabas de narrar.

 

-Pomo, ¿Tienes una idea aproximada del sitio donde se encontraba colocado el “Tacómetro”? (Instrumento que indica las revoluciones por minuto ejecutadas por la máquina principal dando máquina avante o máquina atrás)

 

-Yo creo que se encontraba situado en la Consola del Bridge Control, no recuerdo exactamente.

 

-Es lógico que no lo recuerdes, llevabas enrolado muy pocas horas en aquella nave. ¿Recuerdas si en algún instante del juicio, ese instrumento fue mencionado por el fiscal o el abogado defensor como resultado de sus investigaciones? Te adelanto, la mayoria de los barcos poseían ese instrumento fijo en el mamparo de proa del puente. No exactamente en la línea de crujía como el “Clinómetro” (Instrumento que mide las inclinaciones del buque durante sus bandazos) Algunas naves poseían de igual manera en ese mamparo otro instrumento conocido como “Axiómetro” (Servía para registrar el ángulo de la pala del timón) Todos ellos informaban al Práctico, Capitán u Oficial de los datos que se necesitaban en un momento determinado.

 

-Mi hermano, realmente no lo recuerdo.

 

-Pomo, imagino que en la proa se encontrara el Contramaestre con algún otro marino y un walky-talky para comunicarse con el puente y el ancla lista para fondear. Es el procedimiento normal cuando se navega por ríos durante unas cuantas horas.

 

-¡Positivo! Se procedió tal y como cuentas.

 

-Pomo, si tú estás en un barco, no necesariamente de guardia; ¿Pudieras sentir si la máquina del barco se detuvo?

 

-¡Claro! Eso lo puede experimentar cualquier marino, es que todos tus sentidos forman parte de los ruidos, vibraciones, etc., que ocurren en una embarcación. Estás tan adaptado a esas vibraciones, ruidos y sonidos de la máquina principal que, cuando desaparece alguno de ellos te alarmas inmediatamente. Ese sentimiento también lo puedes experimentar cuando viajas en un avión y el piloto les disminuye la potencia a los motores durante el tiempo de aproximación.

 

-¡Así mismo es! En uno de mis trabajos menciono esa situación mientras navegaba con mucha niebla y escuché un ruido extraño en el puente, pensé que se trataba del motor que mueve a la antena del radar. Salí con una linterna y subí hasta la cubierta del Magistral para descubrir que, una bandada de pájaros volaba cercano a la luz de enfilación. No sé si cantaban, piaban o se lamentaban por la mala visibilidad, ese era el ruido que yo escuchaba. ¿Cómo fue posible que cuatro hombres no se percataran del problema producido? Se mencionó algo de esto por parte del fiscal o el abogado durante el juicio como fruto de sus investigaciones.

 

-¡No, nunca escuché nada referente a esos detalles que ahora mencionas!

 

-O sea, sin cometer errores, podemos arribar a la conclusión de que en el puente viajaban cuatro idiotas, tres cubanos y uno venezolano. Por casualidad no escuchaste al fiscal o al abogado de la defensa decir que, había interrogado al timonel para saber si se había percatado que el buque había perdido gobierno y no respondía a las órdenes que le daba al timón.

 

-No se dijo nada de eso y como se encontraba mi mente en aquel juicio, no creo que se me hubiera ocurrido hacer esas preguntas o análisis como estos que has expuesto ahora.

 

-Muy bien, cuando el buque perdió gobierno tú te encontrabas en el camarote, ¿sentiste en algún momento cuando fondearon el ancla?

 

-No, tampoco lo sentí y esa es una acción que se siente en todo el buque.

 

-Esta última pregunta la hice por puro formulismo, es de suponer que la máquina principal se encontrara en régimen de “maniobras” y podían disponer de ella en todo momento. Mientras el buque conservara su estrepada, es de imaginar que respondiera a las órdenes del timón. Si entran a la información que se brinda sobre el Rio Orinoco, encontrarán que no siempre es la misma velocidad de su corriente durante toda su trayectoria. Verán también que su corriente es mas lenta que la Corriente del Golfo, creo que nunca llega a sobrepasar los 3 nudos de velocidad en las áreas de mayor potencia. 

Eduardo Ríos, Luís Rocha, Esteban Casañas y Pomo de Leche en La Florida en Febrero del año 2023.


Conclusiones: Pudiste cometer una negligencia imprudente sin daños producidos que exigiera indemnizaciones. Creo que, en cualquier parte del mundo civilizado, una compañía naviera se limitaría a la separación de uno de sus miembros por las razones expresadas.

 

En todo accidente marítimo la responsabilidad no es absoluta y puede ser compartida entre las naves involucradas o sus hombres. De acuerdo con mi modesto criterio, todos los que se encontraban presentes en el puente durante esa maniobra, tienen mucha más culpabilidad que tú. Son responsables o culpables por “impericia” y merecían un castigo de mayor peso.

 

Ni Timochenko, ni el Capitán, tenían derecho a considerarte culpable sin antes someterte a un juicio imparcial y justo. No hubo manifestación de rebeldía o violencia por parte del Oficial involucrado en el accidente que justificara esa medida . En una sociedad civilizada, muy bien pueden ser objeto de una demanda millonaria por la destrucción de una vida. Solo en Cuba eres culpable mientras no pueda demostrarse lo contrario y muchos infelices no tuvieron la oportunidad de demostrarlo.

 

Mi hermano, yo estaba en Cuba y nunca tuve conocimiento de todo esto que me has contado. Creo que esta era una deuda que tenía contigo y seré el primero en pedirte disculpa por todos esos sufrimientos que te produjeron.

 

 




Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá

2024-02-06

 

 

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