LOS ADORABLES "BAD BOYS" DE LA PROMOCIÓN XVII.
-¿Usted es el profesor
Casañas? Me sorprendió aquel mediodía en la biblioteca de la Academia, ella no
llevaba mucho tiempo en el centro y evadía todo tipo de contactos con quienes
no pertenecieran a su cátedra. Casi todos los que impartían clases de Filosofía
se consideraban superiores a los demás profesores, estaba muy buena y me caía mal
de gratis.
-¡Exacto, el mismo que
viste y calza! ¿En que puedo servirle? Le respondí sin separar la vista del
libro que consultaba, realmente no esperaba que fuera ella y me encontraba
concentrado preparando una clase.
-Me dijeron que viniera
a consultar con usted. Cuando la miré, noté que tenía los ojos enrojecidos y
delataban que o bien estuvo llorando o padecía de cualquier irritación, no me
preocupó mucho.
-Algo urgente debe ser
para que le pidieran viniera hasta mí.
-¿Usted le da clases al grupo
1716-1? Ahora no puedo recordar con
exactitud si se trataba de ese grupo o del 1716-2, ambos muy famosos entre
todos los que integraban aquella promoción.
-Pues, sí, yo les
imparto clases de Navegación. ¿Tuvo algún problema con ellos?
-Creo que un problemón bastante
grave.
-¿Qué le sucedió con
esos chicos?
-Pues en la clase de
ayer y mientras escribía en la pizarra me tiraron una tiza.
-¡Qué raro! Ellos son
jodedores, pero no son falta de respeto. Algo tuvo que haberles hecho para que
se comportaran de esa manera. Si quiere que la ayude debe contarme la verdad. ¿Qué
les hizo?
-Bueno, en la clase
pasada le quité el pase a dos de ellos por estar hablando.
-¡Ohhhhhh! ¡Grave, muy grave
lo que hizo! ¿Cómo se le ocurre quitarles el pase por una tontería? ¿No se da
cuenta que es el único día que tienen para disfrutar con sus novias, padres, ir
a fiestas, etc.?
-¿Qué me recomienda
entonces?
-Quiere que le hable con
sinceridad?
-Espero que sí, he
acudido a usted en busca de ayuda.
-Bueno, lo primero, lo
primero, debe dejarse de tanto empacho con esa asignatura de mierda. Póngase a
pensar que ninguno de ellos va a ser filosofo ni la cabeza de un guanajo. Todos
están aquí para graduarse de Pilotos o Maquinistas. ¿Me entendió?
-Mas o menos, esta cruel
eso que me dijo.
-No es crueldad, es una
realidad. Si desea llevarse bien con ellos, debe procurar ganarse la amistad de
todos esos traviesos estudiantes. Conmigo se llevan magníficamente bien y nunca
me han hecho nada de eso.
-¿Qué me aconseja entonces?
-¡Mire! Por lo pronto,
trate de imitar a la profesora Caridad.
-¿Quién es ella?
-La viejita que imparte Matemáticas,
nunca le han faltado el respeto y Caridad viene frecuentemente con caramelos
para regalarles.
-¿Cree que debo comprar
caramelos?
-Tampoco debe ser una acción
forzada, ellos no son bobos. ¡Éntreles poco a poco y verá que se los puede
echar en un bolsillo! Otra cosa y si quiere lo toma o lo deja. Yo nunca les doy
clases en los turnos de 5ta y 6ta. cuando vienen de la Casa de Botes.
-¿Y eso por qué?
-Porque vienen
reventados y hambrientos, la mayoría se queda dormido o están de mal humor. ¿Ha
subido esa loma prácticamente corriendo para llegar a tiempo al aula? Si lo ha
hecho los comprenderá.
-¿Qué hace entonces
durante esas dos horas?
-Nada, mientras uno de
ellos vigila, yo me pongo a hacerles cuentos de mis viajes y les alegro el día.
Después les dejo el plan de lecciones para que escriban lo que tocaba de
clases.
Me lo agradeció y la vi
perderse esquivando las mesas de la biblioteca ¡Claro! Sin dejar de vacilarle
el culo, era una empachada, pero estaba muy buena.
Varias madres visitaron
mi casa y la de Eduardo Ríos Pérez (Monono) para que intercediéramos por sus
hijos, generalmente cuando se encontraban en el calabozo de la academia o
cuando pesaba sobre ellos la amenaza de una expulsión, lo hacían llorando y nos
conmovían. No fueron pocas las veces que acudimos a Castillo, no recuerdo si
cuando aquello era Teniente de Fragata o Navío, apelábamos por aquellos
traviesos muchachos y casi siempre nos escuchaba.
Hace solo unos días ellos
celebraban los 40 años de su promoción, muchos son abuelitos y continúan
navegando, otros nos dejaron muy jóvenes y están en el reino de Neptuno, pero
no se olvidan. He escrito de todo sobre mi vida en la marina mercante cubana y
bien tenía esta deuda con esos terribles muchachos que fueron muy famosos en la
Academia Naval del Mariel. Todavía hoy se escuchan las pedradas que les sonaban
al techo del puesto de mando en Villa Seca.
Un fuerte abrazo para
todos y si desean incluir sus fotos en este pequeño trabajo, yo los aceptaré. Quedaran
como el recuerdo de su paso por aquella loma, será así porque ustedes formaron
parte de su historia.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2018-07-18
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