jueves, 31 de marzo de 2022

BARCOS QUE PERTENECIERON A LA FLOTA CUBANA DE PESCA (97) MOTOPESQUERO "BONITO"


MOTOPESQUERO "BONITO"

Fotógrafo: Michael Neidig 
Capturado: 21 de noviembre de 1974
Título: Bonito
Ubicación: Las Palmas , Islas Canarias




 Tuna seiner. Tipo Damero.

Astillero: Astilleros y Talleres Celaya.

Lugar de construcción: Bilbao, España.

Casco nº: 78                Sociedad clasificadora: RCB

Matrícula:                    Señal distintiva:                           IMO: 6515708

Tripulantes:                          

GT: 705                       TRN:                           DWT: 670                    D:

Eslora:                         Manga:                        Puntal:                         Calado:

Bodegas:                     E. P.:                          

Carga frigorífica: p³

Capacidad combustible: m³                              Consumo diario:

Un motor diésel; T; cilindros ()

bHP.                            Hélices: 1                    Velocidad: nudos.



19. Puesta en gradas.


1965. 30 de Mayo. Botado para la Empresa Estatal de Pesca, La Habana. Bautizado BONITO. (Cuba.)


1966. 16 de Mayo. Alistado.


1998. Loma Fishing Co. Ltd. Belice. Rebautizado NORTH SEA 1. (Belice)


1998. Registrado en Takoradi. Rebautizado NORTH SEA 1. (Ghana)


2006. Toiman Fishing Co. Ltd. Belice. Rebautizado NORTH SEA 1. (Belice)






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martes, 29 de marzo de 2022

LOS TANQUES DE SANCOCHO



LOS TANQUES DE SANCOCHO


Motonave "Bahía de Nuevitas (I) con dos tanques en servicio. 

La música tuvo su época dorada por los años setenta, la marina mercante cubana también. Solo que la nuestra se evaporó más rápido que el rocío de cada mañana, sin apenas darnos tiempo a despertar de ese enfermizo embeleso que producen los himnos y consignas. Quedamos profundamente dormidos mientras todo desaparecía a nuestro alrededor, aquellas flotas también naufragaron en esa maldita pesadilla, sueño para unos cuantos idiotas.

 

En esos tiempos dorados de la música, existía una fuerte tradición marinera, donde el barco era la prolongación de nuestras casas y los tripulantes parte de la familia que dejamos en puerto. La gente común trataba de cuidar sus casas, el marino lo hacia con sus barcos. Luego llegaron otros tiempos, donde nada era parecido al ayer y lo nuevo fue borrando el amor que se sintió alguna vez por viejos cacharros donde nos bautizamos en esta larga aventura. Ya nunca más se verían hombres corriendo por cubierta arrastrando una defensa para colocarla en el sitio exacto donde la nave impactara al muelle durante el atraque. Nadie se preocuparía por colocar los tanques dispuestos para colectar el sancocho durante los días que permaneciéramos en puerto.


Vapor "Rio Jibacoa" con cuatro tanques en servicio.

No recuerdo de sus existencias en las naves modernas y tampoco me preocupé por ellas cuando me convertí en Primer Oficial. Quizás me producían malos recuerdos, me enojaba mucho cuando me ordenaban aflojarles el cabo que los mantenía vertical para arrojar su contenido al mar. Si existía algo de viento, podía salpicarte el rostro con aquel liquido podrido y apestoso. Tampoco me causaba gracia trabajar en una guindola dándole mantenimiento al casco debajo o próximo a ellos. Siempre tenían salideros o la peste que despedían te amargaban la jornada. Aquellos tanques eran bidones de 55 galones a los que se les practicaban pequeños orificios en el canto del fondo, huecos por donde se pasaba un pequeño grillete atado a un cabo con una mena de una de pulgada. En el borde superior se le practicaba un orificio similar por donde se pasaba también un grillete y cabo. El borde inferior del tanque (fondo) se hacía firme a cualquier barandilla, el superior también se hacia firme a la barandilla buscando una posición vertical cuando se estaba en puerto. Al salir a navegar y algo lejos de la costa, solo era necesario aflojar el cabo superior para que el tanque (amarrado en el borde inferior) se virara y dejara escapar su contenido.

 

Motonave "Lidia Doce" con el tanque en servicio.

Pensando en frío y a miles de singladuras de aquella época, considero que toda aquella maniobra no dejaba de ser un acto de sublime hipocresía. Evadíamos la multa que pudieran aplicarte en cualquier puerto de países desarrollados, porque hablando en plata, poco les importaba a los países tercermundistas si envenenabas sus mares, Cuba incluida. Una vez en el mar y muchas veces dentro de estos países muertos de hambre, lanzabas sin piedad tus venenos al mar. ¡Ojo! El sancocho o sobras de nuestras comidas, aunque estuvieran fermentados, resultaban los mas inofensivos de todo lo que sin piedad alguna arrojábamos al mar. No olviden las toneladas de basura acumulada en nuestras popas durante las largas estadías en puerto, estas también eran menos agresivas, si las comparamos con los cientos o miles de toneladas de aguas contaminadas con combustibles de nuestras sentinas y también, las aguas de los baldeos de bodegas después de transportar productos químicos. ¿Nunca lo hicieron? ¡No sean hipócritas!

 

Motonave "Cerro Pelado" con el tanque en servicio.

Hasta donde alcanza mi memoria, no recuerdo a barco cubano alguno solicitando camiones para extraerles la basura acumulada y menos aún, gastando dinero en camiones pipas para extraer las aguas contaminadas por petróleo o aceites de las sentinas del cuarto de máquinas. Es más, La Habana poseyó un incinerador en su bahía y tampoco recuerdo haber recibido o solicitado sus servicios. ¿Para qué? Si el mar es el basurero más grande del mundo, hoy he leído varios temas publicados por ambientalistas de la isla donde, entre otras cosas, se ha incriminado a la población por la contaminación de la bahía habanera. Vale preguntarles a ellos ¿Cuántas plantas procesadoras de aguas albañales existen en esa isla? Durante muchísimos años solo existió una en La Habana, la que saneaba las aguas del río Quibú antes de pasar por el área donde tienen sus mansiones la elite del gobierno.

 

Buque escuela "Viet Nam Heroico" con los tanques vacíos.

¡Nada! Hoy quise despertarlos con este tema bastante sucio y apestoso del que nosotros fuimos activos protagonistas. Después de esa época dorada de nuestra flota, la que nunca se extendió más allá de los tres primeros años de los 70, no recuerdo la existencia de esos tanques en nuestros buques, si me viene a la memoria el recuerdo de ese infinito basurero que se extendió por océanos, golfos, mares y playas. ¡Vamos, que tampoco fuimos tan santos!

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-03-29

 

 

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domingo, 27 de marzo de 2022

ADUANEROS



 

 ADUANEROS



-Compañero, ¿tú eres el primer oficial del “Bahía de Cienfuegos? Me sorprendió aquella pregunta de un individuo al que no conocía, vestía su uniforme de aduanero, pero lo curioso y despertó todas mis alarmas, fue que no nos encontrábamos en el puerto, yo estaba en lo que fuera la compañía de teléfonos del Mariel esperando me conectaran una llamada con La Habana.

 

-El mismo que viste y calza, pariente. ¿Qué desea? Identificar al barco no fue una tarea difícil, solo nos encontrábamos atracados nosotros en sus muelles. Me llamó poderosamente la atención un detalle, yo no iba vestido con el uniforme de oficial.

 

-Me enteré de que vienes cargado hasta el tope de chancletas y tenis para vender. Me quedé frio, el tipo no se había equivocado, cómo había obtenido la información, lo desconozco. Hacía unos años que las pacotillas se mantenían en los camarotes hasta que el aduanero la despachara, antes de eso, se acumulaban en uno de los salones del barco y debíamos hacer una colita para entrar y cumplir esa formalidad. El cambio experimentado se prestaba para muchas cosas, entre ellas, el normal soborno del marino al aduanero para que le facilitara sacar la mercancía traída en exceso con destino al mercado negro casi siempre. Nadie protestó o argumentó nada, se beneficiaban ambas partes con esas operaciones ilegales.

 

-¡Coño, creo que te han informado mal! No, pariente, yo no traigo nada en exceso para vender, solo lo permitido para mi familia. Le dije y estoy convencido de que no me creyó mucho, insistió.

 

-Yo trabajo en la aduana y te puedo sacar todo, claro, tiene un precio.

 

-¡Mi hermano, muchas gracias! Pero de verdad, traigo mis cositas contadas y además, no pienso sacar la pacotilla en este puerto. El barco parte mañana para Nuevitas y lo haré allá, no estoy para corre-corre. Escondía en el fondo una realidad, Mariel y Santiago de Cuba se destacaron por su extremismo en esta función y muchos marinos les temíamos. Como hacía varios años que no entraba por el Mariel, no me había enterado de que la aduana de ese puerto estaba viviendo la misma corrupción experimentada en todo el país. Tampoco me iba a regalar de jamón con un tipo al que no conocía por mucho uniforme de aduanero que llevara.

 

 

-Compañera, ¿tiene usted nietos? Le pregunté a la aduanera que me tocó, era nueva y no la conocía. Debía jugármela si quería sacar aquel cajón repleto de chancletas metedeos y tenis popis marca Puma y Adidas falsificados en China. Se tomó unos segundos en responderme mientras se sentaba y ponía sus herramientas de trabajo sobre la mesita de mi oficina, ya saben, papel precinta, un cuño y su cajita con su almohadita de tinta, algunas libretas de anotaciones y su cartera. Como estaba sudada le ofrecí un jugo de mango frío y lo aceptó. Lo saboreaba con toda la calma del mundo, como tratando de recuperar algún recuerdo lejano, hacía años que esos jugos habían desaparecido del mercado nacional.

 

-Tengo dos nietos, una hembra y un varón, ¿por qué me pregunta eso?

 

-Porque yo puedo resolverle un par de tenis para ambos y un par de chancletas para usted. Esta vez observé que le produjo cierto nerviosismo escuchar aquellas palabras sin mencionarle el precio a pagar.

 

-Compañero, no me diga esas cosas, acabo de comenzar a trabajar en la aduana. Si me sorprenden en cualquier tipo de arreglos con ustedes, ya sabe todo lo que me pasara. Me conmovió escucharla y estuve a punto de renunciar, pero el pensamiento de aquel cajón era más fuerte y volví al ataque.

 

-No se ponga nerviosa, usted no va a correr ningún tipo de riesgo y les resolverá un problemita a sus nietos. ¿Desde cuándo no le asignan zapatos por la libreta? Otra cosa, ¿cree usted que los demás aduaneros que andan por otros camarotes no entraran en negocios con los marinos? No debe ser tan ingenua, debe aprender a vivir en esta jungla de pícaros y vividores. Yo no quise sacar la pacotilla en el Mariel porque sabía que aquí lo haría con mucha tranquilidad a cambio de algo, especias o dinero, así es como está funcionando este mundo en el que usted eligió trabajar. Esta vez me escuchaba con mucha atención y se tomó unos segundos para responderme. Tampoco me tragué el cuento de su ingenuidad, ni seria yo el hombre que le rompería el himen de su inocencia.

 

-Hace rato que no les dan zapatos por la libreta a mis nietos y solo por ellos correría este riesgo, pero yo no puedo salir del barco con absolutamente nada en las manos. ¿Qué es lo que quieres sacar? ¡Gracias, Dios mío! No lo dije en voz alta, solo lo pensé, bajé a Dios desde el cielo y lo convertí en contrabandista. Bueno, él nos comprendía.

 

-¡Mira, quiero sacar esa caja que contiene zapatos y chancletas! Vamos a revisarla para que veas que no te engaño y de paso separamos lo que te prometí. No te preocupes, me das la dirección de tu casa y te llevo el paquetico además de un regalito en moneda.

 

-No te preocupes por el regalito que mencionas, yo creo que con lo que me entregas es suficiente para pagarme. Selló la caja con su papel precinta y lo acuñó por diferentes partes. Me encargué de sacar la pacotilla para casa de unas amistades y al día siguiente fui a su casa con una jabita.

 

-Trata de no estrenar nada de esto hasta que el barco no salga de Nuevitas, ahí está incluido el regalito que te mencioné.

 

-¿Quieres una tacita de café? Acepté su invitación y una vez adentro observé que tenía su casa decorada con mucha cerámica, al parecer antigua y de posible valor.

 

-Si llegara a apretarte la situación, yo conozco a un marino que se dedica a comprar cerámica francesa antigua, aquí te dejo mi dirección.

 

-Gracias, lo tendré en cuenta para casos de emergencia. Nos despedimos y regresé una vez más por ese puerto, solo que en esa oportunidad lo hice cargado de problemas, me pedían la expulsión de la flota y no quise visitarla.

 

 

-¡Que bolá, Primero! ¿No tienes nada a bordo para negociar? Lo conocía de mis entradas diarias a uno de los muelles de Regla, exactamente el que queda próximo a la esplanada donde se descargaban contenedores.

 

-¡Asere, siempre hay algo para negociar! Le dije medio en broma y medio en serio. Ya no quedaba nada de pacotilla a bordo y estábamos a punto de culminar la descarga de tres mil toneladas de un café de pésima calidad cargado en Tampico.

 

-¡Bueno, dispara! Ya sabes cómo funciona esto, una mano lava a la otra y las dos lavan la cara. Quien me hablaba era el aduanero de la entrada al muelle.

 

-¿Tienes carro? Porque sin transporte no me sirves de nada. Me detuve a escuchar su respuesta, solo bastaron dos segundos para poner a funcionar la parte mala de mi cerebro.

 

-Es aquel que ves parqueado allí. Me respondió extendiendo su índice hacia un viejo Chevrolet del año 56 que nos escuchaba por la cercanía.

 

-Si te cuadra, tengo un saco de café, la mitad para ti y la otra es mía, te doy la dirección y me lo llevas a casa.

 

-Termino la pincha a las doce de la noche, ¿te cuadra?

 

-Es la hora perfecta, todo el mundo está durmiendo y solo me falta cuadrar con el guardia de portalón. ¿Trato hecho?

 

-¡Sin falta, trato hecho! Asere, eso es pan caliente. A medianoche sin falta estoy en el barco con el carro.

 

-¿Usted es Dora? Le preguntó cuando ella solo abrió unos centímetros de la puerta después de ser despertada por fuertes y constantes toques.

 

-¡Si! ¿Qué usted desea a estas horas? Le respondió bajito, trataba de no despertar a uno de sus hijos que dormía en la sala.

 

-Vengo a entregarle algo, abra un poquito mas la puerta. Ella no preguntó de qué se trataba y le obedeció, tal vez se encontraba aun medio dormida. El hombre aprovechó el espacio cedido y le disparó el medio saco de café pactado.

 

-¿Eso qué es? Preguntó ella muy asustada, el roce de aquel saco con los dedos de su pie la hizo regresar a la realidad.

 

-Medio saco de café que es suyo. Le respondió el aduanero ahorrando explicaciones y mirando hacia ambos lados de la acera.

 

-¿Mío? No compañero, eso no es mío, yo no quiero problemas. Trató de sacar el saco a la calle y el hombre detuvo sus intenciones.

 

-Le digo que es suyo, no forme bateo, puede despertar a los vecinos o a la guardia del comité. Diciendo eso, empujó un poco más el saco hacia el interior de la casa.

 

-Compañero, le repito que eso no es mío, yo no compro nada por la bolsa negra y soy una mujer integrada a la FMC (Federación de Mujeres Cubanas) que hago mis guardias del CDR (Comité de Defensa de la Revolución).

 

-¡Mire, señora! No haga más dramática esta entrega, me la estoy jugando. Ese saco es suyo porque se lo envía Esteban y yo me largo, ya cumplí lo prometido. No se despidió y ella cerró inmediatamente la puerta. Fue arrastrando el saco hasta el cuarto y lo escondió debajo de su cama para evitar preguntas cuando amaneciera. Me descargó muchísimo cuando fui a su casa por la mercancía de la que también se benefició por su inocente complicidad. No había forma humana de avisarle, no tenía teléfonos en su casa, los celulares que hoy posee la gente no era un sueño aún.

 

 

-¡Buenos días, compañero! ¿Podemos pasar un momento y hablar con usted? Me dijo un mulato que venía acompañado de otro “compañero” vestido de aduanero en la puerta de mi oficina en el buque “Viñales”.

 

-¡Buenos días, compañero! Adelante, ¿en que puedo servirles? Ambos entraron y cerraron la puerta tras de sí sin yo habérselos solicitado, los invité a sentarse en los asientos disponibles en la larga mesa que ocupaba la mayor parte del espacio de aquella oficina.

 

-Mire, el asunto es que vengo con un camión a recoger los sacos de la barredura del café que tiene en sus bodegas. Expresó aquel mulato con aspecto de bandolero.

 

-Muy bien, he estado llamando desde hace varios días al muelle de Regla para que retiraran esa mercancía que me esta estorbando para iniciar las operaciones de carga. ¡Que bueno! ¿Traen algún papel, carta, acta o documento parecido que los autorice a retirar esa carga? Observé sus reacciones y creo haberlos sorprendido con la pregunta, muy normal en este giro y país. No estábamos hablando de tres saquitos, la cantidad estibada en el entrepuente de la bodega Nr.3 era de unos 28 sacos.

 

-Realmente se nos olvidó solicitar ese documento. Respondió el mulato mientras el aduanero mostraba algo de nerviosismo. -¡Mire! Para que vea que esta operación es legal, vengo acompañado de un aduanero.

 

-¡Se equivoca, pariente! La presencia de este compañero no es una garantía de legalidad ante juicio alguno y menos ante los policías una vez abandonada la entrada del puerto. Sin habérmelo propuesto, creo haber descubierto un tumbe bien organizado y autorizado desde la dirección del muelle donde descargamos en Regla. El café era altamente cotizado en esas fechas y 28 sacos reportarían muy buenas ganancias una vez en el mercado negro.

 

-¡Coño, asere! No nos la ponga difícil, no tenemos mucho combustible para ir y venir, ya sabe cómo está la situación del país. ¿Por qué no nos ponemos de acuerdo? ¡Déjanos vivir! ¡El tiburón se moja, pero salpica! Dinos cual es tu parte y te la traemos.

 

-Creo que nos vamos entendiendo y te digo algo, me importa un pito el destino de esa mercancía una vez fuera del buque, pero las cosas hay que hacerlas como lo hacen los blancos. ¡Mira! Yo voy a redactar un acta de entrega que me firmarán ambos, es una carta de garantía en caso de que los detengan en la calle, se protegen ustedes y de paso yo me cuido el culo. Si no sucede nada antes de la salida del barco, una vez que largue todos los cabos, yo desaparezco esa carta. Otra cosa, no me interesa ninguna mascada de ese tumbe y si los agarran en la movida, eso es cosa que solo les pertenece a ustedes. Aceptaron la proposición y con calma redacte aquella acta mencionada.

 

La Habana.                          Octubre 20 de 1991

Puerto Pesquero.                 “Año 33 de la Revolución”

 

Del.- Primer Oficial de la M/N “Viñales”

Al.- Quien pueda interesar.

Ast.- Extracción.

Ref.- Veintiocho sacos de café.

 

A quien pueda interesar.-

Por medio de la presente se comunica que, en el día de hoy, han sido extraídas de esta nave la cantidad de 28 sacos conteniendo barreduras de café pertenecientes a la carga recientemente transportada. La mencionada mercancía ha sido entregada y recibida por los abajo firmantes.

 

 

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Primer Oficial                          Aduanero

 

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Inspector de Averías del muelle de Regla.

 

 

 

-Lesmes, necesito que me cuadres con algún aduanero socio tuyo para poder saca una radiograbadora nueva. Era el sobrecargo del barco y vecino mío desde hacía muchos años, manteníamos buenas relaciones y ese viaje coincidimos en el buque “Aracelio Iglesias”. Coincidimos nuevamente en el año 1991 a bordo del buque “Viñales” de donde deserté siendo Primer Oficial.

 

-Sabes que tienes que aflojarles algo, esta gente no se mueve de gratis. ¿Con qué piensas pagarles?

 

-Digamos que le voy a soltar un refrigerador de uso de los que compré en Japón. Lesmes abrió los ojos asombrado, estaba pagando bien caro por sacar un solo producto y yo lo sabía, tampoco me interesaba mucho. Corrían aun tiempos difíciles en nuestras relaciones con las aduanas y deseaba regalarle a mi hijo una doble casetera estereofónica con ecualizador incluido, uno de los últimos gritos de la moda en aquellos años.

 

-No hay lío, mañana mismo hablo con uno de mis socios. Me contestó, yo sabía que probablemente él se quedaría con el refrigerador para negociarlo por su cuenta, Lesmes era un caimán. El refrigerador era de los que no hacían hielo en el congelador y solo disponibles al alcance de los marinos que viajaban al Japón en esas fechas, estaban muy bien cotizados por esos años, unos $1500 pesos cubanos cuando nuestra moneda valía algo todavía. Solo tuve que pasar por su casa unos días después a recoger mi equipo. Creo haya sido el valor mas alto pagado por mí para introducir alguna mercancía fuera de las normas establecidas por la aduana y como he manifestado, corrían tiempos bien difíciles en el país. La corrupción luchaba por imponerse sin medidas, lo logró finalmente y el precio del soborno bajó un poco en este mercado.

 

 

PASARON VARIOS AÑOS.

Desaparecieron todas las flotas y nuestros queridos depredadores aduaneros quedaron desamparados. Su campo delictivo se vio reducido de la noche a la mañana, mientras las necesidades tocaban en las puertas de sus casas. ¿Desapareció? Comete un gran error quien asegure eso, solo se mudaron de territorio y esta vez lo hicieron con mas saña. Los aeropuertos y Correos de Cuba se convirtieron en los nuevos feudos delictivos de estos “compañeros”, solo que ahora son mas despiadados y odiados, no solo por la población cautiva en la isla, ese desprecio hacia ellos se multiplicó dentro de la comunidad cubana en el exterior. Víctimas de todo tipo de atropellos, violaciones y cuantas irregularidades existen en ese país, los viajeros se vieron obligados a practicar las mismas técnicas para comprar conciencias que usaran los marinos cubanos varias décadas atrás. La inmoralidad entre los miembros de las aduanas en los aeropuertos supera a la mostrada por sus abuelitos, muchos de ellos desaparecidos del escenario por leyes naturales de la vida. Estos engendros de la sociedad cubana son más voraces y violentos que sus antecesores, insaciables y rabiosos, despreciables. Individuos ante los que se debe ceder si se desea ayudar a cualquier pariente desesperado en la isla cárcel.

 

Solo queda un campo de abuso impune y sin probabilidades de comprar por sobornos. Este pertenece a la Aduana que trabaja en coordinación con el Correo de Cuba. Además de robar con frecuencia y descaro el contenido de los envíos que se realizan hacia la isla, han impuesto una serie de tarifas no practicadas en una gran parte del mundo. Cada paquete enviado a Cuba es abierto para verificar su contenido e imponer una tarifa de importación por el valor que ellos estimen conveniente, además del peso. En la mayor parte de los casos, el precio por recibir esa ayuda enviada a familiares, duplica el costo de los productos y el pagado por el envío desde cualquier país del mundo. No hablo al azar y les voy a poner un solo ejemplo de lo que manifiesto, ningún paquete enviado a Canada es abierto en este país una vez recibido en las oficinas de correo. Se confía en las declaraciones realizadas por la persona que lo envió y solo se abren si existen sospechas de contener sustancias prohibidas, detectadas por medio de equipos o animales especializados en esas búsquedas. O sea, no se cobran impuestos a mercancías que no representen propósitos de ser comercializadas. Esta práctica se aplica a las maletas de los viajeros que arriban a Canada y los Estados Unidos, nadie es molestado en estos aeropuertos sin una justificación. En Cuba solo respetan las maletas de los turistas, los nacionales que viajan a la isla son ciudadanos de segunda.

 

Deben existir personas honestas laborando en este giro dentro de la isla, desafortunadamente no los conocí y hoy no los conozco. La sola mención de sus existencias me provoca muy malos recuerdos y créanme, no me perdono llevar tantos años escribiendo sobre la vida de los marinos y olvidar a esta lacra que tanto lucró con nuestras necesidades.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-03-27

 

 

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martes, 15 de marzo de 2022

DESAFIANDO A LA MUERTE. LA DESERCIÓN DE YAREL DOMENECH


 

DESAFIANDO A LA MUERTE

LA DESERCIÓN DE YAREL DOMENECH


Yarel Domenech con 24 años a bordo del buque gasero español  "Góngora"

 

Las deserciones o abandonos de sus naves pueden contarse por decenas en la historia de la marina mercante cubana, se confunden cargos y edades, ha sido un fenómeno experimentado por varias generaciones y que mantiene actualidad. Los puntos elegidos para escapar han sido muy variados en la geografía mundial y como es de suponer, todas se han producido en países capitalistas, no conozco una excepción que me diga lo contrario. Con la experiencia vivida bajo un sistema -dícese o proclamado- “socialista”, nadie sería tan estúpido de hacerlo en cualquiera de aquellos supuestos paraísos. Otra razón muy importante a tener en cuenta sería que, una vez abandonada la nave, el tripulante iría directo a prisión y deportado, cuando realmente merecía ingresarlo en un hospital psiquiátrico. Las razones pudieran ser muchas, pero sobresalen por encima de todas, esas ansias de vivir en libertad. Jóvenes recién graduados en las academias navales, decidieron un día buscar otros horizontes ante la imposibilidad de poder aplicar todo lo aprendido en la vida real. Otros bichos, una minoría, abandonaron la isla para vivir en la tierra de sus enemigos y, desde acá, continúan destilando su odio, defendiendo al régimen al que sirvieron como perros rabiosos. Como quiera que sea, he tenido contacto con esas deserciones desde mis primeros viajes a finales de los años sesenta hasta que yo también lo hice en el año 1991.

 

Diferentes han sido las vías utilizadas para desertar, la más común de todas fue no reportarse a bordo en el momento de la partida. Se cuentan por decenas los marinos que escaparon de esa manera, entre los que me encuentro yo. Otra vía peligrosa que tuvo su mayor manifestación en el año 1994, ocurrió durante la gran avalancha de cubanos en ese famoso éxodo, fue escapar en balsa. Varios marinos cubanos coincidieron en la Base Naval de Guantánamo, donde fueron concentrados antes de ser aceptados por los Estados Unidos. No tuvo relevancia porque ya ese método era muy común entre los habitantes de la isla y se mantiene vigente hasta el presente. Sin embargo, es alarmante para todos los marinos por sus conocimientos del peligro que implica ese enfrentamiento con el mar, al que conocen y dominan muy bien. Antes de ese éxodo ya había escapado el Capitán Esteban Macias y otros amigos a bordo de una balsa o pequeña embarcación. Otras vías para escapar del paraíso del proletariado lo constituyen las cartas de invitación de algún pariente o amigo, la reunificación familiar y uno que otro contrato de trabajo en el exterior. Estas vías la usaron algunos infiltraditos que hoy viven en Miami y otras tierras, varios de ellos enmascarados como “refugiados políticos” cuando en realidad nunca lo fueron.

 

Las maneras de escapar mencionadas anteriormente son muy comunes a las usadas por gran parte de la comunidad cubana en el exterior y no se consideran de interés, la gente está acostumbrada a escuchar sobre ellas y las aceptan como normales. Sin embargo, dentro de esa numerosa comunidad de marinos que hoy residen en el exterior, se destacan algunos por la inteligencia mostrada, su valor y enfrentamiento a una posible muerte debido al alto grado de peligrosidad que enfrentaron y, por último, la manera en que burlaron a los órganos de seguridad cubanos y sus rígidos sondeos antes de partir el buque. Por su relevancia e interés, aunque ellos no se los propusieran, escribieron unas páginas dignas de conservar dentro de la historia de las flotas cubanas.

 

A la hora de referirnos al trabajo inteligente desplegado por un marino para desertar -no solo él- puesto que logró llevarse consigo a su esposa, hija y nieta de un solo golpe, vale la pena recordar y leer mi trabajo titulado “La fuga perfecta del Capitán López Sánchez” Disponible en este link;

https://estebancl1949.blogspot.com/2018/10/la-fuga-perfecta-del-capitan-lopez.html

Toda una obra maestra en la planificación de una fuga que estuvo a punto de frustrarse. Si habláramos del valor mostrado para burlar todos los cercos que se tienden en la isla para evitar deserciones a bordo de nuestras naves, yo les prometo traerles el caso del maquinista Boris Menduiña, quien con la colaboración de un amigo suyo, logró sacar en el falso techo de su camarote a su tío y a un hermano suyo. Esta es una historia interesantísima que vale la pena leer y conservar. Con el valor mostrado por todos los involucrados en esta fantástica fuga, pusieron en riesgo sus libertades ficticias con la finalidad de lograr una libertad real, todos pudieron llegar a Montreal- Canada.

 

Hoy me place traerles una historia muy particular, donde un joven Maquinista Naval, puso en riesgo su propia vida para ganar esa libertad ansiada por muchos y se lanzó al mar a dos millas de distancia de la costa. No lo pensó demasiado para desafiar el posible ataque de tiburones, la hipotermia o el agotamiento físico. Por su interés y luego de manifestárselo personalmente en Miami, he llamado por teléfono a Yarel Domenech para que comparta con nosotros esa dura y peligrosa experiencia vivida.

 

-Hola Yarel, ya tengo escrita la introducción a la historia de tu deserción. ¿Por dónde andas ahora?

 

-Capi, ando por Boston a donde me dirijo conduciendo bajo una fuerte nevada.

 

-¿Crees que podamos ir hablando del tema mientras conduces? ¿Tienes manos libres contigo?

 

-Si, tengo manos libres y podemos ir hablando, aunque debo estar alerta con el timón porque la carretera está un poco peligrosa. ¡Coño, que patinazo he dado!

-Yarel, me parece mejor dejarlo para mañana, yo sé lo que es conducir en esas condiciones y para ti será mucho más peligroso conduciendo un trailer.

 

-¡Okey, Capi! Es la mejor idea, esto está muy malo por acá, mañana te llamo sin falta. Colgamos.

 

-Yarel vamos a retomar la conversación que dejamos inconclusa, yo no escribí nada de lo que me contaste ayer, así que comenzaré nuevamente con el pequeño cuestionario de preguntas del que te había hablado.

 

-¡Okey, dispara!

 

1.- ¿Cuándo te nace la idea de desertar, razones, año?

Yarel.- Nunca tuve intensiones de desertar, vivía conforme con el salario que devengaba, algo superior al de los cubanos medios y cuando vives así, como les ha sucedido a muchos de los nuestros, incluyendo a los de tu generación, pues te resulta indiferente la situación de los demás y el país. La mayor parte de los marinos vivíamos atados a las cuatro porquerías que habíamos comprado en el extranjero, muchas de ellas de uso. Viví así mientras trabajaba en la Flota Cubana de Pesca, pero llegó el momento en que esta desapareció y nos dejó desamparados a miles de marinos y trabajadores del sector. Acudí a la empresa SELECMAR aspirando a enrolarme en cualquier nave extranjera donde nos contrataban como esclavos, pero no imaginas la larga lista de espera de gente sin empleos o asistencia social como yo. No olvides que por esas fechas iba desapareciendo también la flota mercante y dejó en igualdad de condiciones a los hombres y mujeres que les dedicaron una parte importante de sus vidas. En SELECMAR trabajábamos sin recibir salario alguno y en mi caso particular, me desempeñé como chofer para la transportación de sus empleados.

 

Allí me entregaron una tarjeta para comprar el combustible necesario para el vehículo y un día me sorprendieron con una acusación de la que no tenía la más remota idea. Me acusaron de haber utilizado esa carta para comprar una botella de whisky y te confieso, no comprendía absolutamente nada de lo que me estaban diciendo, yo no sabía que a esa carta se le podían dar otros usos. Mientras tanto, yo había aplicado para enrolarme en un buque tanque italiano que se encontraba atracado en Santiago de Cuba y el mando de esa nave me había aceptado.

 

Un grandísimo hijo de la gran puta de nombre Timochenko, con el participaría también un tal Omar del que lamento haber olvidado su nombre. Este tipo era uno de los que dirigía esa agencia en aquellos tiempos, no creo sin embargo se haya olvidado de mí, porque ante la injusta acusación que me hicieron, yo le exploté la cara a este otro hijo de puta con un gaznatón. Me dijeron un día que no me preocupara, sabían que yo era inocente y que mi pasaje para enrolarme en el barco italiano ya estaba comprado. No fue así, sin que mediara investigación o juicio alguno, me expulsaron de SELECMAR y el mundo se hundió a mis pies. De nada sirvió que yo trabajara sin recibir sueldo alguno, volví a sumarme al ejército de desempleados desamparados. Luego me enteré de que mi plaza en el buque tanque italiano había sido vendida por más de $600 dólares americanos. Ya para esas fechas la corrupción galopante que imperaba en todo el país se había ido de control y para enrolarse por medio de SELECMAR solo era posible mediante el soborno. Ya habrás leído todas las acusaciones que existen contra esa agencia en Internet, destacándose entre ellas las referentes a Rafael Guzmán, quien mas tarde decidió desertar en el exterior y lo acusan de haber robado dinero, este tipo fue muy conocido y famoso por su chivatería.

 

Un tiempo más tarde me uní a la agencia empleadora AGEPESCA con la misma esperanza de embarcarme, esta agencia realizaba en esos tiempos la misma labor de SELECMAR, o sea, contrataba esclavos cubanos en buques extranjeros. Por esas fechas se había desarrollado en mí todo género de rebeldía y rechazo al sistema donde estaba viviendo. No me media para expresarme en contra del régimen y un día, un amigo mío me alertó. Me dijo que un amigo suyo miembro del G2 le dijo que me avisara de todo lo que se manejaba relacionado con mi persona y que si lograba salir del país, no regresara nunca más… (Al escuchar a Yarel vi la coincidencia con mi caso con más de una década de anterioridad, igual aviso me llegó a través de un amigo del contramaestre y eso apuró mi decisión de desertar).  -En AGEPESCA recibí la ayuda de una muchacha a la que por razones obvias no menciono su nombre, ella me consiguió un enrolo como camarero en el buque tanque de bandera española de nombre “Góngora”. Partí hacia España con la promesa de que sería ascendido a maquinista en el tiempo que permaneciera enrolado en esa nave… (Esa aceptación de una plaza inferior fue una situación que venía ocurriendo desde finales de los años setenta, las promociones de oficiales fueron kilométricas y muchos de aquellos muchachos no lograron una plaza correspondiente a su especialidad y estudios después de saturado el mercado de ofertas de empleos en las flotas. Cuando deserté en el año 1991, aún quedaban muchachos de las promociones XVII, XIX y XX ocupando las plazas de marineros de cubierta, timoneles y camareros, etc.)  -Ante la frustración experimentada durante esos años, fue que nació esa idea de abandonarlo todo. Sin embargo, yo considero que el detonante principal para que esa idea martillara mi mente, lo fue aquella hijaputada que me hizo Timochenko en SELECMAR. No teníamos la más remota posibilidad de defendernos, si lo hacíamos, muy bien podían acusarnos de contrarrevolucionarios, ya debes imaginar cómo me sentía.


Buque gasero "Góngora"

2.-¿En qué año desertas, cuál era el barco donde estabas enrolado, salario, cargo?

Yarel.- A finales del año 2004, correría el mes de Diciembre, fui enrolado en el buque gasero español de nombre “Góngora”, su Capitán era un español de nombre Ramon Meriño, déspota e implacable con los cubanos. Estuve navegando de cabotaje por varios puertos españoles y a finales de Diciembre me comunican que sería desenrolado y destinado a otra nave que se encontraba atracado en un puerto por holandés, igualmente iría en calidad de camarero. Arribé al buque gasero Tilda Kosan el día 5 de febrero del año 2005.


Desde mi enrolo comencé a tener problemas con el Primer Oficial del barco de origen español por sus constantes maltratos, es una pena que no recuerde su nombre.  El Capitán era de origen español también y recién estrenado en ese cargo, su nombre es José Dimas Alonso Aladro. Este tipo viajaba a Cuba con relativa frecuencia a realizar captaciones de tripulantes e impartir cursillos sobre buques gaseros. Era un cómplice directo en la trata de esclavos realizada entre SELECMAR, AGEPESCA, el gobierno cubano y armadores españoles sin escrúpulos alguno. José Dimas no podía ocultar el desprecio sentido contra los cubanos bajo su mando.

 

Como camarero yo recibía de salario $340 dólares mensuales, eso representaba el 20% del salario pactado en el contrato de trabajo que me hicieron firmar. Por una simple ecuación matemática arribarás a la cantidad de $1700 dólares y como puedes ver, el gobierno cubano se quedaba con $1360 dólares del salario ganado por nosotros. Ojo, indudablemente esa cifra aumenta de acuerdo con las plazas ocupadas por oficiales, maquinistas, etc. Tampoco aparecen reflejados algunos gastos que la compañía pagaba por conceptos de dietas y pasajes, parte de los cuales también eran chupados por el gobierno. ¿Por qué aceptábamos esa despiadada explotación? La respuesta debería ser individual, pero me atrevería hablar por muchos que tienen miedo, “la situación en Cuba era horrible” y al menos teníamos la posibilidad de sobrevivirla. ¡Mucho miedo también a reclamar cualquier derecho! No se puede tapar el sol con un dedo.

 

3.-¿Por qué te lanzas al agua si el barco estuvo atracado?

Yarel.- En Houston no nos dejaron bajar a tierra, pusieron un servicio de whatchmen las 24 horas. Esa compañía de vigilantes era propiedad de un cubano marielito y el hombre nos dijo que el que quisiera desertar podía hacerlo, porque su gente no haría nada para impedirlo. Esa oportunidad fue bien aprovechada por el Tercer Oficial, bajó muy calmado por la escala real y se desprendió a correr, no recuerdo su nombre. Yo no lo hice por temor y nerviosismo, imagínate tú, era muy joven y sin mucha experiencia, pienso ahora, unas horas más tarde lo lamenté muchísimo. Le retiraron el contrato al cubano y fueron sustituidos por unos yanquis armados que eran implacables, no nos permitían aproximarnos al portalón. Yo veía como se esfumaba la posibilidad de quedarme, solo que estaba decidido a hacerlo al precio que fuera necesario.

 

Buque gasero "Tilda Kosan"

4.-¿Por cuál parte del barco te lanzaste al mar y cuál era distancia a tierra?

Yarel.- Me lancé al mar por la aleta de babor, lo hice vestido como recomiendan para casos de abandono de buque con el fin de aliviar los efectos de la hipotermia, la insolación y porque la ropa mantiene burbujas de aire que te ayudan a flotar. Guardé en pequeñas bolsas de plástico mis documentos, mi título y una biblia que navegaba conmigo, es la que viaja siempre en este camión. Todos ellos los metí en una bolsa de las usadas para la basura y me la amarré a la cintura. Sabía que me podía servir de flotador, pero calculé mal. Cuando me lancé al mar ella explotó y no me sirvió de flotador. Sobre mi intención de lanzarme al mar se lo conté a mi mejor amigo, cada vez que hablamos me menciona como me vio caer al agua. El barco se encontraba navegando a unas dos millas de la costa.

 

5.-¿No sentiste miedo de ser atacado por los tiburones?

Yarel.- Si lo pensé, pero cualquier temor fue superado por el pensamiento de no poder alcanzar la orilla. Miedo sentí de ser succionado por la propela del barco, no puedo negarlo. Fueron cuatro horas de agotador nadar en todos sus estilos, aboyarme y continuar. Sentí una inmensa felicidad cuando mis pies tocaron fondo, ante mí se presentaba un mundo y vida por descubrir. Anduve los metros que separan la orilla de la costa a la carretera cercana y al poco tiempo pasaba un carro patrullero al que detuve, me entregué y le expliqué mi origen. El policía me dio la bienvenida a Estados Unidos y me condujo a la estación donde me dieron ropa seca, me atendieron muy bien. Al día siguiente me entregaron a las autoridades de Inmigración (ICE) y ellos me condujeron a una prisión de inmigrantes ilegales donde permanecí unos seis meses.

 

6.-¿Cuáles fueron tus primeros pasos una vez libre, empleo, ayuda, etc.?

Yarel.- No recibí ayuda económica alguna del gobierno, tampoco de un pariente que me dio la espalda en esa situación, yo no apelé a recibir ningún tipo de ayuda. Trabajé durísimo desde que llegué a este país y me propuse lograr lo que yo había soñado y me fuera negado en nuestra tierra.

 

7.- ¿Has regresado alguna vez a la isla?

Yarel.- No lo he hecho y tampoco lo haré mientras gobierne esa despiadada tiranía. No me interesa ser cómplice de ellos, renunciar a mi voz, lucrar con el dolor de mi pueblo como hacen muchos o, aprovecharse de las hijas de su pueblo explotando sus miserias. No critico al que vaya a visitar a su familia, pero sí condeno y me causan repugnancia todos aquellos que de una u otra manera colaboran con el régimen.

 



8.- ¿Crees en el sueño americano?

Yarel.- Si creo en ese sueño que nos negaran en nuestra tierra, he logrado lo que nunca sería posible alcanzar allá y tú eres testigo de mis palabras. Trabajé muy duro y ya he obtenido los resultados de tal sacrificio. Tengo mi propia compañía, he sido propietario de seis rastras, yates, lanchas, autos del año, etc. No cuento esto por vanidad, solo para mostrar que el sueño americano existe en esta tierra que te brinda las posibilidades de soñar.

 

9.- ¿Desearías enviar algún mensaje a la juventud?

Yarel.- ¡Por supuesto! Los invitaría a soñar y que luchen por lograr esos sueños donde quiera que se encuentren. A los que viven en la isla les digo poco, si transcurrido un tiempo si ven que les resulta imposible lograr ese propósito, recuerden que la vida es una sola y se acaba cuando menos lo imaginamos. Si ese sueño no llega; ¡Lárguense al carajo! Y busquen otra tierra donde puedan regalarles esa posibilidad a sus hijos. No traten de imitarme, nunca se les ocurra lanzarse al mar desde un barco, los riesgos son muy grandes y no todos sobrevivirán. Tampoco regalen sus vidas escapando en frágiles balsas, por cada uno de los que logra arribar a su meta, decenas desaparecen en aguas del Estrecho de La Florida. En ese caso es preferible una muerte más digna.

 

Yarel Domenech

Miami..Florida.

2022-03-15

 

 

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jueves, 10 de marzo de 2022

-¡MUCHO GUSTO, OFICINA COMERCIAL!


  -¡MUCHO GUSTO, OFICINA COMERCIAL!


 

Ya saben ustedes de la pata que cojean los compañeros del Pan Con Croqueta (PCC), siempre inventando algo, “luchando”, como dicen en el patio, solo que lo hacen con un estilo muy particular. Lo de ellos es vivir y poco importan los trucos a los que deban acudir, pero desgraciadamente no dejan vivir a los demás.

 

Así un día, durante uno de esos tantos viajes a Rotterdam, nos visitaron dos individuos que se identificaron como dirigenticos portuarios. Como para no perder la costumbre o actuando por reflejo condicionado, llegaron al barco a la hora del almuerzo. Parece que estaban recién llegados y no habían chocado de frente con la pacotilla, era fácil identificarlos por la ropa que vestían, la misma que vendían en la tienda J Valles, la misma que ustedes conocen desde hace millones de años. Hablo de la tienda que se dedicaba a venderle cuatro trapos a los nuevos matrimonios y a la gente que viajaba al extranjero. ¿Se acuerdan? Hablo de esa época donde exigían vestir de traje para la fotografía del pasaporte. Uno de ellos vestía un traje de muselina china pasado de moda y con la corbata estrangulándole la yugular. El otro era más modesto y callado, se conformó con presentarse vistiendo una de aquellas camisas marca Yurumí que perteneció al uniforme de miles de cubanos. El de cuello y corbata hablaba sin parar, lo hacía con un español herido con faltas de ortografía, como lo hacemos nosotros cuando estamos en grupo, bromeando o peleando.

 

-¿Y ustedes, qué hacen por aquí? Les preguntó un maquinista con toda la malicia del mundo, ya sabíamos por dónde venían los disparos.

 

-¿Nosotros? Nos enviaron a este puerto para adquirir experiencia. Respondió el del traje sabiendo del contenido venenoso de aquella pregunta.

 

-¿Así como así? ¿A buscar experiencia a capella, sin intérpretes ni guías? Le sonó otro tripulante desde una mesa del comedor distante a la de los visitantes.

 

-¡Así mismo, camarada! Solos, sin traductores o guías, la revolución no tiene dinero para estos menesteres por culpa del bloqueo norteamericano. Esta vez respondió a la defensiva en franca desventaja.

 

-¿Manolo, viste eso? Le cambiaron el nombre a Paco, ahora se llama experiencia. El comedor estalló en risas y el Capitán solicitó un poco de orden, se impuso el acostumbrado silencio y todos fuimos tomando nuestros acostumbrados rumbos. Algo era cierto, aquel dúo de cara de guantes había viajado hasta Holanda en busca de pacotilla. Okey, la defensa es permitida, pero en el caso cubano no hay reciprocidad, esta gente no dejan vivir a los demás. ¿No hubiera sido más económico proyectarles un documental sobre las operaciones portuarias en Holanda, Bélgica, Japón, Alemania Federal, etc. A parte de todo, eran leones con un sentido de la orientación similar a la de las gaviotas, se movían dentro de una ciudad compleja para el que llega por primera vez con mucha facilidad.

 

Hoy me viene a la mente aquel otro salvaje que nos abordó en Bombay con la justificación de supervisar el embarque de unos doscientos cincuenta barriles. ¿Se imaginan eso? Ese animal que no sabía una gota de inglés voló de La Habana-Moscú-Nueva Delhi-Bombay. Luego de pasar dos días comiendo mierda a bordo del barco “Otto Parellada”, emprendió ese viaje a la inversa para regresar. ¡Coño, cuando tú ves esas cosas tienes que creer en Dios! ¡Los milagros existen!

 

-¡Miren, les presento al Segundo Oficial! Ferreiro me sorprendió, no sabía que se encontraba reunido con un grupito de cubanos en el salón de oficiales del buque “Renato Guitart” cuando fui a entregarle unos datos de la derrota planificada para el regreso. Las operaciones de carga estaban llegando a su fin y ellos fueron conducidos hasta el barco por Julio Suarez, el representante de Mambisa en ese puerto. ¡Vaya sorpresa! Este grupo integrado por cinco trabajadores de Consignatarias Mambisa, también habían sido enviados al exterior para adquirir “experiencia”. Fueron mas desafortunados que el dúo mencionado con anterioridad, aquellos al menos tuvieron la posibilidad de ver el enjambre de grúas que existen en Rotterdam, considerado en esos años entre el primer o segundo puerto del mundo en tráfico de mercancías. ¿Qué aprenderían aquí en Bulgaria estos infelices? Porque hablando en plata, Bulgaria padecía la misma enfermedad de todos los puertos del campo socialista, eran ineficientes por excelencia, como los nuestros. Lo peor para ellos resultaba en la limitación para adquirir pacotilla, digo, experiencia, no era mucha la oferta y tampoco variada.

 

-¡Mucho gusto, Esteban! ¡Mucho gusto, Esteban! ¡Mucho gusto, Esteban! ¡Mucho gusto, Esteban! Les fui extendiendo la mano a cada uno de ellos hasta que llegué al último asiento. Estaba ocupado por una mujer medio tiempo, ni fea ni bonita, ni gorda ni flaca, ni alta ni bajita, nada atractiva, muy seria, trigueña y con el pelo rizado cayendo a la altura de los hombros, blanca como la leche, un color no muy atractivo en una isla, donde sin pretenderlo, nos damos un baño de sol diario o, nos empercudimos con el jabón Nácar. No puedo emitir criterio alguno sobre sus piernas o trasero por encontrarse sentada, esta observación evaluadora estaba bloqueada.

 

--¡Mucho gusto, Esteban! Le extendí la mano y no hizo el menor esfuerzo en corresponder al saludo, me hice el comemierda.

 

-¡Mucho gusto, Oficina Comercial! Se presentó la tipa a la que le caí y me cayó mal de gratis.

 

-¡Uy, que nombre más lindo te pusieron! A mí me bautizaron con el de mi abuelo. ¡Gracias a Dios! Les di la espalda, no sin antes despedirme de los demás y me dirigí nuevamente al puente. Volví a verlos a la hora del almuerzo en el comedor de oficiales, era de esperar.

 

-¡Segundo, súbame la cocina y el refrigerador, está autorizado por el Capitán del buque! Me encontraba tomando los calados de popa para entregar la guardia y no sentí cuando se acercó una camioneta a la altura de la bodega Nr.5.

 

-¡Tampoco así, mamacita! Yo no soy estibador, soy oficial del barco y eso no está comprendido en mi contenido de trabajo. La tipa cambió de colores ante mi inesperada respuesta, parece que en Cuba no estaba acostumbrada a una reacción como la mía, menos aún a dar los buenos días.

 

-¡Bueno, dele orden a los marinos para que la suban! Coño, no se podía negar que era dura la tipa, tampoco la imagino dirigiéndose a sus compañeros de trabajo en La Lonja del Comercio, porque allí era donde trabajaba aquella estúpida.

 

-¡Tranquila, mamacita! ¡Relájese, la veo muy tensa! ¡Mire! Eso tampoco está comprendido en el contenido de trabajo de los marineros, ellos no son estibadores y menos aún son Botones de hotel alguno, esto es un barco. Si desea que le suban sus tarecos, le recomiendo que llegue a ellos y luego de darles los buenos días, pídales de favor que la ayuden. Si no desea hacerlo, diríjase al camarote del Capitán para que le de sus quejas y le exija que ordene subir sus mierditas. Le adelanto que, aun así, ningún marinero se las subirá por varias razones, no está en su contenido de trabajo como le dije, no es su obligación y les caen mal la gente prepotente como usted. Giré sobre mis pasos y la dejé rabiando con la palabra en la boca. Alerté a los marineros y les dije que, si no lo pedía de favor, no la ayudaran. Bueno, eso podía hacerlo en aquellos tiempos y en ese buque, uno de los últimos donde imperó la “hombría”.

 

Imagino le haya servido de lección, aunque dudo haya cambiado de proceder aquella estúpida mujer, un árbol que nace torcido no se puede enderezar. Si está viva, hoy debe ser una ancianita, yo tenía 25 años en 1974 y ella era mayor que yo. ¡Con buen imperfecto vino a chocar! ¡Uy, se me olvidaba! Estando en el muelle pude matarla en toda su dimensión, ella ese tipo de mujer tetona, culiplanchada y canillúa. Eso, sí, no puede negarse que aquella compañeritinga era una cabrona, para realizar esa compra en Bulgaria tuvo que haber llevado buena cantidad de dólares clavados.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-03-09

 

 

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