viernes, 8 de octubre de 2021

PORTAFACHOS SAMSONITE


PORTAFACHOS SAMSONITE


 

El norteamericano Jesse Shwayder -fundador de Samsonite en 1910- nunca imaginaria que en una isla distante de Denver-Colorado, y gobernada teóricamente por comunistas, sus portafolios fueran tan aceptados y exitosos. Creo que sus descendientes deban estar aun buscando una explicación y con mucho gusto se las daré.

El “Portafachos” creado por este abuelito, llega a manos tropicales mas de medio siglo después y lo hace andando por una alfombra roja. Inspirado su nombre en el personaje bíblico de Sansón (Samson en inglés), fue en aquella pequeña isla donde ciertamente fueran sometidos estos pequeños maletines a esfuerzos titánicos, demostrando después de continuas pruebas su resistencia y durabilidad.

Diseñados originalmente para trasladar documentos o artículos ligeros para el uso diario, la facultad o la oficina. En Cuba, especialmente en la Marina Mercante Cubana, y luego por vicio propio de la mercancía, se contagiaran a la Flota Cubana de Pesca y en menor cuantía a la Empresa Nacional de Cabotaje. Se les dio un uso muy diferente a los propósitos de sus creadores, donde el peso de sus contenidos se multiplicaran por diez, cifra muy conservadora, demostrando la resistencia y calidad de estos productos.

Pronto se convirtieron en artículos de gran demanda entre los Capitanes, Jefes de Maquinas, Sobrecargos y uno que otro Primer Oficial. Yo mismo tuve uno que solo utilicé para cargar mis libros en períodos de estudios en la Academia Naval de Baracoa. Como no poseía “Inmunidad Aduanal”, mis usos de este pequeño maletín fueron muy limitados.

En nuestras flotas existieron de varios colores, tamaños y materiales de fabricación. ¡Eso, sí!, debían ser de la marca Samsonite para que fueras considerado una persona importante. Poseer uno de marca diferente no constituía una atracción, eras uno mas de la tonga. ¡Ojo! El tamaño de ellos debía servir para identificar al hombre o profesional muy ocupado en su trabajo y con la imperiosa necesidad de llevar algunas tareas a su casa para concluirlos. Sin embargo, esa suposición o teoría no se cumplía en nuestras flotas.

No puede negarse que las Samsonites dotaban al portador de una personalidad a veces inmerecidas, eran muy elegantes y cuando los inocentes habitantes de la isla veían a uno de sus hombres andando sus calles con uno de esos “Portafachos” en las manos, muchas debieron ser las expresiones de admiración escapadas involuntariamente. Quizás algunas personas no comprendan o se hagan las desentendidas. Se trataba de algo así como comprar un producto seducidos por la calidad en la presentación del envase y luego descubrir que el contenido era una mierda, “osease”, una perfecta estafa.

Las reacciones de nuestros Capitanes, Jefes de Maquinas y Sobrecargos no se hizo esperar. Casi todos los que poseyeron estas Samsonites se las solicitaron a los proveedores de buques, agentes, dirigentes al frente de reparaciones en diques extranjeros, etc. Lo hicieron al costo que fuera necesario pagar, firmas de facturas alteradas, robos, sacrificios de comisiones por recibir, etc. ¡Y de pronto! Nuestras flotas se inundaron de “Portafachos” y era extraño no ver entrar en Navegacion Mambisa a uno de nuestros Capitanes sin portar uno de ellos. (¡Ojo! Siempre hay excepciones a la regla y aunque no lo crean, existieron algunas personas honradas)

Ya les dije que Samsonite creó estos “Portafachos” de diferentes tamaños, calidades de los materiales y resistencias y colores, todos sin alejarse un milímetro de la elegancia de su diseño, trasladada inmediatamente a su portador. Los había pequeños, medianos y grandecitos, ¿si o no? Muy bien, ninguna de nuestra gente los portó pequeños. Las preferencias se dividieron fifty-fifty entre medianos y grandes. Ahora pregunto, ¿Cuántos documentos tenía que trasladar el Capitán, Jefe de Máquinas y Sobrecargo a la Empresa? ¡Curioso na'ma! ¿Era diario ese traslado de documentos a la Empresa, incluyendo sábados y domingos?

¡Vamos, queridos amiguitos! Bandoleros con charreteras y militantes del partido que piden me acoja a la “ética profesional”. ¡Vamos, cabrones! Nunca les habían escrito estas cosas y hoy descansan muy tranquilitos en Miami u otros países recibiendo una pensión pagada por los contribuyentes sin que ustedes aportaran nada.

En esos “Portafachos” cabía de todo, dentro de los medianos vi cargar hasta cinco botellas de ron, las mismas que les daban a estos representantes de la moralidad como gasto de representación. Vi cargar ruedas de cigarros, jamones picados en trozos, carne de res y cuanto fuera humanamente posible robar. Todo eso era posible por la “Inmunidad Aduanal” que poseían los Capitanes, desconozco si era extensiva a los Jefes de Maquinas. Los Sobrecargos no la poseían, pero disponían del material necesario para sobornar a los aduaneros, individuos corrompidos por las mismas necesidades sufridas por el pueblo. En los “Portafachos” grandecitos casi se duplicaban las cantidades transportadas en los medianos. Era muy fácil distinguir cuando iban cargados de fachos, las tensiones de los músculos y tendones de los brazos los delataban.

Mister Jesse Shwayder -fundador de Samsonite en 1910- nunca imaginaria que en una isla distante de Denver-Colorado, y gobernada teóricamente por comunistas, sus portafolios fueran tan aceptados y exitosos.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-10-08

 

 

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