sábado, 21 de abril de 2018

EMPÍRICOS IN MEMORIAM


EMPÍRICOS IN MEMORIAM


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Motonave "Jiguaní"


Existió un grupo numeroso de hombres que fueron injustamente sepultados en el olvido, los borraron silenciosamente mucho antes que naufragara la flota. Eran gente ruda y de escasa cultura, aquellos que no conocieron la llave neumática para aflojar las monstruosas tuercas de las culatas y debieron hacerlo a golpes de mandarrias. Fueron seres condenados a la hipoacusia cuando no los protegieron debidamente y por sus oídos transitaron más decibeles que alimentos por sus bocas. 

Aquella gente desconocida por las últimas generaciones de marinos, fueron los que movieron nuestras naves sin necesidad de un titulo académico. Es que no tenían a otros disponibles, solo a esa enorme caravana unas veces defectuosa de bebedores, mujeriegos, pendencieros, contrabandistas y aventureros. ¡Que no todos, coño! Falsa clasificación donde fueron religiosamente enclaustrados para luego justificar las injusticias que contra ellos aplicaron. Y si lo fueron, ¿cuándo se ha visto a un marino tan puro y santo? Solo luego de la castración general. Salitre y petróleo destilaban por la piel, hollín y carbono exhalaban en cada bocado de aire que exhalaban. Muchas veces no sabias si estabas en presencia de un blanco o negro, porque de este último color se vestían los días que limpiaban las cámaras de barrido.

Aquella gente ruda por designio divino, fueron quienes les dieron vida a los viejos barcos de vapor y los llevaron hasta el último rincón de Europa. Los mas afortunados, lograron incursionar en motonaves muy modernas para sus tiempos y vidas, fueron osados, atrevidos, valientes. Navegué en varias naves con esta especie de hombre que muy pronto se extinguiría y guardo gratos recuerdos de ellos. La mas sobresaliente de sus virtudes fue la hombría, no muchos renunciaron a ella y soportaron con estoicismo las presiones que sobre ellos pesaron cuando el mercado de hombres fue ganando equilibrio.

Mientras sus vidas sorteaban todo tipo de sacrificios y eran diezmados por las nuevas corrientes ideológicas, se iban formando nuevos hombres que se encargarían poco tiempo después de apretar el gatillo para darles el ultimo pistoletazo. Las ultimas generaciones de marinos, oficiales y maquinistas no los conocieron, aquellos hombres fueron convertidos en fantasmas y borrados de la memoria sin recibir el reconocimiento que merecían.

Los empíricos lograron imponerse y sobrevivir un tiempo en nuestros departamentos de máquinas. Ninguno de ellos era titular de academia alguna, fueron ascendiendo a golpes de experiencia. Fueron todos excelentes mecánicos y su capacidad para mantener a viejos barcos lo demostró durante muchos años. No solo a los viejos como manifesté con anterioridad, lograron imponer sus presencias en “Los gallegos” y otras naves adquiridas de uso. 

Resultaba imposible notar sus presencias en el campo perteneciente a los “Pilotos”, nadie llega a Capitán empíricamente, se requiere para esa plaza y las de oficiales un título que solo expedía la Academia Naval. Sí, existieron hombres que realizaron sus exámenes sin acudir a los cursos impartidos por aquel centro formador de profesionales del mar, fue meritorio el esfuerzo personal de cada uno de ellos. No se graduaron en la academia como guardiamarinas, pero llegaron a poseer un titulo con igual valor que los acreditaba como Pilotos de Altura. Muchos de esos hombres llegaron a comandar nuestras naves, unos salieron buenos y otros malos, la vida ofrece tanta variedad de seres como una botica medicamentos.


Motonave "Pinar del Rio"
Las navegaciones de cabotaje se realizaron casi siempre a bordo de viejas goletas de madera y sus navegaciones eran muy limitadas. Sus tripulaciones eran reducidas y todas comandadas por un solo hombre al que la población cercana a los bares del puerto identificaba como “Capitanes”. Honor al que nunca renunciaron aquellos buenos “Patrones” titulados por su experiencia. Lobos de mar que conocían cada arrecife traicionero o bajos que velaban por ellos tratando de arañar sus quillas. No los imagino compartiendo sus glorias entre las meretrices de Baracoa, Pilón, Moa, Puerto Padre y cuanto puerto pequeño existe en la isla. Fueron tal vez el suspiro escapado de alguna guajirita que, soñaba escapar algún día de su cautiverio, aburrimiento y rigidez del pequeño pueblo, donde los pensamientos eran conocidos por las vecinas. Estos pintorescos personajes nunca llegaron a nuestra flota y si alguna vez lograron ocupar un puesto en la lista de enrolos, debieron comenzar como simples marineros. Por cubierta solo llegaron a escalar hasta la plaza de contramaestre, excelentes lobos de mar fueron todos. Unos años más tarde se exigió estudios para aspirar a ese escalón sobresaliente en la marinería y créanme, no podían compararse con aquellos viejos lobos de mar, es que no llegaron a convertirse en lobatos.

El buque “Jiguaní”, se destacó de todos los que navegué por la fuerte presencia de empíricos en su departamento de máquinas. No cometería error si afirmara que hubo viajes donde la totalidad de sus maquinistas lo eran, cuento desde su Jefe de Máquinas hasta el último Cuarto Maquinista. Fue un equipo espectacular durante varios años, aquella nave nunca presentó problemas graves, solo los normales en cualquier buque. Eran muy unidos y colaboradores, todos seguían fielmente a su líder, Orlando del Rio. Me parece andar por los pasillos del departamento inspeccionando los extintores, todo se encontraba pulcramente limpio y pintado. Varios integrantes de aquel grupo habían llegado al barco enrolados como simples engrasadores y fueron ascendiendo de acuerdo con sus experiencias como “mecánicos”, tal fue el caso de Raúl Romero, quien subiendo y subiendo logró llegar a Jefe de Máquinas. Ejemplos como ese abundaron en la flota y los encontré en diferentes naves. Yo no los imagino realizando un diagrama a la máquina principal, tuvieron en algunos casos que inventarlo para presentarlo a los inspectores. Esto lo confirmo, porque alguna vez tuve que hacerle los cálculos de la existencia de combustible en los tanques a uno que otro y aquellos cálculos son mas simples que los diagramas mencionados. Aun así, aquellos hombres nunca debieron ser condenados al inmerecido ostracismo que opacó sus méritos ante las generaciones arribadas posteriormente.

Cuando la demanda de hombres fue saturada con aquellas promociones kilométricas realizadas en la academia naval, la mayor parte de esos héroes anónimos que una vez mantuvieron funcionando nuestras naves, fueron separados silenciosamente de la flota. Muchos de ellos envejecidos, enfermos y sufriendo una terrible hipoacusia. Estoy convencido de que esta página de nuestra historia, es desconocida por las últimas promociones sumadas a nuestra flota antes que desapareciera. Puede que uno u otro alzara la voz para condenarlos y lo hicieron sin saber de sus méritos. Poco tiempo después, esas mismas voces, se vieron con los pies en la calle vendiendo pizzas o conduciendo un taxi pirata. 



Motovapor "Rio Caonao"

Los mas sortudos de aquella generación de maquinistas empíricos, continuaron activos en las brigadas técnicas que atendían a nuestros buques o laborando en el dique de La Habana.

Sirvan estas líneas como homenaje a un numeroso grupo de hombres que una vez integraron nuestra flota y fueran condenados al silencio, aun cuando pertenecieran a una parte muy importante de nuestra historia.





Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-04-21





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viernes, 20 de abril de 2018

NUNCA FUI AGREGADO


NUNCA FUI AGREGADO



Motonave "Jiguaní", escenario de esta historia.


Me hubiera gustado empezar desde cero como todo el mundo, lo usual en muchos tiempos era que una vez vencido los estudios, fueras enrolado como “agregado”. Yo fui una de las escasas excepciones, fui destinado a ocupar la plaza de Tercer Oficial inmediatamente, así, carente de experiencia. Tampoco voy a decir que me disgustó aquel inesperado privilegio, me atrapó inmediatamente la idea de comenzar a ganar $231.00 pesos mensuales, buen salario para la época. La diferencia entre ese salario y el de timonel devengado hasta ese día era de $81.00 pesos, indudablemente era un gran salto. 

No rechacé la propuesta llegada en el puerto de Cárdenas, siempre fui un aventurero que amaba los retos, me gustaban los desafíos que el destino se encargaba de colocar en mi camino. También estaba convencido de que podía vencer esta vez, nunca acepté meta que no pudiera superar hasta convertirla en una victoria personal. Yo sabía que aquel paso exigiría mucho de mí y no les niego que entre sueños reinó un gran nerviosismo. Había navegado con varios agregados, unos mas capaces que otros, bien preparados o no, seres que ascendieron en poco tiempo cuando fueron bendecidos por el azar, quizás una plaza vacante en una salida de urgencia. Los más desafortunados estuvieron sometidos al criterio personal de su Capitán y cuando no gozabas de sus simpatías, ese período de práctica podía extenderse por viajes y tal vez años. La suerte para ellos era un factor determinante, no fueron pocos los muchachos condenados a esa espera molesta y casi infinita.

La navegación hasta La Habana fue tranquila y no ocurrió en mi horario de guardia, como es corta, me mantuve observando cada uno de los movimientos del oficial en el puente tratando de no estorbar. Para esa fecha el Capitán a bordo era Lapido, pero solo se encontraba “integrado”, o sea, algo así como prestado mientras el que iría a viaje descansaba unos días. Finalmente lo conocí, era Héctor Fernández, un hombre de baja estatura y de tez pecosa que usaba espejuelos con mucho aumento. Casi siempre tenía los labios cuarteados y vestía diariamente el uniforme de la marina. Luego comprobé que no disponía de mucha ropa de civil, había sido importado recientemente de la empresa de cabotaje. Héctor fue durante todo el tiempo que navegamos juntos ese Capitán nada extremista, respetuoso y querido por la tripulación. Siempre me mostré agradecido silenciosamente ante aquella decisión suya de llevarme como Tercer Oficial sin prestar atención a mi inexperiencia.


Motonave "Jiguani"

Como Primer Oficial viajaba Luis R. del Valle, un viejo conocido. Ya habíamos navegado juntos en ese mismo buque, él comenzó como agregado de cubierta con Guillermo Sánchez Oro. Para esas fechas yo ocupé las plazas de timonel y pañolero, únicas condiciones en las que superaba a cualquier agregado de cubierta, me conocía al “Jiguani” desde la quilla hasta la perilla. A Sánchez Oro lo encontré una vez trabajando en la terminal de azúcar en Matanzas, se sorprendió al verme ocupando la plaza de Primer Oficial en el buque “Otto Parellada”. Nos unían lazos de simpatías producidas por esa juventud donde priman las aventuras y travesuras, era muy ocurrente. 

Luis R. del Valle era una historia digna de admirar, se graduó en la Academia Naval del Mariel luego de soportar, algo viejo para esa aventura, todos los rigores y esfuerzos físicos que impone esa academia militar. Era una persona muy educada y el trato con la gente siempre fue respetuosa. No puede negarse que tuvo una carrera ascendente algo vertiginosa, si se tiene en cuenta que en menos de tres años subió de agregado a Primer Oficial, pero su competencia lo justificaba. Nunca lo vi tomar una medida drástica en casos de indisciplina, creo mas bien que asumía siempre una actitud paternalista y no justiciera de acuerdo con la situación. Fue muy respetado y querido por la tripulación.

En un saco siempre aparece una manzana podrida o una oveja negra en el rebaño, ese fue el Segundo Oficial Fernando Miyares Gutiérrez, quien de paso se benefició con mi ascenso inesperado. Yo fui quien lo relevó en la plaza de Tercer Oficial y no lo conocía hasta entonces. Era repudiado o despreciado por toda la tripulación, no faltó uno solo de los conocidos, pues yo los compartí con la mayoría de ellos, que no manifestara una expresión de desprecio hacia su persona. Perteneció a esa especie de individuos que se ganaban muy temprano la antipatía de quienes les rodeaban sin mucha justificación. Sabido es que en las funciones del Tercer Oficial, solo se vinculaba directamente al personal subordinado mientras estuviera de “Oficial de Guardia”, mientras tanto, no tenia responsabilidades administrativas alguna. Este tipo, conocido con el apodo del “Alférez Torpedo” y a quien le dedicara un capítulo aparte, fue el único obstáculo enfrentado en ese viaje que fuera mi prueba de fuego. 

No existió momento alguno en el que no apareciera algunas de sus zancadillas, no imagino si lo hacia por envidia o simplemente por hijoputa, me inclino por lo último. Lo cierto fue que la situación empeoraba en la misma medida que el viaje avanzaba e iba descubriendo todas las mierdas heredadas de su cargo y falseadas en el acta de entrega. No tuve necesidad de hacer informe alguno, tanto el Capitán como el Primer Oficial eran sumamente inteligentes como para percatarse de que me había entregado el cargo hecho mierdas. Mis solicitudes de materiales y reparaciones lo delataban. Recargas para todos los extintores que estaban vencidos, reparación del sistema de espuma de la caldera, se encontraba perforado y vencido. Mantenimiento a las palancas de disparo del sistema de CO2 del buque, estaban calcinadas, sustitución de las balsas inflables salvavidas, se encontraban vencidas. Compra de todo el avituallamiento de los botes salvavidas que también se encontraban vencidos. No existió equipo alguno que escapara a la indiferencia y abandono de este individuo que, entre otras cosas, era militante del partido. Cumpliendo con mi deber e impulsado por la antipatía que sentía por él, puse más empeño en el trabajo que estaba realizando, razones suficientes para aumentar su odio hacia mi persona.


Motonave "Jiguaní"

La salida de La Habana me sorprendió con la primera guardia de navegación apenas dejado el Morro, fue ese instante donde te invade toda la adrenalina existente en el cuerpo. Del Valle me explicó algo sobre el uso del radar y se marcho a los pocos minutos, debió suponer que como había estudiado en el buque escuela “Viet Nam Heroico” yo estuviera capacitado para operarlo. Fue una suposición equivocada, si acaso subimos al puente en tres oportunidades seria mucho decir. Nunca tocamos el radar del barco y creo haber tenido un sextante en mis manos en dos ocasiones. Una vez cerrada la puerta del puente, me encontré solo ante un majestuoso radar DECCA que era el último grito tecnológico de la época. Hasta ese día solo me sirvió para limpiarlo cuando finalizaba mis guardias de timonel y ahora estaba a mi disposición para explotar ese maravilloso juguete.

En dos puntos me detuve y traté de grabar muy bien cuando me explicaba, cambiar la escala y obtener posiciones por marcación y distancia. Hablo de un radar que para esas fechas ofrecía la posibilidad de obtener seis líneas isométricas, luego navegué en otros buques mas viejos donde sus radares solo ofrecían la posibilidad de dos de esas líneas y en algunos casos eran “relativas”, los navegantes que me leen lo comprenderán. Viejos equipos con círculos de distancias fijos y planchetas para obtener marcaciones relativas.

Me puse muy nervioso, no puedo negarlo, es que a esa hora lo olvidas todo, y lo peor, tenía un cambio de rumbo en mi guardia. Salí al alerón del puente y encendí uno de aquellos cigarrillos Populares que al aspirarlos te llegaban al calcañal. Trataba de relajarme y fui recobrando cada una de las clases de navegación impartidas por el negro Pablo Armando, creo que uno de los oficiales mas inteligentes que conocí en la flota. Recordé entonces los métodos que se aplicaban en navegación costera para determinar la posición y decidí comenzar por marcación y distancia desde el radar. ¡Claro! Para iniciarme solo usaba dos líneas isométricas, recordé también que no podía considerarlo como posiciones fijas y al rato traté de obtener una con tres de ellas. Siempre hubo algunos fallos a la hora de memorizar esos tres valores e insistí, no paraba de tomar posiciones, creo que lo hacia cada tres minutos. Luego me llegó una gran preocupación, consideré “sagrada” la línea de rumbo trazada y no quería que el buque se apartara un milímetro de ella. Era un constante “calza un gradito a babor”, “calza un gradito a estribor” ante la mirada sorprendida y burlona del timonel, el mismo que navegara conmigo compartiendo esa plaza. Hice el cambio de rumbo programado y luego quise practicar con la alidada dispuesta en el alerón para tomar marcaciones visuales. Fueron cuatro horas muy productivas donde apliqué una parte pequeña de las teorías recibidas y me sirvieron para ganar confianza. Luego vendría la guardia nocturna y ese era otro episodio por vencer.



Motonave "Jiguani"

La tierra se me acabó en el Cabo de San Antonio y Del Valle me pidió que calculara la hora de la “meridiana”. Bajé unos segundos hasta el camarote y subí con la libreta de astronomía donde guardaba todos los formatos usados en ese caso. No tuve dificultades para calcular la hora, solo que ahora debía obtener “rectas al sol” y fue aquí donde se me trabó el paraguas. ¡Coño, es que nadie me explicó cómo hacerlo! Yo salía por cualquier punto del barco con el sextante y cronómetro a observar al sol. Gastaba unos veinte minutos calculando aquella observación y todas me daban en casa del carajo. Fueron horas sufriendo y con el temor de hacer un papelazo delante del hijoputa que me relevaba, no quería darle pólvora para ningún tipo de difamación por su parte. 

Salí en uno de aquellos momentos al alerón y encendí otro de aquellos asesinos “Populares”. Al menos servían para machacarme la salud y devolverme de paso la tranquilidad. Estaba obligado a pensar “astronómicamente” y necesitaba con urgencia llegar a una conclusión antes de entregar mi guardia. 

-¡Piensa, vuelve a pensar! Era una voz oculta que me llegaba desde lo hondo de mi conciencia. 

-¡Vamos a ver! El sol sale por el este y se pone por el oeste, eso es lo primero que debes tener en cuenta. Me decía aquella voz y tenía toda la razón. 

-Luego, debes conocer cuál es la declinación del sol y compararla con tu latitud. 

-¡Es verdad! ¿Cómo no había pensado en eso? Insistí mientras consumía aquel fatal cigarro y estaba muy cerca de obtener mis respuestas, lo sabía. 

-Si la declinación es superior a tu latitud y el rumbo del buque es próximo a los 180 grados, solo debes salir a observar al sol por la aleta de babor, comemierda. 

-¡Claro, estoy comiendo mierda! Comencé desde cero llevándome por aquellos consejos y tuve tiempo de obtener varias rectas al sol. 

-¡Ahora, hazlas simultaneas! Desecha todas aquellas que no se corten en un punto. Me llevé por aquellas indicaciones y al final entregué la guardia con cuatro rectas solamente, las suficientes para determinar la posición del buque a la hora de la meridiana.

Sabiendo yo que todas aquellas rectas eran buenas, encuentro en la guardia de la tarde que el hijoputa las había desechado y obtuvo la posición con dos rectas suyas y la meridiana. Nada, tenia deseos de joder y restarle importancia a mi trabajo.

Al día siguiente estábamos en las proximidades del Canal de Panamá y todo estaba listo para la recalada, vendría una breve pausa astronómica hasta encontrarnos en el Pacífico. Lo cierto es que aquella aventura exigió lo máximo de mí. Con el tiempo tuve a muchos agregados como subordinados que contaron con mi apoyo y experiencias. Aun no le encuentro explicación a esa actitud destructiva de algunos oficiales y capitanes en contra de muchachos que gastaron una parte de su juventud estudiando esta admirable profesión. Tienen que ser individuos con muy malos sentimientos, gente que nace y mueren como fueron, verdaderos degenerados. En varios buques subían a mis guardias muchos agregados, no necesariamente cuando fui Primer Oficial, esas experiencias se remontan a mi larga etapa como Segundo Oficial y siempre, puedo manifestarlo a viva voz, los ayudé a completar sus teorías, ayuda que yo no tuve en mis primeros pasos.


Motonave "Jiguaní"


A la semana de encontrarnos en el Pacifico y una vez dominadas las “rectas al sol”, decidí pasar a etapas exquisitas en la explotación del sol como astro para determinar no solo la posición del barco. Incluí en el menú el uso de “rectas de rumbo”, “rectas de velocidad”, “corte de vertical primario”, “círculo de igual altura”, “longitud a la hora de la meridiana por alturas determinantes”, “correcciones al giro y compás”, “posiciones por el sol y la luna”. Todo esto que hoy les menciono son recuerdos extraídos de mi memoria, tal fue el uso y constancia de su empleo, que se quedaron grabadas para siempre en mi mente. El alférez torpedo quiso bloquear mi trabajo a la hora de la meridiana y el Capitán se dio cuenta de aquellas acciones, solo pudo hacerlo hasta ese día, pero bueno, ya lo he contado en otra ocasión.

Ese viaje hicimos reparación general en Hong Kong donde permanecimos aproximadamente un mes, era muy normal en aquellas fechas distribuir el control de esas reparaciones entre la oficialidad. Era obvio que las menos exigentes se les asignaran a los oficiales con menos experiencias, me tocó supervisar cajas de cadenas, cadenas y anclas, además de aquellos puntos concernientes a mi cargo. Años posteriores y siendo Primer Oficial, yo no podía delegar mis responsabilidades en otros oficiales. El grado de indiferencia e irresponsabilidades se impuso en la mayoría de nuestra oficialidad, existieron excepciones, pero la confianza se había perdido para siempre, razones por las cuales las funciones del Primer Oficial fueron sobrecargadas hasta mi deserción.

Durante el viaje de regreso por el Pacifico y ante un dominio total de ese cielo diurno, decidí incursionar en astros mas pequeños. Mi pasión por la navegación y profesión aumentaban en la medida que la iba dominando hasta convertirse en una verdadera pasión. Esta vez dependí y recibí la ayuda de Luis R. del Valle. Conocido es que la obtención de la posición por las estrellas le correspondía a su cargo. No escatimé tiempo de mi descanso y puedo asegurarles que cuando arribamos a Panamá nuevamente, yo dominaba al cielo, era entonces un Tercer Oficial capaz de obtener posiciones por las estrellas también. 

Siempre fui autodidacta y viajaba con mis libros en todos los barcos por donde pasaba, eso me ayudó mucho en esta carrera y en aquel viaje de bautismo con obstáculos. Nunca fui agregado y superar los baches que se presentaron en el camino requirió de mucho esfuerzo personal, sacrificios y horas pegado a los libros. Sentí mucho miedo en no poder lograr o vencer ese objetivo perseguido, creo que se requiere un poco de audacia para violar etapas como estas y terminar con éxito la aventura.

Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2018-04-20


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jueves, 19 de abril de 2018

VICTOR, PRESO POR TRAFICO DE ESPERMATOZOIDES.


VÍCTOR, PRESO POR TRAFICO DE ESPERMATOZOIDES.




Motonave "Habana", escenario de esta historia.



-¡Coño, asere! No me hagas eso, si me agarran me van a partir la vida. Había llegado dos horas después de solicitado, al menos existía el servicio de taxis de recogidas. Sobrepasaba cómodamente las doce de la noche y no resultaba fácil trasladarme desde Santos Suarez hasta Alamar en guagua con tres niños, debía convencerlo. Su voz me resultó familiar, no le había visto el rostro aun, el Lada es un auto muy bajito y estaba concentrado en montar a mi esposa y tres niños en el asiento trasero. Cuando me dispuse a montar pude observarlo en la penumbra de aquel bombillito de luz opaca y amarilla, era él, un poco más grueso que cuando dejé de verlo.

-¡Coño, Víctor, no jodas! Asere, esos tres niños no hacen el peso de una persona.


-¿Cómo dijiste?


-Que esos niños no pesan nada, ¿no ves lo raquíticos y chiquitos que son?


-No es esa mi pregunta exactamente, ¿me llamaste por mi nombre?


-¡Claro, compadre! ¿No me conoces?


-Blanco, no me acuerdo mucho de ti. ¿Quién eres? Te aseguro que si me agarra un inspector me van a partir el alma.


-Yo les digo que se agachen, tú verás que escapamos. Yo estaba contigo en el barco cuando te echaron palante por templarte a la pasajera y te bajaron preso al llegar a La Habana. Detenido el auto en la esquina de La Sola y Lacret giró el rostro para observarme, no acababa de convencerse, ya habían pasado varios años y mi fisionomía había cambiado gracias a unas libritas de más.


-Es que no logro ubicarte, ¿Qué plaza ocupabas cuando aquello?


-Yo era timonel y estaba mucho más flaco, más joven también.


-¿Cuál es tu nombre?


-¡Casañas, compadre! Solo entonces me dio la mano y sentí ese fuerte apretón sincero del saludo que intercambian los hombres, sonrió mientras doblaba a la derecha en Vía Blanca.


-Nos vamos por aquí, hay menos posibilidades de cruzarnos con inspector alguno y tampoco abundan los patrulleros. ¡Claro que me acuerdo de ti! Que tiempos aquellos, ¿te acuerdas de la hijaputada que me hicieron?


-¡Claro que lo recuerdo! Han pasado 50 años y conservo esa injusticia muy fresca en mi memoria. Disculpa si me he demorado en compartirla. Miré hacia el asiento trasero y los niños se habían dormido, pudimos remontarnos hasta ese viaje sin omitir detalles.


…En el puerto de Rotterdam embarcaron dos pasajeras, una era blanca caucásica, algo rubia de pelo rizado, no sobrepasaba los treinta años. Su cuerpo era atractivo, nada escandaloso tampoco si se comparaba con el de muchas criollitas. Nalgas sin exageración, discretas y colocadas perfectamente para demostrar que no era planchada, piernas bien torneadas que armonizaban con su estatura. Era de esas mujeres que siempre tenían una sonrisa a flor de labios, como si fuera feliz o estuviera a punto de lograr ese estado de satisfacción espiritual durante o después de este viaje. No podíamos adivinarlo, nuestras culturas eran muy diferentes y los contactos con seres de otras tierras muy escasos.


La otra pasajera era francesa, todo parecía indicar que las unían un fuerte lazo de amistad, siempre andaban juntas. Contrario a su amiga, ella era de baja estatura, pelo muy negro y lacio. Poseía una figura mas cercana a las nuestras, nalgas pronunciadas que sobresalían la media de todas las europeas, muy a la medida de nuestros gustos. Gustaba reír también, quizás compartía la misma felicidad de la inglesa o solo lo hacía por complicidad. Era mas provocadora en su vestir y dejaba a la vista unos senos apetitosos, erectos aun por el uso de ajustadores, enfilados como lanzas puntiagudas, como lo mostraban nuestras tías y abuelas. Solo un detalle la distinguía de su amiga además del físico, le gustaba fumar tabacos. Se le podía encontrar con un puro en la boca en sus paseos por la cubierta de botes y el estilo de llevárselo a los labios era sensualmente provocador, al menos para nosotros los de mentes podridas.



Motonave "Habana", hundida en Angola por hombres ranas de Sudáfrica.


Nadie sabe los motivos de aquel viaje suyo, el turismo había sido cerrado por el dueño de la finca. Pudo tener millones de justificaciones, premios a colaboraciones realizadas con el régimen o recibir cualquier tipo de entrenamiento, porque esos eran los únicos extranjeros que entraban a la isla en aquellos tiempos turbulentos. Cubana de Aviación contaba con una escasa flotilla de aviones modelos Bristol Britannia para realizar vuelos internacionales, insuficientes para satisfacer la demanda de su tiempo. Fue una de las principales razones de la frecuencia de pasajeros a bordo de nuestros buques en muchas direcciones, práctica que estuvo vigente hasta la adquisición de aviones de fabricación soviética. El precio de los pasajes en nuestros buques era también mucho mas baratos y no se distinguió el uso de buques viejos o más modernos. Es de suponer que aquellos viajeros se vieran afectados por las mismas regulaciones impuestas a los marinos y el racionamiento del agua potable fue la que más los afectara. Ambas pasajeras viajaban en el mismo camarote, supongo entonces que tuviera dos camas. El viaje posterior ese mismo camarote seria utilizado por un matrimonio checoslovaco con dos hijos.

Puede que los motivos de aquel viaje no fueran los mencionados y que ambas jóvenes lo hicieron para disfrutar de una extravagante aventura. Tuvo que ser un premio de lotería obtener visa de entrada a ese parque que, comenzaba a detenerse en el tiempo hasta convertirse años mas tarde en una muestra jurásica. Quizás solo fueron a eso, divertirse y gozar de paso los servicios de una morronga exótica que siempre gozó de popularidad y hoy disfruta de una merecida fama entre las locas por sexo que visitan la isla. Bueno, no solo existen las locas por irse a templar a un macho cubano, digamos que esa ansiedad es compartida por muchos locos que desean probar una rica, joven y jugosa “papaya”.

Fue así que un día, aquella mujer de rasgos caucásicos refinados, no pudo soportar la tentación de disfrutar esos placeres escuchados una y otra vez en bares europeos. Decidió de una vez por todas adelantar los orgasmos planificados para ese viaje y fue Víctor el premiado en ese sorteo de atracción fatal. Se empataron y pronto corrió de boca en boca, hay pocos secretos que se puedan guardar en un barco, mas aun en uno pequeño y con una tripulación de aproximadamente veinticinco hombres. Todos los celebramos y de paso envidiamos su suerte, la mayoría éramos jóvenes y sufríamos los mismos deseos y privaciones, abstinencia insoportable que inflaman güevos e irritan el carácter.

No se hizo esperar, el joven negro fue llamado ante la máxima autoridad del buque, el Jefe de Máquinas Roberto Arche Flores. Porque debemos dejarnos de boberías, la nave contaba con un Capitán, que en aquel viaje y otros era Remigio Coya Prats, pero el que llevaba el sartén por el mango era el gordo Arche. Un individuo sumamente extremista, cruel, despiadado comunista y sin temblores en las manos a la hora de decapitar una cabeza o destruir un sueño. Imagino cuantas cosas le diría, “no puedes tener contacto con una extranjera”, “ella puede ser una espía de la CIA”, “tiene todo el aspecto de ser una potencial enemiga de la revolución”, etc.

Victor, quien ya había probado el sabor de aquella manzana prohibida, se declaró en rebeldía y no aceptó renunciar a los placeres de un bollito rubio, yo tampoco lo haría. Nadie puede imaginar el precio de esa fruta cuando te encuentras a miles de millas del puerto mas próximo, es sencillamente un desafío, una tentación peligrosa, un llamado salvaje al hombre que llevas dentro. Entonces, el gordo Arche desplegó toda su tropa de agentes para vigilar al negro durante las veinticuatro horas del día, aquel control contra el supuesto enemigo se extendió también a los movimientos y vida de las pasajeras, inaudito, ¿no?

Una de esas noches en las que Víctor se encontraba de guardia en máquinas, porque no les dije que era engrasador, la pasajera decidió regalarle una sorpresa. Entró a su camarote, posibilidad aun existente en nuestra marina, me refiero a la de dejar los camarotes abiertos durante las navegaciones, unos añitos posteriores, se debía dormir con el pestillo puesto para evitar cualquier tipo de hurto. Pues entró tan fresca como una lechuga y se desnudó antes de tirarse en la cama del negro. La felicidad pudo verse en su rostro por los escasos minutos que la separaban de aquel chorizo que la satisfacía y transportaba a otro mundo. Solo que ella nunca imaginó encontrarse dentro de un férreo círculo de vigilancia que media cada uno de sus movimientos. No podía imaginarlo, porque en pocas partes del universo era penado tener sexo con una persona de género opuesto.


Motonave "Habana hundida en Angola.


-Señorita, vístase y vaya directamente a su camarote. Le dijo Arche cuando entró sin tocar la puerta, se asustó y su primera reacción fue la de cubrirse los senos.

-¿Por qué? Fue todo lo que se le ocurrió decir, continuaba sin poder escapar al trauma provocado por aquella invasión desmedida a la privacidad de un hombre y también de la suya. 

Ella observó detrás del gordo la estirada nariz del camarero de tripulantes y dedujo que había sido el informante o guardián que la vigilaba. No se equivocaba, la nariz de Chirino era inconfundible, no existía en toda la flota una que se aproximara a sus dimensiones. Tampoco le fue difícil observarlo, el camarero tenia unos seis pies de estatura. Todavía hoy, cincuenta años después de aquel atropello e injusticia me pregunto, ¿qué lo empujó a cometer aquel acto de chivatería? Chirino era un camarero muy noble y querido por toda la tripulación. Una vez en el pasillo, la inglesa, caliente aun, observó a otro mulato alto que viajaba como engrasador y tuvo participación directa en aquella delación, la gente lo conocía como “Papucho”. Ella se lo informó a Víctor al día siguiente en uno de sus encuentros fortuitos en cubierta.

-No pienses que todo se quedó así, cuando lleguemos a tierra los voy a despingar a los dos. Fueron las palabras dichas a Chirino en la cubierta principal, es probable que algo similar le dijera a Papucho en algunos de sus encuentros en el departamento de máquinas. 

-Compañeros, los hemos reunido con carácter urgente para comunicarles que desde esta mañana, el compañero Víctor se encuentra recluido en su camarote, estará en esas condiciones hasta llegar a La Habana. El compañero fue llamado y alertado de que no debía tener relaciones intimas con una pasajera, quien no sabemos a ciencia cierta si es un enemigo potencial de la revolución. Se declaró en rebeldía y desobedeció la orden que se la había impartido, además de amenazar de muerte a dos compañeros suyos. ¿Alguien tiene algo que decir? Nadie dijo nada, la suerte del negro estaba echada y todos guardamos silencio, todos, absolutamente todos. 

El viaje siguiente recibimos como pasajeros a un ingeniero de origen checoslovaco, su esposa, una hija que andaría por los dieciséis o diecisiete años, toda una muñeca y a un hijo que tendría trece o catorce años. Aquella jovencita tomaba baños de sol diariamente sobre la cubertada en bikinis y resultaba imposible apartar la mirada cuando se pasaba junto a ella. Uno de aquellos mediodías y cuando me encontraba en el pañol de proa, Eva se apareció en bikinis, nos encontrábamos solos. Tuve que bajar a la santabárbara que existía debajo del pañol para subir una cubeta de pintura y Eva bajó detrás de mí, me tenía loco. Solo que esa locura y cuando estábamos a punto de zafar los cabos que mantienen atadas la lujuria y deseos tan humanos de cualquier joven, se detuvo abruptamente, apareció la cabeza de Arche por la escotilla.

-Joven, suba inmediatamente y diríjase a la superestructura, usted no está autorizada a permanecer en ese lugar. Así de imperativas se escucharon las palabras de aquel hijoputa y tuve que permanecer en silencio, no tenía otra opción que aceptar y callar, nadie lo había situado en tiempo y lugar, yo tampoco era el mas indicado, un simple pañolero que no militaba en nada, un joven “simple”, así nos llamaban.

Cuando llegamos a La Habana y una vez fondeados, se nos abarloa una lancha de Capitanía del Puerto junto a la escala real y varios soldados bajan a Víctor en condición de detenido. En aquellos tiempos nuestras familias nos esperaban en la Casilla de Pasajeros. Cuando por fin pudimos bajar a tierra, comprobamos que la familia de Víctor lo esperaban junto a las nuestras, nadie se detuvo a darle una explicación. Nadie les explicó que lo habían detenido como a cualquier delincuente por el solo delito de templarse a una aventurera pasajera, digamos que por traficar con espermatozoides…

-¿Te acuerdas de la hijaputada que me hicieron? Nunca pude olvidar aquella pregunta.

-¡Claro que lo recuerdo! Le di $10.00 pesos de propina, buena cantidad para los tiempos que corrían. Víctor no quizo aceptarlo y se lo dejé en el asiento delantero. Ojalá se encuentre vivo y pueda leer estas líneas, su verdugo murió hace unos años. No sé si Chirino se encuentre vivo, Papucho falleció hace muy poco.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-04-19



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lunes, 16 de abril de 2018

CAPITÁN RAMÓN LAPIDO


CAPITÁN RAMÓN LAPIDO





Motonave "Playa Larga"



-¡Coño, Lapido! ¿Qué haces? Casi le gritó “El Paye”, nuestro telegrafista a bordo del buque “N'Gola”, solo él estaría autorizado para hablarle en aquel tono, ambos eran cuñados.

-Estoy leyendo los carteles para no perdernos. Respondió el viejo con mucho nerviosismo, yo viajaba en silencio desde la misma salida de Ámsterdam. Siempre me asustaron los choferes que conducían con las dos manos aferradas al timón, como tratando de que no se lo robaran. Su caso era mucho más dramático y verlo aumentaba mi desconfianza. Además de permanecer como una estatua tallada junto al volante, su cuerpo iba separado del asiento y su rostro trataba de atravesar el parabrisas. Lapido no veía bien, poco le servían aquellos lentes con cristales tan gruesos como el fondo de una botella.

-¡Acelera, cojones! Nos van a descojonar, estamos en medio de una autopista. Le ordenó El Paye y el viejo le impuso presión al acelerador, chirriaron las ruedas del auto y rompimos nuevamente la inercia. Decenas de autos pasaban a nuestro lado a cien kilómetros por hora y sonaban sus cláxones, algunos nos hacían señales con los dedos y nos sacaban la lengua, no era muy divertido.

Lo conocí mientras capitaneaba uno de aquellos barcos suecos, creo que se trataba del “Playa Larga”. Estaban atracados en uno de los muelles de Ámsterdam cargando para Cuba y llevaban varios meses de viaje. Recuerdo que algunos tripulantes habían explotado por robo a la carga, creo que fue durante un viaje chárter a la antigua Yugoslavia, me parece que en esa batalla por hacer mas pacotilla reventaron a su Primer Oficial, quizás la memoria me traicione, han pasado cuarenta y un años. Si me acuerdo de que en aquella nave viajaba de Segundo Oficial un prieto de apellido Durruti, estudió conmigo en el curso básico de oficiales F1, apenas cruzamos algún saludo obligado mientras nos cruzamos por los pasillos del buque. No estoy seguro si fue otro de los mártires de aquella cruenta lucha contra el cargamento, años mas tarde lo vi trabajando en la construcción. Fue una verdadera pena, era un muchacho muy inteligente y solo lo superé por escasos puntos en la batalla que mantuvimos por el primer expediente. Nuestro Tercer Oficial decidió no regresar mas al buque y se quedó en Portugal, se llama Amílcar y ya le he dedicado unas líneas. Del “Playa Larga” nos enviaron a un agregado de cubierta apodado “Conchito”, ya lo mencioné en uno de mis trabajos titulado “Perdidos en el mar”, todo un desastre.

El aburrimiento superó al pánico durante aquel corto viaje a La Haya, le encontré pocos encantos a la capital de Holanda, un sentimiento parecido lo experimenté en Canadá cuando visité Ottawa. Después de recorrer tantas veces las calles de Rotterdam y Ámsterdam, ciudades monstruos de aquel pequeño país, partes de La Haya con la impresión de haber visitado a un enano. Ottawa viene siendo lo mismo cuando la comparas con Toronto y Montreal. No menos peligroso fue nuestro regreso, a la corta vista de Lapido había que sumarle el estar oscureciendo y los efectos de las luces de los carros que viajan en sentido contrario, me prometí no repetir aquella angustiosa aventura. 

Influenciado tal vez por los privilegios gozados por el Capitán Calero en nuestro barco, tuvo que haber sido el motivo que lo empujara a alquilar un auto en aquel puerto. No conocía de antecedentes similares en ninguno de mis viajes anteriores, es que realmente no lo necesitaban. Para esas fechas, las agencias que representaban a nuestra empresa en el exterior, les entregaban a los capitanes unas boletas que servían para viajar en algunas compañías de taxis. Luego ellos les pagaban las facturas, yo hice uso de ellas en Bélgica. De todas maneras, estos placeres aun tolerados, demostraban que la situación en la marina no era tan grave como en años posteriores, hablo de esas fechas donde los gastos de “representación” eran todavía ilimitados.


Motonave " "N'Gola"

No fueron pocas las ocasiones en las que acompañara al Paye hasta el buque “Playa Larga”, el tenía a su cuñado y yo conocía a varios tripulantes, recuerdo haber mandado pacotilla con uno de ellos y todo llegó sin faltas a casa. Durante aquellas visitas pude compartir en el camarote de Lapido y como era de suponer, siempre nos perdíamos en relatos de nuestras navegaciones, era muy raro el momento en que se abordaran temas políticos entre nosotros, la confianza en los hombres había desaparecido y todos temíamos una traición.

Lapido era una persona muy medida y educada, nada lo alteraba, era como si por sus venas corriera un torrente de horchata. Su trato era muy respetuoso con la tripulación, al menos esa fue la imagen que me dio las pocas veces que compartí con él. No hubo una palabra de condena hacia su persona entre mis conocidos y deben imaginar que cuando un Capitán es despreciado por su tripulación, la primera palabra que escucharás sobre su persona es la de “hijoputa”. El viejo era querido, respetado y admirado por su gente.

Ya había escuchado algunas anécdotas sobre su participación en el alzamiento ocurrido el 5 de Septiembre en la base naval de Cienfuegos, nunca hizo mención de ella en aquellos encuentros. Creo que a la altura y rumbo que iba tomando la historia, Lapido prefería mantenerla en el anonimato para que se borrara u olvidara. Siempre estuve tentado a preguntarle al Paye, ¿qué carajo le había encontrado su hermana al viejo? Porque si de verdad queremos honrar la verdad, se mandaba un feo de espanto. Me inclino por la belleza de su alma y muchas veces esa virtud tan grande y escasa en muchos seres humanos, supera con creces a la hermosura física.

El buque “N'Gola” Estuvo una vez en Cuba y yo llevé a la casa de mi suegra a dos amigos muy queridos, al caboverdiano Pedro y al angolano Webber. Llamé por teléfono al Paye para invitarlo junto a Lapido y una hora después volvíamos a compartir, ahora con un poco mas de confianza y por supuesto, no pude callar aquellos minutos de pánico sufridos en una autopista de Holanda. Nunca navegué con él, solo una vez estuvo sustituyendo al Capitán del buque “Jiguaní” y para desgracia suya, que no fue su culpa y sí la del Práctico, dejamos mas de tres metros de quilla de balance en el canal de salida del puerto de Cárdenas. Allí lo observé haciendo gala de toda la ecuanimidad del mundo, la necesaria para comandar una nave, la que carecieron muchos ascendidos después de él. 

No tenia remota idea de que Lapido había abandonado la isla por los años ochenta, tuvo que ser muy grande su frustración para dejarlo todo atrás y decidir construirse una nueva vida, ya era demasiado tarde para él. Un día, encontré una nota donde se le mencionaba, la leí muy tarde quizás, el viejo Lapido había marchado al reino de Neptuno sin necesidad de visa. Ese día me prometí dedicarle unas líneas a ese viejo lobo de mar con la vista dañada y la mirada larga. Espero sirva de homenaje a este buen hombre y excelente marino.


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-04-16


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Motonave "Jiguaní"

Nota aparecida en la pagina web “Circulo Naval Cubano”

Desaparición del Capt. Ramón Lapido
Recibimos la siguiente información sobre el desaparecido Capitán Ramón Lapido.

El Capt. RAMÓN LAPIDO era hijo del S1Mcg (Mecanógrafo) del mismo nombre...perteneció al DNS (Distrito Naval del Sur Cienfuegos) con el grado de S1Tq (Sargento de Primera Taquígrafo) ...Su participación en el alzamiento del 09/05/1957 en Cienfuegos nunca estuvo determinada...no lo vi en el colegio San Lorenzo...cuando lo instruimos de cargo en la causa 33 de 1957 por rebelión optó por abstenerse de declarar....al regresar de Isla de Pinos el día Primero de Enero de 1959 fue ascendido a AlfFrg.

Estudió en la A. N......en los 80s cruzó el charco... y durante su estancia en Miami siempre mantuvo un low profile... siendo skipper de una motonave que daba viajes a Venezuela, cuando retornaban a casa fue Overboard y se ahogó... creo que la tragedia sucedió en el Lago de Maracaibo...en general fue una persona decente y por todos muy estimado.

Orlando L. Alfonso


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viernes, 13 de abril de 2018

EL CAPITÁN


EL CAPITÁN



Motonave "Sierra Maestra", buque insignia de la marina mercante cubana.


“El Capitán es la suma de la tripulación”, esas sabias palabras me las expresó el viejo Capitán Julio Justiz Calderón en el año 1968 y las repito constantemente. Era yo un simple aspirante a lobato y contaba solamente con 18 años. Viajaba como agregado de timonel, una plaza inventada para mí, no recuerdo a otros de mi generación que viajara en esas condiciones y ganara solamente $2.50 dólares a la semana y $50.00 pesos cubanos al mes, porque ese era mi salario aunque trabajara como el que más. Lo cierto es que siempre fui un amante del mar y aceptaría cualquier condición para lograr mis sueños. Aquellas palabras de aquel viejo me marcaron para siempre y las cargué como divisa durante mi vida de marino, las he mencionado en algunos de mis trabajos.


-¡Marino, baje mis maletas! Fue su última orden impartida junto a la escala en el puerto de Cienfuegos. Pude haberme negado, eso no formaba parte de mi contenido de trabajo, pero las bajé con mucho respeto y cariño, acompañada también con esa mezcla de pena al verlo abandonar nuestra nave.


Es cierto, un Capitán debe ser la suma de todos sus marinos, solo así se logra un verdadero éxito en cualquier aventura marítima. Debo aclarar que en este trabajo excluyo el rol que desempeñan capitanes y marinos internacionales, solo me refiero a la parte que me corresponde, la cubana.


Para que esa teoría sea efectiva o real, un Capitán debe comenzar por sumarse a si mismo, imagino que esa operación sea algebraica, todos tenemos virtudes y defectos, no existe un ser humano perfecto, al menos no lo he conocido aún. 


Para lograr un máximo de valores en esa operación matemática, el Capitán debe elegir dos vías para imponer su mandato en el barco. Ser admirado y respetado por sus valores humanos o ser respetado y temido por métodos represivos para imponerse. Muchos conocidos eligieron la segunda opción y a ellos les he dedicado sus merecidas palabras, merecen no ser olvidados nunca.


Un verdadero Capitán debe ser una persona imparcial, el punto de equilibrio en la balanza usada para impartir justicia cuando el momento lo exija. No puede favorecer a nadie o perjudicarlo por su afiliación o indiferencia política, creo que fueron muy pocos los que evadieron este obstáculo y se dejaron manipular por Comisarios Políticos o secretarios del partido. Mirándolos desde lejos en el tiempo, puede arribarse a la conclusión de que ellos también fueron victimas y victimarios del mecanismo diabólico impuesto. Cualquier medida disciplinaria, aunque fuera justa, tomada en contra de un militante, podía originarle situaciones catastróficas en su carrera. No olvidemos que una vez reunidos en el núcleo del partido, el Capitán dejaba de serlo y tal vez un simple engrasador tenía mucha más autoridad que él. Tengamos en cuenta que en la mayoría de las naves cubanas, se contaba con una militancia aproximada al 80-90 % de su tripulación. Era muy fácil sabotear el trabajo de un Capitán y eso ocurría frecuentemente donde no se daba muestra de llevar pantalones para imponer su mando. No fueron pocos los casos donde observé esa subordinación estúpida de un Capitán al núcleo de su partido. Cuando esto sucede los viajes terminan mal y su Capitán no fue capaz de sumar a su tripulación. Todo eso ocurría mientras el Reglamento de la Marina Mercante Cubana, solo reconocía al Capitán como la persona jurídica con mando único en nuestras naves. ¿Qué sucedió, porque cedieron entonces? Las respuestas las tendrán guardadas en sus conciencias.


Motonave "Sandino.

Un Capitán debe compartir con su tripulación los éxitos, fracasos, miserias, riesgos, hambres y dolores de sus subordinados. ¿Lo hicieron todos? Me atrevo a afirmar que muchos no procedieron de esa manera y no fueron queridos por sus tripulantes. No creo sea un buen Capitán, aquel que apertrecha su refrigerador de comida mientras su tripulación se encuentra pasando hambre. ¿Cuántos no lo hicieron? La respuesta debe encontrarse escondida en el baúl de sus conciencias. Los mas inmorales, no conformes con esos privilegios oportunistas apoyados por sobrecargos y cocineros, robaban alimentos que correspondían a su tripulación. Ellos mismos sometían a sus subordinados a un régimen de austeridad insoportable para luego llegar a la empresa con un informe sobre “divisas ahorradas” durante el viaje. ¿Podrán realizar la suma mencionada por el Capitán Calderón? Lo dudo, fueron muy impopulares y solo lograron imponer su mando por medio de medidas represivas. 


El punto de equilibrio mencionado en la balanza para impartir justicia pocas veces existió, no olvidemos los beneficios disfrutados por elementos que formaron clanes, piñas, pandillas, equipos, etc. Mientras actuaban de esa manera, hubo una parte de las tripulaciones marginadas y perjudicadas por los privilegios concedidos a esos amigotes. Lo peor de esto que menciono, radica en la participación de esa militancia que supuestamente debía ser ejemplo. ¿Usted no procedió así? Yo sé que la respuesta se encontrará en lo profundo de ese baúl llamado conciencia.


El Capitán suma hombres con su ejemplo, conocimientos, experiencia, serenidad, determinación, valor ante situaciones peligrosas que ponen en riesgo a la nave y su tripulación. Una orden certera y oportuna infunde respeto en los subordinados, pero la experiencia demostró que no siempre fue así. No fueron pocos los beneficiados por su incondicionalidad al régimen y grande fue el daño producido por estos “disparates” con charreteras de cuatro rayas. Es de suponer que estos elementos tampoco pudieron sumar y la forma de imponer su mando ha sido la más común y mencionada. ¿Te encontrabas en este grupo? La respuesta debe permanecer oculta y estas líneas te resultarán incomodas, muy molestas.


“El Capitán es la suma de la tripulación”, me dijo aquella vez un gran Capitán, solo que el tiempo cambió y aquella operación matemática era algebraica, donde los valores negativos fueron superando a los positivos y convirtieron aquella romántica vida en insoportable.


Yo sé que existieron capitanes muy buenos y a ellos les he dedicado mis trabajos.





Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2018-04-13


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lunes, 9 de abril de 2018

NAVEGAR CON EL AGUA RACIONADA


NAVEGAR CON EL AGUA RACIONADA



Motonave "Habana"


Entre los incontables sacrificios a los que eran sometidos los hombres de mar hace unas décadas, se destacaba el racionamiento del agua de consumo. Quizás la existencia del hombre fuera la segunda razón para imponer esa medida, creo que la principal era garantizar el agua que demandaba el uso de la “caldera”. Los buques modernos la poseen, algunos llevan dos de ellas y sus funciones son muy variadas, casi siempre estaban localizadas en la chimenea del buque. No voy a extenderme en detalles sobre este equipo, no es el propósito del presente trabajo y tampoco correspondía a mi especialidad.

Lo cierto es que la rigidez en las normas de distribución del agua potable estaba en dependencia de varios factores, longitud del viaje, cantidad de tripulantes a bordo, consumo diario por parte del personal y caldera. En viajes cortos hacia Europa a bordo de motonaves, esa regulación tenia un comportamiento casi uniforme, treinta minutos a la hora de despertarse, treinta a la hora de almuerzo para lavarse y una hora en la tarde para bañarse, no recuerdo si otros treinta o quince minutos después de las comidas. Cuando se navegaba en viejos buques de vapor era de suponer que su uso fuera mucho mas controlado y el tiempo para su consumo más reducido.

Aquellos barcos carecían de lavadoras, ¿cómo resolvíamos entonces el drama de lavar la ropa de faenas? Generalmente se hacía una vez a la semana y con métodos poco usuales o desconocidos por las nuevas generaciones. Por ejemplo, navegando como timonel a bordo de la motonave “Habana”, varios de nosotros teníamos la costumbre de amarrar la ropa sucia con “jibilays” (cuerdas de poco grosor) y lo lanzábamos por la popa del barco durante un tiempo. Los golpes del mar durante la marcha de la nave, lo lavaba (en apariencias) del churre acumulado durante el tiempo transcurrido. Luego lo metíamos un rato en un cubo con agua dulce sin uso de jabones y la poníamos a secar. El gran problema radicaba cuando se olvidaba aquella ropa amarrada por la popa del barco, si pasaba mucho tiempo, ella se deshilachaba y solo recogías unos pedazos de trapos. No fue una sola oportunidad en la que obtuve esos resultados.



Motonave "Jiguani"

Generalmente cada nave posee tanques para almacenar agua potable y su capacidad está en dependencia de la cantidad de tripulantes y longitud de los viajes para la que fueran diseñadas. Es de suponer que cuando esas travesías se extendían mas allá del tiempo razonable, el control sobre el consumo del agua era mucho mas riguroso. La carencia de ese liquido fue la causa de muchas arribadas forzosas para reabastecer al buque, no me equivoco si afirmara que esa situación solo era provocada por la existencia de las “calderas”. El hombre podía ser sometido a sacrificios extremos, muchos las vivimos, no así la caldera. De ella dependendían varios equipos auxiliares para garantizar el funcionamiento de la nave.

Muchas locuras “revolucionarias” se cometieron por parte de capitanes irresponsables que, expusieron a sus tripulaciones a peligros desconocidos por ahorrar divisas. Una de ellas fue cometida por el difunto Capitán Carlos García a bordo del buque “Jiguaní”. Después de atravesar el océano Pacifico desde Japón a Panamá y agotadas las ultimas toneladas de agua, ordenó llenar el tanque en el lago Gatún de Panamá, casi la totalidad de la tripulación sufrimos diarreas. Inocentemente saqué una botella del barco conteniendo esa agua y me dirigí al Instituto Carlos J. Finlay en la calle Infanta. Expuse las razones por las cuales solicitaba fuera analizada ese líquido y por poco salgo de aquella institución acusado de “contrarrevolucionario”. 

El caso más dramático en cuanto a racionamiento de agua se refiere, lo viví a bordo del buque “Renato Guitart” transportando tropas para Angola cuando la guerra. Recuerdo que aquella nave poseía un tanque de agua potable con una capacidad aproximada de 300 Tm. y aun así, contando con una tripulación aproximada de 35 hombres, el servicio de agua potable era racionada en travesías normales hacia Europa. Imaginen por un solo segundo cual seria el consumo a bordo con las de 1200 soldados a bordo, solamente con la destinada para beber y cocinar, se gastaban diariamente mas de 25 TM. Estuvo prohibido terminantemente bañarse y el que fuera sorprendido violando aquella disposición seria sometido a una celda hasta la arribada. Gracias a Dios, se infectó con ladillas una bodega donde viajaban 500 hombres. Fueron fumigados con DDT en la cubierta principal y ese día fue de fiesta, autorizaron a bañarse. Ya habían transcurrido veinte días sin probar un baño y la peste era insoportable en todo el barco.



Motonave "Bahía de Cienfuegos", primer barco en el que navegara y poseyera destiladora.

Por aquellos tiempos los servicios sanitarios se descargaban con el uso del agua de mar, al menos se evitaba el consumo de ese preciado líquido, solo que tenía sus inconvenientes cuando la nave se encontraba en puertos altamente contaminados como La Habana o Buenos Aires.

Por la segunda mitad de la década de los 80 comenzaron a arribar buques con destiladoras y convertían el agua de mar en potable. Aun así, no era recomendable abusar de su uso y debía mezclarse con agua potable en los puertos de arribada. Esas destiladoras eran capaces de producir mas agua de la que se consumía diariamente a bordo. Para esas fechas también, los servicios sanitarios se descargaban con agua potable y la mayor parte de esos buques poseían lavadoras, camarotes individuales con baños incluidos, etc. La vida del marino fue un poco mas humana y se eliminaba de aquella manera uno de los tantos sacrificios a los que fuéramos sometidos los viejos lobos de mar.



Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-04-09


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