lunes, 24 de mayo de 2021

LA PAJA EN EL OJO AJENO


LA PAJA EN EL OJO AJENO




Tony llegó desesperado buscando alguien que le hiciera una media, no me explico esa puntería suya para invitarme los días que me encontraba de guardia. Cuando me dijo que andaba con el Capitán mi respuesta fue un rotundo no, un no inviolable, radical. Pero el gallego era un cabrón en el arte de convencer a la gente, tenía toda la paciencia del mundo para seducirte. Me dijo que andaban con tres jevitas y ellos eran solamente dos. La que sobraba era una chamaca de unos dieciocho años con unos seis pies de estatura, rubia, ojos verdes y nada de grasa en toda su arquitectura.

 

-¡Es muy grande para mí! Fue todo lo que pude expresarle en aquel instante que me dio tiempo para abrir la boca, porque eso sí, cuando Tony se lanzaba al ataque no daba tregua al enemigo.

-¡No jodas!, ¿complejitos con la estatura? ¡Caballo grande, ande o no ande! Tenía que ser bastante alta para que él hablara así de ella, el gallego me superaba cómodamente en estatura.

-No sé, nunca he maniobrado con una pieza como esa. ¿Dices que es rubia?

-Como el oro, el pelo le llega hasta la cintura, bien lacio. Comencé a ceder en mis pensamientos, nunca había compartido con una mujer así.

-Yo no tengo dinero y ya sabes de la pata que cojea el Capitán. ¡No! Mejor lo dejamos para otra oportunidad.

Lo veía realizando ejercicios de infantería alrededor de la piscina del hotel Jagua de Cienfuegos, caminaba como un condenado el muy cabrón, lo hacía con el mismo shorcito que utilizaba en todas las navegaciones, apenas tenía ropa tampoco, vestía muy mal para ser Capitán de un barco. Su mujer lo seguía con resignación mientras nos observaba con algo de envidia, le deba tres o cuatro vueltas a la piscina y se perdía en dirección al lobby del hotel. ¿Cómo se llamaba la mujer? No recuerdo su nombre ni me explico que hacía al lado de aquel tipo. Era una hermosa trigueña habanera que no encajaba en el prototipo de su marido, tenía de todo lo que a él le faltaba, cara, cuerpo, gracia, elegancia, sencillez y esa alegría tan suigéneris de los nuestros. ¡El Capitán, no! Era un sapito vestido de uniforme y carente de todo lo que pueda resultar atrayente para una mujer.

-¡Qué pasme la plata si quiere enterrar al animal! Tú no te preocupes por el dinero, acuérdate que él recibe por gastos de representación. No me convencían sus argumentos, tenía libertad para solicitar plata y justificar sus gastos alegando que fueron realizados en función de servicios prestados, pero el hombre no entraba en esa, era uno de los pocos incorruptos que existían en aquellas fechas, nunca gastaba nada extra. Peor aún, sometía a sus tripulaciones a sacrificios extremos innecesarios y en todas las asambleas sus peroratas justificativas giraban en torno al bloqueo.

-¡No jodas, Tony! Si este tipo es capaz de sacrificar a su mujer, ¿qué coño podemos esperar nosotros? ¡Búscate otro, men! Yo no comparto con ese tipo en la calle, es suficiente que me lo tenga que disparar a bordo.

-¡Asere, no me hagas eso! Tengo un material de primera esperándome en la aduana, tú eres mi única esperanza. Sus últimas palabras estuvieron sobrecargadas de frustración y me conmovieron hasta los cimientos del alma, tuve que ceder. ¡Vamos! Tampoco tan calvo, yo era un jodedor de guardia las veinticuatro horas y no necesitaba tanta cuerda.

-Tony, en la primera mariconería que se ponga este sapo de mierda te la dejo en los callos. Te repito, no tengo un solo centavo para pasmar en esta aventura. La felicidad le regresó al rostro al escucharme y partió para hablar con el Tercer Oficial. A Paneque no había que darle muchas explicaciones, apenas salía del barco y consumía la mayor parte del tiempo leyendo, era un tipo que siempre se encontraba radiante de felicidad sin justificación alguna. Cualquier tiempo en el barco era mejor a los pasados en la Sierra Maestra, siempre me dije. Paneque era conocido entre los rebeldes como el Capitán Bayamo, nunca le pregunté por qué. Ocupaba esa plaza de oficial gracias al Capitán, no sabía obtener posiciones por radar o utilizando métodos tradicionales con el uso de la alidada, menos aún con los astros. Paneque era un adorno que teníamos en el puente y siempre se acompañaba de un muñequito llamado Zucuzucu. El Capitán se empeñaba en enseñarlo a obtener posiciones y diariamente le impartía alguna clase. Luego, cuando consideraba que su alumno había aprendido algo, le solicitaba que obtuviera la posición del buque, Paneque se dirigía a su muñequito y le decía; ¡Zucuzucu, posición!

Era una rubia que valía la pena cualquier sacrificio, hasta el estar escuchando al Capitán hablar mierdas durante cuatro horas. Tomamos una mesa para seis personas en el restaurante y yo no quise comer nada, lo había hecho en el barco a las seis de la tarde. El vodka lo mezclé con la Pepsicola rusa que se fabricaba entonces en ese país, era de los escasos productos capitalistas disponibles entonces. La rubia era monumental y sentada a mi lado me superaba dos cuartas, pero solo hablaba ruso, no entendía ni los esfuerzos mímicos que yo realizaba y con los cuales triunfé en otros países. La velada fue muy aburrida y no pasó de ser solamente eso, una velada en la que todos esperábamos que el tipo con la plata se empatara. Tony me miraba, yo lo miraba, me volvía a mirar y nos pasamos toda la noche en esa bobería. Con los ojos nos decíamos lo mismo, ¡oye!, si este tipo no se empata en Cuba con una gata, ¿crees verdaderamente que logre conquistar algo en Rusia?

Nos despedimos con la promesa de encontrarnos al siguiente día a la entrada del restaurante, no existían muchos lugares de distracción en Novorossisky por aquellos tiempos. La distracción nunca ha sido una prioridad en la mentalidad comunista, todas nuestras salidas realizadas por invitación de las organizaciones políticas estaban dedicadas a mostrarnos las huellas de la guerra. El monumento al soldado desconocido, un submarino de no se sabe qué época, el museo tal y más cual. Y para serles franco, lo que menos importa a un marino sometido a largos tiempos de abstinencia sexual, es someterse a la historia de guerras o héroes. Una simple y modesta puta puede satisfacer nuestras exigencias del momento.

La rubia no fue ese día y a pocos metros del restaurante le dije a Tony que regresaba a mis aventuras cotidianas. Yo lo imaginaba, demasiado grande aquel caballo que anda o no anda y rubia para más defecto. Demasiado enano para ella, y lo peor, flaco, trigueño y no hablaba ruso.

-¡No te vayas! Casi me gritó Tony cuando trataba de girar sobre mis pasos. –Lo que te tengo es material de primera, ¿ves aquella trigueña de ojos azules?, es la que vino en sustitución de la rubia. Paré en seco y recorrí toda su figura en segundos, me convenció. Nos sentamos en la misma mesa de seis personas de la noche anterior luego de sobornar al portero de la entrada, la camarera se sintió muy feliz al vernos regresar y tenía razón para comportarse así. Tony fue el que había pagado la cuenta con el dinero del Capitán y dejó buena propina.

Nunca había sido tan dichoso en mi vida, me encontraba sentado al lado de un monumento ruso. Trigueña como yo, más o menos de la misma estatura, unos ojos que eran la prolongación del cielo en el cuerpo humano y por bendición de Dios, aquella ninfa hablaba español.

Mientras comíamos, tocaba un grupo musical que entre números tradicionales interpretaba algunos rocks lentos de cantantes famosos en esa época. Me gustaba aquella costumbre rusa de estar comiendo y detener el cuchillo o el tenedor para salir a la pista. Cuando menos lo imaginabas llegaba una mujer y te tocaba en el hombro para invitarte a bailar, aquel relajo era un vacilón. Comías un poquito y hacías la digestión moviendo el esqueleto. Otro detalle relevante y que asimilé a la velocidad de un trueno lo fue, que cuando una mujer estaba para tu cartón no era necesario forzar la situación. Mientras bailaban ella se pegaba a ti, te abrazaba y hasta te besaba en el cuello. A los cubanos no hay que darles mucha cuerda en esos casos, manos por la cintura que tú conoce ejerciendo presión hacia tu cuerpo y una respuesta oportuna a todos esos besitos espontáneos que nacen en medio del baile. Luego, disimular en lo posible las repentinas erecciones y tratar de regresar a la mesa algo inadvertido.

-¡Damoi! Me dijo la rusa cuando salimos del restaurante y esa palabra yo la había aprendido a la perfección. Tampoco comprendo el por qué me lo había dicho en ruso hablando tan bien el español, estaba tan caliente como yo.

-¡Tony, voy quemando, men!

-¡Asere! No me dejes embarcao ahora.

-No te dejo embarcao, men. Ya yo cumplí contigo y la pieza está caliente, me invitó a su casa.

-Sí, pero debemos esperar a que el Capi cuadre la caja. No olvides que él fue quien pagó.

-Pero ese no fue mi trato, yo te hice la media. ¡Carajo! No me pidas ahora que espere a que ese sapo ligue. Tú sabes que el tipo es zurdo para estas cosas y si no lo hizo anoche, no esperes nada positivo hoy.

-¡Coño, mi herma! No me dejes con esta candela, yo estoy más desesperao que tú. Volvió a conmoverme y me dejé arrastrar por los sentimientos. Unos metros separados de nosotros se encontraba el Capitán pasmado, no hablaba nada, no era escopeta como nosotros.

-Bueno, voy a convencer a la rusa para hacerles la media, pero por Dios, si se demora mucho en el ligue voy quemando. Fuimos caminando hasta un parquecito donde los bancos se encontraban bastante separados entre sí y cada pareja eligió el suyo. Era verano para ellos, solo para los habitantes de aquella ciudad. En las noches la temperatura bajaba mucho para nosotros, se acercaban a nuestros inviernos. La oscuridad era casi total y las luces de las edificaciones próximas no afectaban aquella deseada intimidad. ¡Damoi! Me repitió en varias oportunidades aquel monumento de mujer y siempre traté de convencerla de la necesidad de nuestra presencia en aquel banco. El tiempo pasaba en medio de aquel manoseo propio de jóvenes y la temperatura de ambos cuerpos se elevaba rompiendo los efectos que producían sobre ellos la frialdad y humedad de la madrugada. Hubo una barrera que al principio consideré difícil de vencer, no imposible para cualquier hombre de mi edad. Le fui subiendo poco a poco su maxifalda en la medida que mis hábiles manos de panadero recorrían esa parte de su cuerpo. Media hora después, yo me encontraba con el pantalón sobre las rodillas y ella permanecía sentada sobre mis piernas. ¡Damoi!

-¡Document! Dijo una voz oculta detrás de la impactante luz de una poderosa linterna que apareció desde ultratumba y me asustó. Le bajé el royo de tela de la muchacha en un movimiento casi brusco y la senté a mi lado mientras subía el pantalón y trataba de fingir estar haciendo algo que no fuera lo que realmente hacía al ser sorprendido.

-¡Document! Repitió aquella voz con timbre de acero y metí la mano derecha en mi bolsillo trasero sin poder distinguir a nadie detrás del foco que me apuntaba, le extendí mi pasaporte. -¿Kubinsky?

-Da, yo soy kubinsky. Le respondí con cierto miedo, ya me habían hablado de la mala fama que tenía aquella milicia rusa. La muchacha permanecía muda a mi lado.

-¿Gabana? Dijo el tipo que al parecer leía los datos de mi pasaporte.

-Da, yo vivo en La Habana, Gabana.

-¡Niet problem! El tipo me entregó el pasaporte y se retiró. Dije yo, claro que no hay problemas, somos hermanos, somos socialistas y que viva el internacionalismo proletario. Los vi cuando se llegaron hasta los bancos de Tony y el de Ferreiro, los imagino desarrollando el mismo procedimiento de preguntas y respuestas esperadas, yo vuelvo a lo mío. El mismo calentamiento de células, moléculas, iguales pulgadas de tela a enrollar, blumer que se baja, pantalón rodando hasta las rodillas, carne que frota con carne, lenguas que viajan hacia otras cavidades, pequeños saltos espasmódicos e involuntarios, algunos gemidos que rompen el silencio de la madrugada.

-¡Document! Rompe una voz diferente aquella hermosa armonía de movimientos. ¿Otra vez? El susto fue sustituido por el descaro del que reincide y el tiempo para bajar el rollo de tela de la maxifalda fue más prolongado, la luz viajaba entre piernas buscando las pruebas del delito con más interés que la vez anterior. Le entregué nuevamente el pasaporte que me identificaba como hermano de causa.

-¿Kubinsky? Preguntó nuevamente aquella voz diferente.

-¡Da! Y vivo en La Habana, Gabana y somos tovarichs… Detrás de aquella luz salieron unos gorilas que se aferraron a los brazos de la trigueña de ojos azules que hablaba español y se la llevaron. Sentí la palma de una mano abierta sobre mi pecho que me detenía y vi desaparecer a la mujer dentro del arco de oscuridad que escapaba al haz de luz de la linterna. Luego, aquel grupo silencioso viajó hasta los bancos de Tony y el Capitán para repetir la operación. Uno de ellos nos dijo en perfecto inglés que nos fuéramos tranquilitos para el barco, las muchachas fueron montadas en carros patrulleros.

-¡Coño, Tony! Te lo dije, men. Ferreiro no es escopeta pal ligue. Mira el pasme que me ha dao. El gallego no quiso responder y caminaba en silencio a mi lado, había sido perjudicado por la misma medida. Unos minutos después comencé a sufrir un dolor muy agudo en los testículos y apenas podía caminar. Le pedí a Tony que me dejaran y continuaran ellos solos, el dolor se convirtió en insoportable y me obligaba a marchar con las piernas abiertas. Creo haber arribado al buque una hora después de Tony y el Capitán.

-¿Qué te pasa? Me preguntó el guardia de portalón.

-Me duelen los huevos, creo que haya sido por culpa de un calentón.

-Eso es fácil de resolver, tienes que botarte una paja.

-¡Dale al carajo! Ni que la pueda parar ahora.


Allí permanecimos atracados mas de un mes y no volvimos a encontrarnos con las chicas, las desaparecieron con el mismo encanto utilizado por todos los países comunistas. Quizás las acusaron de jineteras y no consideraron que nosotros éramos tovariches, hermanos de luchas.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal.. Canadá.

2008-09-04

 

 

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jueves, 20 de mayo de 2021

CAPITÁN MANUEL BALSA LARRINAGA


CAPITÁN

MANUEL BALSA LARRINAGA


 

Aventurarse a realizar una descripción correcta sobre la personalidad de Manolito, puede generar conflictos adversos por sentimientos muy particulares. De un lado tenemos al Manolito buen padre, hijo, hermano, tío, etc., casi adorado en el seno de su familia, yo soy testigo de esto que hablo. Del otro lado tenemos a nuestro Manolito, el hombre que en aquellos tiempos gastaba la mayor parte de su vida entre nosotros. Entonces, debemos separarlos, uno y otro son totalmente diferentes. Cuando se haga referencia a este hombre y se mencionen todas sus virtudes y defectos, puede incurrirse en excesos para unos y si dejáramos de mencionarlo todo, esas omisiones resultarían ofensivas a su memoria. Manolito fue el mismo y ya nada puede cambiarlo.

Estudiamos juntos en el Curso Básico para Oficiales que culminó a bordo del buque escuela “Viet Nam Heroico”. Venció todas sus asignaturas sin dificultad, pero nunca le interesó ir más allá del propósito de graduarse, o sea, nunca luchó por tener una nota sobresaliente. Pertenecimos al mismo grupo y compartimos el mismo camarote.

No haber logrado una puntuación destacada en sus estudios no le restaba inteligencia, Manolito poseía ese don natural cuyo coeficiente lo situaba por encima de la media normal entre nosotros. Tenía esa inteligencia natural, que bien utilizada, le sirvió para abrirse paso en la vida. Creo más bien, sus mejores títulos fueron esa Patente de Corso, Filibustero, Bucanero o Pirata de la que hizo un uso apropiado durante su vida de marino.

Era un loco y nunca se detuvo ante nada, desconocía el peligro o portaba una sobredosis de testosterona. Cuando se proponía algo nada lo detenía hasta lograrlo, mucho peor, podías verte involucrado con él en una aventura ajena a tus intereses por una razón muy poderosa. Manolito poseía un poder de persuasión y convencimiento que te amarraba y dormía en poco tiempo, era terrible. Ya una vez escribí sobre aquella aventura suya de irme a buscar a media noche en una canoa de dos remos y mi barco se encontraba fondeado en medio de la bahía de Luanda. Imposible decirle que no, nunca se rendía e insistía hasta agotarte, una hora después me encontraba remando junto a él rumbo al buque “Las Villas”. Otra anécdota de Luanda me traslada hasta una noche, donde me veo portando un AK-M penetrando junto al tele Luisito en uno de los barrios más peligrosos de aquella ciudad. Manolito iba conduciendo un auto del que desconozco quien era el propietario, iba armado también. -¡Ustedes son mis escoltas, si escuchan algún disparo llenen de huecos esa casa! Esa fue la orden que nos dio mientras tocaba a la puerta de aquella choza y negociaba con una vieja bandolera. Del interior salieron dos negros armados con fusiles AK-M también y se dispusieron a descargar unas cajas de ron del maletero del auto. Yo no sabía cómo había llegado hasta allí, ni qué necesidad tenía de verme involucrado en aquella peligrosa acción, solo encontraba una respuesta, Manolito.

Además de osado y valiente hasta la temeridad, era un tipo superdivertido, siempre estaba contento, resultaba difícil verlo enojado, y créanme, era lo mejor que se podía hacer si se compartía con él. Cuando la ira lo invadía se ponía rojo como un tomate y no lograba coordinar una oración, no hablaba, balbuceaba y le aparecía una tartamudez repentina muy peligrosa, después de esa fase podía aparecer la trompada. Si algo lo sacaba de sus cabales lo fue la traición, no la toleraba, si él no la cometía, esperaba en reciprocidad un comportamiento similar. Si eras su socio, estatus que no alcanza el nivel del amigo, podías estar seguro de que te sería fiel y nunca te traicionaría. Si eras su amigo, los privilegios que gozabas en su trato superaba al que brindaba quizás a sus propios hermanos, era simplemente un hombre especial.

Manolito nunca abandonó sus locuras a lo largo de aquella carrera contra el reloj desde que fuera un estudiante hasta lograr los grados de Capitán. Nunca cambio su personalidad, no se infló como muchos, solo era un loco con más responsabilidad. Recuerdo que me propuso salir con él como su Primer Oficial y esa vez su insistencia le falló. Lo conocía muy bien y preferí conservar su amistad alejada de los rigores del trabajo. Fue su último viaje y su esposa siempre condenó mi negativa alegando que yo lo hubiera controlado. Nada más falso que aquella expresión casi desesperada de ella, solo había una persona en el mundo capaz de controlar a Manolito y nunca en su totalidad, esa persona era precisamente ella.

Me encontraba navegando y hasta mí llegó la noticia de su fallecimiento. Fui con mi hijo a darles las condolencias y me lo encontré vivo, pero muerto en vida. Ya no tenía ante mí al Manolito que les he descrito y donde oculto otras aventuras, me partió el alma aquel encuentro y mi hijo quedó traumatizado. A partir de esa fecha, aquel loco simpático, valiente y fiel amigo, comenzó un recorrido doloroso para él y toda su familia.

Si de algo deben vivir orgullosos sus hijos, creo que deba ser por todo el amor que Manolito les profesó en vida, los adoraba. Si de algo debemos estar orgullosos sus amigos, fue aquella fidelidad que siempre nos regaló junto al recuerdo imposible de borrar, la de aquel loco al que una de todas sus virtudes lo superaba y brillaba junto a él, su inmaculada “hombría”. Eso era y es él en nuestras memorias, un hombre a todo dar. Había escrito dos trabajos que dediqué en su honor hace mucho tiempo, hoy me propuse desnudarlo un poco más ante sus ojos. Estoy convencido de que aquel Corsario, Filibustero, Bucanero o Pirata cubano llamado Manolito, ya deba haberle vendido dos motores fuera de borda a Neptuno para que se desplace con más velocidad en su reino.

 

Con mucho afecto y cariño a ese amigo de los que hoy escasean y nunca mueren, solo se van y nos dicen; ¡Hasta luego!

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-20

 

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martes, 18 de mayo de 2021

MARINA MERCANTE CUBANA, PENÚLTIMOS DÍAS


MARINA MERCANTE CUBANA,

PENÚLTIMOS DÍAS


 

El naufragio de nuestras flotas, creo sin temor a equivocarme, las mas grandes, mejor dotadas técnicamente y operadas por hombres bien capacitados (salvo contadas excepciones), vanguardias de este continente y otros subdesarrollados. Ese naufragio estaba ante nuestros ojos y solo los estúpidos fanáticos que se alimentaban con discursos, los ciegos y sordos ante una realidad que dejaba de ser una amenaza para convertirse en la peor de las galernas, se negaba a aceptarlo.

Cada día era mas frecuente escuchar que algunos de nuestros buques se encontraban detenido en un puerto cualquiera, detenciones que llegaron a extenderse por un año como el del buque “Bahía de La Habana” en Montreal en 1991, por solo citar uno de tantos ejemplos. ¿Quién de nosotros no estuvo preso alguna vez?

¿Cuántos barcos no fueron obligados a darle la vuelta al mundo por Sudáfrica, cuando la vía del Canal de Suez era más corta y económica? Nos transformaron en tripulaciones de fugitivos que huíamos constantemente a las demandas realizadas por cientos de acreedores, gente que debíamos pagar los errores cometidos por otros, y ustedes saben perfectamente quienes eran o son.

La vida se nos hacía cada día más difícil a bordo de nuestras naves, la fueron convirtiendo en un verdadero infierno. Ya no era donde se trabajaba por el placer o amor a una profesión, simplemente se sufría y ese sufrimiento se multiplica cuando solo tienes ante la vista cielo y agua. Una vez en ese inmenso mar, no hay sitio a donde acudir para solucionar nuestros problemas y la orden de “continuar”, al precio que fuera, siempre estuvo presente.

No es fácil salir a navegar con un barco mal abastecido de todo lo imprescindible para garantizar la vida en esas circunstancias. Mucho más difícil es arribar a un puerto cualquiera y no encontrar dinero para abastecer la gambuza de los productos necesarios para continuar el viaje. La agencia te comunicaba que solo había dinero para abastecer al buque de combustible y agua. No tenían dinero para avituallar al barco de comida y tampoco para pagarle a la tripulación sus miseros salarios, como si $2.00 dólares diarios fuera demasiado dinero. ¿Qué hicimos? Mejor no respondo esta pregunta. ¿Han visto alguna vez a un Capitán de una flota cualquiera mendigando un poquito de dinero para resolver comida? ¡Claro que lo vimos y nos callamos!

I'm sorry, Cuba don't pay! Ese era el mensajito que nos daban las compañías telefónicas cuando deseábamos realizar alguna llamada oficial. ¿Se imaginan por un instante ese estado de incomunicación o abandono encontrándonos en Singapur o Malasia? ¿Cómo puede operar una flota en esas condiciones? ¡Es imposible!

Imagina por solo unos segundos que arribas a Bangladesh, dicen que es uno de los países mas pobres del mundo, eso lo han repetido en innumerables oportunidades en los noticieros de Cuba, ¿me equivoco? Imagina que arribes con la gambuza en cero, o sea, totalmente vacía y te faltan mas de dos meses de viaje. Se pegan al buque varias pequeñas embarcaciones cargadas con alimentos frescos y animales vivos, ellos solo piden cambiar toda aquella comida por cables y cabos viejos. ¿Saben cuáles fueron las respuestas del Capitán y el Secretario del Partido? Que nosotros debíamos vender esos cables y cabos viejos, pero el dinero debía guardarse para ser entregado en La Habana. No había escuchado nada tan absurdo o irracional, tan sumamente ridículo o cobarde, ya les dije el tiempo que nos faltaba para llegar a casa.

Imaginen por un instante que navegan en un buque con mas de treinta tripulantes, treinta estómagos de seres que esperan le arrojen una migaja a la hora del desayuno, almuerzo y comida, treinta estómagos que cuando se unen dan origen a una bolsa algo amplia. Imaginen que están en un puerto cualquiera esperando un poquito de plata para aliviar en lo posible las necesidades de tres departamentos. Imaginen que esa plata llega y solo sean $500.00 dólares, es de infarto, ¿no? ¿Cómo puedes dividir ese ridículo dinero entre tantas necesidades?

Por máquinas te piden materiales para garantizar el trabajo de los generadores, un balón de acetileno y oxígeno, juntas, etc. Por cubierta se solicita espejuelos anti-impactos, guantes, brochas, cepillos metálicos, papel para el radio facsímil, papel para el barógrafo, papel para el termógrafo, etc., etc., etc. ¡Pero nos falta la solicitud de cámara! Ellos piden café, ensaladas, pasta de dientes, harina para hacer pan, huevos, vegetales, papel de baño, etc., etc., etc. Entonces se produce una reunión entre los jefes de departamentos donde cada uno de ellos sale disgustado. Si compras los balones de acetileno y oxigeno no alcanza la plata para el papel del radio facsímil. Si compras el papel para el termógrafo y barógrafo no alcanza el dinero para los vegetales. Si compras espejuelos anti-impactos no alcanza el dinero para limpiarte el culo. Una gran discusión toma horas en aquella pequeña reunión y cada jefe expone la importancia o urgencia de sus pedidos. Finalmente gana el culo, poco importa si se rompe una tubería en medio de una galerna y no se pueda hacer nada por falta de acetileno. ¡Que Dios se apiade de nosotros! Podemos navegar con buena suerte sin esos balones, pero no podemos hacerlo con el estómago vacío y el culo sucio. ¿Parece un chiste, verdad? No lo es, estas situaciones dramáticas se vivieron en los penúltimos días, un poco antes de que todas las flotas naufragaran.

¡Ya! Los escucho desde sus lejanías, el “bloqueo”, los putos norteamericanos y todas esas boberías. Otros prefieren guardar silencio, siempre han sido muy calladitos. Veo en la lejanía a muchos de aquellos fanáticos, ciegos y sordos, no han cambiado. Continúan siendo los miserables de aquellos penúltimos días, penúltimos barcos, penúltimos hombres, penúltima vida.

Todo era mentira y se supo la verdad después que se derribó aquel muro, éramos solo apariencias, un país convertido en proxeneta e incapaz de satisfacer sus necesidades, un hijo bobo de los rusos estudiando en una universidad. Pasado el penúltimo día todo se fue a la mierda.

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-18

 

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jueves, 6 de mayo de 2021

El RECLUTA 51


El RECLUTA 51




“El Recluta 51” es un libro testimonio concebido por el pintor cubano Luis Vega, quien, empujado por una necesidad imperiosa, trata de deslastrar un viejo e insoportable peso cargado sobre su conciencia durante medio siglo. Deja a un lado sus pinceles y paleta en esa pausa necesaria y, sin percatarse apenas, comienza a pintar también en la pantalla de su ordenador todo aquel horrible paisaje vivido y conservado en su memoria. Porque eso es verdaderamente lo que hace Luis en este libro, pintarnos una vida saturada de angustias, privaciones y penas, con sus mejores colores. Alejado de toda influencia maligna en su pasado y corrientes actuales, no existe una sola línea de esta obra, donde el odio logre vencer la nobleza de aquel espigado joven arrebatado de su seno familiar el 17 de Abril de 1964.

Con un estilo muy particular, trata de darle vida, quizás a fantasmas, porque varios de sus compañeros de infortunio se han marchado para siempre, y lo logra. A través de pequeñas viñetas, enviadas como tarjetas postales, atrapa a cada uno de aquellos muchachos con los que compartiera durante esos infinitos tres años de cautiverio. Lo hace mostrando los mejores colores que nos brinda el amor, y al implacable verdugo de nuestros desvelos, le brinda el espacio que merecieron dentro de su memoria, sin odios, deseos de venganzas o cualquiera de aquellos castigos que le aplicaron siendo un muchacho.

Por una u otra razón de la que no se le puede pedir explicación, porque es un derecho de cada autor a expresarse libremente, Luis elige utilizar seudónimos o nombres falsos en sus personajes, lo comprendo, corren tiempos de sorpresas. Sin embargo, hubiera sido un bello homenaje a todos aquellos jóvenes que, sufrieron esos tres años de abusos, vejaciones y humillaciones en su compañía y hoy no están con nosotros. Son pocos los testimonios publicados por las víctimas de aquel temprano y horrible abuso cometido en 1964 contra la juventud cubana, el Primer llamado al SMO (Servicio Militar Obligatorio) El suyo, además de ser un valioso testimonio, no deja de ser un hermoso homenaje a todos aquellos muchachos, solo que sin un destinatario definido.

En algunos pasajes de su obra, Luis es capaz de arrancarte una sonrisa donde solo existió dolor y puede interpretarse como una parodia cuando no lo es. Todos conocemos la capacidad suigéneris del cubano a la hora de burlarse de sus propios sufrimientos. Pueden aparecer escenas surrealistas, absurdas, imposibles de considerarlas ciertas, pero así mismo, con esa aberrante fantasía, ha transcurrido la vida en Cuba durante estos sesenta y dos años.

Muchas cosas se le escaparon con la premura por darle nacimiento a esta criatura y daría motivos para publicar un segundo tomo, incluso mas amplio que el presente. Temas que traten con profundidad el castigo inmerecido que recibimos por el único delito de ser jóvenes y haber nacido antes del 1959. Cuando se llega al final de su lectura, simplemente nos quedamos con esa hambre insatisfecha por saber más. Bueno, para el que no estuvo a su lado o desconoce cuál fue la suerte corrida por esos muchachos condenados a ganar $7.00 pesos mensuales. Si crueles fueron el único teniente llamado Daniel y el único sargento de apellido Soto en aquella Unidad de solo sesenta reclutas, mucho mas malvados y despreciables fueron algunos de los reclutas que realizaron funciones de jefes de pelotón, oficiales de guardia, político, etc. Se requiere haberlo vivido para hacer mención de las miserias humanas que brotan cuando se otorga una onza de poder al hombre. Ya lo dije con anterioridad, el libro de Luis va de amor y las veces que se independiza de su yo en todas las narraciones, lo hace generalmente para dedicarle algunas líneas a quienes sufrieron junto a el y no a quienes le provocaron dolor.

Convencido estoy de que, si aquella ley se impuso para educarnos “revolucionariamente” y convertirnos en la primera generación del “hombre nuevo”, la cosecha obtenida tuvo resultados negativos. Nosotros fuimos los primeros en saborear la crueldad de aquellos verdugos y fieles testigos del crimen silencioso que se estaba cometiendo con la complacencia, complicidad y silencio de todo un pueblo.

Luis pudo escapar a las tareas de esclavos que realizamos en esos tres años y lo logró gracias al gran talento que mostró desde esa temprana edad por la pintura, yo soy uno de los testigos que puede reafirmar lo que escribió en esos pasajes. En nuestra Unidad pintó una hermosa valla, lo hizo también en el Circulo Social de la Granja Menelao Mora y otro mural a la entrada de la base aérea de Baracoa. Sus cuadros también fueron hermosos y aquellos pinceles lo convirtió en una moneda de cambio por otros servicios.

Por azares de la vida o caprichos de la mente humana, hace solo unos días escribí su nombre en el buscador de Google. Aparecieron varios Luis Vega, pero no todos eran pintores como él. encontré que había escrito este libro y lo encargué inmediatamente por Amazon, yo sabia que me iba a identificar con él, pero nunca imaginé que me dedicara dos de sus viñetas con el seudónimo de “Cabañita”, ya pueden imaginar la alegría experimentada. Continué mi búsqueda y encuentro su galería con un número de celular disponible. Llamé y no obtuve respuesta, le dejé un mensaje y unas horas más tarde estábamos enredados en una larga conversación, la normal para tratar de recuperar cincuenta y cuatro años de ausencia.

 

…Cabañita, en las noches de guardia se perdía montado a caballo, con solo un saco de yute por montura y una soga por freno. Yo lo cuidaba como un padre, y disfrutaba verlo galopar con aquel aire de libertad que se reflejaba en su rostro…

(Viñeta titulada “La Guardia a Caballo)

 

¡Muchas gracias, Luis! Es grato leer que te dediquen palabras de afecto o cariño como estas, aunque haya transcurrido medio siglo de aquellas cabalgatas nocturnas.

Amigos, solo me queda invitarlos a disfrutar de esta acuarela llevada a un libro con el testimonio de lo que un día fuimos y nunca dejamos de ser, aquellos jóvenes. Pueden encontrarlo en Amazon.

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-06




 

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lunes, 3 de mayo de 2021

LAS PURGAS EN LAS FLOTAS MERCANTES CUBANAS.


LAS PURGAS EN LAS FLOTAS MERCANTES

 CUBANAS.


 Buque Escuela "José Martí" mientras era hundido en el Océano Atlántico.



Las “Purgas”, ese proceso de eliminación, depuración y expulsión definitiva de las flotas, tuvieron como objetivo, la selección de hombres que se acomodaran a los propósitos o intereses del régimen cubano para lograr tener entre las filas de tripulantes a hombres de su entera confianza. No puedo señalar con exactitud sus primeras fechas de aplicación, pero imagino hayan existido desde el primer minuto en que los pocos buques mercantes de la época anterior al 59 pasaran a manos del gobierno. Se realizaron purgas individuales y colectivas que tomaban como termómetro evaluativo la identificación política del individuo, sus inclinaciones sexuales y afiliación religiosa. Existió una purga muy silenciosa y tal vez la más severa o difícil de vencer, me refiero a la realizada por la Seguridad del Estado, enmascarada con el nombrecito de “Carnet de Mar”. Documento que nunca existió entre todos los que debíamos portar y que tampoco nos entregaran, esa investigación era mucho mas severa con los hombres que no militaban en nada y podía tomar meses tener una respuesta de aceptación o rechazo a las pretensiones de ingresar en la flota. La suerte de los hombres dependía mucho de las informaciones que ofrecieran los CDR, y si por casualidades de la vida, no les resultabas agradable, aunque fueras un joven laborioso, una acusación de ellos era suficiente razón para quedar fuera de juego.

Yo conocí de cerca las primeras purgas realizadas una vez ingresado en la Empresa de Navegacion Mambisa, fueron muy severas y practicadas por jóvenes verdaderamente extremistas durante el periodo de tiempo que nos mantuvieron en la agricultura. Regreso hasta el año 1967 y me uno al grupo conocido como “Los Marinos Embajadores”, casi todos desmovilizados del primer llamado del SMO (Servicio Militar Obligatorio). Este grupo que inicialmente contaba con algo mas de doscientos aspirantes a marinos, fue la primera y mayor incorporación masiva de jóvenes a Navegacion Mambisa. ¡Por supuesto! Con ellos se integraron la mayor cantidad de chivatos a la flota en esas fechas. Esa experiencia fue repetida a principios de los años setenta con la incorporación de aquellos muchachos de origen campesino conocidos como “Los Plataneros”.

En el grupo de los “Marinos Embajadores” no era tan numeroso el grupo de chivatos, debe tenerse en cuenta que el partido comunista fue fundado en 1965 y la UJC un poco antes, sus exigencias para integrarse a sus filas eran extremadamente rigurosas. Sin embargo, de aquellos pocos, existió un equipo verdaderamente letal que, arrancó tantas cabezas en el camino, logrando diezmar al grupo hasta reducirlo a menos de cien un año después de nuestro ingreso. El equipo final de estos extremistas estuvo encabezado por un flaco horroroso de apellido Taquechel y secundado por otros personajes como Navarrete, Luaces y otros que no recuerdo, solo me llegan a la memoria los mas famosos. Uno que otro pudo ser neutralizado una vez a bordo por la pacotilla o el régimen de vida en los barcos, no lo puedo asegurar, pero hicieron muchísimo daño y destruyeron los sueños de buenos jóvenes. Recuerdo a muchachos que fueron expulsados por simplezas que ellos consideraron “desviaciones ideológicas”. Durante ese periplo agrícola que duró un año, estuvimos desarrollando tareas de guajiros en el pueblo de Palos, las Chiverías (cuidando cabras que el comandante había comprado en Canadá), la finca La Rosita, situada en los alrededores de Güines y por último en Santiago de las Vegas separados en dos albergues. El nuestro fue “El Montecito”, allí permanecimos durante todo el “Cordón de La Habana”. Las purgas fueron una constante y donde único existió reposo fue en la chivería. En La Rosita fue expulsado un muchacho porque le gustaba estar peinado y gastaba mucho tiempo frente al espejo, su delito fue considerado “desviación ideológica”. Fueron cayendo por razones tan absurdas como ser presumido y gustar vestir bien, hablar mucho de música extranjera, etc. El peor de todos los delitos era proyectarse como “indiferente”, no manifestarse a favor de la revolución, no asistir a las concentraciones, no participar con entusiasmo en la emulación, círculos de estudios, etc. Mucho daño que hicieron esos hijos de putas a decenas de jóvenes cargados de sueños, y al final, Taquechel fue expulsado de la marina por cleptómano.

La mayor purga colectiva que me viene a la memoria se produjo en contra de numerosos viejos marinos, aquellos verdaderos lobos de mar fueron quienes nos enseñaron y adiestraron como nadie en esta peligrosa profesión de marinos. Chocar de frente contra toda la jarcia, cuarteles para cerrar entrepuentes y bodegas, colgarse en una guindola por las amuras de esos viejos buques de vapor o subir hasta la cruceta de sus mástiles, no hubiera sido posible sin las enseñanzas y consejos de esos viejos marinos. Los expulsaron a casi todos por cometer un solo delito, haber pertenecido a la marina mercante antes de 1959 y disfrutar de privilegios que lograron con sus justas demandas, como lo fueron las horas extras pesadas, dietas, buena alimentación, antigüedad, etc. Una vez ellos afuera, todos aquellos logros alcanzados por esa vieja generación fueron lanzada al inodoro. Lo peor de todo, nuestra presencia a bordo de los buques fue usada para justificar esas injusticias. Lo cierto es que, una vez convertido en Primer Oficial, me hubiera gustado tener entre mis subordinados a esos verdaderos marinos, gente que amaba al mar y a sus barcos. Solo sobrevivieron unos pocos, poquísimos.

Después de esa purga colectiva, la limpieza no dejó de funcionar un solo segundo de nuestras existencias. A la calle irían homosexuales, no era necesario que fueran sorprendidos en pleno acto con sus parejas, la sola sospecha de que lo fueran por sus gestos, hablado, andar, gustos, etc., fue suficiente razón para que fueran separados de la flota. Vivíamos dentro de una revolución machista que le exigía a sus miembros o propiedades que fueran machos alfa. Paralela a esa cacería por inclinaciones sexuales, cayeron durante la marcha algunos por sus prácticas religiosas. No me acuerdo ahora del nombre de aquel negro oficial de cubierta que fuera condenado al encontrársele un resguardo de santería. No pueden imaginar el pánico sentido por el negro enfermero de la motonave “Otto Parellada”, cuando una camarotera le escondió su resguardo mientras limpiaba su camarote. El hombre acudió en mi ayuda muy asustado y por fortuna, aquella mujer me lo había entregado, no lo hizo para perjudicarlo, solo para joderlo un poco. Por el camino fueron quedando muchos por diferentes razones, solo bastaba una simple denuncia o chivatazo, no era necesario demostrar si era cierta o falsa la acusación que se te hacía. Siempre eras culpable hasta que no se demostrara lo contrario y demostrarlo resultaba imposible en un terreno dominado por el secretismo y sus procesos inquisitorios.

Estas purgas dominaron con todo su rigor el ambiente de la Empresa de Navegacion Mambisa y luego se extendió a la Empresa de Navegacion Caribe. Imagino haya pasado a la flota de cabotaje, cuando contaron con naves que realizaban viajes cortos a países cercanos. Una práctica muy usual de tiempos anteriores era transferir a marinos de Mambisa a Caribe en calidad de castigados, pero nunca se lo decían al perjudicado. Esa práctica de omitir o esconder a los autores de las acusaciones al mejor estilo de la Santa Inquisición, se mantuvo hasta el final de mis días en la isla. Muy simple, te jodían la vida y nunca sabias quien o quienes habían sido. Tal vez fue uno de los que en apariencias mantenía buenas relaciones contigo y levantaba la mano para condenarte en una de las reuniones del Partido. Esa gracia de condenar a la gente de esa manera, sin dar la cara como hacen los verdaderos hombres, le costó la vida al secretario del partido del buque “N'Gola” en Luanda. Carlos Collazo fue ejecutado de dos balazos por el maquinista Freixas, luego de agotar todos los recursos para que se reunieran con él. Nada cambió durante todos esos años, lo veremos al final de este trabajo contado por una de sus víctimas.


En el día de ayer 2 de Mayo del 2021, recibí en el grupo de marinos que administro en Facebook llamado “Graduados de las Academias Navales de Cuba, Marinos todos y Amigos del Mar”, una acusación sobre una purga llevada a cabo en el año 1979. Esa operación de limpieza se extendió también a la Empresa de Navegacion Caribe y no puedo asegurar o manifestar que sucediera lo mismo en la Flota Cubana de Pesca. En este último caso, no podían ser tan exigentes por una razón muy importante, no todo el mundo estaba tan loco para lanzarse a la aventura de aquellas extensas campañas de pesca que, se extendían a un mínimo de seis meses en condiciones de vida precarias o difíciles de soportar. En esta denuncia realizada por la señora María Teresa Montiel-Hurtado, esposa del Primer Oficial Ángel Hurtado, quien en esos instantes se encontraba pasando el Curso para Capitán en la Academia Naval del Mariel, ella menciona algunos nombres que me son familiares. Un poco más debajo de su denuncia, nos deja una nota una de las victimas de aquel acto de limpieza, me refiero a Héctor Oviedo, hombre que ingresó conmigo en Navegacion Mambisa en el año 1967 a través del grupo “Marinos Embajadores”. Una vez leída su nota no dude en llamarlo para preguntarle como habían sucedido esos desagradables hechos. Sin más, los dejo primero con la denuncia realizada por la señora María Teresa Montiel-Hurtado y continuaré con la conversación mantenida con Oviedo.

 

…María Teresa Montiel-Hurtado

Capitán Esteban Casañas, aquí va lo prometido:

Los hechos acaecidos en 1979 fue algo bochornoso en nuestra marina mercante cubana.

Fue el 28 0 29 de diciembre, no recuerdo con exactitud, cuando a un grupo de capitanes, oficiales y jefes de máquina de diferentes rangos, fueron citados a una reunión urgente en la Empresa para la mañana siguiente.

Dicha reunión estaba presidida por los organismos políticos, sindicato y administración, así como el aparato de la Seguridad del Estado de ambas empresas. Se les comunicó que iban a ser separados de la marina mercante por la resolución 394 del Ministro de Transporte Guillermo García. Allí se les dice que no eran confiables al sistema político, por no ser militantes del P.C.C ni U.J.C. Además, Inmigración les anulaba su pasaporte de marino, así de simple fueron echados a la calle sin derecho a nada, algo muy característico de los sistemas socialistas y comunistas.

Mi esposo era en esos momentos Primer Oficial y estaba terminando su curso de Capitán en la Academia Naval del Mariel. Había terminado sus dos últimas asignaturas del curso (Inglés y Derecho Internacional Marítimo). Nos encontrábamos de vacaciones cuando fue citado a dicha reunión.

Nadie pensó, por supuesto, en la suerte de las familias de esos hombres que fueron echados a la calle sin ningún tipo de remordimiento. Expulsión realizada sin pagarles sus salarios, sus días francos, sus vacaciones atrasadas. En fin, botados como si fueran perros.

 

A continuación, te nombro un grupo de aquellos compañeros:

Capitanes

José Aguado Morejón.

Frei L. Guerras Drigg.

Esteban Macias.

Balbino Ballester.

Rafael R. Montenegro.

Miguel A Diaz Blanco

Oscar Pérez Cruz

Ángel Hurtado. (mi esposo)

 

JEFES DE MÁQUINAS

Orlando Jiménez.

Flabio Cantero.

Faustino Peña.

Pelayo.

Tony Jiménez Aranguren.

 

OFICIALES

Ulises Alcover.

José Antonio García

Peña.

 

SOBRECARGOS

Manuel Pereira.

Héctor Oviedo.

 

MECÁNICO

Aníbal Sosa

 

Y otros muchos más que mi esposo no recuerda porque hace 41 años y nadie ha hablado. Creo que vale la pena sacarlo a la luz para que aquella generación de los 90 conozca todo lo acaecido en esa fecha. Entre Mambisa, Caribe y la Pesca, fueron botados cientos de compañeros.

Hoy, la Marina Mercante Cubana a desaparecido, fue grande pero el mismo sistema la destruyó, ya de ella no queda nada. Mas adelante te contaré más de estos hechos. Dándole las gracias por escucharme y sabiendo de su publicación, siento saldada la deuda con mi esposo y sus compañeros. Mucho más por aquellos que, lastimosamente se fueron sin ver salir a la luz la injusticia cometida en contra de ellos. Gracias una vez más…

 

-Imagino seas el mismo Héctor Oviedo que pasó por Palos, La Chivería, La Rosita y por último en El Montecito cuando nos pasamos un año en la agricultura. Fueron las palabras de introducción para confirmar que se trataba de la misma persona.

-¡Claro, compadre! El mismo que compartió contigo aquella terrible aventura.

-Oviedo, muchas veces prefiero no acordarme de esos tiempos. Mira que destruyeron sueños aquella pandilla de hijos de putas dirigidos por Taquechel, secundado por Navarrete, Luaces y otros cabrones que ahora no recuerdo.

-Mi hermano, es imposible olvidar todos aquellos atropellos, abusos y hasta humillaciones soportadas para poder lograr nuestros sueños.


Debo hacer una pausa antes de continuar, serán muchos los que no conocieron a Héctor Oviedo, permítanme presentárselos. Es un negro suigéneris, muy especial, diría yo. Es un hombre desmarcado totalmente de la media barriobajera de nuestra Habana, muy educado al hablar en aquellos tiempos juveniles, pausado al hacerlo y en un tono o volumen incapaz de herir nuestros sentidos. No recuerdo exactamente si en aquellas fechas pertenecía a la UJC, y si lo fue, era de esa ala soñadora de nuestra juventud, la que cayó fulminada ante los cantos de sirena y se entregó en cuerpo y alma a la construcción de una sociedad o país mejor, no la mierda que existe actualmente. Muy trabajador y un hombre demasiado reservado para esos tiempos de congas y pachangas revolucionarias. En este aspecto, Héctor se distinguía de la mayoría de los jóvenes de nuestra época. Es muy probable que hoy se nieguen o renuncien a reconocerlo, pero la realidad es que nos envolvieron y se trate en términos generales de la generación mas traicionada nacida en nuestra tierra. Siempre lo miré con simpatías por su respeto y trato con los demás, era simplemente un negro de “salir”, como tantos otros que formaron parte de nuestra flota y he mencionado en otros trabajos. Creo que comenzó a navegar como engrasador, si la memoria no me traiciona. Luego perdimos contactos por muchos años, que pueden estar por los cuarenta de ellos y hoy lo encuentro entre las víctimas de aquel injusto atropello.

 

-Hoy dejaron en el grupo un comentario referente al caso de ustedes y me gustaría hacerte algunas preguntas sobre ese tema que no domino y del que, hasta hoy, tenía gran desconocimiento.

-Yo pasé por el grupo y dejé un pequeño comentario, nunca se había mencionado nada sobre esto y no creo que nos ofrezcan la disculpa que merecemos. Me parece que de muy poco pueda servir a estas alturas, porque muchos de aquellos hombres han muerto, pero es muy justo y oportuno que salga a la luz.

-Oviedo, ¿por cuál razón fue que te separaron realmente de la flota?

-Yo no lo sé, nadie lo sabe a ciencia cierta, nunca nos dieron una explicación.

-Terrible, esos siempre han sido los métodos que ellos han utilizado, te sancionan y luego no te dan la cara. ¿Realizaron alguna apelación?

-¡Mira! El Capitán Esteban Macias, su Primer Oficial a quien todos conocían por Pepe, de quien ahora no recuerdo su nombre y yo, decidimos apelar a todas las instancias existentes y comenzamos por el Partido de la Empresa. Allí no nos dieron explicación alguna y nos remitieron al municipio, donde por toda explicación nos informaron que ellos no tenían nada sobre nuestro caso. Decidimos continuar esta cruzada y fuimos hasta el provincial del Partido con resultados similares, la respuesta fue la misma. Solo nos quedaba el Comité Central y hacia ellos enfilamos nuestros pasos, tampoco tenían respuesta para nuestro caso y nos remitieron para la Comisión de Control y Revisión del Comité Central, presidida en aquellas fechas por el Comandante Juan Almeida. Allí nos dieron una cita para regresar en una fecha determinada y cuando lo hicimos, no puedes imaginar cual sería la respuesta. Nos las entregaron por escrito y en la misma decía que nuestro caso no seria revisado porque se trataba de un “problema de Estado”. O sea. No teníamos escapatoria, ni otro lugar al que apelar. Nos largaron con una patada en el fondillo a la calle y nadie nos explicó las razones de esa horrible medida contra nosotros, después de gastar parte de nuestras vidas al servicio de la flota y el país.

-Imagino como deban haberse sentido cada uno de ustedes ante esa injusticia. ¿Qué paso después?

-Teníamos que vivir y familias por mantener. Nos dedicamos a vender cerveza en la playa de Guanabo hasta un día.

-¿Les prohibieron eso también?

-¡No! El asunto fue que el Capitán Macias, el Primer Oficial Pepe y creo que un enfermero amigo de ellos, se largaron un día en una balsa para los Estados Unidos y llegaron. Yo no quise arriesgarme en esa aventura y después de aquello me dediqué a trabajar en gastronomía. Luego conseguí otro empleo en la construcción donde ganaría mejor salario y creo que aquel cambio llegó acompañado de otra desgracia. Uno de esos días soy citado por la Seguridad del Estado y me detienen en una de sus dependencias. Dicen que habían realizado un sabotaje en el edificio donde estaba trabajando y sin prueba alguna me llevaron a prisión donde cumplí tres años.

Yo lo escuchaba y no podía creer todo lo que me decía, me resultaba imposible pensar el final que tuvo aquel joven negro ejemplar con el que compartiera un año en la agricultura en 1967. Posiblemente el pensará lo mismo de mí, ambos fuimos parte de una generación soñadora a la que mintieron y traicionaron. Nunca imaginaríamos en aquellas fechas que, el final de nuestras vidas las pasaríamos desterrados en diferentes países.

De poco puede servir hoy cualquier disculpa que les ofrezcan a esos hombres, muchos de ellos han muerto sin ver el triste final de toda esta comedia aun inconclusa. Sin embargo, de mucho servirá para los que están vivos y los familiares de los fallecidos, el sincero y merecido homenaje que podamos darles a esos hombres que compartieron con nosotros la dura desventura sufrida por los marinos cubanos. Solo nos queda decirles; ¡Hermanos, ustedes nunca dejaron de ser marinos! Hoy y siempre estarán enrolados en nuestras naves hasta que nos volvamos a encontrar en el Reino de Neptuno. Una pitada larga y el pabellón a media asta por nuestros muertos.

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2021-05-03

 

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TESTIMONIO DEL CAPITAN FREIS GUERRA DRIGGS.


Este comentario fue dejado por mi amigo el Capitán Freis Guerra (Una de las victimas que aparece en la lista) en la pagina "Faro de Recalada" y lo comparto sin su permiso debido a la importancia de su testimonio, que también agregare al contenido del articulo en cuestión........ 


Muchas gracias a la estimada esposa de mi amigo y co de profesión Ángel Hurtado por romper el silencio después de 41 años de aquella injusticia por la cual fuimos arrojados a la calle sin ningún tipo de consideración hacia nuestras familias pues el que les habla tenía dos pequeñas hijas que mantener y a mi querida esposa yo y mi querido y estimado vecino y jefe de Máquinas Tony Jiménez Aranguren (QEPD) nos movimos y acudimos a todas las instancias gubernamentales habidos por haber y todos nos daban las espaldas incluso fui haber al Director de Navegación Caribe El Capitan Arnoldo Menéndez Tomasevich(QEPD) y el cual se lavo las manos como Poncio Pilatos y me abandono a mi suerte dándome excusas y diciéndome que no podía hacer nada por mi , incluso fui hasta la Seguridad del Estado en la Villa Marista y el oficial que me atendió me dijo que yo no tenía nada en mi contra en mi expediente y me remitió a mi Empresa en fin nadie me aclaraba mi situación y como último recurso fui a ver al comandante llamado “ El Gallego Fernández” pues mi querido Abuelo Fernando Driggs Acosta fue muchos años Coronel de las Fuerzas Armadas y un gran matematico y profesor de Artillería en la Escuela de cadetes de Managua y la Academia Naval del Mariel y fue profesor de Artillería del comandante Gallego Fernandez le planteé mi situación y me dijo que esperara su respuesta el día siguiente , pue recibí la llamada y uno de sus ayudantes me dijo que no podían hacer nada por mi y ahí me di cuenta que tenía que abandonar el pais de una manera o otra y pensar como podía mantener a mi flia y gracias a dios me encontré con una excelente persona que yo conocía pues en aquellos tiempos estaba al mando de la sección de seguros y reclamaciones marítimas en mi Enpresa y tenía contacto con el Director del Lloyd de Londres en Cuba el señor Simón y el arriesgándoselo me daba trabajos en barcos extranjeros en el interior de la Republica en ese tiempo uno de sus surveyors era mi primo Jefe de Máquinas y graduado de la academia Naval del Mariel Rodolfo Vélez Driggs y los dos juntos hacíamos trabajos para el Lloyd de Londres yo no podía presentarme en nuestros barcos pues había una lista con mi nombre y de otros de mis co . Marinos en los portalones prohibiendo nuestra presencia . 

Gracias a Dios pude mantener a mi flia hasta que se presentó la oportunidad de buscar la libertad para mi y mi flia en el exilio honroso cuando se presentó lo de la embajada del peru y el puente del Mariel me puse en contacto con mi querida hermana en el exilio le expliqué mi situación y ella sin pensarlo dos veces me mando a buscar con un camaronero y de esa forma pude escapar de la tiranía Castro comunista y buscar la libertad que me fue denegada en el país que me vio nacer. Estoy y estaré eternamente agradecido a los Estados Unidos de America de haberme acogido como un hijo mas y darme la oportunidad a mi y mi familia de empezar una nueva vida con el trabajo y sudor de nuestras frentes de una manera honrada y lo más importante con “ LIBERTAD” y “ DEMOCRACIA”. 

Freis Guerra Driggs. Capitán. Marina Mercante. 🙏⚓️🇨🇺🇺🇸⚓️🧑‍✈️🙏


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