LLEGANDO
A PUERTO ENMUDECÍ.
Singladura
Nr.42
Se me atravesó en la garganta una palabra, cuando
quise llegar al puerto, echar anclas sobre tus arenas. No tuve la oportunidad
de decir al contramaestre que le echara cadenas al agua y se quedó el pobre
gancho colgando en mi cuello. Sobre el pecho luce mi viejo y maltrecho pedazo
de ancla escaramugrienta, y un poco más allá el saco de mis vergüenzas. Ese
saco que cargamos los marinos para llevar los zapatos, las desgastadas medias y
los perfumes de contrabando que a veces van a para a manos sucias de tantas
partes de cuerpos ajenas tocadas. Y algunas, si acaso, aunque las menos
ocasiones, a las manos de alguna mujer amada.
Bajé del puente mientras el viento azotaba las velas
y el piloto gritaba algo de babor que mi cerebro no acababa de entender, estoy
confuso.
Ya no sé quién soy ni a donde me dirijo. Miro a las
distantes arenas de la playa que se acerca y veo las gaviotas chillando encima
del pobre pescador que atarrallazos
procura el boquerón para su anzuelo. Una mancha de peces merodea acá en las
olas y delfines juguetones se lanzan en regata con mi barco.
Una nube solitaria nos contempla cual la planta que en
el valle quieta, espera al caballo que se acerca hasta sus ramas. Poca
diferencia hay en la vida, pocos saben de este amor. ¿Qué hacer?
Nunca pases por las orillas del desierto a menos que
lleves agua, ni le cortes la flor al rosal si no es para un regalo. Echa ancla
un día si puedes, ata tus cabos a ese muelle y descarga al nuevo amanecer todas
tus brisas. Brisas de oriente representadas en perfume de sándalo, del río con
magnolias y de la mente con azucenas. Dile que la amas; ella entenderá.
El enamorarse es obra de Dios, y el ser amado es
bendición. Nunca te detengas ante el fuego del amor, solo cuida que este caiga
en buenas manos. ¿Es bella? Bueno, detén tu carricohe ahí mismo y pregúntale a
ese hombrecito del laúd y él te dirá. ¿Te atrae? Es bella, aunque jamás la
veas. ¿Te enamoraste de una idea que en tus entrañas suena bien; ¿suena a
mujer, suena a calor? Eso está bien. ¿Acaso es el cuadro que miramos de La Maja
Desnuda, bello? No, y Si.
No es bella la Gran Duquesa, de hecho, ninguna de
señoras que ese título ha disfrutado lo ha sido, pero el cuadro es bello y
valioso. Y el secreto a voces del pintarla vale el chisme. Todo
depende del cristal con que se mire, dicen.
¿Estoy enamorado yo? Sí. Ya lo he dicho, estoy
enamorado. También he dicho una y otra vez, "No te enamores de mí" y
las razones. Pero nací enamorado de una mujer, vivo enamorado de una mujer,
moriré un día tal vez, no; sin "tal vez", por seguro, enamorado de
una mujer.
¿Por qué? ¿Sabe Sócrates algo? ¿Tiene Kung Fu, o Confucio
si usted lo prefiere, una sabia respuesta a la pregunta? ¿Por qué se ama? ¿Quién
puede decirnos como o de quien nos enamoramos y a que tiempo del calendario o
en que puerto? No, nadie. Nadie sabe, nadie puede.
Caminemos. Nadar es delicioso en las mañanas, amar es
la piscina que pone el agua allí en la sala. Los sentimientos no los controla
el hombre, solo controlamos la conducta que observamos.
Dije que estoy enamorado. Así he vivido desde que nací,
así de enamorado moriré. Hay muchas flores, libélulas, mariposas, ríos, praderas,
playas y olas. Hay muchos licores por libar, miel de tus labios, aires por
respirar, colores para el iris y brazos para el cultivo de la flor, de los
peces, de tus cabellos y de la tarde. Eso todo lo amo, eso todo es mi poesía.
Muchos esperan de mí el grito por ser quien soy y he
sido; un arma en las manos por guerrero no solo se carga por rencor... a veces
se carga porque amando al ser humano y a sus razones, nos queda defenderlo aun
a costa de la vida, pero en mi caso, solo he sido guerrero por amor a la vida,
a las libertades, a los amaneceres, y estoy a cada instante presto a volver a
una trinchera... Pero...
¿Puede acaso algo detener a Dios?
Gilberto Rodríguez
Miami-Florida..USA
2010-07-06
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