martes, 13 de agosto de 2024

DE FILOSOFIA Y MARINEROS. SINGLADURA Nr. 43


DE FILOSOFIA Y MARINEROS.

SINGLADURA Nr. 43



Cuando entramos por la boca del puerto de San Juan de Terranova (Saint John's, Newfoundland), el oleaje estaba bastante fuerte y la niebla esporádicamente cubría el ambiente con apenas algunos claros que se formaban al romper las montañas de agua contra los arrecifes. La cadena y red de acero que protegían la profunda entrada habían sido arriadas a unos sesenta pies de profundidad porque los siete barcos que venían en nuestro grupo estaban muy cargados.

 

Cuando apenas el tercer barco pasaba, comienzan las alarmas a sonar desde la garita artillada dentro de un túnel que habían cavado en la enorme pared de roca viva. Desde allí la vista del puerto interior y la costa exterior eran dominadas por sendos cañones y un sinfín de otras armas. Las sirenas de la ciudad comenzaron a sonar cual manada de lobos aulladores en medio de la noche... aunque era pleno día. El invierno ya se hacía patente. Tal parece que un submarino alemán, aprovechando la oportunidad de que un carguero portugués, con su gigantesca bandera de latón del largo de la popa y lleno de luces, más que un árbol de navidad para mostrar que era una nave de pais neutral, trataba de escapar de la bahía, donde en la noche anterior había causado enormes estragos.

 

Muy a la callandita para no causar el pánico entre la población que, dicho sea de paso, ese era el pan de cada día, vigilaban sin poder atacarlo al pez de acero que había logrado penetrar las defensas y hundir ya tres barcos. A izquierda y derecha de la bahía, desde el centro mismo, sin que los nuestros pudieran hacer un solo disparo de un lado o del otro. Todos pensamos que los alemanes estaban ansiosos por escapar de aquel encierro, pero los nazis por su parte atrapados en su propia osadía ya no tenían mucho que perder. La cosa para ellos era de morir tratando de escapar, morir por falta de combustible y alimentos, o morir peleando en la superficie. Rendirse no parecía ser su intención y de nuestro lado seguían llegando barcos, ora solos, ora en pequeños grupos. Armas, petróleo, maderas, tanques... ropa, medicinas... y cerveza.

 

Seis o siete días en Saint John nos dieron un respiro. Por las noches nadie podía vender cerveza en los negocios públicos. PERO, buenos cristianos que son y éramos nosotros, cada noche la propia policía nos guiaba hacia la iglesia, donde vendían en el sótano un litro de cerveza clara por un dólar americano o uno por diez canadienses... y como beber en la vía pública era delito y pecado, la propia policía nos aconsejaba esconder de ellos las verdes botellonas dentro de los largos abrigo y beberlas a hurtadillas por las orillas del mar y debajo de los trenes del ferrocarril cercano a los muelles. ¡Y que rica es la cerveza bien fría al aire libre en invierno!

 

94 naves no era el más grande de nuestros convoyes, pero era un cuantioso número a la hora de protegerlos flotando en zig zag, a cuatro nudos por hora. Dos destructores y cuatro corbetas formaron nuestro círculo de protección a los que acompañaba un buque "especial" de resuélvelo todo.

 

El barco que yo tripulaba, que, porque andábamos en la marina estadounidense cortos de personal, requería un poquito más de cada tripulante que lo usual. Así que yo fungía durante el día de contramaestre auxiliar y de noche de timonel al cargo del puente y personal. También en combate y maniobras fuera de puerto, al timón. Al asignarnos las posiciones dentro de la formación del convoy, nuestro capitán, un fornido irlandés de Georgia con un gran corazón y una vasta sabiduría, escogió el último puesto de la derecha, al final de todos... Me anticipo a decirles que muchos creían que el viejo estaba loco al solicitar el puesto que más peligro ofrecía. Mr Guerry simplemente sonreía.

 

Y una media noche de sábado a domingo comenzamos a desfilar por la profunda y violenta entrada de Saint John hacia algún lugar desconocido para nosotros. El U-Boat alemán, que no había podido escapar aún, se convirtió de pronto en preocupación. ¿Escapó por debajo de nuestros barcos?... Conjeturas silentes. No olvidemos que en la guerra no se puede hablar de guerra, de enemigo, de batalla ni de muertos. Cada uno ha de guardarse sus secretos y sus temores para sí mismo. Y eso es bueno; el miedo repartido aumenta y todos tocan a más.

 

Por delante, Groenlandia, Islandia, Azores, ¿Por dónde vamos? Al zigzaguear solo navegando en las direcciones que a cada media hora más o menos el destructor de la avanzada nos indique, capitanes, pilotos y timoneles tenemos que andar muy activos y con los ojos muy abiertos. No Humo, No radio, de luces solo las de señales para guiar al convoy o advertir de peligros. Agua y alimentos racionados. Nuevo entrenamiento a todas las tripulaciones sobre cómo poner la ropa junto a la cama para vestirse más rápido. Una vida ajena y sin embargo profunda. Hora de leer, si tienes la calma para ello. Y si no la tienes, entonces puedes hacerte sospechoso de ser un espía o constituyes un peligro por cobardía. Cuídate muchacho, aquí la vida es una nuvecilla de invierno... ahora aquí, mañana desvanecida sin rumbo ni huella. Piensa en lo que amas y llénate con ello el alma. Hoy la muerte es tu compañera, mientras acostado a su lado piensas en la otra hembra: La Victoria, que ella le da el pase a La Vida.

 

Tres días cansones, fríos, mojados, grises, noche, día, día y noche... El paisaje es un valle ancho, con su fondo gris verdoso cuyas olas semejan un área arada bruscamente, hecha en la pedregosa llanura móvil de una isla en el espacio sideral. El gris predomina a veces. Por estribor nos pasa a veces alguna de las corbetas de escolta. No saludes, por favor...

 

De pronto al segundo día, uno de los destructores es llamado a una emergencia por algún lugar hacia el oeste. La noticia logra traspasar un radio que el capitán cuidaba muy bien en su dormitorio... uno de nuestros barcos, sin que nadie lo notara durante la noche anterior, sufrió una avería en la máquina. Se quedó a la deriva y los hundieron hace unas pocas horas.

 

"El Submarino logró escapar de Saint John".

"U-Boat desde Groenlandia"… Los silenciosos comentarios nos ponían los pelos de punta. No hay nada más grave ni más cruel que lo que sufre un marino cuando está navegando y oye la noticia del hundimiento de otro barco. En el alma del marino surgen dos emociones, dos sentimientos, dos debates cerebrales. Temor y esperanza, dolor y ansiedad optimista, y deseos de escapar de allí al tiempo que de llegar a puerto y olvidar. Hay que echar velas, vivir, ganar el pan. Las realidades oprimen a veces las fibras de la existencia misma del hombre...

 

Ahora nos toca a nosotros. Viajamos a 4 nudos y en zigzag que nos reduce aún más la distancia real que recorremos. Un submarino alemán puede simplemente alcanzarnos ya en dos a tres días, cuando más lento que ande. Nadie lo decía, todos lo pensábamos.

 

Esa noche, allá como a las dos y cuarto, yo estaba de guardia al timón y el segundo piloto, Jack Ferguson, que estaba cayéndose de sueño, me pedía que le diera conversación para poder seguir de pie ( ¡Imagínese usted, a mí, pedirme que hable; a mí, que hay que callarme porque hablo más que la proverbial cotorra.) Yo le contaba en ese momento como se cultivaba el café en las sierras orientales cubanas y cuanto de allí se les vende a los marineros americanos en la Base de Caimanera, cuando el capitán llega al puente.

 

-¿Qué, algo nuevo capitán?

-No, no puedo dormir.

-Yo, al contrario, me caigo de sueño,Skipper...

-Ande, váyase a dormir un rato. Una hora. Yo me quedo acá.

-¿Seguro que no le molesta, capitán?...

-Ferguson....una hora, ya.

-Ok, gracias Skipper. Y se fue a descansar el piloto. Buen capitán este Mr. Guerry.

-Capitán Guerry, sir; usted sabe que yo le miro a usted con los ojos no de un subalterno sino, con los de un aprendiz. Si no lo considera usted una indiscreción, le puedo preguntar por qué escogió usted esta posición, última de la derecha y por qué si la distribución de las posiciones es de un carácter tan delicado, ha logrado usted esta última, a la zaga del ala derecha.

-"Estribor, "Quartermaster", me corrigió.

-Es muy simple. Yo soy de formación militar. Yo, como tú has visto, leo mucho, y las formaciones militares de la historia me subyugan. Y esto no es ajeno a las experiencias de luchas entre hombres, inclusive, dentro de la Biblia misma. Nosotros estamos navegando como sabes, norte por este. África está muy lejos de nosotros por el momento. Groenlandia y todos los malditos rincones desde donde puede un submarino venir a atacarnos, están al oeste, o sea a babor y por allá alante. Luego, por simple ley lógica, la nuestra es la posición menos alcanzable para el capitán del submarino que necesita cazar la más fácil presa. Muchos capitanes no entienden eso.

 

Por mi mente ahora desfilaba una situación distinta. Habiendo logrado que mi jefe me hiciera el honor de darme una lección, se me hacía harto difícil seguirle haciendo preguntas...más, no fue necesario. Tanto como yo disfrutaba de aprender, Peter V. Guerry se gozaba en su capacidad de buen profesor sin una cátedra...que bien podía y debía ocupar.

 

-Un poquito de preocupación para nosotros pudiera ser este "maverick" que tenemos por la popa, aunque tiene por necesidad que mantenerse un poco a babor del convoy, por si tiene que escapar a un ataque concertado. Claro, que con la poca escolta que tenemos una o dos corbetas es lo más que se le podían enviar a su caza sin desprotegernos a todos los otros.... ahora mismo ese destroyer que se alejó en busca de sobrevivientes nos puede costar más vidas que las que puede rescatar allí. Pero no podemos abandonar a un solo hombre mientras haya posibilidades.

 

Pasa la hora y el piloto regresa al puente ya refrescado. Todo, salvo las olas y el viento, parece estar en calma. Mr Ferguson me dijo, como tú eres el cafetero aquí, si cuelas un poco te relevo en el timón mientras llega la otra guardia. Buena idea, añadió el capitán.

 

Me fui al "mess hall", colé café, y les llevaba una cafetera, azúcar y crema cuando repentinamente de las aguas revuela una bola de fuego, el barco se sacude por todas partes como si se saliera fuera del mar, me caigo pero, no dejé caer el café y subía al puente cargado del néctar negro de los dioses blancos. Las alarmas chillaban, los anteojos eran pocos, la rueda del timón giraba y regiraba a la velocidad del trueno.

 

Yo puse la cafetera sobre lo primero que pude y corrí a tomar el timón de las manos del piloto. Sereno en medio del momento, Mr. Guerry se sirvió café, y nos sirvió dos tazas al piloto y a mí, mientras impartía órdenes por doquier.

 

El tercer piloto, un viejo de origen holandés y el primer oficial, subieron al puente y se reunieron con el capitán. Eran cerca de las cuatro. Mi turno de guardia tocaba su fin, pero yo era el timonel designado en operaciones, combates y amuellaje...pero también, escasos de personal que andábamos, fungí de contramaste por gran parte del tiempo. Si, me lo pagaban extra. Dinero había y mucho. Eso no era problema.

 

Inspecciones, carreras luces de señales, anteojos al granel, los buques de escolta corriendo a reventar sus máquinas, y todas las armas desenfundadas al tiempo que las bombas de profundidad caían al agua a granel por todas partes.

 

Y aclaró el día. Nuestras averías aparentemente eran solo leves. Pero la figura de tres tonos gris del buque cuya posición era delante de nosotros, ahora estaba vacía... es decir, casi, vacía. El barco escoraba rápidamente hacia estribor y perdía control de la dirección.

 

Fuertes olas batían al barco herido y, fuerte y difícil por un momento era para nosotros mantener nuestra posición en la formación oficial del convoy, evitar al mismo tiempo embestir por la popa o ser chocado por alguna parte del costado nuestro por el otro barco ya sin control. Y el avance continuaba.

 

Los botes cargados de tripulantes trataban de abandonar su barco que ahora había estallado en llamas. Y había un poco de claridad en el ambiente. De la corbeta más cercana nos llega la orden mediante luces.

-Recojan ustedes a los supervivientes. Cuidado. El submarino está muy cerca de ustedes...

 

-Bonita nos la han puesto, comentó un marino, no sé quién.

 

Muchos de los tripulantes del barco herido nunca fueron visto. Los que tuvieron suerte y tiempo tomaron los botes, pero no todos. Luego, al tratar de acercarse al costado de nuestro barco, según avanzábamos, aunque casi sin movimiento, las olas les hacían muy difícil y le vapuleaban inmisericordemente.

 

El primer oficial me dijo deja el timón y ven conmigo a cubierta. Toda la tripulación corría en una u otra dirección, yo hablo aquí de mi parte solamente, pero allí hubo muchos héroes silentes, que dios es testigo.

 

Escalas, chalecos, lucecillas, sangre, miedos, gritos, rugido de las olas...el hombre y la naturaleza en lucha por destruirse todos y salvar los pocos. Cuando ya casi se nos escapaba por la popa, del agua revuelta surge una lucecita bastante cerca de la hélice de nuestro barco en su diminuto pestañear.

 

-"¡Hombre al agua!" ¨"Man Overboard!

 

-"¡Help, I´m wounded, please, help me!"

-"Ayúdenme, estoy herido; por favor, ayúdenme!"

 

Yo no sé qué ley decide cuánto vale una vida; una vida, un hombre. Yo dejé de pensar en lo que hacía y me lancé al mar. Y de pronto, ya en el agua y al lado del herido, veo a un fornido mulato de Curazao que también ha saltado al mar.

-"¿Heresford, qué haces tú aquí?"

-"Same as you man:" "Hombre, lo mismo que tú."

 

Mientras tanto miembros de nuestra tripulación, habiendo sacado a todos los marinos que acababan de escapar de su propio barco, con una de aquellas embarcaciones, a la ocasión, motorizada y otra lancha de otro barco acudieron a sacarnos de agua. Entre el curazaleño y yo teníamos sujetándolos a dos hombres heridos ahora. Su lancha levantó al primero y a él. Y mientras lo suben, aquél viejo marino, borracho, marihuano, peleón, imposible, a quien yo había desenrolado de otro barco hacía meses, me grita:

-"Cubano, tú me botaste, pero yo tu amigo. God Bless you, man."

-¡Por dios, hombre; que el mundo es pequeño!

 

Cuando mis hombres, al mando de no recuerdo cuál de los pilotos ahora, mientras yo le sostenía la cabeza fuera del agua y su cuerpo se me hacía más difícil sostener, otro marinero se echa al agua para ayudarme y de pronto me dice:

-"¡Contramaestre, este hombre no tiene piernas!"

Tiburón o torpedo, las piernas había sido cortadas a la altura de sus genitales...Pero estaba vivo aún.

 

Y no teníamos un médico abordo, ni había forma de aplicar un torniquete para contener la poca sangre que quedaba al infeliz en su cuerpo. Y aún se desmayaba ese hombre.

-Si salimos vivos de esta, ¿Que le decimos a tu familia?   Le preguntó uno de los suyos.

-Si salen vivos, que ya yo estoy muerto; aprendan a leer a los filósofos y a pensar. Yo no tengo familia.

 

Yo lo miraba con mis ojos anegados en sal y agua. aparentemente había estado durmiendo cuando lo sorprendió el ataque, porque solo vestía un pedazo restante del calzoncillo, cortado como las piernas, y una camisilla de esas sin mangas. En su pecho este pobre marinero, ese pedazo de carne humana que ahora yacía ensangrentado en la cubierta, comida probable para los tiburones ahorita cuando le cosamos la lona alrededor de su cuerpo para echarlo a su "reposo" final, en ese peludo pecho él le hacía honor a sus palabras, en un tatuaje.

"El hombre ha creado a dios a su propia imágen"


A las tripulaciones:

(Nota dirigida a los miembros del Foro Naval Cubano "Faro de Recalada")

Por respeto propio y a mis hermanos del mar, quiero hoy, un día después de escrito lo de "Marineros y Filosofía", explicar unos detalles que estoy seguro tienen que causarle, al menos, una mueca de duda, al más ingenuo de nuestros navegantes. Yo he escrito, a veces, fantasías sobre el mar, para ser publicadas donde no hay marinos y en ellas he hecho gala de la fantasía. Pero esas mismas ilusorias noveluchas no caben en el puño de un buen marino... mucho menos en El Faro de Recalada.

 

Por ello, quiero daros una explicación de la realidad histórica de esos hechos y las circunstancias de momento.

De muchos es conocido, porque es parte de la historia mundial reciente, que, al romper la guerra, tras el artero ataque japonés a Pearl Harbor, el gobierno americano, que hasta ahora venia arreglándoselas con muchos barcos viejos y alguno que otro, no muchos nuevos, se encuentra en una extraordinariamente difícil situación para transportar no ya la ayuda a los Aliados que de esta nación dependían para sus alimentos, transporte y armamento. No. Ahora no había ni siquiera para los del patio. Son esas las necesidades que llevan a la desesperada requisa de cada cafetera y colador que flota, y más atrás la construcción de nuevos barcos.

 

La experiencia aconsejaba fabricar buques remachados, de doble monta de plancha sobre plancha... bueno, eso es historia más que conocida. Lo que no es de mucho conocimiento público es que el personal para tripular los barcos viejos, y menos para los nuevos. La primera urgencia era crear nuevos oficiales, navegantes, telegrafistas, ingenieros, menos cocineros, que de esos había muchos, aunque sin piernas acostumbradas al mar. Había que partir de cero.

 

Y entonces todavía no había el girocompás, sino aquellos (¿Recuérdan Capitanes?) grandes rosales danzantes y caprichosos como Da Vinci, las ruedas de carretas escapadas de los ingenios de negros esclavos, las gigantezcas cadenas, cables y cabillas de tres cuartos flotando por sobre la cubierta para mover el timón... y la velocidad de garrapata enamorada sobre un charco de glicerina...

 

Los marineros de esos tiempos tenían la ruda existencia cuasi animal, pero tan del agua como las propias sardinas y ballenas, "Salty", se les llamaba entonces. De esos los había tatuados en Le Havre y en Hong Kong ( No, por Skipper, eh) en tiempos cuando el hombre tatuado era considerado el último rufián de la ópera bufa.

 

No habían muchos marinos y el servicio militar obligatorio fue creado para formar ejércitos, cuerpos de aviación, médicos, choferes, ingenieros, de todo, menos ninguno de esos miserables atorrantes, en esos tiempos llamados "Hobo", "gashound", y otros nombres privilegiados en el fondo de las letrinas.

 

Y a fabricar barcos vamos. Ahora, hay que competir con lo militar para poder utilizar los hombres en astilleros, en fundiciones, en...y la bola pica y se extiende.

 

¡Mujeres! ¡Pues claro, mujeres hay muchas!... Y se llenaron las nuevas fábricas de todo lo necesario y concebible, los muelles y las nuevas oficinas militares de mujeres, aunque todavía bastante separadas.

 

No se querían negros. Se encerraron a miles de ciudadanos descendientes de italianos, alemanes y japoneses. Con todo lo cual se hacía más difícil cada día encontrar suficiente personal para tripular los nuevos barcos que salían de los astilleros como longaniza asada a la brasa.

 

No aceptaban emplear marinos extranjeros que llegaran a puertos americanos...Y los alemanes, italianos y japoneses avanzando. De modo que a usted le daba un barco, aun siendo solo tercero, porque si sabía navegar, podía hacerlo. Loco de contento llegaba el día de la salida. Ya lo cargaron, tiene abundante equipos y comida y un cargamento valioso en sus manos y órdenes de partir en la madrugada. Pongamos que le han dado un barco tipo del nuevo diseño inglés, de los llamados "Liberty", y asumiendo que está bien soldado, que muchos se partían al tercer día en el mar y se les echaban las culpas a los submarinos, llegaba usted al puente con el pecho henchido de goce. Pero ¡ay, la alegría en casa del pobre dura poco! Un Liberty requiere una dotación de 40 hombres... pero usted tiene unos 32. Pero a la mar. Pero, bueno, se hace lo que se puede, se dice usted. Ya soy capitán.

 

Bueno, hermano, bienvenido al puente. Sale usted con su flamante barco del puerto y el marinero de primera "AB" que coge el timón, no tiene suficientes conocimientos de cómo funciona esa rueda, ni que es eso con tantas puntas blancas y negras que danzan ahí dentro de ese aparato delante de la rueda...

-¿De dónde eres, muchacho? Yo señor, de Iowa...

-¿Tú has estado en un barco antes de hoy?

-No señor.

-Y entonces, ¿qué rayos haces aquí?

-Señor, yo soy el único sostén de mi familia, me iba a graduar del high School el mes que viene, pero me llamaron al servicio, pero tengo los pies planos, no sé si me clasificaron H3 o Ha, no se... pero me ofrecieron un salario mejor y me dijeron que viajaría por el mundo sin pagar...

 

Bendito sea último gitano de la cumbancha. Tómelo de la mano, hágalo un hombre y un marinero a la vez. Y ahora cubra todas las bases, sea pitcher, catcher y recogedor de perros tristes a la vez...

Y por favor, sonría, luchamos por salvar la humanidad.

Esas explicaciones pretenden solo ser un "cachito" de nuestras vidas, un jirón del alma que nos enseñó a pecar para subsistir, a luchar contra viento y marea para cumplir nuestro cometido, a no detenernos por el dolor de cabeza, ni abandonar la carga porque fuera pesada.

 

Y nos acostumbramos a morir y a mirar a la muerte en su cara y hablarle sin avergonzarnos de vivir cada instante matando y muriendo, mientras en lo más profundo de nuestros seres, luchábamos plenamente convencidos que esta era la última guerra, y porque así fuera, valía la pena, si fuera preciso, morir....

 

....si, hasta morir; para que las nuevas generaciones vivieran en paz y fraternidad. El sacrificio lo valía.

 

 

Gilberto Rodríguez

Miami-Fla..USA

2009-12-16

 

 

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