sábado, 27 de julio de 2024

EL BANQUETE INCONCLUSO SINGLADURA NR.41


EL BANQUETE INCONCLUSO

SINGLADURA NR.41



Cuando aquel tiburón regresó por tercera vez, ya no venía de visita social, el olor de la sangre destilando por la borda del bote era una atractiva tentación, y no es que volviera solo, no; ahora trajo a toda su familia. Si al mirarlas daba ganas de reír con ellos, ¡qué felices se veían! Así, abriendo y cerrando sus blancas telitas como sabanas de camitas de las muñecas de Bartolita...

 

A veces he pensado que, si yo fuera tiburón en lugar de caerle antipático a los marinos con esos ataques brutales y exhibiendo dientes amarillos, yo usaria un buen dentífrico y me compraría una aspiradora eléctrica sumergible. Me acostaba en el fondo en alguna playa bien concurrida, sin hacer movimiento alguno en el agua y desde alli simplemente aspiraba las que más… bueno.

 

La verdad es que el tipo estaba impresionante.

¡Que dentadura!

El hombre sangraba profusamente del brazo. Parece que cuando el motor de su bote hizo explosión se lo corto casi en redondo y ahi colgaba abierto.

 

Medio llenos de agua, el motor roto, la orquesta de las olas chiflando, los tiburones danzando y nosotros alistándonos para servirles de almuerzo. ¡Olé criollos!

 

¡A ver, tú, dientudo! ¿Con qué me quieres sazonado, limón, vino seco?... Ten paciencia que no hemos podido prender la candela. Asi en frio no tengo muy buen sabor. Eché una mirada al horizonte... y suspiré. Poco nos queda.

 

Le arranqué una manga a mi camisa y le apliqué un torniquete al brazo del pobre hombre. -Me llamo...me...lla....m..mm... Se nos va.

-Se nos fue.

-¿Qué hacemos con este?

-¿Qué crees tú que podemos hacer?...

-Pero, ¿tan pronto?...

-Pronto fué el dia que salimos del puerto... ahora ya es tarde.

-¡Pero lo van devorar....!

-¡NOS!

-¿Qué?

-Es él ahora y nosotros tal vez luego. O él luego y todos juntos con él. Nuestra elección. Aqui hay democracia tiburonil.

-¡Tú no tienes sangre en las venas, tienes horchata!

-No, todavia tengo sangre y mucha, pero quiero mantenerla bien calentita para que esos tiburones no se indigesten cuando llegue mi turno... y el tuyo.

 

Rojas las aguas revueltas, roja la espuma, y rojos los cuadernos del alma en que se me inscribía otra muerte... yo que nací para amar.

 

Aquellos amigos de los dientes filosos se alejaron felices luego de concluido el banquete.

 

Dos dias más tardes el viento cambiaba y nos tiró por un arenal desierto. -¿Cuántos quedamos?

-Seis.

-¿De diez que salimos y dos que rescatamos?

-Así es.

-¡Pobres tiburones, no pudieron terminar la cena!

 

 

Gilberto Rodríguez

Miami-Florida..USA

2010-03-22

 

 

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