miércoles, 20 de marzo de 2024

MIS ARRECIFES. Singladura Nr.8


MIS ARRECIFES.

Singladura Nr.8 

Isabela de Sagua, antigua Venecia de Cuba, languidece.


¿Quién soy? Yo creía saberlo, pero no, no lo sé. Mi ego, ahora me doy cuenta es más alto que el Himalaya y sin embargo, mi vida es más pequeña que esa gota de rocío que has visto sobre el pétalo de la rosa. Príncipe y mendigo me han llamado; tengo más riquezas y menos capital que un gorrión. Capital no se conservarlo, trae muchas preocupaciones. Riquezas acumuladas y sus intereses creciendo mientras duermo porque soy un aprendiz de amante, nunca se sabe mucho del amor. Se puede ser ostra y hacer del grano de arena una perla y se puede matar una flor con una mirada. Yo quería ser.

 

Sí, yo quería ser. Y dediqué cada minuto de mi vida a aprender lo que hacían los otros, los hombres, los pueblos, los religiosos, los políticos, los limosneros y tú. Día vendrá en que yo vuelva a mi pueblo con mil cargas de cielos, de nubes, de amores que produzcan la felicidad a los otros. Y he cargado mil cruces y bebido mi propia hiel. Y he derramado lo que yo he creído que es amor por doquier. Estudiar, obtener títulos, dar una caricia con los mismos dedos que apreté un gatillo, dirigir más de cien jueces y abogados, ser amigo de presidentes, de delincuentes, de terroristas... eso lo han dicho y otros lo han creído. No sé por qué.

 

No, no sé por qué. Yo no soy más que un pobre fulano que a remos y cojeando, patina sobre las fangosas calles de camas y soledades en cuerpos y caderas, destelleando sin luz. Fantasma soy, pero hasta los fantasmas invisibles a veces pretenden ser bellos y coloridos. Tal vez yo soy eso.

 

Solo envidio al pulpo. En cualquier instante vivo ocho vidas. Las horas no alcanzan del día y me río. Nunca espero el final, los finales son cortes. La buena pintura nos viene en cuadritos, no, se desliza entre y por y con los otros colores. Llevo el alma en una mano. ¿La quieres tú? Mañana te aburres y yo tengo mucho aun que trabajar. Quiero ser pulpo por un instante para poder estar con mis rejos en las orillas de una playa, una reja, una jaula y uno senos. ¿Qué más da? Soy el fantasma de mi ayer, la penumbra de mis ojos...

 

Y no soy nada. ¡Pobre ego amigo mío, que no se había enterado!

 

¡Tonto! ¿No ves que siempre te guardé en las fosas más profundas de mi ser? No se puede ser hombre, navegante, Capitán ni juez sin ego. No se es nada, pero el ego mata. Y por ello siempre te resguardé al tiempo que te aprisionaba. ¡Ya, qué más! Solo el espíritu fantasmal de los recuerdos, eso queda.

 

¿Que por qué entonces gritan mis carnes? Tonto amigo... porque no se han enterado. No, mis carnes están tersas, mi mente ágil, mis amores vivos, mis sueños vibrando aun y mis anhelos a gritos. Otros a mi edad son viejos. Muy viejos.

 

Ya dejaron de sentir amor y deseo de la carne. Están muertos. Esos que ya no aprecian una visita al museo, una corrida de toros... yo todavía me pongo los guantes... y más. Pero es mi lucha interna, me voy a otros puertos.

 

He luchado por un ideal y ya mis ideas no cuentan. He soñado con unas alturas, y pase por algunas, las otras cual agua entre los dedos, se me escaparon. Ahora, cuando alguien me ofrece una limosna de amor, recoge de mi alma y luego mira almanaque. Es sabio envejecer y es pecado mortal hacerlo. Luego se burlan cuando aquél cuya voz ayer las enamoraba y hoy trata de elevar una tonada y se le va una falsa nota. Nadie se registra el alma, hasta que le llega el turno. Y entonces, ya es muy tarde. Mi turno no anda lejos... soy viejo, ya lo se.

 

Y hace unos días un joven apuesto, bello y galante me preguntaba; -¿Cómo lo hace usted? Yo daría la mitad de mi vida por aprender con usted...

 

-Gracias, hijo, pero media vida no sería suficiente, solo tienes unos veinte. Escala la montaña, préstale tu zapatos al otro y camina sin ellos, gánalo, no lo tomes al pasar; ¡cuídalo y déjalo seguir! Ellas te oirán.

 

-Pero, es que usted tiene magia, tan sencillo...

 

-No, hijo; no es magia es lo segundo. Es lo sencillo. No creas que eres una roca. Tu firmeza es temporal, cubito de hielo somos, duros ahora, agua al canal después. Y esa gota de agua que acabas de beber, luego que limpie tu sistema regresa a la tierra, se calienta, se evapora. Se eleva y forma bella o amenazadora nube, te cae sobre el jardín y lo hace crecer y le enjuaga las manos a la mujer que te ha de acariciar con ellas.

 

Y cuando miro a mi alrededor estoy sobre una piedra, el medio de la mar. Solo. Solo soy. Solo estoy y solo he estado en el medio de la multitud mi vida entera. Jamás me compartí. Jamás le permití a nadie mirar a mis adentros. No importa cómo, donde ni por qué.

 

Los torturadores han lastimado mi cuerpo, la guerra también, pero mi sonrisa no cesa, mi cerebro labora. Nadie penetra allí. Nadie nunca pudo. Nadie podrá. Y mis pieles no cuelgan aún.

 

Pero el tiempo se acorta. Y otras me quieren cortar. Tengo una amiga muy bella, 37 añitos, china pura, criada y educada aquí. Fue mi discípula muy pilla. me abraza, me besa y me propone a menudo. ¡Quítate solo 35 años y me caso contigo! ¡YA! y lo grita ante todos. Pobre de mí... ¿Por dónde corto?

 

Viejo verde, azul o candelillas sobre el agua. Tonto mejor. Quiero salvar a mi patria y no puedo cargar mis costillas, quiero escalar más montañas, volver a caminar sobre un cable de acero entre dos barcos o entre dos rascacielos y ya le temo al sonido del trueno. ¿Ego de qué? Quiero ser pulpo tal vez para agarrarte enterita y que no te me escapes.

 

O para poder seguir atendiendo todas mis vidas regadas por el mundo. Ya apenas viajo y quiero volver. Mi vida ha sido en viajes, en aventuras, el cambio de paisajes, en movimiento, en bienvenidas y adioses, entre risas y lágrimas entre almohadas, pajares y ríos... Nadie me pudo seguir, viajo a placer.

 

Y ahora estoy mirando a mi bitácora de oro, no, de oro no, que muy pobre es. He borrado muchos nombres, nadie los debe de ver. Quien a mi lado durmió, un secreto en mi depositó. ¿Qué historia puedo hacer? Ríe. No soy feliz. No he sabido serlo, nunca lo fui.

 

Si mi sed ha calmado tus aguas, tú me la diste, yo no las robé. Si mi espíritu flota en las noches, es que la muerte ronda, y no quiere esperar que me muera para salir a enamorarte otra vez.

 

Voy a cambiar mi vida. Voy seriamente a escribir. Voy a silenciar mil voces que me queman los adentros y tocar solo en las alas del que fue mi corazón. Se cansa el mundo de mí. De mí que nada tengo ya para dar. Un verso aquí, una ilusión allá, un recuerdo colgado en la pared...

 

Unas candelillas en la noche a la orilla del rio. Ni siquiera las luces boreales soy. ¿Ego de qué? Anda, vuélvete a la botella para ponerle el tapón.

 

-Un momento, ahí, jefe; a la botella no.

 

-¿Y por qué no?

 

-Porque yo soy su ego, no su mago de la botella.

 

-Está bien, pero eso no te impide...

 

-Señor, yo solo soy su ego y en estos días usted anda trepado sobre mis hombros, ¿qué puedo yo hacer?

 

-¡Ah, hombre, habérmelo dicho antes!

 

-Yo hubiera tratado, jefe, de nuevo le digo. Pero cuando usted vio a esa mujer...

 

-¡Calla! ¡Basta!

 

-Como usted diga, jefe…

 

-Vuelvo a pensar y quiero izar mis velas. Quiero, pero no puedo…

 

Estoy anclado en ti…

 

 

 

 

Gilberto Rodríguez.

Miami-Fla..USA

2010-03-23

 

 

 

xxxxxxxxx




No hay comentarios:

Publicar un comentario