PESADILLA EN EL BARCO “ALECRÍN”
Escambray
Pesadilla en el barco Alecrín
Miguel Reyes Oliva, integrante de la tripulación cubana que fue secuestrada hace 48 años en las cercanías de Venezuela cuenta la historia. La memoria se traslada en el tiempo, hacia el año 1967, cuando todavía adolescente escuchó hablar a Fidel en un acto en Santa Clara y, tras el llamado
Miguel Reyes Oliva, integrante de la tripulación cubana que fue secuestrada hace 48 años en las cercanías de Venezuela cuenta la historia.
La memoria se
traslada en el tiempo, hacia el año 1967, cuando todavía adolescente escuchó
hablar a Fidel en un acto en Santa Clara y, tras el llamado de incorporar
jóvenes a las actividades marítimas del país, quiso probar suerte. Allí mismo
se inscribió en una lista, luego vino a su terruño a despedirse de los
familiares y en pocas horas regresó a La Habana, al Instituto Nacional de la
Pesca, para cumplir su cometido.
“¿Qué sabes hacer?”.
Le preguntaron a su llegada y sin rodeos contestó: “Soy albañil y chofer”. Al
rato ya conducía una pipa de agua para abastecer al campamento donde otros
aspirantes esperaban a ser seleccionados para integrar la Flota Marítima, la
Cubana de Pesca o la Del Golfo, según correspondiera.
Miguel Reyes Oliva,
de 67 años, vecino de Trinidad, fue el único espirituano que integró el primer
grupo de jóvenes que enviaron a Cienfuegos para completar la tripulación del
barco Alecrín, de la Flota Cubana de Pesca, designación que disfrutó sin
imaginar la pesadilla que viviría unos días después.
Sin experiencia
alguna, pero con unos deseos enormes de zarpar, comenzó su viaje rumbo a Cabo
Verde junto a otros 37 marineros de distintas provincias del país. “Salimos el
25 de noviembre a las diez de la noche —dice—, pero ya a la altura del Paso de
los Vientos, por las cercanías de Venezuela, el barco presentó problemas en su
eje de cola, nos quedamos al pairo, la marea comenzó a subir, nos comunicamos
por planta con Cuba para que mandaran las herramientas que necesitábamos. Dos
días después el barco Merluza nos entregó el encargo, arreglamos la avería y de
nuevo salimos a navegar”.
Una embarcación se
divisa en el agua; son las tres de la madrugada, pero las luces de situación
del mástil revelan su presencia, el radar del Alecrín también la capta.
Humberto Vargas García, el capitán cubano, le pide al telegrafista que se
comunique con el barco, pero de este solo responden que detengan la marcha.
El Alecrín continúa
su rumbo más cerca del objetivo; se trata de una fragata de guerra con los
cañones encima: El Calamar, de procedencia venezolana. La velocidad de sus
máquinas aumenta, pasa de lado por la banda del estribor, entra por la popa, se
desplaza hacia la proa en una maniobra de reconocimiento del pesquero cubano,
luego se aleja, busca, mira y dispara el primer cañonazo que da en el molinete
del ancla; el segundo entra por la escotilla del cuarto de refrigeración
dejando los compresores de amoniaco al aire libre; fueron más de 12 tiros que
por suerte fallaron en su mayoría.
Poco después una
nueva embarcación llegó a la zona, se trataba de un destructor americano, el
Almirante Brión, que comenzó a merodear al Alecrín, pero este se mantenía sin
respuestas ante los cañonazos de El Calamar.
“Nosotros no paramos
máquinas —rememora el pescador—, preferíamos hundirnos antes de parar sin una
orden de Cuba, estábamos desarmados porque nuestra misión era solo la de
realizar capturas. Cerca de las cinco de la madrugada llegó la comunicación
desde La Habana, Fidel pedía que nos detuviéramos, así lo hicimos y esperamos
que amaneciera completamente, sin tirar ancla nos quedamos al pairo, El Calamar
lanza sus lanchas al agua y comienzan a descender marineros, todos armados,
luego abrimos el portalón y colocamos la escala para que subieran a bordo”.
La tripulación
cubana permanece a la espera, al frente de los ocupantes un oficial de cubierta
distribuye su fuerza para que procedan a la detención: el Alecrín es arrastrado
por El Calamar hacia el Puerto Carúpano, en Venezuela; ya en tierra firme los
pescadores de la isla son sometidos a interrogatorios, trabajos persuasivos
para que deserten y dañen la integridad de su país.
“Al principio nos
negábamos a comer porque queríamos ver a nuestros oficiales, que permanecían
detenidos, pero en otra parte del Estado Mayor de la Marina en Sucre. Luego nos
sacaban, uno a uno, para hacernos preguntas, nos mostraban grandes sumas de
dinero, las llaves de un apartamento y un carro, para que desertáramos. Dos lo
hicieron, pero el resto permaneció firme por espacio de un mes que duró aquella
pesadilla. Ya habían desaparecido las suculentas comidas del primer día, en
cambio solo pan y agua de café recibíamos y nos mantenían en una reducida
habitación, con un baño para más de 30 personas”, cuenta Miguel.
Una campaña
internacional se desató de inmediato en Cuba, actos públicos, declaraciones del
Gobierno, gestiones, muchas gestiones, fueron haciéndose cada vez más fuertes para
que devolvieran a los pescadores a la isla. El 26 de diciembre, pasadas las
tres de la tarde, el comandante Lucio, del Estado Mayor venezolano, informa a
los tripulantes del Alecrín que recojan sus pertenencias, que se irían.
“No teníamos nada
que empacar —comenta Miguel—, porque durante un mes nos mantuvimos con la misma
ropa que llevábamos en el momento de la detención, nuestras prendas de vestir
se quedaron en el barco y nunca nos las entregaron. Nos trasladaron a nuestra
embarcación, que ya estaba supuestamente reparada, pero se quedaron con más de
250 toneladas de atún que teníamos capturadas. Arrancamos máquinas, subimos
cabos y salimos al mar en una travesía que demoró varios días por desperfectos
técnicos”.
De nuevo libres,
regresando a Cuba, donde los esperaban familiares, amigos y el pueblo de la
capital. Allí los recibieron en el puerto y luego, en un acto público que
estremeció al mundo, le dieron la bienvenida.
“Ese 31 de diciembre
lo pasé con mi gente. Durante 23 años estuve en la Flota Cubana de Pesca,
visité infinidad de países, desanduve los mares, pero nunca olvidé que mi
bautizo como marinero fue a prueba de fuego, en el barco Alecrín”, reconoce
finalmente Miguel.
(Agradecemos a
Héctor Águila su colaboración para la realización de este trabajo)
Xiomara Alsina
6 comentarios
Lazaro David Najarro Pujol17 septiembre, 2021 at
14:46
Ahora obseve que el testimonio de Miguel Reyes Oliva,
fue publciado en noviembre de 2015, por lo que el intrepido marinero del
Alecrin tiene ahora 72 anos de edad y yo 67.
Responder
Lazaro David Najarro Pujol17 septiembre, 2021 at
14:35
Fui de la primera graduacion de la Escuela de
Capacitación Técnica ALECRIN en Santa María del Rosario. como operador de
planta frigoríficas. Recuerdo que los marineros del barco Alecrin cuando
regresaron a Cuba luegpo del secuestro, fueron recibidos en nuestra escuela..
Todos se sentaron en el comedor. Ese dia se les preparo arroz moro o cristiano
y pescado (Sierra frita con una salsa, como plato fuerte. Miguel Reyes Oliva,
tiene la misma edad que yo, asi que cuando tripulo el Alecrin no habia cumplido
los 17 anos de edad. Yo m grsadue con solo 17 anos de edad en 1971. Que es de
la vida de Miguel Reyes?
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kuko26 noviembre, 2015 at 13:44
Yo conosco un hombre, ex-pescador del Merluza, el
cual les llevo en verdad la carga que habla Miguel, voy a corroborar con el lo
que recuerda de estos hechos, lo cierto es que por aquellos dias se corrio la
bola dee que Cuba estaba enviando guerrilleros contra Venezuela, segun recuerdo
y por eso le calleron al ALECRIN…
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Popeye25 noviembre, 2015 at 10:36
Jose Luis, de acuerdo con usted, cierto es posible
salir del sur de Cuba, atravesar el estrecho de los vientos en ruta al
atlántico norte. Lo que si esta claro es que el estrecho de los vientos no esta
ni remotamente cerca de Venezuela.
A mi me resulta mas curioso el hecho que habiendo
navegado solamente en el mar Caribe y por lo que parece pasando dos días al
pairo por roturas mecánicas hubieran podido pescar nada mas y nada menos que
250 toneladas de atún. Eso indica que quizás Miguel Reyes Oliva con el paso del
tiempo se ha olvidado de la posición exacta donde ocurrieron los hechos, porque
en Noviembre, Diciembre el atún se encuentra al sur del Mar Caribe, justo en el
área que cubre las aguas venezolanas y colombianas.
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Jose Luis25 noviembre, 2015 at 7:26
El paso de los vientos es un estrecho que separa a la
punta de Maisi de Haiti,tiene unos 80 kms de anchura y se licaluza a mas de mil
kms de las costas de Venezuela.Solo el Alecrin debio cruzarlo si partio de la
costa norte de Cuba,algo que no parece logico si la custa sur esta mucho mas
proxima ese pais..Observen el mapa..Disculpen,enseñe Geografia
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supernapoleon774 octubre, 2016 at 17:19
El no dice que estaban en el Paso de los Vientos,
sino «a la altura del Paso de los Vientos» …es decir, cerca de Venezuela pero
en el paralelo que pasa por el Paso de los Vientos…..
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