lunes, 4 de abril de 2022


LO QUE SE PERDIÓ

Una nota necesaria



Recientemente he concluido la exposición -casi diaria- de las fotos pertenecientes a cada uno de los buques que pertenecieron a nuestras flotas. Consumí 295 días de los que cuenta el año y en algunas de esas jornadas, los ofrecí en pequeños grupos por carecer de fotografías. Vale la pena señalar también que, en estas relaciones, no aparecen la totalidad de las naves perdidas en este monumental naufragio, casi todas pertenecientes a flotillas de plataforma y pequeñas empresas. No pudo ser posible incluirlas por no existir un banco de información donde poder investigar, mucho menos fotografías que sirvan de testimonios.

 

Como podrán observar, han sido sacadas a la luz 295 embarcaciones que hasta finales de los años 90 se mantuvieron en total anonimato. Nada de esto se ha realizado con la finalidad de escribir la historia de esas flotas, como se han aventurado a manifestar unos cuantos idiotas. Ese es un trabajo que pertenecerá a los historiadores en un futuro, porque hablando en plata, los actuales son casi en su totalidad marionetas al servicio del régimen. Creo mas bien que esta ardua labor la comencé por enojo, una ira tremenda cuando observé que nos querían omitir en las páginas que pertenecen a la verdadera historia de Cuba. Nosotros fuimos parte de esa historia, porque Cuba es una isla y fuimos los transportistas de todo lo que entraba y salía por sus puertos.

 

Algunos nostálgicos pajaritos que vuelan en el exilio, viejos pitos y matracas del régimen mientras vivieron en la isla, acuden con relativa frecuencia a estúpidos argumentos para desacreditar esta labor. Se destaca entre todas esas felonías, la afirmación de que “ninguna de esas naves existiría hoy día”. Hay que ser soberanamente idiota para no saber que la vida útil de cualquier barco no supera los veinticinco años, aunque han existido excepciones. Indudablemente es imposible considerar esa longevidad, pero no es menos cierto que, todas esas unidades naufragadas por el abandono, mala fe, incompetencia y la pésima explotación dentro de un sistema de economía centralizada, eran capaces de producir riquezas para ir sustituyendo a las viejas naves, algo que no sucedió y las consecuencias son de todos conocidas.

 

Queda entonces este testimonio para las nuevas generaciones de las dimensiones de la destrucción experimentada en Cuba, no solo en sus marinas, orgullo de miles de hombres que pertenecieran a estas flotas, destrucción extendida a todos los campos de la economía cubana. Como siempre he dicho, es una verdadera pena que se pierdan en el camino tantos testimonios útiles con las muertes de sus protagonistas.





 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-04-04

 

 

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