sábado, 30 de junio de 2018

PASCASIO, EL CONTRAMAESTRE

 PASCASIO, EL CONTRAMAESTRE



Motonave "Bahia de Cienfuegos", escenario de esta historia.

-Te equivocaste, estás embarcao, el Político es un hombre. Casi balbuceaba aquellas palabras, su estado de embriaguez lo traicionaba. Solo algo se mantenía inalterable en la personalidad de aquel perro con el que compartiera dos viajes continuos, mas de un año teniendo que tragármelo.

-¿Qué tu dices? Le pregunté mientras enrollaba la correíta del walky-talky alrededor de mi muñeca.

-Que estás embarcao, el Político es mi hermano…

-¡No, no lo hagas! Si lo golpeas te vas a embarcar de verdad y eso es lo que busca. Rojitas se había lanzado sobre mi brazo con la velocidad de una fiera y neutralizó mis intenciones, sentí la presión de sus brazos rodeándome el cuerpo. Nos conocíamos muy bien, era uno de mis preferidos entre los timoneles, veníamos juntos del buque “Aracelio Iglesias”. El negro no andaba en chivaterías ni chicharronerías, era un hombre cabal, de los que comenzaban a escasear en la flota. Vivía para su trabajo y en casi todas sus guardias me hablaba de su hija, su “negrita”, así se refería a ella sin ningún tipo de complejo racial. 

-Saca a este hijoputa del portalón antes de que le meta en walky-talky por el culo, demasiado tiempo he tenido que soportar a esta rata y lo voy a descojonar. Me apartó varios metros de donde se encontraba Pascasio y fue en su búsqueda, lo condujo hasta la puerta de entrada a la superestructura.

-Tas embarcao, el Político es mi hermano y por donde quiera salga, yo voy a salir también. Volvió a balbucear mientras me dirigió una mirada cargada de odio.

-No te preocupes, maricón, vas a salir junto al hijoputa de tu hermanito. Me cago en la puta de tu madre, perro. Rojas le dio un empujón para que acabara de entrar por la puerta y la tiró tras de sí.

-Si tu dices que en camino se encuentra una comisión investigadora, no debes caer en la trampa de ninguna provocación, ahora es cuando debes demostrar que eres inteligente. Me dijo a modo de consuelo una vez desaparecida aquella rata. Rojitas nunca se involucró en situaciones comprometedoras, no formó parte de bando alguno, prefirió mantenerse al margen de todo lo que sucedía a bordo. Tampoco era cobarde por su aparente indiferencia, solo defendía sus frijoles como aquellos que no militaban en nada y constituía el lado flaco por donde se partían las cuerdas.



Rojitas a mi lado, el Practico malayo y al fondo el comisario Político Ignacio.

Las guardias con este negro pasaban rápido, siempre tenía algún tema para iniciar una conversación o participaba con interés en los que yo comenzaba para matar el tiempo. No recuerdo haberle llamado nunca la atención por problemas laborales, su única debilidad era el alcohol y lo entendía, fue mía también durante muchos años. Hizo un dúo perfecto con otro mulato de apellido Guerra, era marinero de cubierta y uno de los mas fuertes que tuve como subordinado, media de estatura unos seis pies y así de alto era su carácter noble.

La noche transcurría con la misma lentitud de las operaciones de descarga en Nuevitas y ya cumplía una semana con fiebre provocada por el estrés que me encontraba viviendo. Todo había comenzado mal en ese fatal viaje y se prometía finalizarlo de la misma manera. El último encontronazo con el político lo había tenido una media hora después de nuestro atraque y ya estaba desesperado por cerrar este capítulo de mi vida.

-¡Primero, vamos a iniciar la descarga por las bodegas Nr.3 y 4! Me dijo ese mediodía un individuo que se sintió con autoridad para abrir la puerta de mi camarote y pasar sin ser invitado.

-Vamos a hacer una cosa, salga de mi camarote, toque la puerta y si yo lo autorizo entra. ¿Qué le pareció? El tipo cambió de colores y no supo que responder, afortunadamente hizo lo que yo le dije. Tan, tan, tan. -¡Pase! Creo haber observado rastros de vergüenza en su rostro, quizás le quedaba un poco de ella. -¿Y bien?

-Yo le decía que íbamos a iniciar la descarga por las bodegas Nr.3 y 4…

-¡Vamos a ver! ¿Quién es usted para tomar esas decisiones sobre las operaciones de mi barco?

-¡Mire, yo soy el Secretario del Partido en el puerto!...

-Usted será todo lo secretario que manifieste, pero eso no le da potestad para decidir en un asunto que no conoce. Yo me encontraba en una fase de agresividad suprema y no lo dejaba terminar de hablar.

-Es que eso no lo he decidido yo, cuento con la autorización del Primer Oficial para el trabajo político a bordo…

-Entonces le sugiero que vuelva a salir nuevamente de mi camarote y se fije en un cartelito que existe encima del marco de la puerta. Para evitar que se mueva se lo voy a decir, ese cartelito dice “Primer Oficial”. Esa es la persona responsable del cargamento, departamentos de cámara y cubierta, mantenimientos, reparaciones, y por si no lo sabe, es el sustituto del Capitán en su ausencia. ¿Comprende lo que le digo?

-Sí, yo lo comprendo, pero como el comisario me autorizó…

-No, usted no ha comprendido nada y le voy a explicar. El Político no tiene responsabilidades administrativas alguna y menos aun con el cargamento del buque. Así que, si lo desea, puede retirarse ahora mismo y consultar con la administración del puerto. Cuando lo haga, yo le diré por dónde comenzaremos la descarga o lo analizaré con el jefe de buque, quien seguro está más documentado que usted de estos menesteres. El tipo salió de mi camarote enojado y sentí cuando tocó en la puerta del Político, no hubo reclamación alguna y unos minutos más tarde se presentó el verdadero Jefe de Carga y el Jefe de Averías en mi camarote. Aquel sería el último intento de ese individuo por arrebatar el mando que me pertenecía y que defendí hasta las últimas consecuencias.



Motonave "Lázaro Peña"

Continué la guardia de bodegas junto a Rojitas, había regresado de la entrada del puerto media hora antes de que llegara Pascasio con su borrachera de lealtad hacia su amo. Diariamente me sentaba en uno de los bancos que había en la elevación existente desde la salida del puerto hasta las oficinas. Allí esperaba por el secretario del partido del barco, le prometí una buena entrada de tranca cuando lo agarrara en la calle y nunca bajó, era sumamente pendejo y falto de criterio propio. Le decían “El Chino”, era un mulato engrasador con residencia en Alamar, me conocía desde el buque “Aracelio Iglesias”. La tripulación del “Bahía de Cienfuegos” estaba compuesta por una mitad de aquel buque y otra que vino del “Lázaro Peña”, todos ellos se arroparon al calor del Político y la mayor parte de los chivatos a bordo eran de esa procedencia.

Un tercio de la tripulación se encontraba disfrutando unos días de descanso en sus casas, lo que obligaba al resto que permanecía a bordo a realizar guardias de 24 x 24. Yo compartía esas guardias con el Segundo Oficial de apellido Luaces, una persona muy cumplidora de sus deberes y leal subordinado a sus superiores. Era indiferente a lo que ocurría en el buque, pero no entraba en ningún tipo de mariconerías, era un excelente oficial. El Capitán se ausentó del buque desde nuestra llegada sin darme explicación u orientación alguna, tampoco puedo afirmar que lo hiciera con el Político, algo que no dudo. O sea, se fue a la mierda dejando todo el ambiente envenenado creado con sus pendejadas, lo normal hubiera sido que me informara de sus intenciones y dejara algunas ordenes como sucede en cualquier buque, nada de eso ocurrió.

Al día siguiente y siendo aproximadamente las nueve de la noche, se estacionó junto a la escala real un auto marca Volga del que descendieron sus cinco ocupantes. El Capitán había regresado ese mediodía, lo que me hace suponer que tuvo información sobre la llegada de los miembros de la “comisión investigadora”.

-¡Ya estamos aquí! Fue todo lo que me dijo Miguel Haidar cuando paso junto a mí, todas las caras me eran familiares y nos saludamos a secas. Comenzó la rumba que ya he contado en mi trabajo titulado “Mandado a matar”.

-Pascasio, ¿dónde se encuentran los tripulantes? Le pregunté un mediodía de sol radiante, se suponía que los marineros debían estar trabajando en cubierta. 

-Yo les di el día franco para que descansaran. 

-¿Por qué deben descansar? Hace varios días que no trabajan por culpa del mal tiempo que atravesamos.

-Bueno, como es que en los mal tiempos no se descansa plenamente, yo pensé que…

-El problema es que tú no estás aquí para pensar nada, solo para cumplir órdenes. ¡Llama a toda la marinería a trabajar!

Siempre tuve por norma darles poderes a los contramaestres, era una manera muy simple de estimularlos y darse a respetar entre la marinería. Todo ese andamiaje sobre la distribución del trabajo, francos del personal y asuntos disciplinarios sin importancia se los dejaba a ellos. Yo también me beneficiaba con esa acción, disponía de mas tiempo para dedicarlos a otros asuntos verdaderamente importantes. Todo este tipo de consideraciones las cancelaba ante un Contramaestre pendejo al que la marinería no respetaba. En ese caso le retiraba todo el mando y confianza ofrecida y tomaba las riendas. Esto sucedió con Pascasio y otro contramaestre que navegó conmigo en el buque “Aracelio Iglesias”.



Motonave "Aracelio Iglesias"


Es casi seguro que muchos se hayan encojonado conmigo, sin razón, como es de suponer. Lo cierto es que yo le seguía los pies y pisadas a este contramaestre de mierda. Los que navegaron conmigo saben perfectamente que nunca fui extremista y que defendía a mis subordinados, pero en este caso no iba a aceptar ningún destello de rebeldía o independencia de este hijoputa que no quería reconocerme como su jefe inmediato. Diariamente y después de desayunar, yo hacía un recorrido por la cubierta principal y supervisaba el cumplimiento del plan de trabajo que le había entregado. No le acepté ningún tipo de propuesta que se apartara de aquella planificación, yo sabía que eran órdenes recibidas del político y no estaba dispuesto a ceder.

-Pascasio, ¿qué hacen? Le grité desde el alerón del puente cuando lo vi con un saco de arroz perteneciente a la carga, seguido de una fila compuesta por los marineros de cubierta y otros personajes del departamento de cámara. 

-Estamos llevando estos sacos de arroz para la gambuza del barco. Me gritó cuando se detuvo y puso el saco sobre la cubierta. Toda la hilera de hombres se detuvo, algunos mantenían su saco cargado al hombro, todos esperaban los resultados de aquel inesperado diálogo.

-¿Quién eres tú para extraer nada de las bodegas?

-Es que no he sido yo, ha sido una orden del Político.

-Pascasio, regresa inmediatamente esos sacos a las bodegas, eso es robo a la carga e inmediatamente voy a redactar un informe. El político no es nadie para intervenir en asuntos que no competen a su cargo.

-¡Pero, mira! Es para la alimentación de la tripulación.

-Pascasio, cumpla la orden que le di, eso es robo a la carga. Cargó nuevamente su saco y giró sobre sus talones. Después de todo fueron idiotas o un acto de provocación deliberada, aquellos sacos fueron extraídos de la bodega nr.1, la que mas a proa se encontraba. Si la acción hubiera sido realizada en las bodegas nr.4 ó 5, puede que no me percatara de la fechoría que estaban realizando. Normalmente uno se sienta en el puente y extiende la mirada al horizonte, ocultándose a la vista los objetos más cercanos.

-Primero, yo ordené sacar esos sacos para garantizar la alimentación de la tripulación. Me dijo en tono desafiante el Político una vez en el puente.

-El gran problema es que usted no es nadie para dar ese tipo de órdenes y ese acto cometido es un delito penado por las leyes, es robo a la carga. De nada le sirvió todo tipo de justificaciones, conmigo nunca tuvo éxito, yo no iba a subordinarme a el como el Capitán del buque. Yo no hice informe alguno sobre ese evento, si me hubieran pedido autorización, quizás aceptaría ser cómplice de ese delito que luego se puso en práctica en algunos buques. Lejos estaba de imaginar que, se convertiría en uno de los argumentos presentados en mi defensa cuando se solicitó mi expulsión de la flota. Los encontronazos con Pascasio no se detuvieron a lo largo de ese agotador viaje, creo haya sido el Contramaestre mas perro y miserable con el que me tocara navegar.


Motonave "Bahia de Cienfuegos"

-¡Ya estamos aquí! No he podido olvidar aquellas palabras, esa noche se decidiría mi suerte, la batalla recién comenzaba y no quiero volver a contarla. Mientras se desarrollaba lo que en apariencias sería una normal “Junta de Arribada”, mi fiebre comenzaba a ceder. A mitad de aquella reunión que terminara a las tres de la madrugada, ya estaba convencido de haber ganado la pelea. Todos ellos hablaron y en la medida que lo hacían, se arrojaban sobre sus cabezas enormes tanques de mierda. Ninguno imaginaba la existencia de mi informe, que como dije en otra ocasión, contaba con veinticinco paginas escritas a máquina con el mínimo de espacio entre líneas. No imagino el rostro de Pascasio cuando en plena reunión del partido le aplicaron la máxima al Político y lo expulsaron de la marina. ¿No iba a salir por donde lo hiciera su hermano? Luego me enteré de algunas amenazas surgidas en aquella reunión, hubo un timonel de nombre Carlos, no recuerdo si García de apellido, que prometió darme una paliza. Este maricón fosforescente vivía también en Alamar y sabia donde yo vivía, nunca se apareció a cumplir su promesa. Hace poco me enteré de que vive en Miami y mantiene un perfil bastante bajo, le recomiendo que continúe viviendo así, abrumado por su conciencia por todas las hijaputadas que hicieron en la isla. Pascasio también fue sancionado por su partido, no sé si el maricón aún se encuentre vivo.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2018-06-30


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domingo, 24 de junio de 2018

¡LATAS A BORDO!


¡LATAS A BORDO!



Motonave "Maffo"


Si fundieran todas las latas que consumí en mi vida de marino cubano, no exageraría si digo que el metal alcanzaría para fabricar un tanque de guerra. Imagino que las toneladas de metal que correspondieron a la flota en general, serían suficientes para fabricar divisiones de esos carros blindados.

Yo alcancé a un pedacito de aquel tiempo de gloria cuando te sentabas en el comedor. ¡Qué tiempos aquellos, maravillosos! ¡Aquellos desayunos! Solo los viejos los recordaran, eran fenomenales. No solo por su calidad y presentación, es que desde que entrabas al comedor, cualquiera de ellos, tripulantes u oficiales, el primer impacto que recibía tu vista, era la presencia de un camarero aseado y vestido con una elegante filipina. Ellos eran preparados antes de enrolarlos en un barco, los mandaban a la escuela de alta cocina del hotel Sevilla. ¡Coño, que amables y serviciales eran! Luego, no, cualquier salvaje podía ocupar esa plaza sin haber pasado escuela alguna. El menú era variadísimo y se ofertaba navegando o estando atracados en La Habana. Nunca vi a un cocinero enojado cuando algún tripulante solicitaba renganche. Luego, si, los huevos tenían nombres y apellidos. 

Recuerdo que una vez saliendo de Japón para Cuba, porque eso, sí, los que me conocieron saben que yo lo hacia con frecuencia. Bueno, uno de esos días bajo a inspeccionar el servicio que se le ofrecía a la marinería en su comedor, y a que no adivinan. El camarero era un gordo hediondo que se encontraba ausente en ese fatal instante, lo encontré mecaniqueando una bicicleta vieja en la cubierta posterior a la cocina. Estaba sudado el hijoputa, y lo lindo, vestía una cochina filipina. Le dije que fuera al comedor inmediatamente y allí lo abochorné delante de todos los tripulantes. Por supuesto, el Contramaestre se llevó una gran descarga por ser el jefe de aquel comedor. ¡Claro! Aquel gordo asqueroso era militante del partido y yo sabía que me llevaría a la corte donde ellos juzgaban a los que éramos “simples”, nombrecito con el que nos bautizaron a los que no militábamos en nada. En fin, esa era una de las causas por las que se me acusaba como “anti-partido” en todas mis evaluaciones.


                                               Motonave "Bahía de Manzanillo"

¿El almuerzo? Fenomenal para aquellos tiempos borrados con tantas olas y nieblas. ¡Miren! El plato principal casi siempre estaba compuesto por los motores de la vaca, o sea, sus vísceras. Un día tocaba hígado a la italiana o en bistec, otro día pata y panza (combinando motor y carrocería), lengua, riñones, corazón, seso. Otras veces sumaban a esas ofertas un buen plato de calamares enchilados o en su tinta, etc. ¿Quién se acuerda de eso? Solo los mas viejos. ¡Oh! Teníamos a troncos de “Mayordomos”, ninguno de ellos improvisados, debidamente uniformados con su gorro de hongo incluido. Ya les digo, era una maravilla navegar disfrutando de esas condiciones. Pero todo se jodió de la noche a la mañana en muy corto tiempo y las vacas dejaron de tener motores, eso creo.

Por la tarde nos tocaba la batería fuerte, buenas carnes, excelentes pescados, pollos y cerdos cocinados de diferentes formas. Era una total competencia entre nuestras aceptaciones y las ofertas de aquellos mayordomos estelares. Siempre, fíjense bien, siempre hubo excedentes para satisfacer los estómagos de los más comilones. Antes de que se me olvide, por esos tiempos algunos capitanes les exigían la presentación del menú al mayordomo y anulaban cualquier plato que estuviera repetido en la semana corriente. Ya lo dije, todo se fue a la mierda y esas exquisiteces fueron consideradas reminiscencias del pasado, desviaciones ideológicas, vicios burgueses y cuanta mierda se les ocurrían a los dignos representantes del proletariado. ¡Ah! Si tenias que realizar maniobras de noche, cuando ella finalizaba, nos dirigíamos a la cocina y allí nos esperaba una suculenta merienda.

Todo se fue al carajo, las vacas proletarias andaban sin motores o salieron a cumplir misión internacionalista. Los mayordomos desaparecieron de las nóminas y aparecerían después como primeros cocineros. Solo que ellos existieron antes del crecimiento descomunal de la flota, eran poquitos. Entonces, aparecieron esos animalitos con carnet que tenían la magia o poder de trasladarte inmediatamente a cualquier campamento cañero en cada plato elaborado. Fue así como los buenos cocineros llegaron a ser subastados y discutidos, ellos eran los únicos hombres a bordo con el suficiente poder para transformar a toda una tripulación buena en otra muy conflictiva, no digo, yo.

¿El bistec? Adquirió una dimensión divina y comerse uno llegó a tener tanta importancia como ganarse la lotería. En fin, las vacas se fueron también del pais. ¡Oh! Es aquí cuando entre discursos, círculos de estudios ofrecidos por el sindicato, partido y UJC, aparecieron milagrosamente nuestros hermanos socialistas para salvarnos la vida. ¡Qué les cuento para que me crean! No hubo necesidad de esperar al famoso “Periodo Especial”, sin acento en la “i”, porque eso ha sido nuestras vidas desde que nos cayera esa puta mota negra con su embrujo.


Motonave "Jose Antonio Echevarria"


¡Llegó el laterío socialista, coño! Hay que ver, mira que yo pierdo tiempo en los mercados leyendo cada producto buscando la fecha de vencimiento. Los del CAME superaban a todos los países capitalistas, ninguno tenia fecha de vencimiento, muy bien pudo ser un secreto de estado, ya conocen ustedes esos vicios por el secretismo que esos infelices sufren. Los cuchillos se oxidaban y en su lugar fueron adquiridos abrelatas eléctricos, toda una novedad. ¡Vengan latas para abrir, coño! ¿Se acuerdan de la leche condensada “Sierra Maestra”? Llegaban a los barcos con el color propio del “fanguito”, me refiero al dulce de leche que las viejas llamaban en “baño de María” o hervida. Para diluirla los cocineros debían pasar largos minutos batiéndola, era hasta milagrosa, una vez diluida adquiría nuevamente el color blanco. Nadie supo nunca en cual siglo fue producida antes de llegar a los barcos y hogares cubanos, esperemos a que desclasifiquen documentos de la KGB, porque esa leche con tan sugestivo nombrecito, era un producto de la CCCP.

¡Miren que se abrieron latas en nuestros barcos! Solo les voy a mencionar algunas que fueron muy famosas, porque no solo llegaban de la Unión Soviética, los búlgaros no se quedaron atrás en esos experimentos. Lo mas jodido de todo eso eran las pocas variedades y esa enfermedad por la repetición. Luego vimos esa enfermedad en los agromercados de la isla, si era el tiempo del tomate, salias y solo encontrabas tomate, tomate, tomate, tomate. Ni una puta lechuga para combinarlas y menos aún un pepino, había que esperar por el tiempo de ellos. Entonces todo era pepino, pepino, pepino, col, col, col, col, papa, papa, papa, papa, berenjena, berenjena, berenjena. Era como si las viandas y vegetales tuvieran problemas personales o ideológicas que requería mantenerlas separadas.

¿Quién recuerda aquellos postres búlgaros que eran unas bolitas negras? Aun hoy, decenas de años después de la caída del muro de Berlín, no logro adivinar cuál era aquella puta fruta con las dimensiones y formas de una aceituna. ¿Qué les puedo contar? Imaginen un viaje de ida y regreso atravesando el infinito Océano Pacifico, viendo diariamente el platico del postre con aquellas bolitas en su almíbar negra también. Otro viaje nos tocaba consumir los dulces de pera búlgaros, estos resultaban un poco cómicos. Tenían una masa blindada y cuando pretendías picarla con la cucharita, salía disparado en cualquier dirección, muchas veces paraban en las piernas del comensal que tuvieras enfrente. Ese viaje era de peras, peras, peras y peras, llegabas a sentir odio por ellas y rechazarla como a cualquier enemigo. ¡Oh! Ni se te ocurriera decir que esos productos eran una mierda, ya saben, “desviación ideológica” que tú conoces. Lo mismo sucedía con los melocotones búlgaros, también eran blindados. Las manzanas debieron pertenecer a tropas especiales.



Motonave "Victoria de Girón"


¿Cómo sustituyeron los motores de las vacas en los almuerzos? ¡Uff! Estamos hablando de productos altamente nocivos y radioactivos sin fechas de vencimiento. ¿Se acuerdan de los “ajíes rellenos” búlgaros? Estos encabezaban la lista con mayor porcentaje de rechazo entre nosotros. No se sabia que puta mierda contenían dentro y el sabor era horrible. No conformes, nos enviaron también aquellas latas de “col rellena”, otra versión más dramática que el ají y con igual escala de rechazo que el anterior. ¡Vamos, vamos! Nosotros tampoco nos quedábamos detrás en competir por ser el peor. ¿Quieren algo con el sabor más horrible del mundo que aquellas latas de “tronchos de pescado” fabricados en Cuba? Por entonces, las sardinas eran artículos de lujo servidas en los desayunos. Venga Spam, spam, spam, carne rusa, carne rusa, carne rusa, carne china, carne china, carne china. ¡Uff! Vaya colección metálica almacenada en nuestros estómagos y los trastornos provocados.

Llegaron tiempos peores en la medida que se derribaba cada ladrillo de aquella inmensa muralla ideológica, fueron tan malos que hasta esas despreciables latas desaparecían de nuestras ganbuzas y no fue lo peor. Arribábamos a un puerto cualquiera y no encontrábamos dinero para avituallarnos ni cobrar, entonces, comenzamos a extrañar aquellos miserables productos, porque cuando eso ocurre, no se piensa con el cerebro, el estomago es el que manda. El hambre no identifica ideología o calidades, eso nos pasó en muchos viajes.

Hay muchas historias por escribir, como la vergonzosa de vernos obligados a realizar trueques de cables y cabos viejos por comida para poder continuar viaje. Miserias que siempre aceptamos complacidos cuando fuimos dominados por nuestros miedos, porque hablemos claro, nos sobró valor para enfrentar galernas, pero fuimos castrados para reclamar nuestros derechos.

Si fundieran los cientos de miles de latas abiertas en nuestras cocinas, el metal hubiera sido suficiente para fabricar divisiones de tanques de guerra.


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2018-06-24


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sábado, 23 de junio de 2018

PUERTO DE SZCZECIN, LA CONSPIRACIÓN.


PUERTO DE SZCZECIN, LA CONSPIRACIÓN.



Motonave "Bahía de Cienfuegos", escenario de esta historia.


-¿Quién es ese que está cantando? Me preguntó una mañana el representante de los camiones “Tatra” por embarcar. Repetía su visita con relativa frecuencia, estaba obligado a esperar que finalizaran las operaciones de carga en las bodegas, sus equipos irían sobre las tapas y en la cubierta principal. Siempre le observé cierto grado de desesperación ante la lentitud de las operaciones en aquel puerto.


-Es José, José, un excelente cantante mexicano. Le contesté mientras lo invitaba a sentar y le ofrecía una taza de café. Solo aceptó beberlo la primera vez y lo comprendí, no sé cual es el sabor del cianuro, debe ser parecido al del ch
ícharo tostado y ofrecido como una infusión.


-Tiene una voz maravillosa, no entiendo su idioma, pero me gustaría tener una copia de ese casete.


-Yo te lo grabaría con gusto, solo que debes traerme un casete virgen porque no tengo ninguno disponible.


-En un rato salgo a la calle para comprar uno y te lo traigo. Estuvo unos minutos mas conversando sobre temas sin importancia y se despidió de mí. Lo acompañé hasta el portalón y realicé otro de mis habituales recorridos por las bodegas.


Estábamos a punto de cumplir los nueve meses de un viaje agotador y conflictivo alrededor del mundo. El ambiente había sido envenenado desde poco antes de nuestra salida de La Habana, lo que fuera una tripulación tranquila y alegre el viaje anterior, se transformó en un infierno dominado por los chismes, envidias y traiciones. Solo fue necesaria la presencia de un nuevo individuo en la lista de enrolos, el Comisario Político. No voy a insistir en su personalidad, ya le he dedicado varios trabajos.


Junto a nosotros se encontraba otro barco cubano atracado en el puerto de Szczecin, era un modelo SD-14. No me interesó visitarlos, conocía a varios de sus tripulantes que abordaron el nuestro en diferentes oportunidades. Su Capitán era Juan Carlos Martínez Llamos y como Comisario Político cargaba a Euripides. Los conocía perfectamente, coincidí con Juan Carlos en el buque “Camilo Cienfuegos” cuando yo era Segundo Oficial. Luego volvimos a cruzarnos en el buque “Moncada” siendo yo Primer Oficial y en esa oportunidad fabriqué una crisis familiar estando en Santiago de Cuba para no salir a viaje con él, ya he escrito sobre esa situación. Euripides navegó conmigo como cocinero a bordo del buque “Jiguaní” cuando yo era Tercer Oficial por el año 73. Gracias a las bondades del comunismo, ahora devengaba el mismo salario que yo con la única responsabilidad de poner una película semanal, atender la biblioteca del barco y evaluar a la gente, incluyendo a sus militantes.



Motonave Bahía de Cienfuegos.

Uno de esos días de hastío y casi desesperación por ver el final de aquella patética aventura, me visitó uno de aquellos conocidos enrolados en el otro barco y me sorprendió con una información de alto calibre, preocupante. 


-Mi hermano, se está cocinando una conspiración contra ti en mi barco. Me dijo en unos instantes donde mi esposa se encerró a leer en el dormitorio.



-¿De qué me hablas? Yo no tengo nada que ver con tu barco.


-Entre el Político de aquí y el secretario del Partido, han estado manejando con el Capitán y sus homólogos de allá la posibilidad de cambiarte para mi barco y regresarte a Cuba en él. Cuando lo escuchaba la sangre comenzó a hervirme y estuve a punto de estallar como una olla de presión. Contuve mis impulsos y me vi obligado contar hasta cien varias veces antes de subir al camarote del miserable que comandaba nuestro buque. Debía mantener el anonimato de la fuente para protegerlo y eso es casi imposible de lograrlo en un ataque de ira. Una hora más tarde y cuando aquel tripulante abandonó nuestra nave, toqué en la puerta del Capitán. Ya en el interior de su oficina, tiré la puerta con violencia y le puse el seguro, el notó mi enojo y se puso muy nervioso, las manos le temblaban.


-¿Te acuerdas de mis palabras cuando observé que te estaban quitando el mando del buque? Se tomó infinitos segundos en responder, como si no comprendiera o deseara haber olvidado.


-No sé a qué te refieres. La voz le temblaba como las manos y trataba de esquivar mi mirada.


-Te voy a refrescar la mente, pedazo de pendejo. Cuando ese hijoputa del Político se te montó encima, te dije claramente que podías contar con mi apoyo y que yo solo reconocía a una persona a la que debía total subordinación y ese, eras tú. ¿Te lo dije o no te lo dije, maricón? Te advertí que el viaje ser
ía un desastre sin un mando que impusiera orden como establece el Reglamento y no me escuchaste.


-¡Mira, Primero! Tú no comprendes mucho al Partido.


-¿Así que yo no comprendo al Partido? Puedes que tengas razón, nunca comprenderé a una organización que agrupa a tantos maricones, traidores, oportunistas, hipócritas, contrabandistas y chivatos, porque eso es sencillamente ese Partido de mierda donde militas.


-¡Pero, mira! El Partido…


-¡El Partido, pinga! Pedazo de maricón, ¿así que estaban planificando enviarme para el otro barco? Que poco me conoces, puta de mierda. Se hubieran enterado hasta las Naciones Unidas, tú no me conoces bien.


-¡Déjame explicarte!...


-Conmigo no hay explicación que valga, han transcurrido nueve meses aguantando hijaputadas y hasta aquí llegué. ¿Sabes una cosa? Si tu Partido y tú intentan algo contra mí, te prometo que vas a cagar pelos por pendejo. Si eso ocurriera, vas a salir por el techo junto al maricón con quien dormiste en tu camarote en Santander. Te prometo que va a ser así y nunca serás Capitán de ningún barco, para mandar hay que tener cojones y tú estás castrado. Tiré la puerta con la misma violencia que hice a la entrada y lo dejé todo cagado. Preferí salir a la cubierta de botes para refrescar un poco la carga de ira que llevaba dentro, después de fumarme un cigarro hice un recorrido por las bodegas.



-Aquí tienes el casete que me pediste. Me dijo el checo cuando me entregaba uno de marca ORWO fabricado en la Alemania del Este y único comercializado entonces en el campo socialista. De exagerada pésima calidad como sus rollos fotográficos, sabía que por los cabezales de mi grabadora pasaría algo similar a papel de lija. 


-¿Quieres que te lo grabe ahora o vas a recogerlo en otro momento?


-Ahora ando apurado, regresaré en estos días. Por cierto, ¿te interesaría pasar el fin de semana con tu esposa en Praga?


-Me encantaría, pero no tengo un centavo para cubrir ese viaje, solo nos pagan dos dólares diarios y ya los he gastado.


-Es una invitación mía, no necesitas dinero.


-¿Cómo sería posible hacerlo?


-Solo necesitas que el consulado cubano te extienda una carta de autorización y yo me encargaré del resto de los trámites. El viaje es corto y lo haremos en mi auto.


-Dudo lograrlo, de todas formas, haré lo posible, me interesa conocer tu país. Gracias por el ofrecimiento, es muy gentil de tu parte.


-Ya me dirás, regreso pasado mañana. Después del estrechón de manos lo vi descender por la escala real y fui hasta el camarote para poner al corriente a mi esposa.


Yo sabía con anticipación que la respuesta del desdichado cónsul seria negativa, aquel cargo era ocupado por un negro que visitaba el barco con una periodicidad casi diaria. Siempre bajaba con algún paquete que suponía fueran alimentos sustraídos de la gambuza por el Político. Desde hacia varios años era una práctica muy común recibir a estos funcionarios, quienes sin ningún tipo de vergüenza nos pedían víveres. Alegaban que los envíos realizados por el MINREX a sus embajadas y consulados llegaban tardíos y con pobres ofertas. Muchos de ellos se movían en autos deplorables de peores condiciones que los “transporteichon” usados en Hialeah por los recién llegados a La Florida. Acá en Montreal era muy común los encuentros con ellos en las tiendas que vendían artículos de segunda mano. Absolutamente todos, eran cuando menos, colaboradores de la inteligencia cubana. Solo que por sus bajas categorías, sus familiares y ellos mismos sufrían los desmanes y austeridad de la mayor parte de la población. No porque fuera negro como el Político me caía mal aquel individuo, es que fueron una yunta perfecta desde que el barco arribó a ese puerto y me miraba con desprecio, es de suponer que fuera pagado con la misma moneda. Yo no me rebajaría a pedirle ningún papel a ese individuo por mucho que me gustara conocer Praga.



Motonave "Bahía de Cienfuegos"

-Atiendan acá por si no se han enterado, cuando el Capitán se encuentre ausente del barco y como establece el Reglamento de la Marina Mercante de Cuba, el Primer Oficial asume su cargo por sustitución reglamentaria, no existe otra persona autorizada para ello. Con esto quiero decirles que si se espera por el Capitán para sentarse en el comedor como establece el propio Reglamento, mañana tienen que esperar por mí, yo soy el Capitán del buque mientras dure su ausencia. Hubo un rotundo silencio y el Político se metió la lengua en el culo, luego me enteré de que había sido él quien diera la orden de sentarse.


Increíblemente se habían llevado al Capitán para un hospital, al parecer, había sufrido una taquicardia o preinfarto luego de mi visita a su camarote. Sin embargo, no se me comunicó nada sobre su repentina partida y hospitalización, o sea, aquel Comisario Político se sintió con derechos para asumir un cargo que no le correspondía. Todo esto sucedía con la complicidad de la militancia del partido a bordo, entre los que se encontraban individuos que, supuestamente, mantenían buenas relaciones conmigo. Los cálculos les salieron muy mal a esta manga de pendejos e hipócritas, nunca imaginaron que se enfrentarían a una persona con suficientes cojones y conocimientos. Para empeorarles la situación, yo viajaba siempre con ese Reglamento que me salvó de muchas situaciones complicadas. Es de suponer que todos aquellos cobardes me esperaron parados en las comidas siguientes hasta que regresó el Capitán, yo sabia de la pata que cojeaban todos. 


El cónsul continuó visitando al barco y se llevó a varios de sus perros al hospital para visitar al Capitán en diferentes oportunidades. En ningún momento despachó conmigo para informarme sobre su estado de salud o para preguntarme si necesitaba algún tipo de asesoramiento en las complicadísimas operaciones de carga en ese puerto tan conflictivo. ¡Por supuesto! Yo no tenía interés alguno en compartir una sola palabra con él. Yo desearía haberle visto la cara cuando se enteró posteriormente que su amigo, el Comisario Político, había sido expulsado de la marina mercante por los alegatos escritos en mi defensa.



-Lamentablemente no puedo ir a Praga, el cónsul no quiso extenderme su autorización. Le dije al checo aquella mañana que regresó por su casete.



-¡Cuánto lo lamento! Hubieras conocido una ciudad encantadora, no lo digo porque yo viva allí, es que tiene mucha fama y una arquitectura especial.



-Yo lo sé, siento una gran pasión por visitar países y lugares históricos, pero ya sabes cómo funcionan estos regímenes comunistas. Además, no creo que el pasaporte que nos dan sirva para cruzar frontera alguna. Nosotros no somos ciudadanos, somos simplemente marinos y ese documento sirve exclusivamente para movernos hacia o desde el barco.


-Yo te comprendo perfectamente, no hace falta que profundices en tu explicación. A la semana siguiente comenzamos a embarcar los camiones Tatra y lo pude ver con mas frecuencia. Fue testigo de mi disputa con un “surveyor” cuando le reclamaba por puntos adicionales de trincaje para asegurar aquellos enormes camiones e intentó tratarme como a un indio.



Motonave "Bahía de Cienfuegos".

Uno de aquellos días próximos a la terminación de la carga, observé una mañana como los tripulantes esquivaban mirarme a los ojos. La experiencia adquirida en la universidad de la vida, me decía que algo importante había sucedido en mi contra durante la reunión que sostuvieron la noche anterior. Lo mas triste de aquella situación es que varios imaginarios “amigos”, quienes nunca superaron la fase de ser unos simples “socios”, no me alertaron en nada. Es que la palabra “amigo” se había mudado a otras dimensiones y resultaba dificilísimo encontrarlos en la vida diaria de la isla. El instinto de conservación me sentó frente a la máquina de escribir y comencé a redactar un informe de viaje como alegato a utilizar en una acusación por venir. Fueron muchos días y horas redactando aquel informe donde no quería dejar escapar ninguna de las fechorías cometidas durante ese viaje y alimentadas por el Comisario Político. Razones sobraban para que fuera adorado por todos aquellos traidores carentes de valor y criterios propios.


El caos y la anarquía se impuso ese viaje y todavía no puedo comprender, cómo rayos muchas de esas acciones no condujeron a la destrucción o naufragio del buque. Los Primeros Oficiales que navegaron en los buques modelos “San Mames”, saben perfectamente que para navegar en lastre (vacíos), se requiere lastrar con agua de mar la bodega Nr.4 Esa bodega tenía una capacidad superior o aproximada a las 3 600 Tm. de agua de mar, pero no se podía llenar hasta tanto se encontraran llenos todos los tanques del doble fondo. Luego de llenados esos tanques, se lograba formar una barra solida que permitía soportar todo el peso del agua de aquella bodega. Llenar esa bodega sin cumplir ese requisito, sometería al buque a esfuerzos de flexiones extremos con la posibilidad de partirlo sin necesidad de estar navegando. Es lógico pensar que durante las navegaciones y gracias a fuerzas externas que actúan contra la nave en movimiento, esos esfuerzos se multiplican. El Capitán nunca se sentó a leer nada sobre lo mencionado y un día, navegando por el Estrecho de Malaca rumbo a Singapur, autorizó al Jefe de Máquinas, un blanquito de Regla o Guanabacoa llamado Manolito, para que deslastrara varios tanques importantes. Menciono a este personaje para que no olvide haber formado parte de la ganga del Político. La cojonera que le formé al Capitán luego de recibir la sonda de los tanques no pueden imaginarla, el estúpido me contestó que aceptó la solicitud del Jefe de Máquinas, quien alegaba tener a la maquina trabajando con sobrecarga. O sea, Manolito no preguntó, no se documentó sobre el barco y tampoco pudo rebajar las revoluciones de la maquina principal. Nosotros navegábamos con Dios a bordo y era cubano, yo navegaba con total desconfianza de quienes me rodeaban. Este Manolito deslastró los tanques Nr.2, los de mayor capacidad en el buque. Lo hizo durante la navegación de regreso y eso provocó una variación de calados de popa de aproximadamente un metro mas profundo. El pañolero me estuvo dando sondas falsas durante la navegación y si me salvé de no varar al buque en el puerto de Nuevitas, fue porque me tiré por una escala de gatos con el buque andando a la entrada del puerto. Es oportuno señalar que la única persona autorizada a realizar movimientos de líquidos en un buque es el Primer Oficial.


En aquel informe de unas veinticinco páginas escritas con el mínimo de espacio entre líneas, resumí como dije, todas las fechorías y violaciones ocurridas durante el viaje. Robo a la carga, contrabandos, ausencia de mando por el Capitán, prostitutas embarcadas en el puerto de Abidjan-Costa de Marfil, sin respetar que a bordo viajaban seis esposas de marinos y por último entre tantos hechos denunciados, la Luna de Miel del Capitán con un homosexual español en el puerto de Santander.


Salvo lo concerniente a la seguridad del buque y la carga, los d
emás delitos eran de menor interés para mí, incluyendo la noche de placer del Capitán con un homosexual. Pero no me dejaron alternativa posible, se trataba de algo muy sagrado en una lucha de todos contra mí. Yo no iba a permitir que una pandilla de hijos de putas destruyese toda una vida dedicada a la profesión que he amado como a nadie. 


Nadie tenía conocimiento sobre la existencia de aquel informe que envié el mismo día de nuestra recalada para La Habana con copias a todos los departamentos de la flota, ya he escrito sobre esto. Llegó el día del juicio final, el buque fue visitado por una comisión investigadora enviada por el director de la flota. Esto se encuentra relatado en el tema titulado “Mandado a Matar”.



Motonave "Bahía de Cienfuegos"

Yo gané la pelea que nunca debió suceder, me abrigaba la razón porque había cumplido fielmente mi deber como Primer Oficial. Fue una batalla realizada sin contar con el apoyo de nadie, yo solo contra el mundo y gané. El Comisario Político fue expulsado de la flota, el Capitán sancionado a Segundo Oficial por tiempo indefinido, el núcleo completo del partido fue sancionado también. Escaparon los militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas, porque en La Habana alertaron al secretario general a que se pronunciara, yo lo había hecho durante el viaje sin mencionarle mi informe y no quiso escucharme. Se trataba del Tercer Oficial Miguel Cosme Carrillo, si se salvó, debió agradecérselo a Miguel Haidar, Capitán de ese buque y cuñado de él, quien lo alertó para que redactara un informe, ya Haidar había leído el que yo envié a La Habana con mi esposa. Tuve deseos de que lo sancionaran también por pendejo, él me conocía desde hacia muchos años. Increíblemente y como conté en el trabajo mencionado, sometieron a toda la tripulación a interrogatorios y obtuve opiniones favorables de quienes menos esperaba.


¿Creen verdaderamente que gané la pelea?, solo fue en apariencias. El mismo partido que aceptó estar la razón de mi parte, fue el mismo partido que meses posteriores me mandara a matar. No olviden su slogan; “El partido es inmortal”, dicen ellos, yo digo que “inmoral”.



Irónicamente, me acabo de enterar que quien dirigía ese partido que se dedicó a mi caza (Gary o Garí), se encuentra desde hace varios años en Tampa-Florida manteniendo un perfil muy bajo, tratando de pasar inadvertido, muerto en sus penas y vergonzosos recuerdos. Quizás viviendo de los impuestos pagados por los norteamericanos y muchos de los que ellos “mataron”. 







Esteban Casañas Lostal

Montreal..Canadá
2018-06-23


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martes, 19 de junio de 2018

MI CAPITÁN

MI CAPITÁN


Motonave "Viñales", escenario de esta historia.


Los otros días conversaba con un amigo que vive en Miami y fue miembro de la marina mercante cubana. Cada encuentro con antiguos marinos da origen a viejos recuerdos, resulta inevitable traerlos, es que los cargamos vivos entre nosotros. Vienen nombres de seres muy queridos y por desgracia, nos detenemos y gastamos parte de nuestro preciado tiempo en algunos hijoputas que desgraciadamente pertenecen a la historia de aquellas flotas. 

- Oye Esteban, tu Capitán está preso en Miami.

- Mi Capitán, ¿de qué estás hablando? Le pregunté con un poco de asombro.

- Si compadre, el Capitán del barco donde desertaste. 

- No jodas viejo!, ¿hablas de Humberto Vázquez alias el chino?

- Sí de ese mismo.

- Te aclaro una cosa, él era el Capitán del barco pero no era mío, yo gastaba mi poquito dinero en cosas útiles a la familia, nunca se me hubiera ocurrido comprar semejante porquería.

- Coño!, no lo dije para ofenderte, solo quería que te enteraras.

- ¿Y qué le pasó a ese hijo de puta?

- Casi nada, lo agarraron preso con el barco, iba de México para África con un cargamento de varias toneladas de cocaína destinadas a Europa.

- ¡Qué bueno chico!, ahora hace falta que se pudra en la cárcel.

La gente que lee esto dirá, coño que falta de ética hablar de un compañero de profesión, por eso es bueno que les hable de este individuo. 
Este tipo, por así decirlo, era Capitán de la Flota Cubana de Pesca y gracias a su incondicionalidad con el régimen, tuvo el privilegio de pasar a engrosar las filas de la flota mercante de nuestro país. Detrás de él quedaba la mala fama creada por sus métodos de dirección que, lo hicieron acreedor de varias golpizas por parte de tripulantes. 

Militante del Partido Comunista, robaba a diestra y siniestra, no robaba como todos los cubanos en un país donde hacerlo es un mérito. Este Capitán encargaba los víveres de más mala calidad para su tripulación, luego en las facturas aparecerían los precios de productos de primera calidad y la diferencia entre ambos paraba en su bolsillo, vendía los tabacos y ron que la Empresa le entregaba para uso de representación en el extranjero, contrabandeaba como el más vulgar de los marineros. A la arribada del buque a La Habana, solicitaba al Ministerio del Interior para que su barco fuera sondeado por sospechas de contrabando. No era bruto, alejaba de esta manera alejaba cualquier sospecha sobre su persona y su contrabando tenía una entrada garantizada, ellos poseian cierta inmunidad. 

El penúltimo viaje realizado en el buque frigorífico "Viñales", delató a varios tripulantes por el peligroso delito de oír a la emisora Radio Martí a bordo. Se desató una cacería de brujas y muchos fueron llamados a interrogatorio, algunos de ellos fueron desenrolados inmediatamente del barco.

En la travesía hasta Canadá, trató de violar a una pasajera que iba para España a cumplir un contrato de trabajo. Ella no lo denunció por tener intensiones de desertar a su llegada, yo tampoco pude hacer nada pues desertaría en Canadá, detalle que ella ignoraba. 


Motonave "Viñales"

Al cabo de un tiempo, me llegaron noticias de que este detestable individuo había sido separado de la marina mercante, más tarde, me entero de que estaba en Panamá navegando. ¿Cómo salió de Cuba?, bastante raro, por cierto, puede la mafia confiar en un individuo a quién no conoce y ponerle varios millones de dólares en sus manos, esto tampoco lo creo. 

Si está en manos del FBI deberían profundizar bien en las investigaciones, tal vez lleguen un poco lejos, no creo en la deserción repentina de este asqueroso tipo. No creo que de la noche a la mañana pueda haberse convertido en un gusano y ojalá se pudra en la cárcel, porque parece que esta mierda nació para hacerle daño a la humanidad. 

Han pasado casi dos décadas de escritas estas notas y encontradas al azar. Tiempo suficiente para que individuos de la misma calaña emigraran a los Estados Unidos y otros países. Hoy viven y morirán cautivos de su pasado, manteniendo un profundo silencio y perfil bajo. Es preferible que continúen así, evitarán muchas nauseas y las condenas que se merecen por todo el daño causado. 




Esteban Casañas Lostal.
Montreal, Canadá.
1999-09-10


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