viernes, 30 de agosto de 2024

LOBOS DE MAR. Singladura Nr.45


LOBOS DE MAR.

Singladura Nr.45

 



EL ÚLTIMO LOBO DE MAR

 

Yo no sé quién fue el creador de ese nombre, Jack London muy correctamente se lo aplicó a uno de sus libros. Y yo que fui parte de la marina noruega y de ese lindo pueblo, he vivido parte de esas crueles incidencias de la vida humana que London narra. Yo no soy ningún lobo, pero Pedro Suárez Tintín me dio el nombre de El Último Lobo de Mar de Sagua en uno de sus escritos, porque soy el último de los viejos marinos de allí que ha hecho historia para el honor de su pueblo y su gente. Me gustó la idea, particularmente por el canal que viene, un hombre que le da gran servicio y honor a patria y terruño.

 

Pero vamos a lobo de mar, toda palabra en el diccionario, mi profesión me enseña, puede honrar o insultar, dependiendo de quién, dónde y cómo la use. Y a los lobos que yo sepa, ningún país les da licencias de Piloto o Capìtán, se las dan a los hombres. Porque si así fuera, el primer lugar en la cola tratando de obtener una licencia sería el tiburón blanco o la tintorera que tienen los dientes más grandes. Y problemas serían creados con las orcas, somos lo que somos.

 

Las tormentas, los hielos, las distancias, la soledad, la violencia, el grito de la carne, las ansias de aprender, las desilusiones ante las bellezas espumosas y el eterno vivir y no ser a un mismo tiempo, endurecen y ablandan el corazón del marino. Es algo complejo de explicar al que no ha pasado un pedazo de su vida fuera del redondel como la torta matrimonial. ¿Amigos? Pocos y pasajeros, la ausencia los devora. ¿Amores? Semilla que se siembra para cultivar el árbol de la soledad, del análisis, de la falta de pasión y calor en sus vidas. Soledad con compañía, familias sin cordón, camas desiertas y camarotes que esperan. Los cuerpos necesitan calor, cuando no existe el calor al lado del cocido se enfría la cena y las cenas frías a pocos les placen.

 

¿Infidelidad marinera? Depende. Yo he conocido marinos noruegos y españoles que han pasado sus vidas abordo sin regresar a casa veintitantos años, y jamás fallar, jamás ni tocar a otra mujer. Y eso es amor, lealtad, heroico y a veces casi imposible para muchos de concebir. Yo no estoy entre esos, yo he desgarrado las carnes de mi hombro al morderlo en la desesperación por estar con una mujer, porque la guerra me lo impedía... y yo creo ser un hombre simplemente igual a los demás. Ni lobo ni tintorera, un pedazo de carne con huesos.

 

¿Qué nos lleva a buscar a la mujer con más brío que el de tierra? Simplemente la necesidad de satisfacer el grito de la carne. Pueblos y filosofías hay que pueden controlar los gritos de sus carnes, otros no, yo no lo intentaría. Me quisieron hacer cura, me ofrecían una vida de dominador del vecindario, me dieron un título de "Reverendo", cómodo y respetado. Y bendecir a la mujer para que se acueste con el otro o tener que mentir y falsear mis deseos, sentimientos y razones. El celibato es para otros, si eso es ser lobo, que me echen a la selva ahora mismo.

 

Muchas camas altas y bajas, muchas hembras, muchos celos, peleas, bendiciones, placeres, orgias, tragos, malos ratos, desvergonzadas conductas, mentiras, ilusiones, fantasías, saludos y despedidas son el ingrediente diario del vivir de un marino. Muchas razas, culturas, creencias, y experiencias te enseñan. Luego, otros piensan que un marino es un pobre burro salido del corral. El lobo no sabe leer, el marino filosofa, el lobo no sabe amar más que de una forma. Al marino lo enseñan muchas mujeres. Luego hay otras que se creen capaces de jugar con él mientras lo llaman "lobo", influenciadas por "La Caperucita Roja". Yo también creo en los reyes magos.

 

Mientras los hombres duermen en sus camas con sus mujeres, solo despertando al sonido del reloj que le manda para que ingrese en la maquinaria industrial que tanto detesta o a la oficina donde todos los chismes de la última ramera del cine y del que se salió ayer del closet son recontados mil veces, el lobo de mar duerme mojado, con medio ojo abierto y los salvavidas al lado, la mente en las olas que baten los costados y los giros del compás.

 

El marino no tiene que buscar las estrellas que le dicten los misterios de sus signos del amor y la fortuna; las estrellas tienen nombres propios y son sus novias de cada anochecer. Si el gitano le cantó a la luna enamorada el marino vive enamorado de la luna y el sol es su amigo y director... lo guía a cada instante. Las camas lo esperan y cuando se marche, él sabe que esa cama la llena el siguiente. No tiene guardianes, depende de su fe y la fe es la más endeble de las razones de nuestro vivir. Ten fe, nos dicen. Bien, dame una razón para tener tu fe o mejor, fe en ti.

 

Ten fe en Dios; ¡Confíale todos sus problemas a Dios! Mentiras. Cuando estás flotando entre las olas, nada, nada y vuelve a nadar... o te ahogas si no te come un tiburón. La fe solo te sirve para aceptar de conformidad tu suerte. Y la suerte no existe, la fe es ficción. Nada y sálvate tú mismo. Los lobos no saben nadar.

 

Te llevan ante un pelotón que te va a fusilar porque no les confiesas a los malditos lo que quieren de ti y viene el cura a pedirte que te confieses para que Dios te acepte en su reino. ¡Malhaya sea, si Dios me exige para perdonarme lo mismo que el diablo, me mata porque no le doy! ¿Dónde me lleva la fe? Ajusta la dirección, cuídate de esas rocas, prende los reflectores, toma la altura, carga y descarga, huye del submarino, nada y vuelve a nadar nuevos brazos te esperan, nuevas botellas para embrutecerte y que le dejes el jugo de tus virtudes a la última puta escapada del penal. Mañana, alguna mañana, estarás con la mujer que amas y tú tendrás locos deseos carnales, y necesidad de poseerla, y tal vez ella también, pero los años sin uso la enfriaron, la falta de costumbre te niega lo que ella misma no entiende, pero tu cuerpo sabe reconocer.

 

Mientras que, por otra parte, puedes llegar a sentir que te engaña, cierto o falso. Si se entrega con alocada pasión porque puede estar fingiendo o tiene la práctica diaria del otro que con ella comparte en tu ausencia. El lobo no sabe nadar, pero el cuerpo humano está lleno de sensores que le transmiten sus emociones al cerebro en el contacto. Y surgen dudas. Has tocado muchos cuerpos distintos, tienes amplia escuela, te han aconsejado, te han educado y te han refinado en el arte de amar, de sentir, de vibrar y hacer vibrar. El lobo no sabe nadar, pero tú sabes de amor. Porque tienes menos, analizas más, observas más, sientes en la piel más... Deja que los de tierra piensen pobres de ti.

 

Y siguen las olas batiendo las amuras. Las cadenas del ancla crecen en herrumbre y las canas se izan sobre tus cabellos cual velas en tiempos de regata. Y empiezas a olvidar. Un día, un chiquillo en la calle tropieza contigo, se molesta y te grita: ¡Viejo estúpido aprende a caminar!

 

Mientras que allá a las orillas del muelle se atraca una goleta con sus blancas velas mojadas que aún están y una gaviota chillona te saluda al pasar...

 

Eso es un lobo de mar.

 

 

Gilberto Rodríguez

Miami-Fla..USA

2010-04-01

 

 



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