martes, 14 de mayo de 2024


TRAPITOS SUCIOS

 

SINGLADURA Nr.28

 

 

TRAPITOS SUCIOS, el libro de Esteban Casañas Lostal

 

Una vez que salimos del Manco de Lepanto y de Unamuno y ese extraordinario número de grandes escritores de la lengua española. atravesamos los nombres del último siglo y por medio del mismo nos encontramos con que las posibilidades de escribir y publicar vienen gradualmente haciéndose más fácil y más accesibles a muchos cuyas economías, niveles educación y acceso a la imprenta nunca habían alcanzado. Los que ayer fueron lo que pudiéramos llamar "brillantes", y aquellos que tuvieron al Papa o al Rey como sus benefactores, aunque solo fueran lamebotas con talento -de los que siempre abundan en todas las sociedades y épocas- encontraron las vías necesarias para publicar sus trabajos. Indudablemente que eso mismo permitió el alto grado y buena calidad de nuestra literatura hispana, pero también, aún sin que nadie lo pensara, una sociedad cerrada con acceso limitado a un cierto número de "literatos". Y surgieron las definiciones de lo que podía considerarse "literatura."

 

Y como los que podían comprar libros generalmente eran aquellos señores de la alta sociedad, pues nadie podía dormir en un simple cuarto, tenía que dormir en la alcoba; nadie podía limpiarse la nariz con la manga de la camisa a menos que se llamara "Luis" y fuera rey. ¡Oh, y sálvete dios de comerte un muslo de pollo frito agarrando el hueco entre los dedos!

 

Y, por favor, no sean cochinos: No se chupen los dedos, ni se monden los dientes en público. Ser plebeyo es pecado. Lo más que puede aspirar una joven plebeya es a ser una extraordinaria belleza y que algún mozo rico o príncipe se acostara con ella y después la tirara por una cloaca. Pero el mundo gira.

 

El que nace con su propio genio creador, crea, inventa, fabrica, construye, aunque no tenga más que sus manos un poco de barro sacado del patio del vecino. Salieron escritores como José Hernández, Ricardo Güiraldés, Manuel González Zeledón, entre muchos, que escribieron las cosas tal como son, al natural, sin otro adorno que su extrema crudeza, como es la vida.

"¡Eso no es literatura!"

Gritaron los más "leídos y escribidos".

 

¿Cómo vamos a llamar literatura a "Martin Fierro" o a "Don Segundo Sombra"?, o a la negra que cocinaba cacao y dejaba a los chicos de barrio raspar la cazuela y comerse esas ricas raspitas ticas, que bien pudieran ser cubanas o de cualquier otro rincón de nuestro continente pobre... Muchos han tenido que esperar mucho después de muerto para que le dediquen un "te quiero" de amante abandonado.

 

Sin embargo, a Ernest Hemmingway le dieron un Premio Nobel "De Literatura", nada menos.

 

Ahora, ¿dónde encajo yo a Esteban Casañas Lostal?

 

Porque, aquí lo tengo en azul, negro, blanco y rojo con un montón de presillas en la tendedera del patio del barrio viejo...

Y no, por cierto, el "Barrio Viejo" del tango de Gardel. La suerte que le pintó a la cubierta del libro un límpido océano verde donde lavar sus TRAPITOS SUCIOS.

 

Ahora, díganme, queridos lectores; ¿es, este libro de Esteban clasificable como Literatura, Historia, tragicomedia o un simpático conjunto, o como él, Esteban es un poco afrancesado, un "potpurrí" habanero? Defínalo usted como le plazca, pero haciendo una paráfrasis del ayer, de aquello que decía; "No te mueras sin ir a España", me atrevo a sugerir, No te mueras sin leer este curioso librito, (Solo 313 páginas)...

 

Y lo más curioso es que el título es perfecto: “TRAPITOS SUCIOS”. ¡Caballeros, que lengua!

 

No voy ni a tomar café a la esquina con Esteban. ¡Qué hombre más chismoso, chicas!

 

 

 

Con Don Gilberto en uno de nuestros encuentros en Miami, el día que le regalé mi libro

 

 

¿Y saben qué? Cuando Esteban estuvo en Miami recientemente, si placer gocé al conocer personalmente a un escritor y colega marinero, que he venido admirando por años a la distancia, tiene la delicadeza de regalarme un ejemplar (Fíjense que ni trató de vendérmelo, ¡Que buen hombre, mi mamá decía que el inglés que da manteca es un buen inglés!) Empecé a ojearlo. Cuando llegué a la página 18, ya me encontré con el Reparto Párraga, la Ruta 4 de Ómnibus, el Campeón cubano de boxeo Luis Manuel Rodríguez, memorias de su niñez y de parte de mis actividades, aunque yo no estoy en el libro. Memoria extraordinaria, hechos que tantos y tantos hemos protagonizado y Esteban los graba con toda realidad. No se le escapa una cucaracha loca debajo del tren ni una hembra en la barra o en el muelle. ¡Qué tipo!

 

Yo acostumbro a leer un libro de una o dos sentadas; este no. Me lo estoy bebiendo como me gusta el licor, sorbito a sorbito... así, claro, gasto menos en la cantina y me dura más la deliciosa lectura de este librito, TRAPITOS SUCIOS, que para los puristas, no es literatura, para "connoisseurs" no es historia, pero para mí, que tengo un doctorado en Filosofía y Letras Castellanas, y que como traductor tengo en mi haber más de tres mil libros en varios idiomas, es el alma de muchos hombres y mujeres que hemos atravesado los mares, de los millones que sobre la faz del planeta vivimos en el barrio, en el solar, en la favela y en la carbonera…

Y un poquito de Dios también para completar.

 

Mis recomendaciones "Voluntarias", que nadie me las ha pedido ni las espera. Si usted es un purista, y debo confesar que hace muchos años atrás, yo lo era, si lo es, no se moleste con este "mamotreto". Ahora, si usted es un ser humano con una dosis de amor y realismo en su corazón, hágase un favor, salga corriendo, tómelo en sus manos, acomódese en un sillón, el puente, en la arena de la playa o en los brazos de sus amantes y lea:

 

TRAPITOS SUCIOS,

el libro de Esteban Casañas Lostal.

Luego me dice.

 

 

Gilberto Rodríguez

Miami.Fla..USA

2010-02-22

 

 

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Mi estimado Almirante.-

 

¡Vaya sorpresa que me regala como desayuno! No sé por dónde comenzar estas líneas que solo llevarán ese agradecimiento infinito del amigo. Creo, haya sido su crítica a mi modesta obra, por llamarla de alguna manera, la más real y sincera recibida hasta estos instantes. No han sido pocas las veces en las cuales mis detractores me atacan por este flanco, "Esteban no es escritor". Mi modestia no me permite contradecirlos, solo que existe una gran diferencia entre sus alegatos y lo que siempre he manifestado en público sin ser solicitado. No soy escritor, respeto mucho esa profesión de la que viven miles de seres humanos, me inclino por considerarme un "trovador" que arranca pétalos de las vidas de los demás para crear flores. Me diferencio, eso sí, de muchos "trovadores" como yo. Me inclino por la vida de los que siempre han sido olvidados, me alimento con esas voces que gritan desde sus tumbas por un segundo de recuerdo. Ellos constituyen ese enorme ejército de fantasmas que me persigue constantemente suplicándome una palabra, una frase, párrafo, oración. Necesitan algo que diga alguna vez habitaron en esta tierra y han sido condenados injustamente al olvido, soledad que no se tolera desde el más allá.

 

Mis héroes no visten lujosos uniformes de gala, andan muchas veces en harapos, tienen el blúmer roto y te piden apagar la luz en un encuentro fortuito y amoroso. Vagan casi a diario con las tripas pegadas al espinazo, una jabita debajo del sobaco y una libreta en el bolsillo que les dice cuándo y cuánto deben comer. Esa es la gente que he seleccionado para todos mis trabajos, los que gastaron las suelas de sus zapatos en las calles de esa Habana prostituida y enajenada.

 

Nunca he sentido pretensiones de literato, creo haberme lanzado a esta aventura con un propósito muy diferente. Quiero que cuando ya no me encuentre presente, un día, esas locuras lleguen a manos de mis nietos, solo deseo decirles quién fui y por qué nacieron aquí. Ese día los estaré mirando desde algún lugar que no será exactamente el cielo, andaré vagando como ánima inquieta que no se conforma con los placeres celestiales inmerecidos. Ese día acudiré y estaré al lado de ellos, no solo a su lado, entraré dentro de sus mentes y formaré parte de sus neuronas. ¿No crees que sea el mejor premio recibido por un abuelo? ¿Cuántos no son borrados detrás de la última palada de tierra? Quiero que mis enemigos sean felices también, no es una obra de arte, no es literatura, es simplemente mi legado, una colección de recuerdos que dejo a mis nietos sin otras pretensiones que esa.

 

¿Por qué "Trapitos Sucios"? Por el mismo significado que tiene en nuestras vidas, yo los saco a lavar y los cuelgo en esa tendedera junto al mar. Trato de ser fiel a mi testimonio, sin ocultar mucho. Pongo en manos de mis detractores todos los pecados cometidos, errores, infidelidades, promiscuidad, pero dejo también algo de esa estela de amor que siempre acompaña mi vida. Al hacer todo esto que muchos pudieran considerar falta de pudor o descaro, dejo desarmado a mis enemigos para el próximo ataque y solo pueden valerse de lo que he escrito al desnudo. Es cierto, el lenguaje cruel que muchas veces utilizo es solo eso, el resultado de toda la maldad impuesta sobre nosotros, algo aberrante, pero dulce cuando te sientas con mis personajes en el portal de sus hogares a disfrutar una tacita de café aguado.

 

No sé cómo terminaré estas líneas para enviarte todo el agradecimiento que existe en el mundo, me alegra que ese libro haya sido leído con ojos de ángel y ojalá, esta crítica tuya llegue a mis nietos cuando ya no estemos.

 

Muchas gracias y ese fuerte abrazo que nos dimos en Miami.

 

 

 

Esteban Casañas Lostal

Montreal..Canadá

Feb 22, 2010-02-22

 

 

"Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha sido antes destruido".

Jalil Gibrán.

 

 

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