TRAPITOS
SUCIOS
SINGLADURA
Nr.28
Una vez que salimos del Manco de Lepanto y de Unamuno
y ese extraordinario número de grandes escritores de la lengua española.
atravesamos los nombres del último siglo y por medio del mismo nos encontramos
con que las posibilidades de escribir y publicar vienen gradualmente haciéndose
más fácil y más accesibles a muchos cuyas economías, niveles educación y acceso
a la imprenta nunca habían alcanzado. Los que ayer fueron lo que pudiéramos
llamar "brillantes", y aquellos que tuvieron al Papa o al Rey como
sus benefactores, aunque solo fueran lamebotas con talento -de los que siempre
abundan en todas las sociedades y épocas- encontraron las vías necesarias para
publicar sus trabajos. Indudablemente que eso mismo permitió el alto grado y
buena calidad de nuestra literatura hispana, pero también, aún sin que nadie lo
pensara, una sociedad cerrada con acceso limitado a un cierto número de
"literatos". Y surgieron las definiciones de lo que podía
considerarse "literatura."
Y como los que podían comprar libros generalmente
eran aquellos señores de la alta sociedad, pues nadie podía dormir en un simple
cuarto, tenía que dormir en la alcoba; nadie podía limpiarse la nariz con la
manga de la camisa a menos que se llamara "Luis" y fuera rey. ¡Oh, y
sálvete dios de comerte un muslo de pollo frito agarrando el hueco entre los
dedos!
Y, por favor, no sean cochinos: No se chupen los
dedos, ni se monden los dientes en público. Ser plebeyo es pecado. Lo más que
puede aspirar una joven plebeya es a ser una extraordinaria belleza y que algún
mozo rico o príncipe se acostara con ella y después la tirara por una cloaca.
Pero el mundo gira.
El que nace con su propio genio creador, crea,
inventa, fabrica, construye, aunque no tenga más que sus manos un poco de barro
sacado del patio del vecino. Salieron escritores como José Hernández, Ricardo
Güiraldés, Manuel González Zeledón, entre muchos, que escribieron las cosas tal
como son, al natural, sin otro adorno que su extrema crudeza, como es la vida.
"¡Eso no es literatura!"
Gritaron los más "leídos y escribidos".
¿Cómo vamos a llamar literatura a "Martin
Fierro" o a "Don Segundo Sombra"?, o a la negra que cocinaba
cacao y dejaba a los chicos de barrio raspar la cazuela y comerse esas ricas
raspitas ticas, que bien pudieran ser cubanas o de cualquier otro rincón de
nuestro continente pobre... Muchos han tenido que esperar mucho después de
muerto para que le dediquen un "te quiero" de amante abandonado.
Sin embargo, a Ernest Hemmingway le dieron un Premio
Nobel "De Literatura", nada menos.
Ahora, ¿dónde encajo yo a Esteban Casañas Lostal?
Porque, aquí lo tengo en azul, negro, blanco y rojo
con un montón de presillas en la tendedera del patio del barrio viejo...
Y no, por cierto, el "Barrio Viejo" del
tango de Gardel. La suerte que le pintó a la cubierta del libro un límpido
océano verde donde lavar sus TRAPITOS SUCIOS.
Ahora, díganme, queridos lectores; ¿es, este libro de
Esteban clasificable como Literatura, Historia, tragicomedia o un simpático
conjunto, o como él, Esteban es un poco afrancesado, un "potpurrí"
habanero? Defínalo usted como le plazca, pero haciendo una paráfrasis del ayer,
de aquello que decía; "No te mueras sin ir a España", me atrevo a
sugerir, No te mueras sin leer este curioso librito, (Solo 313 páginas)...
Y lo más curioso es que el título es perfecto: “TRAPITOS
SUCIOS”. ¡Caballeros, que lengua!
No voy ni a tomar café a la esquina con Esteban. ¡Qué
hombre más chismoso, chicas!
Con Don Gilberto en uno de nuestros encuentros en
Miami, el día que le regalé mi libro
¿Y saben qué? Cuando Esteban estuvo en Miami
recientemente, si placer gocé al conocer personalmente a un escritor y colega
marinero, que he venido admirando por años a la distancia, tiene la delicadeza
de regalarme un ejemplar (Fíjense que ni trató de vendérmelo, ¡Que buen hombre,
mi mamá decía que el inglés que da manteca es un buen inglés!) Empecé a ojearlo.
Cuando llegué a la página 18, ya me encontré con el Reparto Párraga, la Ruta 4
de Ómnibus, el Campeón cubano de boxeo Luis Manuel Rodríguez, memorias de su
niñez y de parte de mis actividades, aunque yo no estoy en el libro. Memoria
extraordinaria, hechos que tantos y tantos hemos protagonizado y Esteban los
graba con toda realidad. No se le escapa una cucaracha loca debajo del tren ni
una hembra en la barra o en el muelle. ¡Qué tipo!
Yo acostumbro a leer un libro de una o dos sentadas;
este no. Me lo estoy bebiendo como me gusta el licor, sorbito a sorbito... así,
claro, gasto menos en la cantina y me dura más la deliciosa lectura de este
librito, TRAPITOS SUCIOS, que para los puristas, no es literatura, para
"connoisseurs" no es historia, pero para mí, que tengo un doctorado
en Filosofía y Letras Castellanas, y que como traductor tengo en mi haber más
de tres mil libros en varios idiomas, es el alma de muchos hombres y mujeres
que hemos atravesado los mares, de los millones que sobre la faz del planeta
vivimos en el barrio, en el solar, en la favela y en la carbonera…
Y un poquito de Dios también para completar.
Mis recomendaciones "Voluntarias", que
nadie me las ha pedido ni las espera. Si usted es un purista, y debo confesar
que hace muchos años atrás, yo lo era, si lo es, no se moleste con este
"mamotreto". Ahora, si usted es un ser humano con una dosis de amor y
realismo en su corazón, hágase un favor, salga corriendo, tómelo en sus manos,
acomódese en un sillón, el puente, en la arena de la playa o en los brazos de
sus amantes y lea:
TRAPITOS SUCIOS,
el libro de Esteban Casañas Lostal.
Luego me dice.
Gilberto Rodríguez
Miami.Fla..USA
2010-02-22
xxxxxxxx
Mi estimado Almirante.-
¡Vaya sorpresa que me regala como desayuno! No sé por
dónde comenzar estas líneas que solo llevarán ese agradecimiento infinito del
amigo. Creo, haya sido su crítica a mi modesta obra, por llamarla de alguna
manera, la más real y sincera recibida hasta estos instantes. No han sido pocas
las veces en las cuales mis detractores me atacan por este flanco,
"Esteban no es escritor". Mi modestia no me permite contradecirlos,
solo que existe una gran diferencia entre sus alegatos y lo que siempre he
manifestado en público sin ser solicitado. No soy escritor, respeto mucho esa
profesión de la que viven miles de seres humanos, me inclino por considerarme
un "trovador" que arranca pétalos de las vidas de los demás para
crear flores. Me diferencio, eso sí, de muchos "trovadores" como yo.
Me inclino por la vida de los que siempre han sido olvidados, me alimento con
esas voces que gritan desde sus tumbas por un segundo de recuerdo. Ellos
constituyen ese enorme ejército de fantasmas que me persigue constantemente
suplicándome una palabra, una frase, párrafo, oración. Necesitan algo que diga
alguna vez habitaron en esta tierra y han sido condenados injustamente al
olvido, soledad que no se tolera desde el más allá.
Mis héroes no visten lujosos uniformes de gala, andan
muchas veces en harapos, tienen el blúmer roto y te piden apagar la luz en un
encuentro fortuito y amoroso. Vagan casi a diario con las tripas pegadas al
espinazo, una jabita debajo del sobaco y una libreta en el bolsillo que les
dice cuándo y cuánto deben comer. Esa es la gente que he seleccionado para
todos mis trabajos, los que gastaron las suelas de sus zapatos en las calles de
esa Habana prostituida y enajenada.
Nunca he sentido pretensiones de literato, creo
haberme lanzado a esta aventura con un propósito muy diferente. Quiero que
cuando ya no me encuentre presente, un día, esas locuras lleguen a manos de mis
nietos, solo deseo decirles quién fui y por qué nacieron aquí. Ese día los
estaré mirando desde algún lugar que no será exactamente el cielo, andaré
vagando como ánima inquieta que no se conforma con los placeres celestiales
inmerecidos. Ese día acudiré y estaré al lado de ellos, no solo a su lado,
entraré dentro de sus mentes y formaré parte de sus neuronas. ¿No crees que sea
el mejor premio recibido por un abuelo? ¿Cuántos no son borrados detrás de la
última palada de tierra? Quiero que mis enemigos sean felices también, no es
una obra de arte, no es literatura, es simplemente mi legado, una colección de
recuerdos que dejo a mis nietos sin otras pretensiones que esa.
¿Por qué "Trapitos Sucios"? Por el mismo
significado que tiene en nuestras vidas, yo los saco a lavar y los cuelgo en
esa tendedera junto al mar. Trato de ser fiel a mi testimonio, sin ocultar
mucho. Pongo en manos de mis detractores todos los pecados cometidos, errores,
infidelidades, promiscuidad, pero dejo también algo de esa estela de amor que
siempre acompaña mi vida. Al hacer todo esto que muchos pudieran considerar
falta de pudor o descaro, dejo desarmado a mis enemigos para el próximo ataque
y solo pueden valerse de lo que he escrito al desnudo. Es cierto, el lenguaje
cruel que muchas veces utilizo es solo eso, el resultado de toda la maldad
impuesta sobre nosotros, algo aberrante, pero dulce cuando te sientas con mis
personajes en el portal de sus hogares a disfrutar una tacita de café aguado.
No sé cómo terminaré estas líneas para enviarte todo
el agradecimiento que existe en el mundo, me alegra que ese libro haya sido
leído con ojos de ángel y ojalá, esta crítica tuya llegue a mis nietos cuando
ya no estemos.
Muchas gracias y ese fuerte abrazo que nos dimos en
Miami.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
Feb 22, 2010-02-22
"Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis
destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha
sido antes destruido".
Jalil Gibrán.
xxxxxxx
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