lunes, 25 de diciembre de 2023

FELIZ NAVIDAD


 FELIZ NAVIDAD






Hoy cumplo, como cada año, con ese puro formulismo de desearles una “FELIZ NAVIDAD” sin comprender por qué lo hago. Navidad, lo que se dice Navidad, no celebro verdaderamente desde que era un chamaco. Luego llegaron esos que ustedes saben y lo destruyen todo a su paso. Solo sobrevivieron hasta el 1968, después se convirtió en una pantomima, una especie de jodedera para recordar no se qué, porque si tienen buena memoria, todo se fue a bolina. Adiós nacimiento de Jesús con su pesebre, la virgen, el burro, los camellos. Adiós al arbolito de Navidad, los Reyes Magos con sus juguetes, la Misa del Gallo y hasta el gallo junto al cerdo y al guanajo.



La última Navidad que yo recuerdo, me pasé el día entero mataperreando con mis primos en la calle Subirana casi esquina a Clavel. Mis tías y abuela preparaban la cena, no sé de donde aparecía otra mesa que abarloaban como a los barcos en la sala de la casa y aun así, no cabíamos todos sentados, solo los mayores. Los fiñes comíamos con el plato en las manos o sentados en el piso y lo hacíamos con gusto, era uno de los pocos días donde se reunía toda la familia. ¡Coño, que felices éramos! Bueno, hasta que llegó esa gente que lo jode todo y nos fuimos separando. Algunos primos comenzaron a partir en el viaje sin regreso y penosamente, se irán otros con el bochorno sin arrepentimientos de dejarnos de hablar. Porque después de llegar esa gente nos dividimos en dos grupos, los que celebran las Navidades y los que se oponen a ella. Aquella fue la última que yo recuerdo, las otras fueron una pantomima de ellas y los más nuevos no sabían lo que celebraban, pero no dejaban de asistir al sitio donde pudieran jamar y mover el culito.



Aún recuerdo aquella comedia de “La Última Cena o Nochebuena” celebrada en Párraga, fue en la casa de los suegros de mi madre, quien después de tantos años de soltería había encontrado marido. Hoy me vino a la mente aquellas ridículas escenas y me río de la misma manera que harán las nuevas generaciones de nosotros, esto fue lo que yo vi mientras sucedía. Veo a Susana (la suegra de mi madre) corriendo por el pasillo lateral de la casa dando gritos, detrás de ella el viejo Alberto (suegro de mi madre) con un machete en la mano vociferaba incoherencias y echaba espuma por la boca, sus ojos estaban desorbitados. Detrás del viejo iba Nano (el hermano de Susana) que era policía apuntándolo con la pistola, le seguía Jesús (el hijo más pequeño de Susana) que era boxeador, lanzando trompadas al aire. Nena (hermana de Susana) corría tambaleándose por el alcohol, no pude oír lo que gritaba. Detrás de ella iba el guajiro policía (novio de Nena) pistola en mano, también sin saber a quién perseguía. Julita (sobrina de Susana) la que primero bailara con Jesús, se sumó a la procesión, tal vez algo caliente después de aquel bolero bailado. La hija de Nena que nada tenía que ver en este asunto también gritaba, todos decían algo y el barrio entero se enteraba. Pedro, mi padrastro, muy acostumbrado a los espectáculos ofrecidos por su viejo, los seguía con una botella en la mano y me preocupé, porque detrás de él vi corriendo a mi madre, todavía no sé qué velaba en ese entierro. Pobre Alí, ya no ladraba y apenas le quedaban pelos, apestaba y estaba muy viejo, nadie se acordaba de él en el patio, solo yo lo saludaba de vez en cuando por compromiso hasta que una fría noche le llegó la muerte. Corría el infeliz detrás de mi madre, Pedro, la hija de Nena, Julita, el policía, Nena, Jesús, Nano, Alberto y Susana. La primita de mi edad (Sonia, la hermana de Julita) se había quedado dormida en el columpio y yo disfrutaba de aquel horrible espectáculo desde la acera del frente.



Quise ser mayor nuevamente, siempre creí que solo nosotros estábamos perdidos, hoy veo que tampoco nuestros abuelos vivieron en un paraíso de moralidad, cada uno con su estilo. Unos con trajes de Drill y otros con bajaychupas, unos con lacitos en el cuello y otras sin ajustadores, cada uno culpando al otro, como siempre se ha hecho de generación a generación.



Bueno, navegando tampoco celebrábamos las Navidades, aún recuerdo aquel día donde la organización Stella Maris de Finlandia nos trajo un arbolito en una fecha como esta. No se me olvida como lo lanzaron por la borda desde el puente creyendo que se lo llevaría la corriente. Desafortunadamente el mar estaba congelado y allí quedó el arbolito sobre el hielo y las heces fecales descargadas por el barco. ¡Vamos! No sobrevivieron razones para celebrar nada y menos para desearle felicidad a nadie en esta fecha. Sin embargo, no me detengo por esas sucias razones y repito lo de tantos años. Aun sabiendo que mucha de nuestra gente no puede festejar nada, porque carecen de alimentos para su consumo diario. Saquen ustedes sus propias conclusiones.



“FELIZ NAVIDAD”




Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2023-12-22

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