miércoles, 14 de diciembre de 2022

EL SONDEO


EL SONDEO




 

… Hacer las primeras averiguaciones sobre alguien o algo… RAE

 

Cuando buscamos su significado en cualquiera de los diccionarios existentes en el ciberespacio, no vamos a encontrar la que se ajuste al uso que le dimos en nuestras flotas. Nos explican la relacionada al sondeo de profundidades, sin embargo, puede que exista el relacionado al sondeo de los tanques y sentinas de bodegas, solo que yo no los encontré. Resulta muy útil la parca y escueta explicación ofrecida por la RAE, se ajusta a cualquier utilización de ese verbo.

 

Existió un “sondeo” muy temido por los marinos no comprendido en las definiciones encontradas, me refiero al que realizaban las Tropas de Guarda-fronteras al servicio de la Capitanía del Puerto en toda la isla. Estos sondeos se realizaban a la arribada del buque desde el extranjero o unas horas antes de su partida al exterior. Una vez que se realizaba este minucioso registro de todos los espacios del barco, nadie podía abordarlo. Era el punto determinante para liberar al barco en su partida o a su tripulación para desembarcar cuando recalaban a puerto.

 

Los rigores de ese sondeo cuando se arribaba, estaba en dependencia de si se había cursado hacia la isla algún mensaje sobre sospechas de contrabando, etc. Los sondeos de salida eran invariables en su rigidez, el tiempo del sondeo de arribada estaba en dependencia del punto señalado con anterioridad y el de salida casi siempre resultaba invariable.

 

SONDEO DE LLEGADA.-

Si junto al Práctico embarcaba otro individuo en el momento que la nave arribaba a puerto, era suficiente señal de que algo anormal sucedía o sucedería, ese otro individuo era en términos generales un miembro de la Seguridad del Estado. ¡A correr, Liberales del Perico! Era una alarma automática que se escuchaba entre la tripulación, algunos avisaban a sus amigos de confianza. Quienes habían olvidado “clavar” (esconder) algún objeto no declarado en la pacotilla, se apuraba en hacerlo sin poder evadir cierto grado de nerviosismo. Recuerdo el caso de un contramaestre al que encontré al día siguiente descolchando cada tramo de un cabo de maniobra y cuando le pregunté la razón, Bauta, que así le decían por su lugar de domicilio, me respondió que el día anterior había escondido un billete de $100.00 dólares y no recordaba en cual parte del cabo. Allí se mantuvo hasta el mediodía, finalmente lo encontró. No necesito ir tan lejos para aportar otro ejemplo, ya lo mencioné en mi trabajo titulado “Los billetes del chino”. El Capitán Gabriel Sánchez me acusó de haber traficado con dinero antiguo y cuando llegamos a La Habana, mi camarote fue desarmado totalmente y me ordenaron desvestirme. En ese sondeo participaron tres guardias rabiosos y deseosos de encontrar un motivo que me condujera a prisión. No hallaron nada anormal en mi camarote y aun hoy me pregunto las razones que lo empujaran a cometer tamaña hijaputada.

 

No eran muy frecuentes los sondeos con perros cuando arribábamos a Cuba, aun no se traficaba con drogas en nuestras naves, ese mal no aparecería hasta mediados de los años 80. Tampoco iban a destinar recursos al entrenamiento de esos perros en la detección de polvo para confeccionar tinte de pelo, relojes digitales, champú, chancletas metedeos, pañuelos de cabeza, flores plásticas y otras porquerías que se vendían en la bolsa negra. Aparecerán algunos individuos dispuestos a desmentir lo relacionado al tráfico de drogas en la marina mercante cubana y trataré de comprenderlos. Solo les diría que conocí a varios que la vendían acá en Montreal y que a mí personalmente me ofrecieron sacar dos kilos de cocaína para vender en España. Conseguí al comprador en Castellón de la Plana y le ofrecí la promesa de traerla al viaje siguiente. Solo que ese viaje me vi obligado a desertar y preferí hacerlo limpio de polvo y paja.

 

El sondeo al buque que arribaba constituía una verdadera tortura, podía suceder cuando regresabas de un largo viaje, considerado extenso una vez que superaban los seis meses de duración. Sabías que tu familia llevaba horas esperando sometidos a un fuerte calor, sol o lluvia, frío y hambre. Después de ser privados de las comodidades que ofrecía la sala de espera de la aduana en el muelle Sierra Maestra Nr.1, nuestros familiares pasaron a ser algo así como animales ante nuestra ya cansona y despreciable pasividad. Debíamos esperar a que las autoridades participantes del despacho del buque, hablo de Aduanas, Capitanía y Guarda-fronteras, saciaran su hambre o sed de bebidas alcohólicas, también sumadas a las acostumbradas solicitudes de cualquier producto al Capitán del buque. Solo luego de satisfechas sus demandas, que muy bien podían tomar mas de dos horas, se disponía aquel equipo de hijos de putas a liberar al buque y su tripulación.

 

SONDEO DE SALIDA

Este sondeo era en extremo riguroso, reunían a la tripulación en uno de los salones y debíamos acudir ante la figura de un militar con cara de perro cuando nos llamaba. Te parabas delante del tipo y te observaba el rostro en dos o tres ocasiones, cambiando la mirada entre tu pasaporte sostenido en una de sus garras y tu rostro. Cuando el hijoputa se convencía de que eras tú, te ordenaba dirigirte a tu camarote para esperar el sondeo. Allí permanecías tumbado en la cama o sentado en una butaca esperando la llegada del guardia acompañado de un perro Pastor Alemán, eso podía tomarte varios minutos. Una vez dentro de tu camarote el hombre y su animal, debías olvidarte del perro y vigilar muy bien a su amo. Tenías que estar muy atento al movimiento de las manos del individuo, los cabrones podían tener estudios de prestidigitadores o poseer las habilidades de desaparecer cualquier objeto delante de tus narices. En esos casos era más fácil llegar a la conclusión de que los perros tenían mucha más vergüenza que sus amos, quizás menos necesidades que ellos. Lo cierto es que se debía vigilar a esos hijos de putas con experiencias o simples reclutas obligados por lo bajo de sus salarios o situación del país. La demora en la culminación de ese sondeo podía superar también las dos horas, sin embargo, no era preocupante para la tripulación. Los familiares no se encontraban esperando la partida y la tripulación podía tumbarse en sus camas hasta que decidieran liberar al buque.

 

Contrabandear tenía sus encantos y arte que, una vez dominados y revueltos en esa marea, se disfrutaba mucho. Se requería cierta adrenalina y se vivía la emoción o ese desafío existente entre los gatos y ratones. Yo escondo y tú tratas de descubrirme, era toda una aventura y te veías obligado a apelar a situaciones en apariencias absurdas que, atentaban en contra de toda lógica humana. Bueno, no solo debías protegerte de tus enemigos, siendo en esos casos el personal que realizaba los sondeos. Mucho peor eran los marinos que viajaban contigo, si alguno de aquellos cabrones descubría un “clavo” (punto donde se escondía alguna mercancía), sea adueñaban de ella, la cambiaban de sitio y no existía manera humana de reclamar tu mercancía. La perdías y podía suceder que cayera en manos de tus socios de aventuras, quienes mantendrían en secreto su descubrimiento, te jodiste o te jodieron. Actuando en contra de la lógica y escondiendo tu contrabando en sitios impensables, así un día, clavé 10 cajas de tabacos encima de la mesa donde se reunían las autoridades con el Capitán para despachar al buque “Viñales”. Es ilógico que a soldado alguno se le ocurriera sondear el salón donde se encontrara sentado su jefe en plena reunión. Peor aún, como yo disponía de una llave maestra que abría todas las puertas del buque, solo existían dos, una en manos del Capitán y la otra en las del Primer Oficial, pues se me ocurrió un viaje clavar mi contrabando en el camarote de un hijoputa. ¿Qué les cuento? En el cielo raso del camarote del Comisario Político y encima de su cama, clavé 10 cajas de puros Cohíba (falsificados, como era de suponer). Bueno, bueno, tiene su explicación tamaña hijaputada carente de ética profesional. Se trataba -nada más y nada menos- que el camarote del Comisario Leal, aquel hijo de la gran puta que perteneciera a la Seguridad del Estado y les jodiera la vida a tantos marinos cubanos. ¿Estaba justificado o no? Por supuesto que hoy merecería una medalla u orden, tampoco me importan, no pienso regresar a la isla. Solo me interesa contar estas cosas para responder a la hija de un querido amigo mío, solo porque ella no lo sabía y nadie se lo ha contado. No tiene ideas de cómo fueron aquellos sondeos en la antigua U.R.S.S, China, Corea, Viet Nam y todo el antiguo campo socialista incluyendo a Cuba. Ella no lo sabe, su historia de Cuba cuenta a partir del “Periodo Especial”, y lo peor, las generaciones posteriores carecen de historia.

 

 

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2022-12-14

 

 

 

 

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