lunes, 17 de enero de 2022



 

Y DECIDÍ MARCHARME


Hokkay RoRo escenario de esta historia.

Por Guillermo Ferrer Sanchez

 

El Hokkay era un RoRo ( Roll On Roll Off)-primero en su tipo-adquirido para la flota cubana. Sueño de pobre con plata que alimento un ego muy particular. El Capitán Hugo Vivar. –Viceministro de Transporte- patrocino la aventura y llevo a buen término las negociaciones de compra. El buque tenía un estado técnico deplorable pero ese detalle era un tema menor

El totalitarismo es interesante y digno de estudiar. Cuando se hace gobierno e implanta su estilo, en algún momento (más bien en todo momento) el gran líder, otro líder o cualquier inútil pare una idea genial. Generalmente tiene un trasfondo netamente político que puede promocionarlo, demostrar su sabiduría o alimentar su apetito de poder. Eso si, los problemas de fondo continúan a la espera de ser atendidos convenientemente.

Cuando todos se dieron cuenta que la iniciativa era un fiasco de marca mayor al Capitán H.V. lo enviaron a ventilarse en las extensas rutas marítimas que surcaban los buques de Navegación Mambisa.

El Hokkay fondeo en la Bahía de la Habana y agónicamente realizo unos cuantos viajecitos para tranquilidad de todos los que autorizaron la compra. La honrilla pudo ser salvada.

La plata era del pueblo y este actor social tan homogéneo y difícil de particularizar nunca protesta por la confianza que deposita en sus líderes. Estos pueden equivocarse y matarlo de hambre, pero esta aceptado implícitamente que sus intenciones son buenas.

Para alegría de la tripulación, recibieron algunas mejoras que otros no percibían pese a soltar la piel trabajando: varias gaseosas semanales, mejor comida y alguna botellita de ron de cuando en vez, alimento su entusiasmo y dedicación al trabajo.

 

Estos beneficios (¿?) otorgados de manera voluntarista y subjetiva, sin contrapartida productiva o por conquistas sociales, lejos de beneficiar, favorecen el surgimiento de cofradías interesadas en copar los supuestos privilegios. Establecen códigos y relaciones que nada tienen que ver con un buen ambiente laboral. ¿Recuerdan la cita? : “En el socialismo de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo”. ¿O acaso se utilizan los fundamentos ideológicos de la doctrina solo cuando son útiles para maniobrar?

 

Mis vacaciones habían terminado y me enviaron al buque en el mes de agosto de 1993 como Primer Oficial. Conocía de antaño al Capitán Santana. Tenia la mano pesada y bajo su comando no se podía estar jodiendo. Este llevaba mucho tiempo a bordo y solicito su relevo.

La estadía en el puerto seria prolongada lo que convirtió la plaza en un lugar muy deseado. La lotería la gano el Capitán Sardiñas (el gordo) que para la época trabajaba como inspector de Seguridad Para la Navegación. Buen tipo, simpático y cuentista pero sin la potencia de su antecesor. No gustaba de conflictos, flojito y muy comilón. No tenia la madera necesaria para enfrentar una tripulación que al menor atisbo de debilidad actuaría en consecuencia.

Quisimos mantener el nivel técnico alcanzado por la anterior administración y de ser posible mejorarlo. Un detalle empaño nuestro deseo, había que trabajar, cumplir un horario, no estar zafando el cuerpo con reuniones, o que el secre de turno tuviese la ultima palabra a bordo. El que no cumplía con su deber era desenrolado. El represente del partido se sintió atacado al ver menguar sus atribuciones. Sus muchachos cerraron filas. Afilaron las armas para el combate y el ruido de tambores lejanos solo traía el llamado a la guerra.

Con Santana otra hubiese sido la historia. “Sardi” siempre flojito y timorato se abrió de patas. La contradicción rompió por el oficial a cargo de mandar a trabajar e imponer disciplina.

Mi buena estrella hizo un regalo inesperado. De tantas visitas a bordo explicando como trabajaba ese tipo de buque, conocí a una hija de la lejana provincia de Guantánamo. La chica portaba las cualidades más dulces de su hospitalaria tierra y en adelante mis noches de guardia fueron bendecidas con su hermosa compañía. Error fatal.

El secre tuvo su oportunidad. Cometí un acto imperdonable para la rígida moral marino-partidista. ¡El Primer Oficial tenia relaciones extramatrimoniales!

Amigos míos, en Cuba hablar de infidelidad nunca ha sido tema de alta política. Nuestros eximios líderes atesoran una cantidad interesante de amantes mantenidas con los recursos del pueblo. Sin embargo, cuando conviene cualquier cosilla puede ser utilizada. El derecho a cagar al prójimo es tan viejo como nuestra especie ¿De que sorprendernos entonces?

Así las cosas, a mis espaldas se cocino con el Comité del Partido una reunión donde se discutiría acerca de la dañada moral del primer oficial. Allí no cumplieron con los procedimientos, ni con los estatutos, ni con lo que un hombre normal hubiese hecho de tenerle bronca a otro. La antigua herida de mi época de político quizás les aconsejo tomar revancha por la afrenta no olvidada.

De improviso me vi en el medio de una reunión sin saber que se trataría. Completamente desinformado. Mis “compañeros militantes” me tomaron del cuello y comenzaron a despedazarme. Todos con cara de orto y el consentimiento seguro del Capitán que no podía ignorar la actividad que realizarían a bordo de su buque. Los representantes del Comité del partido comenzaron la letanía acompañada con golpes de pecho y latigazos en sus espaldas (¿medios maricones?).

La experiencia de tantos años hablando la misma mierda u otra parecida, me aconsejo escuchar tranquilo ya aburrido de la rutina estupida de nuestras vidas.

Algunos me criticaron. Otros prefirieron callar y observar entusiasmados el complicado vuelo de las moscas muy cerca de las luces que aferradas al techo observaban una reunión comunista.

Si la naturaleza te ha regalado una buena porción de sentido común, cuando recibas una alerta, lo mejor es ocultar capacidad tan subversiva. Dejar que una sonrisa entupida adorne tu rostro de militante siempre fiel al partido será lo más conveniente.

Cuando al fin terminaron y un poco de silencio se regalo a nuestros oídos. Pedí la palabra. Agradecí la preocupación por mantener impoluta mi bragueta. Pero, ya que estábamos con aquello de analizar. ¿Por que no hacerlo con todos los militantes desembarcados por robo o por indisciplinas? ¿Cual era la intención real del secre? ¿Por qué no cumplieron con los estatutos?

Lentamente coloque todas mis cartas sobre la mesa, sabiendo que no podrían siquiera igualar la apuesta. Quedaron fríos al advertir la metedura de pata y mi disposición de llevarme puesto hasta el capitán por blando de huevos. Todos mudos a mirar por las portillas. Mientras la tenue luz del atardecer daba paso a la oscuridad más completa. Esperaban quizás a Lenin aconsejara que hacer conmigo.

Aguarde unos minutos y al ver que no se reponían, me levante y di un portazo al salir. Finalmente corte el hilo agónico y deteriorado que muy débil me unía a la organización y al sistema político de mi país. Decisión madura desde mucho tiempo antes.

El jefe del grupo de buques al enterarse de todo el rollo no pudo creerlo. Ofreció su apoyo y la promesa de una limpieza a fondo. Agradecí pero a esas alturas no era necesario. Otro buque esperaba más allá de las costas cubanas en Puerto Cabello

Al tomar el avión para Venezuela- igual que Celia Cruz- deje enterrado mi corazón con la convicción de no regresar jamás. Mientras la aeronave se alejaba de La Habana, contemple hasta el último segundo los grises edificios que se perdían en la lontananza. En silencio mande al carajo todo el empalagoso y repugnante merengue político cubano. Muy lejos estaba de mi mente que Argentina seria mi nueva Patria adoptiva.

Mi futura esposa preparaba un viaje a Cuba para sus vacaciones. Yo comenzaba a recorrer un largo camino que mucho tiempo después me llevaría a sus brazos. Un día de septiembre de 1995 en esta siempre hermosa ciudad de Buenos Aires.

 

Guillermo Ferrer Sánchez

Buenos Aires..Argentina.


 

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