NAVEGANDO
A VELA CON YAREL DOMENECH.
Ayer
fue uno de esos grandes días de la vida, donde la alegría y la satisfacción se
dan cita para converger a unas cinco millas de la costa de Miami.
Navegar
a vela fue una grata experiencia que no había vivido, andar devorando ambas
orillas del rio de Miami desde el puente de la 27 avenida hasta la salida, eso
no se paga con MasterCard. Sin embargo, creo que esa emoción no guarda el
significado tan inmenso de haber compartido todo un día con ese gran marino
llamado Yarel Domenech y su venerable maestro masón Willy. Fue un honor y
placer haberlo conocido, además de disfrutar su compañía por más de medio día.
Cuando
piensas que ya todo había pasado entre tantas narraciones, empujadas lentamente
por una leve brisa, y tal vez, con un poquito de la alegre contracorriente del
Golfo, Willy llama a un amigo masón que vive en La Habana y le pregunta si conocía
a Esteban Casañas. ¡Claro que lo conozco! Navegamos juntos en el buque escuela “Viet
Nam Heroico” cuando yo era profesor. ¡Dile que yo era el amigo inseparable de Vivanco!
No fue necesario agregar otras palabras y Willy me pasó su celular para que
hablara con Fabian.
Llevo
30 años en el exilio y otro poquito más sin haber hablado con ese buen amigo de
la juventud. Me dijo que su casi hermano Vivanco había fallecido de un infarto
y le respondí que ya lo sabía, la noticia me había llegado a través de
Guillermo Ferrer, otro buen hombre que formó parte de ese trio maravilloso, con
quien conversara muchas veces mientras vivía en Argentina y que luego perdiera
su contacto. ¡Esteban, Ferrer falleció hace unos años! Me partió el alma
escuchar aquella noticia y hoy me he propuesto recuperar aquellos bellos
trabajos escritos con su aguda pluma. ¡Coño, Fabian, que tristeza, ya Ferrer
estaba hecho un viejo peleón! -¿Te acuerdas del negro Ceballos? -¡Claro,
el que daba clases de Meteorologia! -Falleció hace unos años también. Los
minutos se diluían entre la estela del velero y luego de darle vida a varios
muertos, tuvimos que despedirnos con la promesa de otro encuentro. -¿Te acuerdas de cuando llenaron el barco de putas
en Paramaribo? -¡Claro, por eso le cortaron los huevos a Medina, el militar que
viajaba de Capitán! ¿Te acuerdas como jodíamos en El Floridita, El Patio, Las
Cañitas del Habana Libre, EL Conejito, etc., etc.? Aquella pregunta aun rebota
en todas las paredes de mi oído derecho, el izquierdo no me sirve de mucho.
Cuando
regresamos ya había oscurecido y debimos mantenernos al pairo muy cerca de cada
puente demorado en izarse. Nosotros regresábamos, mientras otros yates, llenos
de muchachas en bikini y la música al volumen que le gusta a los cubanos,
iniciaban su derrota hacia una gran parranda u orgia, vaya a saber.
Willy
fue quien me trajo de regreso a Miami Lake y consumimos todo el recorrido
hablando como esos grandes amigos que solo habían dejado de verse por un tiempo
como Fabian. Creo que sí, ya nosotros éramos amigos, solo que no nos conocíamos.
Gracias a Yarel y Willy por haberme regalado este día tan maravilloso y cargado
de emociones.
Un
abrazo para ambos.
Esteban
Casañas Lostal
Miami..Florida.
2022-01-07
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