martes, 27 de octubre de 2020

LA VIDA ES PROFUNDA . Capitán Celso Barroso in Memoriam



Motonave "Habana" hundida en el puerto de Moçámedes-Angola.



 

LA VIDA ES PROFUNDA

 Capitán Celso Barroso in Memoriam.

 

La noticia me llegó amarga, real e irreversible. La nota enviada por mi amigo, el capitán Reinerio Zaldívar, aunque muy escueta, me paralizó y por un momento fui incapaz de otra reacción consciente "acaba de fallecer el capitán Celso Barroso"

 

Quienes conocimos a Celso, sabemos que los elogios que se le atribuyen no resultan gratuitos. Lo mismo sucede con algunos criterios, discutibles, expresados por   marinos que estuvieron bajo su mando.

 

Vivió así, con sus contradicciones armónicamente conjugadas, su profesionalismo académico salpicado de su experiencia empírica.  El particular estilo de elegir a sus amigos, su sinceridad y esa hombría superlativa acentuada por su físico recio.

Celso, fue un capitán que convence de que un mítico "hilo rojo" lo cohesionó a su bregar marinero.  Para él, su barco fue su casa, sentimiento que albergó durante más de cuatro décadas.   En ese tiempo capitaneó   las M/N Las Villas, Puerto de Vita, Grette, Habana y el B/T 9 de Abril   entre muchos más.

 

 Lo conocí en diciembre de 1977 en Navegación Caribe, durante mi primera semana de trabajo en la subdirección de Seguridad para la Navegación. Llegó una mañana acompañado por el capitán Raimundo Montenegro y luego de un breve saludo y sin esperar a ser anunciados, entraron al despacho del jefe de esa dependencia capitán Otto Giroud . ¡¡¡Y de qué manera lo hicieron!!!

 

 Al rato se escucharon   voces que subían de tono, después mucho más altas.  Mientras tanto yo seguía en mi silla, detrás del buró, sin mover un músculo y un poco extrañada de la indiferencia que demostraban los capitanes, Gómez, Ferrer y Carballo. Ellos, Inmutables, permanecían revisando los informes técnicos acumulados en sus escritorios, como si nada sucediera

 

_Uy, esto va a terminal mal- pensé.  Era mi primera semana como oficinista en Seguridad para la Navegación y mira lo que me tocaba...

 

Por fortuna, el incidente   duró unos pocos minutos y al abrirse la puerta, yo que pensaba ver correr la sangre, vi tres rostros risueños, amigables de los que colgaba una jocosidad sorprendente.

 

 Celso Barroso y Raimundo Montenegro, no necesitaron de intermediarios. Se presentaron, con una cordialidad y finura que la verdad me hizo poner en guardia. Hablaban con armonía, hasta con calidez y la verdad aumentó mi confusión.

 

El más sospechoso, fue Montenegro, después supe que no me equivocaba. Ese mulato simpático, connotado Quijote, aunque no era manco y su historia no tenía nada que ver, con los molinos de viento.

 

Finalmente me di cuenta de que estaba frente a dos personajes carismáticos, sagaces y hasta los encontré muy agradables.

 Y así conocí a Celso, temperamental, observador, analítico y a su amigo Montenegro, un tanto transgresor, sanguíneo, conquistador. Muy diferentes y a su vez convergentes.

 

 Ustedes los marinos son muy directos. Por ese motivo sin muchas vueltas, derrochan piropos y halagos con total desinhibición.  Supongo que entonces, devolví el cumplido con ese residuo de timidez que trato de disimular y entonces desconocedora del terreno que pisaba.

 

  Aquella experiencia tuvo resultados didácticos. Inició una verdadera amistad.  Y lo más curioso, ese día comencé a entender que mis adorables hombres de mar, jamás serán como los que desarrollan su vida en tierra.

 

La confianza depositada en Celso creció en Angola. Llegué a ese país a mediados del 85 y en el aeropuerto me esperaba él, con Juan Manuel Costela, un gran  amigo nuestro, especialista en transporte marítimo quien cumplía misión en ese enclave.

 

Permanecí tres meses en Angola como corresponsal de prensa. La ayuda de Celso fue determinante para realizar mi labor a bordo de la M/N Habana y navegar en línea de cabotaje entre los puertos de Moçámedes y Lobito. Y se ocupó en ese enclave de acompañarme a lugares como los hospitales, centros históricos y de interés cultural.

 

Lo recuerdo   incansable en las exigencias de rigor al cuidado de su buque en un país en guerra. Atento, a los horarios de buceo y de los lanzamientos de los explosivos a las aguas, para proteger  el barco. Decretó estricta vigilancia nocturna. El control de la estiba y la descarga de las transportaciones y el cumplimiento de un reglamento que implementó a bordo. Además de supervisar junto con el enfermero, las medidas higiénico-sanitarias de la motonave y su dotación por citar algunas de sus funciones.

 

 A su regreso a Cuba, la noticia del hundimiento de la M/N “Habana” lo golpeó fuerte, me atrevo a asegurar que le fue difícil recuperarse de esa pérdida. Se que en parte se debió a no poder salvarla ni despedirla.

 

Mi gran amigo, ahora somos nosotros los nostálgicos y no estás tú para arrancarnos ese sentimiento. Recuerdo la frase que nació en la cubierta del “Habana” y tú repetías con la intención de espantarnos el gorrión angolano a Juanqui y a mí   " La vida es profunda"  

 

Te envío un mensaje en nombre de todos los que te vamos a extrañar:

 

Que vientos alisios te acompañen en tu eterno viaje por los siete mares.

 

 

Puppy Castelló Herrera

 

Mi blog: http://www.puppycastello.blogspot.com/





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3 comentarios:

  1. Gracias por tus palabras para con mi padre

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  2. Celsito, soy yo quien le agradezco a tu padre, por disponer de tantos méritos, ser la persona que fue y elegirme su amiga. Esas circunstancias me motivaron a expresar mis sentimientos. En tu duelo, me uno a ti en un cálido abrazo

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