BUQUE DE PASAJE ÁFRICA-CUBA, DEBUT Y DESPEDIDA.
Por Eduardo Ríos Pérez.
Como la mayoría de los marinos nacieron después del
triunfo de la revolución y por tanto desconocen acontecimientos muy importantes
ocurridos entre las décadas de l960 y el 70, creo muy necesario contar a modo
que se pueda comprender el por qué de muchas cosas.
La razón de la guerra entre hermanos cubanos dentro
de una isla fue con la idea de sacar del poder al General Fulgencio Batista y Zaldívar
por violar la constitución al dar un golpe de estado el 10 de Marzo de 1952. Repito,
la idea era sacarlo del poder y una vez logrado, convocar a elecciones libres para
darle continuidad a la democracia.
¿Qué sucedió? Fidel Castro traicionó esas ideas y
quiso perpetuarse en el poder. Para lograrlo arrasó con todo lo que se le
oponía, desacreditando a otros grupos armados como el Directorio Revolucionario
13 de Marzo , el 2do. Frente Nacional del Escambray, etc. Ninguno de ellos eran
comunistas a pesar de que ese partido existía desde 1925.
Ya en el 1959, envuelto en su ego de convertirse en
líder mundial, mandó a realizar intervenciones tanto en Panamá como en
República Dominicana ambas fallidas, así como en 1963 en Venezuela. Pero ya una
invasión como tal de las F.A.R. cubanas, no fue hasta 1963 en Argelia para
consolidar en el poder al gobierno de Ahmed Ben Bella. Por supuesto, de corte
socialista comandada por el entonces comandante Efigenio Amejeira, cuya tropa
después se vanagloriaba de como aprovechaban el momento de sus rezos para exterminarlos.
A grandes rasgos le siguieron los de 1964 en la
República Democrática del Congo a través de Tanzania, que se convirtió de paso
en el principio del fin de Ernesto Guevara. Más tarde en 1973 en la Guerra de
Yam Kipur en Siria, donde Cuba envió una brigada de tanques y dicho sea de paso,
Israel le dio de nuevo por el culo a todos ellos como ya lo había hecho cuando
la Guerra de los Seis Días. Siguió la de 1975 en Angola, que se convirtió en un
enorme cementerio para los cubanos , 1977 Etiopia , 1979 La revolución sandinista,
sin mencionar entregas de armas apoyos logísticos como en Mozambique, también a
Zamora Machel, etc., etc., y etc.
Ya para la fecha y siendo Cuba el brazo armado de la
pretendida expansión soviética en África y América Latina , habían construido en
Isla de Pinos, bautizada para la ocasión en “Isla de la Juventud” unas decenas
de escuelas las cuales llevaban el nombre de cada uno de esos países.
Ya lo tenían todo, el mundo rendido a sus pies y el
reguero de espías por todo el mundo. Los todo poderosos y Cuba, aunque con una
economía que no producía, pero subsidiada por la U.R.S.S., solo tenía que hacer
el trabajo sucio matar y poner los muertos, además de adoctrinar en esas
escuelas en nombre del internacionalismo proletario.
Pero faltaba una cosa, una “Flota de Pasajeros” para
traer y llevar a los estudiantes. Pienso que salió el primer iluminado y que,
para hacerle la pelota, como dicen los españoles, al Comandante en Jefe,
inmediatamente se dio a la tarea de formar un grupo de hombres, los más
eruditos y sabios capitanes y Jefes de Maquinas de la Empresa de Navegación
Mambisas para materializar el nuevo proyecto
Así llegó esa pequeña vanguardia al puerto de El
Pireo en Grecia, no sé cómo fueron a parar allá y muchos menos dar con un
cementerio de barcos viejos, obsoletos. Todos en franco desuso por muchos años
y en tremendo mal estado, muy propio del abandono en que se encontraban.
Faltaba la tripulación y como yo tenía barco, un buen
día fui por la empresa. Un compañero de estudio que estaba trabajando en enrolo
al verme me dijo que, estaba formando una tripulación y que me iba a incluir en
ella. Días después acudí a una reunión en la que después de muchos halagos,
recuerdo que nos dijeron; íbamos “con orgullo” a formar parte del libro de oro,
por cumplir con esta nueva tarea de la revolución. La verdad que no entendía ni
un carajo. Por cierto, el único oficial de cubierta era yo, todos los demás
eran maquinistas sobrecargo y muchos marineros de cubierta. Salí de allí
conforme entré, todo era un misterio, no hablaron claro, ahí comenzó el
secretismo.
Semanas después nos embarcaron en un buque de pasaje
soviético llamado Rossia, apenas veía al resto de mis compañeros. Pensé que mi
destino era directo a buscar el nuevo barco adquirido, cuando vi llegar a
cientos de hombres, bien vestidos con trajes, aunque todos del mismo color,
como si se tratara de una orquesta y una maleta a usanza de la época. Días
después, uno de ellos me reconoció y me contó que iban en una misión militar
para Angola. Ya le habían recogido el traje y la maleta, el único
entretenimiento consistía en desayunar almorzar y comer comida al gusto ruso,
fatal para nosotros. Los miércoles asistíamos a una especie de encuentro con
algunos tripulantes, los cuales bailaban al ritmo de tango. No entendía porque
solo bailaban esa música tan lejana a su cultura.
Continuaba el hermetismo, me fui dando cuenta que esa
fue la orientación dada. Mi camarote lo compartía con el Dr. Héctor Labrada,
enviado por Salud Publica para la acometida empresa.
Mi compañero y yo pensábamos que una vez que
llegáramos a Angola, continuaríamos viaje a nuestro destino y que la razón de
ir en el buque era para hacer más económico el viaje. Pero para sorpresa
nuestra, después de permanecer varios días en Luanda, la joven que atendía mi
camarote con la cual ya habíamos hecho amistad, me comunica que regresaríamos
para Cuba. No podía creerlo, ¿qué pintábamos allí?, ¿qué cosa era eso? Bueno,
así fue, cada uno para su casa y el Rossia regresó nuevamente cargado de obreros
en misión militar, excelente carne de cañón. Mientras tanto, los eruditos y
sabios escogidos continuaban en Grecia, sacrificándose en aquel frío, entre
templos en ruinas y dioses helénicos para que visitaran y se hicieran más
cultos.
Semanas después salimos rumbo a España en un avión de
Cubana de aviación, el jefe a cargo del grupo era el capitán Antonio García
Urquiola. Para la fecha estaba sancionado por varar el buque Pino del Agua,
pero iba ahí con nosotros. En aeropuerto de La Habana tuvimos el derecho de
comprar una botella de Habana Club carta blanca. Cuando el avión había tomado
su curso de travesía, Labrada y yo abrimos la botella que habíamos comprado y
así se pasó de asiento en asiento, no así los demás, ya que para muchos, esa
botella consistía en la primera pacotilla adquirida.
Del aeropuerto de Barajas nos llevaron a un motelito
de nombre Ozuna, después de mostrarnos nuestra habitación compartida y bañarnos,
nos llamaron para que fuéramos a comer, no había opción, el mismo menú para
todos. De camino por el pasillo rumbo al comedor, uno de los marineros que se
destacaba por su baja estatura unos 5 pies, muy delgado y de una cabeza
desproporcionada para su cuerpo, me llamó de forma misteriosa y me sugirió que
habláramos aparte. De verdad que me intrigó, me dijo el tipo; -Mira, te voy
hacer un señalamiento para que no se repita, cuando veníamos en el avión te oí
decirle a un hombre que venía como pasajero que éramos marinos y tú no sabes
quién es ese individuo, puede ser un enemigo. De inmediato yo pensé, que clase
de tronco de hijo de puta el enano este con complejo de seguroso. Más tarde
supe que era el pañolero, jamás me trató, siempre me miraba como vigilándome,
nada complejo de policía frustrado.
Al día siguientes llegamos a Grecia y allí, saliendo
del aeropuerto, veo por primera vez al grupo de sabios y eruditos. Todos
vestían de traje muy elegante al que agregaban un sobretodo y guantes por el
frío.
De pronto, la voz de alguien que supuse fuera el
capitán, preguntando, ¿quién era el segundo oficial? Y como mi madre me dio
educación, levantando un poquito la mano respondí que yo y con la misma se la extendí
para saludarlo. Su reacción fue airada, volteándose ligeramente a un lado dijo,
¿pero por qué?, ¿qué pasó? Yo pedí que me mandaran a Wenceslao (Wenceslao Bonet)
Yo lo conocía, compañero de curso que había navegado poco y trabajaba en la
empresa y pensé, segundo tropiezo en 24 horas. No fue un recibimiento cálido,
incluso de aquel grupo del cual no conocía nadie, no los volví a ver, desaparecieron.
Eran de otro nivel, muchos más sabios.
Nos trasladamos al puerto El Pireo, más bien a la
zona del cementerio de buques fantasmas. Allí había de todo, era como un second
hand de barcos. Sucios, destartalados, abandonados al tiempo, muy viejos. De
vez en cuando veíamos salir de su interior a alguien con aspecto de homeless,
estaban oscuros, y con tremendo olor a humedad. Había que hacer presencia allí
diariamente y contemplarlo desde afuera. Alguien habilitó en un tráiler una
venta de perros caliente, papitas y soda, ese era el único menú en aquel lugar
de tan mal aspecto y mal oliente, gracias a eso comíamos algo.
Ubicados en un hotelito en ese barrio, una de
aquellas aburridas tardes, Labrada y yo decidimos salir y conocer los
alrededores. Era su primer viaje y me pidió que lo acompañara y yo, como marino,
lo invité a pasar al primer bar que nos encontramos donde trabajaban esas
mujeres alegres. Allí nos tomamos unos tragos, pasamos un buen rato en su
compañía y nos fuimos. El frio estaba insoportable y nos metimos en un cine,
todo quedaba cerca. Ya de regreso y siempre por la misma calle para no
perdernos, al cruzar frente al bar antes mencionado, se nos encima unos hombres
que se encontraban en la acera. Cuando comienzo a defenderme veo como Labrada
logra separarse y echa a correr. Al rato llega la policía y como estábamos a
una cuadra del motelito también se aparecieron algunos marinos y después el
capitán. Como pude traté de explicar lo ocurrido a la policía y esta decidió
que cada cual se fuera y todo terminó.
A la mañana siguiente toca a nuestra puerta el que
iba a ser el bombero del barco, este señor nos comunica que por orden del
capitán lo habían designado oficial investigador y que nos iban hacer un juicio
por lo ocurrido. Para ser breve, se hace el juicio y al Dr. Labrada y a mí nos
piden la separación de la empresa por conducta inapropiada en la calle, no acorde
al principio de los oficiales de la marina mercante etc., etc.
Seguimos trabajando y el capitán me exigía que, en
aquel puñado de cartas polvorientas, viejas y sin actualizar, además de estar
el local medio oscuro preparara una derrota. Lo logré, si se quiere decir, preparar
con esas cartas una derrota hasta el puerto de Ámsterdam donde íbamos a reparar.
Con salideros por las tuberías, sin equipos de
navegación que pareciesen a algo útil,
con uso al azar de los tanques de consumos que producían escorados rapidísima a
cualquier banda, llegamos al canal de la mancha y allí tomamos Práctico.
A su llegada nos instalaron unos artefactos que
llamamos cañones y echaban un aire caliente por los pasillos donde estaban
nuestros camarotes provisionales. El frío era insoportable y la fetidez a viejo
terrible.
SEGUÍA EL HERMETISMO
Como oficial de cubierta nunca sabía nada, todo era confidencial,
solo dominio del Capitán, Urquiola y de los sobrecargos, el buque seguía inhabitable.
Un buen día arribó el buque XX Aniversario con el
resto de la tripulación, más de 80 mujeres y frente a ellos Víctor García un Segundo
Oficial. Como lo conocía fui a visitarlo, después de los saludos
correspondiente empezó a presentarme algunas de sus amigas. Pasamos a un área
que habían acondicionado con luz tenue, música y bebida, solo una hora después
ya saben el final.
Todas estaban como locas para incorporarse al que
sería su buque y ya tenía nombre, se llamaba ÁFRICA-CUBA. Su bautizo fue sin
fiesta, algo así como el nacimiento de una criatura que nació enfermo e iba a
morir.
A su llegada días después, buscaron más cañones el
frío era insoportable y las nevadas tremendas. ¡Que carajo! Éramos felices,
había mujeres, bebida y cigarro, el sueño cubano realzado.
Eso sí, todo muy organizado, como hacen en Cuba, unos
en el Partido, otros en la UJC y hasta FMC, al final estábamos nosotros, los
simples. No faltaban las reuniones masivas donde el capitán siempre repetía
varias veces que, no permitiría que el buque se convirtiera “EN EL PALACIO DE
LA LECHE”. Que falta de todo, que manera de tratar a las mujeres cubanas que
poca hombría.
EL HERMETISMO SE VOLVIÓ UN ESTILO, UNA COSTUMBRE.
Por mis relaciones supe que algunas de ellas fueron
sorprendidas practicando la prostitución, cobraron al tener sexo con unos argelinos.
Hay otras cosas que no debo mencionar, los escándalos eran a diario y por más
que la orden dada a los cooperantes de segurosos era que se controlara en
secreto, por la idiosincrasia cubana no podían lograr “TOTAL HERMETISMO”. Siempre
corrían la bola por los pasillos, nada SONÓ tanto como la galleta que le dio
una antigua oficinista de la empresa que viajaba como camarotera en plena cara
a Antonio García Urquiola. Lo hizo delante de unos 15 tripulantes, también lo
que le gritó después. Se quedó quieto, no abrió la boca, aquello corrió como
pólvora, no había vergüenza.
En ese caso no se nombró investigador, ni hubo juicio,
ni tampoco se pidió expulsión de la empresa. Y ahí sí que había sobrada razones,
recuerden que nuestra política era homofóbica.
10 años después y estando en un buque petrolero, lo
vi por la TV estando en el puerto de Nuevitas hablando de sus heroicidades como
doble agente. Las calamidades seguían al ritmo de aquella reparación cosmética.
Al puente le instalaron un radar pequeño, compraron
sextante, un cronómetro marca Patek
Philippe, ¿qué no habrá costado aquello? También subieron varias cajas de
equipos musicales de doble caseteras para regalos a algunos sacrificados, jefes
de la empresa, etc. Lo último de la moda en Cuba por aquellos momentos, todo un
lujo, lo sé porque siempre mantenía mis amistades femeninas y como mujeres no
se podían callar la boca en los momentos más íntimos. De igual forma se fue
llenando de plantas artificiales el camarote del capitán y que a la llegada a
Cuba desaparecieron. No quiero dejar en el olvido un carro rentado permanentemente
para su uso exclusivo entre muchos más derroches.
Un buen día, los obreros del dique comienzan a
recoger sus herramientas y algunos con quien había hecho amistad llegaron a
despedirse de mí. Me sorprendí y les pregunté qué había pasado. Su respuesta
fue que el buque paró la reparación porque tenían que zarpar. Supongo que se
habría hecho un contrato y suspenderlo lleva penalidad, recordemos que el
ministro en aquel entonces era otro de los eruditos, el comandante Guillermo
García Frías. Lo primero, la prioridad, es el cumplimiento de las tareas
revolucionarias y de repente, pusimos proa con destino al puerto de Assad en
Etiopía, para que relatar la travesía, habría que escribir un libro.
Comenzaron a visitar el barco soldados cubanos
acampados en la zona de desierto y empezó la competencia. En honor a la verdad,
ya no llamaban la atención, tal vez por el constante racionamiento del agua,
etc. La cuestión fue que iban desapareciendo las parejas contraídas con los
marinos y surgieron nuevas entre los militares. Venían a recogerlas en sus Jeep
militares, siempre se aparecían con cajas de Ron y algunas de esas botellas
llegaban a mis manos. La temperatura superaba los 40 grados y la estancia se
prolongaba. La guerra estaba en su apogeo y desde el barco por la noche se
veían las luces de las trazadores que disparaban desde territorio de Eritrea
muy cerca de nosotros. Peleaban por su independencia y por otra parte, Etiopía estaba
en guerra también contra Somalia para ocupar su territorio.
Un día en el muelle aparecieron 7 cadáveres de somalíes,
los reconocieron según ellos por el olor y allí los asesinaron, no se
enterraban porque eso era un lujo. Como era desierto tenía que cubrirse con
piedra porque si no el viento y los buitres lo desenterraban y ellos no valían
la pena. Allí fuimos viendo como sus cuerpos se cubrían de gusanos de color ámbar.
Un buen día llegó la primera parte de los niños que
iban a embarcar después de un viaje muy largo y agotador. Sucios, hambrientos y
llenos de parásitos. Lo primero que aprendieron a decir fue AGUA y no había
agua para darle. Se extremó aún más el racionamiento de agua y comida. Cada hora
que pasaba se hacía más insostenible la situación, el calor inmenso, no había
lugar donde ponerse. La peste por todos lados, no sé podía dormir y seguían
llegando aquellos niños acompañados de mayores que se decía eran sus maestros.
En una ocasión que yo cruzaba uno de los salones de
aquel paupérrimo e inhabitable buque, me percato como a una de las de ambulantes
niñas sus ojos se fueron virando en blanco y su cuerpo cayendo, corriendo
rápidamente la recogí antes de llegar al suelo. La cargué al hombro para
llevarla a la enfermería y al rato siento en mi espalda algo caliente y que se
movía. Las tripulantes me miraban con horror, noto que yo llamo más la atención
que la joven desmayada que llevaba. Al dejarla en la enfermería veo que mi
espalda estaba llena de lombrices y que yo irradiaba una peste enorme. Sali corriendo
como un loco a la cubierta, me quité los zapatos y me lanzó al agua, haciendo
un esfuerzo me quité la camisa, la novia por el agua para quitarle los
parásitos. Después me quité el pantalón e hice lo mismo, me agoté mucho, me
desesperaba al ver que por más que les gritaba que me tiraran una escala de
gato, ellas no sabían que decía. No eran marineras, al fin alguien avisó y
tiraron una pero no llegaba al agua. Comencé a sentir pánico, las fuerzas me
faltaban, el miedo no podía evitarlo, quería controlarme. Por fin llegó la
escala, me abracé a ella, ya no podía más, después de largo rato sujetado logré
a duras penas vestirme y subir lentamente. Ya en cubierta sentí morirme, el
calor lo sentía de 50 grados con esa agua salada pegada a la ropa y al cuerpo.
Las próximas semanas fueron terribles, el reconocimiento fue un regaño por el
espectáculo que formé.
Al fin llegaron los últimos pasajeros y cuando fuimos
a partir la máquina no embriagaba avante. Ya era demasiado, ¿hasta cuándo?,
otra larga espera más. Al fin llegó la pieza desde Suiza vía Moscú después de
15 días, salimos rumbo a Yemen, hicimos agua y un poco de víveres.
TODO SEGUÍA HERMÉTICO
Pero de pronto un nuevo run run, por más hermetismo
que se propuso la seguridad era inevitable, éramos cubanos. La bola corrió como
pólvora, a la llegada a Las Palmas de Gran Canarias, donde íbamos hacer agua y
combustible, se realizaría una BODA ¿Como que una boda? Las parejas habían
desaparecidos, las más fogosas fueron a dar al desierto con los militares, pero
hubo boda. Mis amigas contaron que le habían comprado trajes al novio, vestidos
a las novias, brindis, una noche en un hotel y que el Capitán las había casado.
El run run decía que todo era parte del espectáculo, ¿porque no esperaban
llegar a Cuba y hacerlos como manda nuestra tradición? De todas formas, tenían
que hacerlo para legalizarla y otros decían que era para hacer los últimos
gastos o derroches.
Continuamos al fin nuestro viaje a Cuba, Víctor
montaba la guardia de 2do Oficial y yo la de 1er Oficial. A unos días de
arribar Víctor me invita a su camarote a compartir una botella, él se fue a su
guardia y yo me acosté. Cuando me levanté para el relevo me sentía muy mal, me sentía
mareado, borracho, aun así, subí. Me sentía cada vez peor y se lo expliqué al
timonel de apellido Blanco, militante del partido y uno de los que se casó. Integrante
del grupo de segurosos que presumía ser miembro del ejército rebelde siendo
casi un niño. Le dije que iba a bajar al camarote a echarme agua, me dio por
vomitar y me demoré. Cuando al fin subo, me encuentro a Urquiola en el puente,
Blanco lo había llamado. Muy amable me dijo que fuera para mi camarote a
descansar que él continuaba mi guardia. Llegó el próximo turno, Víctor hizo su
guardia y me llamó para decirme que el capitán había ordenado que yo no montara
más guardia.
Antes de entrar a puerto llega Víctor con uno de los
segurosos y este nos comunica que ambos no podíamos salir de ese lugar, que
íbamos a permanecer bajo su custodia porque se esperaba la visita del
comandante en jefe y nosotros representamos un peligro a su integridad. No lo
entendía, ¿qué hacía Víctor ahí conmigo?, él era también militante del partido,
yo era simple y me habían suspendido la guardia, ¿tendría yo dos custodios? A
esa conclusión llegué mucho tiempo después.
Yo caí en el congelador, seguí navegando en Caribe,
no había pacotilla pero habían marinos, muchas maniobras, expertos en eso. Salíamos
a las barras, muy buenos marinos, repito, hombres de aventura y jodedores.
El África-Cuba al fin había atracado a puerto cubano,
los pasajeros fueron llevados con todas sus enfermedades a Isla de Pinos. Solo
dio ese VIAJE SUR, todos aquellos hombres muy bien vestidos de traje, sobretodos
y guantes, habían cumplido su misión, sus tareas revolucionarias, los regalos
serían entregados. Nadie supo a cuantos millones de dólares ascendió el gasto o
mejor dicho la pérdida, no hubo castigo, no hubo presos.
No sé hablo más de ese buque, hoy yo lo recuerdo 42
años después, junto al AFRICA-CUBA también se perdió la ambición expansionista
de la Unión Soviética
Ben Bella fue derrotado en 1965, Samora Machel murió
en un accidente aéreo y con él su socialismo, su tercera esposa pasó a ser la
segunda esposa de Nelson Mandela como para que todo quedara como en las mejores
familias. El Congo solo produjo muertes cubanas y como ya dije el principio del
fin de Ernesto Guevara. Angola fue un cementerio gigante para los cubanos y las
escuelas de Isla de Pinos están en ruinas haciéndole merecido honor a aquel
buque que pensaba que le iba a llenar sus aulas, convertidas hoy en enormes
solares habitadas por familias homeless.
Los famosos 7 hombres de oro, los sabios y eruditos
capitanes de la Empresa de Navegacion Mambisas, los que no han muerto en la
pobreza, se encuentran viviendo en Miami y recibiendo la ayuda de este país
para sobrevivir.
Cerrando otro repugnante capítulo, lo que fue la
Empresa de los que algunos aún viven orgullos, sin acabar de comprender que
solo fue hecha para utilizar nuestra vocación en los intereses de esa absurda
ideología.
Eduardo Ríos Pérez.
Miami-Florida
2020-02-19
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