martes, 27 de marzo de 2018

EL SIDA Y LA MARINA MERCANTE CUBANA

EL SIDA Y LA MARINA MERCANTE CUBANA


Motonave "Casablanca", buque donde me enteré de la existencia del SIDA en Cuba


-¡Cubanito, ya están a la altura del mundo! Me dijo aquel hombre que se disponía a conectar la manguera de agua al barco, yo regresaba de observar los calados de proa y del centro, me dirigía hacia la popa y tuve que cruzarme con él.

-¿De qué me hablas, gallego? Se lo dije intencionalmente, trataba de buscarle la boca, yo sabia que a muchos españoles les disgustaba que los llamaran así.

-¡Joer, hombre! Que no soy gallego, soy catalán. Era la típica respuesta y me reí al escucharla.

-¡No te ofendas, hombre! Así le llamamos a todos los españoles de cariño. ¿De qué me hablabas?

-¿No te has enterao?

-Si no me lo dices, navegamos apartados del mundo en esta vieja cafetera. No le mentía, no recuerdo si el buque poseía un radio de onda corta en el salón de oficiales. Tuvo un equipo de música muy bueno cuando se llamaba “Renato Guitart”, pero no sobrevivió al mes de estancia en el puerto soviético de Novorossiysk. Unos camaradas más necesitados que nosotros lo decomisaron y nunca más compraron uno nuevo. Yo viajaba con mi grabadora doble casetera, pero ya me sabia los casetes de memoria, también tenía radio FM.

-¡Hombre, ya tienen SIDA en Cuba! Respondió a secas, como esperando una nueva pregunta, intentando entretenerme para matar su tiempo.

-¿Cuándo te enteraste?

-Lo dieron anoche por el noticiero, se trata de un cubano que regresó de una misión en un país africano.

-¡Bueno, ya estamos jodidos! Ahora solo falta saber dónde ha metido el pito y a cuántos ha contagiado.

Algunas páginas oficiales citan los últimos meses del año 1985, cuando se refieren al caso del primer cubano detectado con el virus del SIDA. Otras páginas también gubernamentales hablan del acontecimiento y lo señalan en el año 1986. Remitiéndome a la fecha de salida de la isla con destino a Malasia, recuerdo que en el barco se celebró el día 31 de Diciembre un día antes de recalar al Canal de Panamá. No cabe la menor duda de que la noticia se difundió internacionalmente a mitad del 1986, al menos, ocurrió así en los medios de comunicación españoles, porque ese viaje tuvo una duración de seis meses.

Los chequeos médicos que se realizaban en la flota eran por un periodo anual, claro, si no detectaban alguna enfermedad al tripulante. En ese caso, no le extendían el “Apto” para navegar hasta tanto solucionara su problema. Para los que cumplimos con ese chequeo de carácter “obligatorio”, recordamos que aquellos exámenes clínicos fueron bastante exigentes y que por cualquier bobería te podían detener en tierra. Indudablemente eso se comenzó a aplicar cuando las nóminas de los buques estaban satisfechas.

Los mas viejos recordarán que esos exámenes médicos se realizaron a bordo de nuestros buques en la década del 70, embarcaba una comisión medica integrada por varios especialistas y debíamos desfilar ante ellos totalmente desnudos, la vergüenza aumentaba cuando alguna mujer formaba parte de la mencionada comisión. Aunque los marinos eran atendidos a inicios de incorporarme en la flota en el “Centro Médico Nacional”, una clínica aun privada que radicaba en la calle Párraga de La Víbora, todavía no se habían impuesto los chequeos anuales en institución de salud alguna. Un tiempo después fuimos trasladados hacia el Hospital Fajardo del Vedado y contábamos con una doctora encargada de la atención a los marinos.


Motonave "Habana", buque en el que Julito trabajó conmigo

Era muy difícil que un marino resultara contagiado por el SIDA en aquellos tiempos, vale recordar una vez mas que, solo nos pagaban $5.00 dólares semanales, insuficientes para satisfacer las necesidades particulares y las demandas eternas de toda la familia. O sea, la posibilidad de asistir a un burdel era casi nula, aunque como he contado entre mis aventuras, no resultaba imposible para jóvenes tan locos como yo. Luego, la mayor protección nuestra estaba dirigida a evitar contagio de enfermedades venéreas. 

La marina mercante cubana contó con tres víctimas contagiadas con el virus del SIDA, yo conocí y compartí viaje con uno de ellos. Julito era un marinero de cubierta en mi época de timonel, un muchacho igual de joven que yo en esas fechas, ambos no contábamos aun con los veinte años. Nuestras salidas en puertos cubanos nunca carecieron de aventuras con chicas hermosas, estoy hablando de un joven trigueño con ojos verdes y muy bien parecido, era toda una perfecta carnada de la que yo me beneficiaba. La noticia de su contagio con la enfermedad y la de otros dos tripulantes recorrieron toda la flota. Se supo que habían sido recluidos en el “sidatorio” que construyeron por Santiago de las Vegas y no podían salir solos a visitar a su familia. A partir de entonces se impuso en nuestros chequeos el análisis de sangre para detectarlo.

Solo quedaba pendiente la duda sobre la detección de estos hoy posibles mártires, pudo ocurrir durante un chequeo nacional que se orientó a toda la población o accidentalmente una vez descubierta la enfermedad en la isla. Es probable que ellos no supieran estar contagiados y fueran vehículos inocentes para infectar a otras personas. Nunca mas se escuchó hablar de otros casos de marinos portadores de ese virus y creo que, como yo, la gente extremara su protección. 


Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-03-27


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