miércoles, 28 de marzo de 2018

JEFE DE MÁQUINAS FAUSTO SARDIÑAS LOSTAL


JEFE DE MÁQUINAS FAUSTO SARDIÑAS LOSTAL






-Me seleccionaron para ir de representante de Mambisa a Japón. Me dijo cuando apenas comenzábamos el primer Mojito en la barra de “El Patio”, coincidimos temprano en la puerta de la empresa y ambos nos invitamos a un trago. No fueron muchas las veces que nos encontramos en nuestras vidas de marinos y cuando eso ocurría no podíamos ocultar esa alegría contagiosa. Era un milagro que aquella mañana el bar no estuviera concurrido de marinos, siempre fue la guarida mas cercana a nosotros y uno de los sitios preferidos.

-Tú no vas a Japón. Le dije a secas mientras encendía uno de mis Populares, sin darme cuenta lo desilusionaba, pude verlo reflejado en su rostro, fue una reacción rápida de quien ve herida de cierta forma un sueño acabado de nacer.

-¿Cómo vas a decirme eso? Acaban de comunicármelo en la empresa. Respondió con cierta candidez y sus palabras se escucharon como las de cualquier niño a quien le acaban de decir que los Reyes Magos no existen. Bueno, me refiero a los niños de nuestra infancia, los de ahora no saben posiblemente de qué hablo.

-¡No vas, compadre! Una cosa dice el borracho y otra el bodeguero. La propuesta es muy reciente y debe sortear miles de trampas, ambiciones personales y envidias, recién comienza esa dura batalla de la que no formarás parte.

-No creo, me parece que el director de la empresa es alguien serio.

-¿El Canoso? Puede que lo sea y que esa batalla se produzca fuera de su feudo. Por encima de él hay cientos de individuos a los que les vendría muy bien ese puesto.

-¡Coño, no me eches mal de ojo!

-¡Mi primo, despierta! ¿Cuáles son tus apellidos? No dicen nada, además, no eres hijito de papá o mamá. Yo solo te lo digo para que luego la desilusión que sufrirás no te afecte tanto. ¡Olvídate de ese viaje a Japón! 


Motonave "Frank País"


No voló hasta ese país maravilloso y tampoco imagino el dolor que haya sufrido cuando le notificaron la cancelación. Era lógico que sucediera así, yo no era brujo y poco sabia de predicciones, solo me aferraba a la experiencia. Desde hacia unos años que esas plazas estaban siendo ocupadas por hijitos de papases, individuos con total desconocimiento de esta profesión y todo lo concerniente al comercio o transportaciones marítimas. Tampoco puedo recordar ahora si aquel fortuito encuentro se produjo antes o después que navegáramos juntos a bordo del portacontenedores “Frank País”, han pasado muchos años y la memoria comienza a traicionarme.

Si he escrito tantas páginas dedicadas a la gente buena que existió en la flota, no puedo negarle unas líneas a Fausto por el hecho de ser mi primo. Lo conozco desde que tengo uso de razón, fue el primogénito de toda una generación de primos. Mi abuelo acostumbró a premiar con un apodo a cada uno de sus nietos, el suyo era “Niño Bueno” o “El Cura”, no recuerdo con exactitud. Para mí eligió el de “Mono Sabio”, vaya maña la de aquel viejo cascarrabias y poco cariñoso. Los primos le decíamos “Farky”, mote que conservó toda la vida entre nosotros. Tenía que conocerlo muy bien, durante mi estancia en la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, cuando carecí de un hogar y familia, no fueron pocos los fines de semanas que compartí su techo y disfruté de una de las familias mas unida y estable con apellido Lostal. Farky estudiaba entonces en los Escolapios de Guanabacoa junto a sus hermanos y todos los fines de semana, aquellos sacerdotes organizaban excursiones a la finca de los “Curas”, ubicada en los terrenos donde hoy se encuentra el estadio olímpico de La Habana del Este. Yo no era alumno de aquella escuela y disfruté de los paseos por el módico precio de veinte centavos. Ya para esas fechas y por ser el mayor de nosotros, Farky era el líder o cabecilla de todas nuestras exploraciones. Siempre vivieron en la calle Santa María y Lebredo en Guanabacoa, era lógico que por la proximidad a la finca “Flores”, aquellas exploraciones en grupo se extendieran por sus terrenos.

El tiempo fue pasando velozmente y de la misma manera nos fuimos separando, muchos rumbos se perdieron cuando se impuso la edad y un cambio radical en nuestras vidas a partir de 1959. A mediados de los 60 y encontrándome en el Servicio Militar Obligatorio, coincidimos varias veces en la playa de Santa Fe disputando un transporte que nos llevara por el mismo camino. Yo prestaba mi servicio en un campo de tiro de la DAAFAR (Defensa Anti Aérea y Fuerza Aérea Revolucionaria), andaría entonces por los quince años. Farky vestía uniforme de la marina de guerra y yo el típico verde olivo de entonces. Mi unidad se encontraba en la carretera del Mariel, pueblo donde el ejercía como militar. Unos años más tarde me enteré de que lo habían trasladado a prestar servicios en la marina mercante cubana. Sin proponérselo, este primo mío se convirtió en el precursor de una tradición marinera inexistente en nuestra familia. En el año 67 ingresé yo en la flota, me siguió otro primo que hace tiempo falleció, Pedro García Lostal, camarero que navegó entre otros buques en el “Marble Islands” cuando el conato de Chile. Mi hermano Carlos Casañas Lostal se graduó en la Flota Cubana de Pesca y llegó a Capitán y por último, mis hermanos Pedro Prats Lostal como cocinero de la Flota Cubana de Pesca y Ernesto Casañas Lostal, quien trabajaba en embarcaciones dedicadas a la búsqueda de petróleo en la isla. En fin, Farky fue el pionero de lo que luego se convertiría en una familia con varios marinos.

Lo recuerdo navegando en diferentes naves, fue el Jefe de Máquinas encargado de recibir al buque escuela “José Martí” y en uno de esos viajes estuvimos abarloados en el puerto de Luanda durante varios días. Una vez me mostró una foto suya junto a Fidel Castro en ocasión del viaje realizado a bordo de esa nave a Jamaica. Años mas tarde compartimos dos o tres viajes a Europa en el “Frank País” como ya he mencionado.


Buque escuela "José Martí.


Fausto fue de aquellos hombres que siempre se distinguieron por sus conocimientos técnicos, había estudiado en la antigua Unión Soviética, razones por las que dominara esa lengua además del inglés. Se descarta cualquier posibilidad de que tuviera que mendigar su ascenso como sucedió en muchísimos casos, no estoy capacitado para evaluar su trabajo, solo me hago eco de la opinión de decenas de maquinistas que compartieron faenas como subordinados suyos. Una de sus mejores divisas lo fue el trato respetuoso con su gente, nunca escuché palabra alguna que lo acusara como déspota. Es que en su lenguaje y tono de voz hacia gala de la educación recibida desde niño. Era muy raro escuchar ese “coño” tan folclórico entre cubanos, Fausto fue una excepción de todas las reglas.

-Vi que embarcaron productos químicos para limpiar tanques de combustible, ¿tienes pensado hacerlo antes de la reparación?

-Si, la reparación esta programada para el próximo viaje, ¿Por qué lo preguntas?

-Porque si tienes esos tanques vacíos ahora, puedes inundarlos por gravedad, me regalas más estabilidad y me permites cargar unos contenedores extras.

-¿No estamos a full de carga?

-Si, pero hay unos contenedores de urgencia que se necesitan en la isla.

-Dame unos minutos para mandar a sondear y saber si están totalmente vacíos.

-Okey, espero por tu llamada, pero no te demores mucho. Regresé a mi camarote a realizar unos cálculos de estabilidad contemplando los pesos de los tanques de combustible lastrados y comprobé que era posible llevarnos aquellos contenedores.

-¡Oye, loco! Dime si quieres que lastre los tanques, esa operación es mas lenta y nos tomará algo de tiempo, pero se puede hacer.

-Okey, voy a solicitar esos cajones para llevarlos con nosotros. No puedo precisar ahora la cantidad exacta, si estoy convencido de que fue un récord impuesto para este tipo de naves. El torrotito de proa desapareció de nuestra vista desde el puente y navegamos sin dificultad hasta La Habana. Debo manifestar que lo hice algo asustado y comprobé aquellos cálculos en mas de cinco ocasiones cuando fuimos sometidos a fuerte marejada.

La recalada a La Habana no pudo ser menos espectacular, la máquina principal no respondió cuando intentamos aprocharnos a la entrada del canal y nos dirigimos directo a La Rampa. Un enorme grupo de curiosos comenzó a concentrarse en el área y por suerte nuestras anclas detuvieron lo que pudo ser una catástrofe. Fuimos tomados por remolcadores que nos condujeron a la bahía después del gran susto.

Farky se enamoró por Santiago de Cuba y visité la casa donde vivió en dos o tres oportunidades. Una de aquellas veces me dijo que estaba trabajando como surveyor del Buró Veritas, pudo haberse agotado de tantos propelazos, decibeles y carbono consumidos en tantos años, pudo ser un amor muy fuerte el que lo sacara del reino de Neptuno, muy humano. Sirvan estas líneas a uno de los mejores jefes de máquinas que tuvo la marina mercante cubana, no porque fuera mi primo.



Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-03-28 


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