viernes, 2 de febrero de 2018

PRIMER OFICIAL GUILLERMO ALENAS


PRIMER OFICIAL GUILLERMO ALENAS


Motonave "Onyx Islands"


¿Pensaste que te ibas a escapar? No lo creo, la demora es por escribir sobre eventos ocurridos en mis viajes, mencionar a la gente buena que existió, las santas putas que alegraron mi vida, y por supuesto, tengo un gran espacio para los “hijoputas” que navegaron en nuestra flota. Te aseguro, esa sección es muy amplia y de ella formas parte tú.


Guillermo Alena y yo estudiamos juntos en el curso “F1”, eso no quiere decir que mantuviéramos ningún tipo de vínculo. Allí había gente de todo tipo, como ocurre en las boticas. Digamos que, salvo raras excepciones, yo me relacionaba más con la gente del grupo 1. Equipo que agrupaba a los más jodedores de la escuela, y vale la pena mencionarlo, donde se obtenían las mejores notas académicas. No quiere eso decir que dejara de vincularme con alumnos de los dos grupos restantes, allí también existieron excelentes muchachos.


Terminado el curso y emprendidas diferentes derrotas, muy bien podíamos pasarnos años sin que ocurriera un nuevo encuentro con viejos compañeros de estudios, así era la vida en las marinas cubanas. Nos graduamos en el año 72 y no fue hasta el 77 que volvimos a encontrarnos en un puerto extranjero. Alenas navegaba como Segundo Oficial a bordo del buque “Onyx Islands” y yo a bordo del buque angolano “N'Gola”. Aquel encuentro casual se produjo en el puerto de Szczecin-Polonia y créanme, siempre que coincidía con naves cubanas, se producía una involuntaria alegría en mí. Era un regreso al pasado donde podía coincidir con gente muy querida o algunos despreciables, como quiera que fuera, era una oportunidad para escapar de la rutina, conversar sobre las miserias conocidas y brindar. ¡Claro! Esos brindis eran casi siempre de nuestra parte, conocía de cerca las limitaciones y vicisitudes eternas que vivían. Tampoco visité barco cubano alguno en mas de una ocasión, bueno, ahora que recuerdo solo sucedió en dos y por supuesto, detrás de algún culo, el “XX Aniversario” y el “África-Cuba”. Evadía esas visitas porque me agobiaban las quejas, lamentos y lloriqueos.



Motonave "Topaz Islands".

Debajo del sofá cama que había en mi camarote, Lazarito y yo teníamos escondidas unas quince botellas de whisky y brandy, todas de calidad y caras. Una de esas noches que estaba de guardia invité a Alena a beber y no tuve que insistir demasiado, el alcohol era una de sus patas cojas. Hablamos mierdas hasta cansarnos y antes de que regresara a su barco, aparte de regalarle bebida, le di unas encomiendas para que me llevara a Cuba. Hacia muy poco que había nacido mi hija y yo le compré un perro de peluche bellísimo en una tienda Simago de Cádiz, tendría casi un metro de altura aquel hermoso animal. Junto al perro le di un estuche que contenía productos para bebitos, champú, jabón, cremas, perfume, etc. Es de suponer que tampoco eran productos baratos, ya he contado la vida que nos dimos Lazarito y yo en aquel buque y la plata que manejamos.


¿Qué les cuento? Alena no llev
ó nada de lo que envié para mi hija y tuve que hablar con Eduardo Ríos, mi hermano de toda la vida. Ya había pasado suficiente tiempo desde que Alena viajara para la isla y mi encuentro con Ríos se produjo unas semanas posteriores en los astilleros de Ámsterdam, él se encontraba como Segundo Oficial del buque África-Cuba. Llegando a la isla mi amigo averiguó la dirección de Alenas y fue a visitarlo, me dijo que vivía por la calle Ayestarán o próximo a ella. El hijito de Alena estaba jugando con el perro enviado para mi hija, ya estaba algo maltratado. También le reclamó el estuche mencionado y cuando lo abrieron en mi casa, todos los productos habían sido rellenados con los de producción nacional marca “Fiesta”. No pueden imaginar el encabronamiento experimentado por semejante mierda, es que no lo merecía, no solo por conocerme, digamos mejor por las atenciones que tuve con él.


No nos vimos nuevamente hasta el año 82 mas o menos, oportunidad en la que relevé de urgencia a mi amigo Ceballos (Sapiche) en el buque “Topaz Islands”. Allí se encontraba de Primer Oficial y me asombró, Alenas nunca se había destacado por su inteligencia. ¡Claro que le reclamé! No recuerdo la excusa que me dio el hijoputa, que si la mujer se confundió, que si esto, que si lo otro. Lo cierto es que tampoco frenó a su mujer y no le quitó a su hijito lo que no le pertenecía. Ya no tenía remedio y preferí dedicarme a fondo en organizar mi trabajo, ya lo he comentado por ahí. No se produjo acta de entrega alguna, embarqué con el Práctico y Sapiche me había dejado tremenda candela. No tenia adelantada una derrota para salir de La Habana, ni hasta Matanzas para darme tiempo a colocar la ropa en el closet del camarote. Tuve que ir inmediatamente para el puente, el barco se encontraba en plena faena de salida, por suerte estaba fondeado. Imagínense el apuro que pasé, yo no sabia donde rayos se encontraba todo lo que necesitaba para trabajar. Tracé los rumbos por la costa norte de Cuba y así gané un poquito de tiempo, el suficiente para dirigirme al camarote y organizar mi ropa. Unas horas más tarde entraría de guardia y allí comenzó lo que fuera una odisea, tirar abajo todo lo que se encontraba en el cuarto de derrota y realizar un inventario para saber que era lo que tenía realmente para trabajar. Sapiche era mi socio, pero muy desorganizado en su trabajo, yo se lo comenté posteriormente.


Motonave "N´Gola"

Mis relaciones con Alenas fueron insípidas, creo que solo nos hablábamos en las entregas de guardia por necesidad y obligación. Aquella actitud suya disparó mis alarmas y me regresó al viaje dado con Wilfredo Tamayo en el buque “Pepito Tey”, todo su proceder era una copia fiel de aquel otro hijoputa, como decía el viejo refrán; “No hay peor astilla que la del mismo palo”. La prudencia y experiencia me recomendaron mantener distancia y así lo hice durante todo el viaje. Por su parte, siempre se preocupó de mantener excelentes vínculos con el Capitán Gabriel Sánchez, ya lo he mencionado en otros trabajos. Ambos tenían denominadores comunes que los identificaban con facilidad, eran muy aficionados al alcohol, digamos que alcohólicos dependientes y otro mas grave, ambos eran técnicamente seres con lagunas muy profundas. Quien lo dude que se remita a mi trabajo titulado “Los billetes del Chino”, así tendrán contacto con las asombrosas teorías impuestas por Gabriel durante ese viaje, muy militantes ambos, eso sí.


Creo que el trabajo realizado en aquel barco por mi parte pudiera evaluarlo de ejemplar, logré acomodar todo el bayú encontrado y además pintar todo el puente. Nada de eso se reconoció en parte alguna y tampoco lo reclamé. Lo concerniente a todas las cartas náuticas y publicaciones estaban comprendidas en mis obligaciones, no así la pintura del amplio puente. Como escribí en el trabajo mencionado unos párrafos atrás, saliendo del puerto de Odessa, estos dos individuos se encontraban totalmente borrachos en el puente. Existía niebla y el buque estaba levando anclas, abandonaron la maniobra sin que mediara explicación alguna, así como se los cuento. Por suerte contaba con un agregado de cubierta muy bueno, un gran emergente para la situación que se vivía. Debo destacar que existía una zona de separación del tráfico, había movimientos de buques y no existía la navegación satelital en la mayor parte de nuestras naves, todo dependió de nosotros. Muy bien pude fondear nuevamente el ancla y esperar a que se les pasara la borrachera, no lo hice y saqué al barco de aquel fondeadero. Mi guardia duró desde las cuatro de la madrugada hasta las doce del día, hora en la que se aparece Alenas y me preguntó por qué no lo había despertado, como si de aquella borrachera pudieran recuperarse en menos de cuatro horas.


Lo peor vino después y debo remitirme al final de aquel viaje, les sugiero que para comprender este trabajo en su totalidad y ahorrarme líneas, deben leer “Los billetes del Chino”, una de las peores traiciones que viví en toda la historia de la marina mercante cubana. Mi camarote fue desarmado totalmente y ordenaron quitarme toda la ropa. El siguiente paso fue una entrevista con el agente del G2 con nombre de guerra Raidel, ese encuentro se produjo en el camarote de Guillermo Alenas. Sobre la mesa de su oficina estaban dispuestos varios billetes de vieja impresión cubana, todos ellos yo los había regalado a varios tripulantes, incluyendo al Capitán. Supuse que después de aquel careo con el agente represivo radicado en Navegación Mambisa, yo iría detenido y llevado a cualquiera de sus cuarteles. Escapé milagrosamente o por encararlo, ya sabia que ante ellos no se podía mostrar debilidad, detestaban a los cobardes tanto como yo.


Buque de pasaje "Africa-Cuba
En fin, no fue una casualidad que aquella entrevista, donde se pretendió inculparme por tráfico de divisas o algo parecido, ocurriera precisamente en el camarote de Guillermo Alenas. Quedaba demostrado que aquel hijoputa y traidor compañero de estudios, quien intentó robar la encomienda que le enviara a mi niña, era uno de los “chivatos” que viajaban a bordo, quizás el mas peligroso. ¿De qué le habrá servido todas sus canalladas? No s
é si se encuentra vivo, poco me importa que estas notas lleguen a sus descendientes, ellos deben conocer que hicieron sus progenitores en su época. 







Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2018-02-02


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