AMILCAR
Luego de la intervención del buque N'Gola realizada por el Capitán Raimundo René Calero Torriente y una vez en manos del estado de la Republica Popular de Angola, se le propuso a la tripulación portuguesa continuar explotando la nave como venían haciendo. Solo uno de aquellos oficiales aceptó trabajar para la nueva administración, un joven llamado Amílcar.
Lo conocí a la mañana siguiente de nuestra arribada, yo formaba parte de una pequeña tropa traída desde La Habana con el propósito de echar a andar a esa hermosa nave. Ya Calero tenía reclutado a varios tripulantes que extrajo de diferentes barcos cubanos surtos en puertos angolanos, algunas caras conocidas con las que simpatizaba o no. Dos de aquellos rostros no fueron de mi agrado, el telegrafista Carlos Collazo era uno de ellos. Lo conocía de la motonave Habana, pertenecía al ala mas radical y extremista del partido comunista de la marina mercante. Al siguiente viaje murió por dos balazos recibidos de manos del Segundo Maquinista Freixas, todo motivado por una mala evaluación que realizaron en su contra. Ya escribí sobre ese acontecimiento en un trabajo titulado “La muerte del secretario del partido”. La otra desagradable cara correspondía a Fernando Miyares, habíamos navegado juntos a bordo del buque “Jiguani” donde tuvimos varios encontronazos. Como ambos teníamos la misma graduación de Segundo Oficial, esa mañana le pedí a Calero que me enviara de regreso para La Habana por tener esa plaza ocupada. El negro me dijo que no me apurara, la estructura de la oficialidad en aquel buque era diferente a la cubana y estaba compuesta de la siguiente manera; Capitán, Inmediato, Primer Piloto, Segundo Piloto y Tercer Piloto. El Inmediato era una especie de agregado de Capitán, aunque iría realizando los cálculos de estiba y estabilidad de la nave, estaba excluido de las guardias de navegación. Para aceptarlo le dije a Calero que no quería ver a Miyares interfiriendo en mis labores como Segundo Oficial y él lo aceptó. O sea, Miyares iría cubriendo la guardia del Primer Oficial sin otro contenido de trabajo.
A la hora del desayuno coincidimos en el comedor, Amílcar se presentó con su esposa y un niño de pocos meses que viajarían con nosotros. Vasquiño se transformaría poco después en la mascota de la oficialidad, un niño muy tranquilo y noble que a las horas de las comidas pasaba de asiento en asiento, se daba a querer por todos. Los días restantes en Luanda fueron de mucho movimiento, los maquinistas trataban de descifrar el funcionamiento de una maquina con once mil caballos de fuerza y hubo que pedir a La Habana la asistencia de un supervisor con experiencia. Por mi parte tuve que tirar abajo todo el material de trabajo disponible en el puente y hacer un inventario para saber a ciencia cierta lo que tenía a mano para poder trabajar. Luego de una fiesta de inauguración presidida por Lucio Lara y con los maquinistas listos para explotar la maquina principal, partimos rumbo a Argelia cargados de café. Una parte del cargamento estaba destinado a Bélgica y Holanda.
Motonave "N´Gola"
Durante las navegaciones de altura y como era norma en esos tiempos, dependíamos de las observaciones astronómicas para determinar la posición del barco. Amílcar mostró en todo momento un dominio perfecto de la Astronomía Náutica y concluidas sus guardias permanecía un rato más en el puente, tiempo que disfrutaba gastar midiendo conocimientos. Hacía solo unas semanas yo había concluido mi rol como profesor de Navegación en la Academia Naval del Mariel, es de suponer entonces que mantenía muy fresca la teoría impartida. Me gustaban aquellos intercambios, donde de paso, no solo media sus conocimientos. Llegué a la conclusión de que la preparación impartida a sus pilotos en la Academia Naval de Portugal era excelente, razones históricas sobraban para pensar así, cuando ellos eran grandes navegantes, nosotros vestíamos taparrabos. No fue necesario decirle nada, Amílcar no tuvo dificultades para identificar a Miyares, supo enseguida que era un topo como navegante, creo que de eso se hubiera dado cuentas el propio Vasquiño sin haber estudiado.
En la medida que pasaba el tiempo los lazos de amistad entre Amílcar, Lazarito y yo se fortalecieron, era lógico que sucediera, formábamos el trío mas joven dentro de la oficialidad. Una vez en puertos europeos y cuando el tiempo no les permitía salir con el niño a la calle, yo me quedaba con el bebé hasta su regreso. Tiempo en el que debía alimentarlo, cambiarle el pamper cuando se hacia caca, dormirlo, etc. Vasquiño era una maravilla y no daba guerra.
Al regreso de aquel viaje su esposa y el niño abandonaron el barco, ya había cumplido el año y caminaba suelto por nuestro salón, recuerdo haberlos visitado en su apartamento uno de aquellos días y nunca me manifestaron que madre e hijo partirían rumbo a Portugal.
-Mira lo que dejó escrito es comemierda en la libreta de órdenes del puente. Me dijo Amílcar cuando lo relevé. –¿Vas a llamarlo?
-Es muy comepinga él para yo tener que llamarlo, ¿Quién cojones se cree que es?
-Si tú quieres me quedo contigo para la recalada y antes de la maniobra voy para la proa con el contramaestre para fondear el ancla. Estábamos recalando a la isla de Sao Tomé y el mar era un plato, no corría una gota de brisa y la visibilidad era perfecta, teníamos luna llena. Una hora antes de arribar al fondeadero llamé a máquinas para que cambiaran de combustible y fueran reduciendo las revoluciones hasta régimen de maniobras. En términos generales, el Capitán del barco solo nos pedía que le avisáramos unos quince minutos antes de cualquier recalada. Poco importaba si se trataba de la entrada a Rotterdam, Amberes, Polonia, Alemania, etc., todo lo hacia el oficial que se encontraba en el puente si no existía dificultades de niebla o mal tiempo. Esa confianza nos ayudaba a ganar seguridad en lo que hacíamos y nunca hubo problemas. ¿Quién carajo pensó que era ese imbécil de mierda? Pensé. Ya Amílcar se encontraba en la proa cuando desperté a Calero y comenzaba a reducir maquinas. La maniobra se produjo sin contratiempos, solo esperaba que el imbécil me reclamara algo por no despertarlo, pero eso no sucedió.
Ese viaje se programó reparación en Ámsterdam y parte de la tripulación fue liberada. Amílcar salió con destino a Lisboa y nunca más regresó. Durante unos largos días se produjo un enorme vacío y se nos recargó las guardias, había perdido a un amigo y el barco a un oficial muy competente. Fueron aquellas las primeras deserciones producidas en la marina mercante angolana y yo no los critiqué, creo haberlo celebrado como nadie y me alegraba por la temprana visión que habían tenido sobre su futuro. Su plaza fue ocupada por un idiota de la especie de Miyares y una negligencia suya provocó que nos perdiéramos una vez que salimos de Rotterdam, ya escribí sobre ese acontecimiento.
No se produjo aquellas manifestaciones tan comunes de la isla donde se acusaban a los desertores como “traidores a la patria”, todo transcurrió con tranquilidad, serian cinco o siete los desertores, no recuerdo exactamente. Yo encontraba muy lógico que Amílcar decidiera marcharse de Angola, nada bueno le esperaría en un país, donde una parte de sus habitantes no era capaz de reconocer su trabajo. Nunca recibió por parte de la tripulación un trato parecido al que nos profesaban, solo veían en él a un representante de los antiguos colonialistas. No fueron capaces de valorar ese gesto suyo en colaborar durante la construcción de un país nuevo, destrucción, diría yo, porque eso fue lo que verdaderamente ocurrió. Una parte de esas reacciones negativas en contra de su persona, aunque bastante moderada, pudo deberse al grado de ignorancia reinante entre sus tripulantes, puedo asegurar que alrededor de un 80% de sus miembros eran analfabetos. Muy buenos trabajadores, pero una materia prima susceptible de ser manipulada por cualquier pícaro. A nuestra llegada a Luanda me enteré de que la esposa e hijo de Amílcar habían partido para Portugal y me alegré mucho. Fue la mejor decisión que ellos habían tomado, la película recién comenzaba y Saturno siempre devora a sus hijos.
Motonave "N´Gola"
Treinta y nueve años después de aquella repentina e inesperada separación, sin otro contacto que no fueran los recuerdos de todos aquellos agradables momentos compartidos a bordo del buque N'Gola, mi amigo me localizó por Facebook. Él no puede tener una idea aproximada de la alegría que me produjo, inmensa. De vez en cuando cruzamos algunas letras, el me escribe en portugués y yo le respondo en español, ya no puedo hacerlo en “portuñol” como en los viejos tiempos, pero nos entendemos. Me envió una foto de Vasquiño, fiel testimonio de que el tiempo ha transcurrido, ya es todo un hombre. No se si sus padres le contaran que su primer añito lo pasó navegando de grumete entre nosotros, puede que sí, si algo pesa como una dulce condena, es el recuerdo de un marino por aquellas naves donde navegara y los amores regados en los puertos que visitara.
Amílcar fue otro de los fundadores de la compañía naviera “ANGONAVE”, un portugués que ofreció sus manos para construir supuestamente una nueva sociedad y no lo comprendieron. Un excelente marino y gran profesional, otro que se apartó de su profesión y no pudo lavar la sal que le corre entre la sangre.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2018-01-15
xxxxxxxxxx
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