TIEMPOS DE PROHIBICIONES.
Motonave "Sierra Maestra", buque insignia de la marina mercante cubana. |
De cuando la mariconería, los santos y los tarros eran prohibidos.
Corrían tiempos muy duros para los maricones en Cuba, olviden por un instante esas palabritas usadas en estos tiempos para referirse dulcemente a los homosexuales. Hoy mutaron en gays, nombrecito amoroso y más atractivo que el tropical o hispano “maricón”, tan despectiva su sola pronunciación. Por aquellos tiempos declararse “mariquita”, exigía cierta dosis de valor que no todos estaban dispuestos a aportar. Si se remontan a los años 60-70, una gran mayoría de aquellos “chernitas”, hoy ya envejecidos, son padres o abuelos. Se vieron obligados a casarse para poder sobrevivir dentro de una sociedad supra-machista que los discriminaba con un profundo y rancio odio. Sentimiento impregnado en muchas familias cubanas con demasiado fervor revolucionario, al extremo de rechazar a parientes con este “defecto”, “enfermedad” o “desviación ideológica”. ¡Putos los pueblos con mala memoria!
Aquellas UMAP (campos de concentración identificadas como “Unidades Militares de Ayuda a la Producción”) Cerradas gracias a la campaña internacional muy pendiente entonces del caso cubano, mucho antes de que nos tiraran a mierda, muy merecido también. Pues aquellas UMAP fue una clara advertencia al pueblo de que el culo de sus ciudadanos era propiedad del estado y no podía usarse anárquicamente, solo por orientaciones de su revolución. ¿Imaginan la suerte corrida por los “paticos” en la marina mercante?
La marina mercante era un sitio inmaculado que no podía contagiarse con esa enfermedad, no había espacio para ningún “parguito” en nuestras naves y la cacería contra ellos puede ser calificada de despiadada. Había que medirse muy bien a la hora de fumar, hablar, caminar, vestirse, doblar las piernas y, cuidado con acomodarse el chorizo para la derecha como acostumbran las “yegüitas”. Cualquier cosa podía disparar las alarmas de ese combatiente y ejemplar partido. No fue fácil y en combate vi caer a varias víctimas, jóvenes amanerados que quizás no eran “pajaritos”. Solo sobrevivieron uno o dos casos por falta de pruebas, escaparon milagrosamente a la guillotina y continuaron viviendo con su verdadera personalidad, solo que un detalle mencionado los diferenciaba del resto, se casaron y tuvieron hijos, hoy deben ser abuelos. En lo personal los tuve de subordinados y créanme, eran de mucho fiar, superaron en hombría a sus verdugos. Ni remotamente podían soñar ingresar al partido comunista, tampoco creo que les importara. Luego, sí, después del “Periodo Especial”, se aceptó la militancia de los que se “ahogaban como las vacas”, es que en el mismo comité central existían maricones que se iban convirtiendo en históricos. Los mismos que destruyeron los sueños de miles de jóvenes e inyectaron su dosis de odio o veneno en una sociedad que hoy pretende venderse demasiado maricona.
Hoy me río cuando veo a un pueblo extremadamente creyente, ya creen en cualquier cosa, el colmo es leer que la religión musulmana cuenta ahora con representantes en nuestra tierra, es para cagarse de la risa si no se tratara de algo tan serio. Cristianos, santeros y cuanto creyente existiera en la isla, fue reprimido en silencio y privado de escuelas o trabajos destinados a los ateos revolucionarios. La marina mercante cubana tampoco se convertiría en altar de religión alguna y tuvo sus mártires. Los primeros en caer eran aquellas personas que, cargadas de sinceridad o ingenuidad, declararon en las planillas de ingreso que practicaban una u otra religión. Los más castigados serían los descubiertos posteriormente, sobre ellos cayó como una carga al machete todo el odio y desprecio de la sociedad dirigida por comunistas. Hubo un caso muy sonado de un Oficial de la marina que fue expulsado de la flota al descubrírsele un “resguardo”. ¡Vaya puto delito el cometido! De poco sirvió toda la inversión realizada por la sociedad en la formación de aquel hombre y menos aun sus sueños de llegar un día a Capitán. Gran susto pasó un enfermero que navegó conmigo en el buque “Otto Parellada”. Una de las camareras le encontró un “resguardo” yoruba debajo de la almohada y pasó mas de dos semanas sin poder vivir tranquilo. Por fortuna para él, logré recuperar su prenda y la devolví no sin antes pedirle silencio a la autora de aquel susto. ¡Ingresar al partido siendo creyente? ¡Imposible! Tampoco creo que les importaran, pero así eran las reglas del juego en aquellos tiempos. Hoy me río cuando veo a militares aguantando una velita dentro de una iglesia, ¡vaya hipocresía!
Ser tarrúo era un delito menor a los anteriores, podías continuar navegando, solo te privaban de ese “honroso” privilegio de pertenecer al partido. ¡Claro! No sin antes soportar la vergüenza de que te lo dijeran en una asamblea general, donde se daban las conclusiones a tu proceso de ingreso al partido o la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas) Lo hermoso de esa acción era que, la persona no había solicitado su incorporación a esas dos organizaciones. Se trataba del resultado de sus captaciones anuales a las que, en el caso de los marinos, no podían negarse sin correr el riesgo de ser separados de la flota. Luego de las conclusiones y la vergüenza sufrida, ese marino podía continuar navegando porque era mas “confiable” que un militante de nuevo ingreso. ¿Imaginan por un solo instante que en medio de una asamblea le digan que su mujer lo traiciona con otro hombre? Luego continuaban con una pregunta de rigor; ¿dejará a su mujer para ingresar en la organización? No es cuento, yo fui testigo de esa humillación. Hoy nada de eso impide el acceso a la membresía del partido o la juventud, puedes ser “ganso” declarado, babalao y tarrúo, el partido necesita crecer y es inmortal, que no inmoral, se respiran otros vientos diferentes a los de mi juventud.
Poco me importa la inclinación o preferencia de unos y otros, nunca fui su enemigo. Creo yo, me encabrona mucho mas leer a unos cuantos hijoputas marinos, que hoy viven del lado de acá, escribir a favor de ese régimen de mierda que destruyó tantos sueños y vidas a lo largo de estos años. ¡Maricones! Ustedes si merecen que los llamen así.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2017-12-19
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