PLAGAS A BORDO
Motonave "Pepito Tey"
Recuerdo aquel viaje que di a mediados de la década de los 80 a Montreal a bordo de la motonave “Bahía de Cienfuegos”, fuimos destinados a cargar 15 000 Tm. de trigo. Toda una odisea, porque mientras navegábamos por el rio San Lorenzo, nos cambiaron en tres ocasiones en puerto de carga. Era la primera vez que cargaría como Primer Oficial este tipo de cargamento y yo sabía que además de peligroso, requería un cálculo de estabilidad especial y obligatorio exigido por la OMI (Organización Marítima Intergubernamental). Viajaba con un Capitán beneficiado por su incondicionalidad al régimen y con muchas lagunas técnicas. Eran tantas que se atrevió a decirme hiciera un cálculo de estabilidad normal, no lo escuché y procedí acorde a los procedimientos inherentes a este tipo de cargamento. Ya estaba acostumbrado a navegar con esta especie animal, al que se le ponía en sus manos la vida de los tripulantes y la nave.
Las autoridades canadienses no se andan con juegos a la hora de aplicar todas las reglas y medidas afines a cada situación, yo sabía que eran exigentes y muy verticales ante cualquier violación. ¡Voilá! Entre las condiciones planteadas en aquella reunión con las autoridades, le manifestaron al Capitán que, si no presentaba los cálculos de estabilidad mencionado, no se procedería al despacho del buque. El tipo me llamó en privado al exterior del salón y casi suplicante me preguntó si yo había hecho aquellos cálculos. Subí al camarote por los papeles y cinco minutos más tarde, luego de ser revisados por un funcionario “con conocimientos” de lo que tenía en sus manos, continuó la marcha de aquella formal reunión.
Aproximadamente una hora después, me encontraba inspeccionando cada una de las bodegas y sus entrepuentes con una “Fitosanitaria”. Debo mencionar que, por las experiencias anteriores en cargamentos parecidos, dediqué todos los días de navegación entre Cuba y Canadá a la limpieza de sus bodegas. Las inspeccionaba diariamente e insistía en los puntos donde no se cumplieran las exigencias. Llegamos a Montreal con tal limpieza que se podía comer en las cubiertas de cada uno de aquellos espacios.
-Chief, debo detener las operaciones hasta tanto no vaya al laboratorio para analizar este insecto. Me sorprendió la vista que tenía aquella mujer, había encontrado un gorgojo muerto en uno de los entrepuentes.
Me preguntó sobre el cargamento anterior y le respondí que, entre tantos, recibimos varias toneladas de malta producidas en Checoeslovaquia. Regresó dos horas más tarde con la autorización para comenzar el cargamento del trigo. Si les traigo este pasaje propio de los controles que anteceden a una operación de granos, tiene como fundamento que tengan una idea aproximada de lo que es el protocolo correcto que antecede cualquier operación de carga, unos más exigentes que otros.
Cuando yo comencé a navegar eran mucho más exigentes en Cuba y las voces de los “Fitosanitarios” tenían valor, eran determinantes. Para que tengan una idea de lo que manifiesto, las tripulaciones que llegaban del extranjero debían mandarle un radiograma a su familia, donde les pedían que llevaran una muda de ropa completa a la arribada del barco. ¿Por cuál razón? Toda la ropa de los tripulantes se guardaba en un camarote y era fumigada con cianuro durante veinticuatro horas. Igual suerte corría la pacotilla comprada en otros países, no importaba cual, se guardaban en un compartimento para ser fumigadas antes de llevarlas a la aduana. Por otra parte, esos mismos Fitosanitarios sellaban las neveras de consumo que poseían productos cárnicos adquiridos en el extranjero, lo hacían para evitar la importación de la fiebre aftosa. Esa nevera solo se podía abrir luego de abandonar las aguas territoriales de Cuba. Se trataba de medidas que molestaba a más de un tripulante, pero que tenían una lógica, proteger al país de vectores, plagas y otras enfermedades, nadie protestaba.
Con el tiempo y al mismo ritmo que se destruía el país, todas esas medidas preventivas se fueron a la mierda. Nuestros buques comenzaron a sufrir la invasión y rápida propagación de cucarachas y ratas ante la indiferencia y complicidad de las autoridades. Recuerdo que en la motonave “Pepito Tey un maquinista le mostró su cama llena de excrementos de ratas al Fitosanitario en el puerto de Matanzas y el infeliz estuvo a punto de ser sancionado. Siempre primaba la voz “Este es un asunto de Estado” para priorizar cualquier partida. Sobre este tema he escrito varias veces porque la situación fue común a muchas de nuestras naves.
Motonave "N'Gola"
Recuerdo que la última vez que se fumigó en un barco cubano donde yo estuviera enrolado, ocurriría antes de la mitad de la década de los setenta. Después de esas fechas, solo asistí al cierre y abandono de un barco por fumigación encontrándome a bordo del buque angolano N'Gola en Ámsterdam. Para empeorar aún más la situación y con la llegada de una corrupción mas que inmoral, depredadora, los sellos de las neveras apenas se utilizaron cuando se arribaba con productos cárnicos del exterior. Cuando eso sucedía, ya se encargarían los sobrecargos junto a capitanes y aduaneros en abrirlos para robar parte de su contenido y luego volver a sellarlos.
Con las aventuras guerreristas en el continente africano se importaron enfermedades desconocidas en la isla, es de suponer que la indiferencia y complicidad de las autoridades jugó un papel fundamental en esa tragedia. En el año 1990 participé en la retirada de las tropas cubanas de Angola y me tocó cargar unas 500 Tm. de armamento en contenedores y vehículos militares. Una de esas tardes durante la navegación, observo el movimiento de ratas sobre cubierta y bajé al día siguiente para investigar sobre su origen. Detecto varios de aquellos viejos contenedores con orificios, lo que hacía suponer que los roedores vivían en su interior. Lo informé a las autoridades Fitosanitarias en el puerto del Mariel he hicieron caso omiso a mis declaraciones, todos los contenedores fueron descargados con sus contenidos de animales dañinos y vectores de enfermedades.
Motonave "Bahía de Cienfuegos"
La flota desapareció y la isla ha sido prácticamente destruida ante el miedo de quienes, hoy desde aquí, continúan guardando silencio y ocultan los miedos que trajeron en sus maletas.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2017-11-22
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