miércoles, 20 de septiembre de 2017

POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS (15). Caso: Nosotros.


POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS (15). Caso: Nosotros.





Descifrar el carácter y personalidad del hombre de mar cubano no es una tarea sencilla. De poco sirvieron aquellas conferencias ofrecidas por psicólogos que recibimos los capitanes y primeros oficiales. El hombre resultaba un enigma difícil de comprender, muy afectado por sus condiciones de trabajo, lejanía de su tierra y familia, tiempo de las travesías, sacrificios extremos que debía soportar y, las presiones constantes que ejercían sobre ellos las organizaciones políticas a bordo. Al final, el producto obtenido era sumamente complejo y era el material humano disponible para poder llevar a éxito cualquier aventura marítima. Una vez largados todos los cabos, éramos nosotros, la oficialidad, la encargada de interpretar sus comportamientos. Atrás quedaban aquellas conferencias sin mucha utilidad en la práctica.


Me atrevería a manifestar que, el carácter del hombre de mar cubano se dividía en cuatro etapas durante su permanencia a bordo.

a.- Cuando se encontraba en puerto cubano.


b.-Durante las primeras semanas de navegación.

c.-Durante la permanencia en puertos extranjeros.

d.-Durante las semanas anteriores al regreso.


a.-Cuando el marino se encontraba en cualquiera de los puertos nacionales y que no fuera sede de su hogar, su comportamiento era similar al de cualquier marino común y corriente. Aunque existieron excepciones a la regla, una mayoría disfrutaba de todas las aventuras que se presentan en su mundo. Mujeres, cabarets, hoteles, clubes, restaurantes, fiestas, etc., eran los espacios ocupados en su mente. Vivía corriendo páginas del almanaque como si cada uno de esos eventos correspondieran al último de sus vidas. En el puerto donde radicaba su hogar era otra persona, muy familiar y excelente padre o esposo. No olviden que las excepciones se aplican también a esta categoría. Normalmente partía un tercio de la tripulación a sus hogares por unos días de descanso, y el resto a bordo, compartía las labores de guardias o mantenimiento a partes iguales, no se presentaban protestas ni contratiempos. Muchos tripulantes solicitaban permiso para traer a sus esposas a bordo, aun era permitido, reinaba la paz.


b.-Durante las primeras semanas de navegación, el marino aún conservaba la frescura del tiempo recién transcurrido y cargaba consigo los recuerdos de sus últimas aventuras. Esas primeras semanas se gastaban en el intercambio de cuentos, no exentos de alardes sobre las sayas conquistadas, etc. Aquella alegría efímera llegaba a su fin después de la segunda o tercera semana de navegación. Estado emocional en el que comenzaban a influenciar varios factores importantes en la vida de cualquier ser humano, digamos que la alimentación era el más significativo de todos. Salíamos mal abastecidos y los estómagos le mandaban sus señales al cerebro. Pudo repercutir en esos cambios las acciones desarrolladas por un mando déspota y organizaciones políticas con dirigentes extremistas. Todas conjugadas y sumadas a factores climatológicos adversos, podían transformar el carácter alegre de cualquier tripulación en un ambiente hostil, ácido, y cuando menos, imponer largos periodos de silencio. Las guardias se hacían más lentas y apenas se cruzaban palabras entre el oficial y su subordinado, se acabaron los cuentos.


c.-Durante la permanencia del buque en puerto extranjero renacía nuevamente la alegría, no en todos. Debe suponerse que eso sucedía allí, donde era posible hacer pacotilla, distraerse, beber, etc. Llegar a un país o puerto que no ofreciera esas posibilidades, puede interpretarse como una prolongación de la navegación. La gente no sale a la calle sin una justificación, no existe posibilidad de satisfacer las necesidades de la familia o gustos personales, etc. Ejemplos sobran, países en guerra, antiguos países socialistas (aunque en esos sitios era muy normal dedicarse a la conquista de mujeres) En los países llamados socialistas las operaciones de carga-descarga eran lentas y las estadías en puerto más prolongadas que en los países desarrollados. Una estancia superior al mes en países como Corea del Norte, donde además de agotarse el avituallamiento de la nave, no ofrecía ningún tipo de distracción, podía producir efectos sumamente negativos en las mejores tripulaciones de la flota. En puertos capitalistas la mayor atención del marino se enfocaba en la adquisición de esa pacotilla que nunca lograba satisfacer las necesidades de la familia cubana. Concentrados o distraídos en esa actividad -unas veces la mas importante de su vida para muchos- eran pocas las manifestaciones de indisciplinas y el ambiente era mas relajado.


d.-Cuando los viajes resultaban extremadamente prolongados, el carácter de los marinos era sumamente agrio. Situación provocada por el largo período de abstinencia sexual, mala alimentación y como ya he señalado, regresar a casa con las manos vacías. Muchas veces escuchábamos decir que tal o cual barco había regresado en "candela" y esas eran las principales razones, aunque pudieron existir otras. Repito que estas líneas no están basadas en estudio alguno y se ajustan simplemente a la experiencia. Tampoco es una generalidad, siempre han existido excepciones a cualquier regla. Lo cierto es que muchos de esos viajes resultaban un verdadero sacrificio para los marinos y sus familias, pocas razones que motivaran un estado de felicidad. Luego de la caída del bloque socialista aumentaron las dificultades y podían presentarse situaciones extremadamente graves, como la ausencia de dinero para pagarle a los marinos o avituallar a la nave. El hambre que se vivía en la isla nos alcanzó en cualquier rincón del planeta, y como era de esperar, eso afectaba directamente en el comportamiento del ser humano. 


El trabajo mas complejo desarrollado por un Primer Oficial a bordo de cualquier nave, debió ser las extenuantes horas de cálculos que se realizaban para cargar un barco con mercancía heterogénea. Me refiero a los buques de carga general cuando aun no existían computadoras que agilizaran esa labor y que en muchas oportunidades, podía consumir cómodamente unas ocho horas auxiliados por una simple calculadora. Ese tiempo variaba también dependiendo del modelo de barco, todo el que pasó por naves de construcción soviética como aquellos D¨Nieper, saben de lo que hablo. Sin embargo, en la marina cubana, esas dificultades eran insignificantes cuando se comparaban con el conflictivo trabajo que se enfrentaba a la hora de dirigir a sus subordinados. Trabajo que se complicaba cuando se compartía el mando con capitanes carentes de pantalones y rendía su mando ante los secretarios del partido o comisarios políticos. En casos como estos, la vida del Primer Oficial podía convertirse en un infierno.

Hoy quisiera terminar esta serie tratando de dibujar la difícil personalidad del marino cubano, no resulta una tarea sencilla y puede herir a decenas de susceptibilidades. Desde esta otra orilla de la playa, donde algo tarde decidimos varar nuestras naves, se agolpan todo género de individuos que pertenecieron a nuestras flotas. ¿Cómo clasificarlos? Desde este lado solo existen dos opciones a saber, las víctimas y sus victimarios. 

Las víctimas son fáciles de identificar, se despojaron de su segunda personalidad y decidieron soltar todo aquello que durante tanto tiempo los atormentara. Gente de sueños destruidos y pocas esperanzas, los primeros en ser abandonados a su suerte cuando el holocausto naval sufrido por nuestras flotas. Las víctimas son seres que, aun teniendo edad avanzada, conservan fresca la memoria. Ellos no se esconden, tampoco tienen razones para sentirse avergonzados por la tragedia que los llev
ó al destierro y su principal virtud es que muestran sin miedos el rostro.

¿Los victimarios? Gente que se esfuerza por mantener un perfil bajo y sufren por ello. Se mantienen ocultos hasta un día que accidentalmente o traicionados por su conciencia, salen de sus conchas y dan el rostro, luego vuelven a ocultarse. El victimario se destaca por su constante llamado al olvido, perdón, respeto a la ética (que como es de suponer), nunca respetaron en la isla. Estos individuos, después de escapar de aquella isla cárcel por las razones que todos conocen, no olvidaron cargar en sus maletas sus temores. Miedos al señalamiento de sus víctimas y miedos a cualquier medida represiva de sus amos. Porque no nos engañemos, muchos de ellos aun simpatizan con el látigo de sus verdugos. 

Hay mucho por escribir sobre la vida de los marinos cubanos.



Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2017-01-11


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