sábado, 30 de septiembre de 2017

CUANDO ERAMOS NAVEGANTES (3) Navegación oceánica.


CUANDO ERAMOS NAVEGANTES (3) Navegación oceánica.

Motonave "José Antonio Echeverria I


Siempre que existiera buen tiempo se navegaba relajado, podía ocurrir con mucha frecuencia en verano, el invierno eran otros cantares. El océano Atlántico se tornaba muy peligroso al norte, indomable, sufrían barcos y tripulantes. El océano Pacífico dejaba de serlo y se volvía rebelde, podías atravesarlo desde Japón hasta Estados Unidos dando bandazos peligrosos. Apenas se dormía y a la hora de comer debías hacerlo con el plato en la mano. ¡Vaya escenario el elegido por los amantes de esta profesión! Una semana en tierra lograba borrar todos aquellos momentos amargos y para los impuros, aquel contacto con los bares, mujeres o contrabando nos devolvía con alegrías a una nueva aventura. ¡Claro! Cuando se vivía todo el romanticismo que nos convertía en la plancha de un barco.


En las navegaciones oceánicas se ignoraban muchas reglas y métodos de navegación, había suficiente espacio, cientos o miles de millas hasta la costa más cercana. Tranquilidad que puede quebrantarse por cualquier fuerza externa, conocida o ignorada, no todo está escrito en el mar y siempre puedes ser sorprendido por lo fortuito. 


La niebla es un fenómeno que puede atraparte en sus redes y todo navegante conoce su peligro, son horas gastadas frente al radar buscando algo que pueda representar un riesgo para la nave. Esos bancos de niebla pueden extenderse por cientos de millas, eso nos sucedió en un viaje de regreso del Japón. Se imaginan por un solo instante toda una semana sin poder tomar posición, hoy no resulta preocupante, el satélite lo resuelve todo. El día que se despejaba la visibilidad, ese era el día del desafío para aquellos navegantes, una buena oportunidad para evaluar sus conocimientos. ¿Dónde estamos?


Comenzabas a observar el sol y las primeras rectas obtenidas tenían un intersecto superior a las sesenta millas. Algo anda mal, es el primer pensamiento que acude a la mente de un navegante. Revisas tus cálculos varias veces tratando de buscar un error posible y no lo encuentras. Sales nuevamente al alerón del puente armado con el sextante y un cronógrafo, repites la observación y los resultados son similares, vuelves a pensar que te equivocaste. Tomas otra recta al sol y no obtienes la respuesta que deseas. ¡Est
ás mal! Piensas mientras el timonel te mira interrogante, le molesta tu inacostumbrado silencio. Decides hacer una pausa y enciendes un Popular en el alerón del puente, analizas toda la teoría aprendida y no encuentras explicación a lo que hasta ese instante consideras un error. Confías en ti, solo que eres un novato y te avergüenza acudir a los más expertos, son tiempos exigentes. Explicarles lo que significa la palabra "intersecto" seria adentrarnos en una clase de astronomía y no es el propósito, debo mencionarla, aunque no la comprendan. Tampoco acudo a libro alguno, exprimo cada neurona que aún queda viva.


Motonave ¨Uvero ¨
El sol no se equivoca, esa es tu primera conclusión y repites tus observaciones con una frecuencia de veinte minutos. Ya tienes varias rectas ploteadas en el Plotting Sheet y decides hacerlas simultaneas. Todas se cortan en un punto distante a unas cien millas de donde pensaron estar y trazas un rumbo a partir de la posición adquirida, es insegura, pero es mejor que nada. En los cálculos siguientes aplicas una posición asumida próxima a la del barco y los cálculos son buenos, los intersectos se encuentran dentro de los valores normales. Recuperas la confianza puesta en duda y le allanas el camino al Segundo Oficial para su observación meridiana que ocurriría fuera de tu horario, se confirmó que esa era la posición del buque. 


¿Qué pudo haber sucedido? Ya les dije que en el mar no todo está escrito y durante una travesía puedes encontrarte ante cualquier fenómeno inesperado. Diez días sin tomar posiciones es demasiado tiempo, no olvidemos que la trayectoria de un barco puede ser alterada por los efectos del viento y la corriente. Una discrepancia entre las posiciones estimadas y las reales, pueden tener un valor normal de unas diez millas y hasta más diariamente. No es nada para tomar en serio en medio de un océano, se corrige el error y se pone rumbo al punto de recalada planificado. Si esas diez millas mencionadas las multiplican por los días imposibilitados de obtener una posición fija, ya tendrán una idea de lo que hablo. Si se tratara de aguas cercanas a tierra, no existen razones para preocupaciones o incertidumbres, no olviden que estaban navegando con el radar encendido por culpa de la niebla. 


Un caso algo alarmante se produjo navegando en el océano Atlántico, había transcurrido un solo día después de abandonar las Bahamas rumbo a Europa. Durante la toma de la posición del barco a la hora de la meridiana del sol, la discrepancia obtenida fue superior a las treinta millas, solo que esa vez, la diferencia en la posición del buque se produjo entre la observación de las estrellas de la tarde anterior y ese mediodía. Solo existían dos motivos posibles, 1) Que la posición de las estrellas fuera mala. 2) Que estuviéramos navegando bajo la influencia de una corriente marina desconocida.



No quise poner en dudas el trabajo del Primer Oficial, no lo conocía, pero preferí inclinarme por la corriente marina. Aquella discrepancia algo exagerada para el tiempo transcurrido, provocó su pequeña discusión en el puente y estuve a punto de mandar al carajo al Capitán y al Primer Oficial. A ese Capitán (Chocoleito) ya le he dedicado varias líneas, no así al Primer Oficial de apellido Artigas. No era mala persona, pero su opinión se inclinó a favor de la extraña y estúpida teoría de aquel imbécil que iba comandando la nave ese viaje. La posición de las estrellas me dio la razón en ese mismo crepúsculo y la discusión fue entre Artigas y Chocoleito, para deleite de los agregados que teníamos a bordo. Ese viaje debíamos pasar por el Estrecho de Gibraltar y ese Capitán, luego de despreciar tres opciones de derrotas para arribar a ese punto, eligió al Cabo San Vicente en Portugal como punto de recalada. Los navegantes saben de lo que hablo, pero el que no lo sea, solo debe observar un mapa para darse cuenta de la estupidez cometida por ese idiota.


Motonave ¨Bahía de Cochinos ¨

En los océanos podíamos aplicar todas las teorías aprendidas en las clases de Astronomía Náutica, era muy común en los navegantes de aquella época y las guardias en el puente transcurrían sin aburrimientos, el tiempo no alcanzaba para todo. Así un día y cuando se presentaran las condiciones ideales, practicabas una vez tomando una "recta de rumbo" con la ayuda del sol. Otro día le dedicabas tiempo a una "recta de velocidad", ploteabas "círculos de igual altura", obtenías el error del girocompás y el compás magnético por azimutes tomados al sol. Determinabas la latitud a la hora de la meridiana y si las condiciones eran apropiadas, o sea, si la latitud del barco coincidía con la declinación del sol, podías determinar su longitud por el método de las alturas determinantes, era muy sencillo. Los verdaderos navegantes no se imponían limites en sus trabajos, explotaban cada astro que se pusiera al alcance del sextante. Muchos de nosotros obteníamos posiciones por observaciones a la luna combinándolas con el sol. La luna era casi siempre despreciada porque exigía correcciones adicionales, algunos la dejaban para uso de los poetas. Tampoco era extraño encontrar a un oficial tratando de localizar a Venus en pleno día, eran tiempos muy románticos donde el hombre amaba esa noble y a veces extraña profesión. 


Aquellos navegantes eran muy bien identificados desde la cuna, conmigo navegaron muchos muchachos graduados de las promociones XVII y XIX que pasaron años de agregados o simples marineros de cubierta. Estudiaron en aquellos años locos donde se graduaban Pilotos por cientos, descontroladamente, como si tuviéramos la flota más grande del mundo. Los hicieron perder varios años de sus vidas injustamente, sin embargo, nunca se rindieron. En diferentes naves, subían al puente a la hora de los crepúsculos para observar las estrellas conmigo y yo disfrutaba ayudarlos. Algunos llegaron a ocupar plazas de oficiales y luego navegaron de capitanes, luego de tantos años de espera y sacrificios.



Motonave ¨Juárez¨


Mientras para unos fue extremadamente doloroso y sacrificado arribar a sus sueños, otros mequetrefes incapacitados eran ascendidos por sus condiciones de militantes, hijitos de papa, miembros de la seguridad del estado o simplemente incondicionales al régimen. Fue así como se iba destruyendo nuestra profesión y ejemplos me sobran para justificar lo que hoy menciono.


 Tuve que navegar con capitanes que arrastraban dudas solo posibles en un recién graduado y oficiales producidos a martillazos. No fueron pocas las veces que una vez cruzada la Línea Internacional de la Fecha o el Meridiano de Greenwich, navegando del hemisferio norte al sur o viceversa, estos animales convertidos en pilotos, gracias a su partido o revolución, se perdían en los cálculos astronómicos. Fueron tan incapacitados e incompetentes, que ignoraban algo muy sencillo en esos casos, solo había que cambiar el signo en las operaciones matemáticas, o sea, sumar donde se restaba y viceversa. En algunos de mis temas he tratado casos muy particulares y no deseo extender la presente con estos indeseables. Mientras esto sucedía, muchas mentes privilegiadas y amantes de su profesión, eran despreciadas por la sociedad, claro está, representada por su partido de vanguardia.


Muchos pensarán que todos estos escritos representan una carga enorme de frustración y tal vez deba darles la razón, pero nunca dejaré de escribirlas. Hoy, muchos de aquellos hijoputas privilegiados del régimen, andan por el exterior viviendo tranquilamente. No solo eso, haciendo lobby por el régimen que los amamantó, mientras bloqueaban a decenas de hombres que fueron grandes navegantes, navegantes que ellos nunca fueron.










Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2017-09-30


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