lunes, 25 de septiembre de 2017

CUANDO ÉRAMOS NAVEGANTES. (1)


CUANDO ÉRAMOS NAVEGANTES. (1)


Motonave ¨Bahía de Cienfuegos ¨

La última vez que navegamos solos por el Canal Ingl
és, Mar del Norte y luego el Mar Báltico hasta Polonia, lo hicimos a bordo del buque angoleño N'Gola bajo el mando de ese gran Capitán llamado Raimundo René Calero. Mucho antes había realizado esas mismas travesías en otros barcos y con grandes capitanes de sus tiempos, una que bien recuerdo fue bajo el mando de ese monstruo de la navegación que se llamó Raúl Hernández Zayas. Otra travesía emocionante y no menos compleja fueron las realizadas a lo largo del Mar Egeo, cruce del Estrecho de los Dardanelos, Mar de Mármara y luego, tomábamos Práctico en el Estrecho de Bósforo para adentrarnos en los confines del Mar Negro.


Fueron viajes unas veces estresantes y de poco descanso, las guardias en los buques cubanos se realizaban por parejas de oficiales. Casi siempre una de ellas estaba formada por el Capitán y el Tercer Oficial, la otra por el Primer Oficial y el Segundo. Las funciones de cada uno de ellos estaban muy bien definidas, generalmente el de menor graduación se dedicaba a tomar constantemente la posición del buque por medio del radar u observaciones a faros cercanos, mientras el de graduación superior se dedicaba a maniobrarle a los buques próximos a la derrota. Vale señalar que las áreas mencionadas eran de un tráfico marítimo intenso, situación que exigía mucha concentración en el trabajo, tiempo durante el cual no se permitía el acceso de extraños al puente.



No siempre las condiciones eran óptimas para enfrentar este desafío en los buques cubanos de aquellos tiempos, comenzaría por referirme a las cartas náuticas en uso (mapas). Aunque nuestra empresa poseía un departamento dedicado exclusivamente a la actualización de esas cartas náuticas, nunca lograron llevarlas al momento actual de su uso. No se trataba de negligencias cometidas por el personal que allí laboraba, puede afirmarse que todos ellos eran navegantes muy profesionales en su campo. El problema radicaba en que no recibían con la frecuencia requerida los "Notices to Mariners", una publicación semanal de la Admiralty, la institución inglesa que publicaba las cartas náuticas consumidas en los buques cubanos. Esto provocaba que arribáramos a esas áreas con cartas sin actualizar y la trayectoria fuera preñada de sustos e incertidumbres por los cambios constantes que se producen en esa zona. Casi siempre y una vez en cualquier puerto del norte europeo, era muy habitual mandar a actualizar esas cartas a una agencia llamada "Observator" con sede en Rotterdam. Luego y con la avalancha de individuos cargados de patriotismo, se dejaron de mandar a actualizar esas cartas con el pretexto de ahorrar divisas, como si la seguridad de un buque no mereciera aquel insignificante gasto.


Para aquellos navegantes de nuestros tiempos románticos, empeoraba la situación aquellos viejos equipos del cual debíamos valernos. Muchas de nuestras naves contaban con ancianos radares que necesitaban un periodo de calentamiento antes de ponerlos en servicio y de vez en cuando hacían de las suyas dejándonos desamparados. Gracias a Dios se contaba con excelentes telegrafistas y electricistas que ponían todos sus conocimientos para resolver momentos verdaderamente peligrosos. No olvidemos que esa zona se caracteriza entre otras cosas por las densas nieblas, uno de los peores peligros que se puede enfrentar en una navegación. Después de vencer tantos sustos llegábamos al puerto de destino con aquella satisfacción y sonrisa como premio.


En la zona de los Dardanelos la situación era parecida, aunque menos dramática que en el norte de Europa. Durante la navegación y a entrada del estrecho existía un puesto de control turko donde siempre nos pedían identificación por señales de luz. En muchos buques se solicitaba la presencia del telegrafista para establecer esa comunicación en código morse, pero existieron barcos con oficiales que dominábamos ese medio de comunicación y no solicitábamos sus servicios.



Motonave N’Gola

Cuando realic
é el último viaje navegando solo en el puente a bordo del buque N'Gola, dimos ese primer viaje con cartas sin actualizar e inmediatamente solicitamos los servicios de la Observator. El buque poseía instalado un sistema de navegación DECCA sin estrenar por falta de las cartas especiales para su explotación y allí las adquirimos. Los siguientes viajes resultaron ser un paseo con la ayuda de ese equipo que antecedió a la navegación por satélite. Debo señalar que nunca escuché que buque cubano alguno lo poseyera, tuvo que ser por el costo de sus cartas náuticas. Los viajes siguientes arribamos hasta Polonia y las guardias de navegación eran realizadas por los oficiales de guardia en sus turnos normales.


Un tiempo después de incorporarme nuevamente a la marina cubana y en oportunidad de realizar una travesía hasta uno de esos puertos del Mar del Norte y Báltico, me sorprende el Capitán solicitando Pr
áctico al norte del puerto francés de Cherburgo. 


-Capitán, ¿vamos a entrar en Francia, cambiaron la derrota? Le pregunté sorprendido.


-¡No, hombre! Aquí vamos a tomar Pr
áctico hasta Finlandia. Me respondió con mucha tranquilidad.


-¿Pr
áctico hasta Finlandia? Casi grité por la respuesta obtenida, nunca había escuchado algo semejante.


-¡Si, así como lo oyes!


-Pero es que nosotros nunca hemos necesitado esos servicios que además deben ser costosos.


-Por el precio no te preocupes, paga Liborio (una manera muy criolla de decir que pagaba el estado cubano).


-¿Desde cuándo está ocurriendo esto?


-Desde hace pocos años, no te rompas la cabeza, viene el rubio de espejuelitos y nos lleva hasta Finlandia. Nosotros vamos durmiendo tranquilitos mientras el cumple con su trabajo.


No sé cómo calificaría aquel análisis de un hombre bien calificado técnicamente, yo no podía comprender y aceptar lo que estaba escuchando. Una vez con el Práctico a bordo me sentí como un vulgar indígena, un tipo técnicamente nulo. No fue esa sola vez que visité varios puertos de esa zona usando ese servicio y en algunas de ella, conversando con esos Prácticos, me insinuaron lo mismo que yo pensaba, nos consideraban unos simples indios incompetentes de América, no pueden imaginar la indignación que sentía. Siempre traté de buscar una explicación a esa acción y nunca la he encontrado. Solo me cabe en la mente pensar en las comisiones recibidas por la persona que realizó ese contrato, nosotros contábamos con naves modernas debidamente equipadas para realizar esas navegaciones, nunca comprendí. 


-¡Compadre, no te rompas la cabeza! Con Prácticos o sin ellos, siempre vamos a ganar el mismo salario. Me dijo una vez un excelente Capitán, nosotros no recibíamos estímulo alguno por los ahorros que le produjéramos al armador y estado cubano. ¿Por qué debía romperme la cabeza? Hace muy poco tiempo ese Capitán falleció en la ciudad de Miami, se despidió de este mundo sin haber confesado total arrepentimiento por su complicidad y colaboración con el régimen cubano. Pude tolerarlo porque no llegó a pertenecer a la categoría de hijos de putas que aun viven o han muerto en esa ciudad. Vi cosas peores en mis años como navegante, bueno, hablo de aquellos tiempos donde sobrevivimos los verdaderos navegantes. ¿Después? Bueno, un poquito mas tarde la flota fue poblada por "choferes" de barcos que llegaron a capitanes por su militancia, ellos se encargaron de sepultar la excelencia de nuestra profesión. ¡Ohhhhhhhh! Se me olvidaba, algunos de ellos viven en Miami y se reúnen con frecuencia a recordar algo.


Nada había cambiado hasta mi deserción y la flota se abarrotó de gente incapaces e incompetentes, los que verdaderamente necesitaban los servicios de aquellos Prácticos del Mar del Norte y las de aquellas agencias que confeccionaban los planos de carga. Nuestro tiempo de navegantes iba llegando a su fin y con ello se sepultaba toda una época muy romántica de nuestra profesión.








Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2017-09-25



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