SER MARINO
Ser Marino es, llevar la sal entre las venas,
con salitre que brota por los poros de la piel,
casi siempre dorada o morena,
es lago, río, mar, costa acantilada y arena,
es sol, nubes, luna, estrellas y planetas,
es bruma, vientos, nieblas, huracanes y galernas.
Ser Marino es valor, es tener miedo, sentir pena,
es gaviota que nada y un delfín que vuela,
es paz y también guerra, amor y odio conjugados,
la felicidad y la tristeza.
Ser Marino es llegar tarde a un parto, tan tarde,
que al partir solo dejas un vientre inflamado,
cuando regresas, camina, te mira y ríe,
nunca te das cuenta que tarde llegas.
Ser Marino es medir el tiempo por viajes,
olvidando los días que tiene el almanaque,
almanaque que se detiene al salir,
porque desde ese momento se deja de vivir.
El Marino es alcohol, mujeres y fiesta,
nunca llega a un entierro, vive solo,
le sobran los amigos cuando tiene dinero,
y cuando no lo tiene, lo vende todo.
Es contrabando, es negocio, es perdedor,
ser Marino es amar su nave, llamarle ella,
buscar su posición después de varios días entre la niebla,
mordiendo al sol en el horizonte,
escarbando también entre la luna y las estrellas,
dominar el cielo, el viento, las corrientes,
saber moverse con los cambios de marea.
Ser Marino es vino, tinto, blanco, verde o rosado,
pelo lacio y negro, muy negra la pelvis que se besa,
es whisky y cerveza, ojos azules como el cielo,
aureola de los senos rosados y tiernos
es sake y arroz, ojos rasgados casi cerrados,
piel limpia, tersa y perfumada,
es ron de caña o de palma, negra o mulata,
fuego que te quema, clave y tumbadora,
culos duros y maracas, sexo y amor.
Ser Marino, señor,
es mucho para decirlo con dos palabras,
es Dios y pecado, olas como montañas,
crestas de espuma que embarcan por la proa,
que estremecen el barco y tiemblas,
que provocan bandazos y rezas,
y cuando todo está calmado eres macho,
tienes sueño y no duermes, necesitas de una hembra,
así pasas días desvelado, meses, años.
Un día, prometes que no serás Marino,
solo unos días cumples tu promesa,
porque una fuerza extraña te arrastra,
te lleva de nuevo al mar como un maligno embrujo,
del que pocos pueden escapar,
otra vez drogado caes en sus redes,
lo detestas y lo quieres, él lo sabe,
el mar te tiene amarrado.
Hoy…
Conecto el piloto automático con su alarma,
no tengo timonel, estoy solo,
el radar lo pongo en la escala que quiera,
para que me avise cuando se acerca un barco,
el satélite expulsó al telegrafista de la marina,
tengo a un compañero menos,
no necesito observar las estrellas, ni los planetas,
el sol calienta y brilla mucho,
el satélite me lo dice todo,
¿para qué dejar el aire acondicionado?
Ser Marino hoy, no tiene poesía,
la navegación perdió su arte,
la gente se olvida de la astronomía,
es tener a un tipo en el puente, pa’que mire palante,
los bombillitos opacan a las estrellas,
y encerrado en ese cajón,
el ruido de los equipos no deja oir,
los gritos de las gaviotas, la brisa del mar,
ni a los marineros bromeando sobre cubierta.
¡Que mierda!
Esteban Casañas Lostal.
Montreal.. Canadá
17-08-1999
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Buena mar en verdad le hago la venía a este ser maravilloso qué escribió esta obra quizás a muchos no le gustará pero al marinero le dará el olor y el golpe del mar
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