jueves, 27 de julio de 2017

CRUZANDO EL CANAL DE SUEZ.



CRUZANDO EL CANAL DE SUEZ.






Era la tercera vez que lo pasaba y resulta algo curioso cuando se trata de una cifra impar. Es lógico pensar así, siempre que se entra o pasa por algún lugar, se sale o regresa por el mismo camino, así nos viene a la mente de inmediato. Sus dos entradas o salidas se encuentran localizadas en Por Said, ubicada en la costa mediterránea. La otra es Suez, situada donde nace el golfo con el mismo nombre. 

La primera vez que lo crucé, lo hice a bordo de la motonave “Topaz Islands”. Nos dirigíamos al puerto jordano de Aqaba, donde descargaríamos alambrones y acero vendido por Cuba. No quiere esto decir que la isla fuera un gran productor de acero, Cuba se lo compraba a la antigua Unión Soviética. El cargamento era llevado hasta las instalaciones de Cubana de Acero y allí le sustituían la chapilla del fabricante por una cubana. Navegamos a lo largo del Golfo de Suez arrimado a la costa oriental, luego doblamos en la punta sur de la península del Sinaí y nos adentramos en el angosto y algo profundo Golfo de Aqaba. Este golfo termina en una playa donde con el uso de los binoculares, se observaba claramente una playa dividida por una alambrada fronteriza, una parte correspondía a Israel y la otra a Jordania. 

Toda la curiosidad de una primera vez cuando se navega por un sitio hasta entonces desconocido, puede ser satisfecha con pocas observaciones en este caso. El paisaje es sumamente monótono y del mismo color. Rocas y arena amarilla es lo que existe a ambas orillas, casi siempre despobladas. Una que otra población apartada del curso marítimo y restos de vehículos militares dejados como testimonio de la última guerra. Pasas por las montañas del Sinaí y te acuerdas de Moisés si alguna vez ojeaste la biblia (material prohibido para nosotros) El segundo viaje no se diferenció mucho del primero, veníamos de más al sur y me cansé de buscar la tonalidad rojiza del Mar Rojo, nunca la encontré.

No recuerdo en cual tramo del canal venia montando guardia, es que todos son semejantes, aburridos y muy calurosos dentro de un barco que carecía de aire acondicionado. Todas las cubiertas exteriores venían cubiertas por una leve capa de arena, nos cayó aquella madrugada antes de recalar a Suez. No me sorprendió porque tenía conocimiento de que muchas veces llegaban a caer en Europa. En el puente permanecíamos tres personas, el Práctico egipcio, el timonel (un mulato de apellido Correa, si la memoria no me traiciona) y yo, no hace falta presentarme. Recuerdo que acomod
é un asiento al lado del timón para estar atento a las órdenes del Práctico y hacerle las traducciones al timonel cuando no comprendiera.

-Por five. Decía el Práctico.

-Port five. Repetía el timonel sin penas, no existía mucha diferencia entre ambas pronunciaciones.

-Mid ship and steady is ago. Ordenaba el Práctico.

-A la vía y derecho como vas. Le dije al timonel

-Steady. Le contestaba yo al Práctico.

- ¡Asere, cálzalo dos graditos a estribor, te está tirando a babor! 

-Hay un poquito de corriente por aquí. Me dijo Correa.

-Es mejor que te mantengas a la vía para que no se acerque al timón, tiene una peste a camello del carajo.

- ¡No, no! El tipo esta encendido y cuando abre la boca ni te cuento.

-Tengo unas ganas de llegar a Cuba del carajo.

- ¿No vas a continuar con nosotros?

- ¡No, hombre! Les regalo los $150 dólares, ya habrá algún loco que quiera venir para acá.

- ¡Asere! No es fácil navegar por los dos dólares diarios.

-Tampoco es fácil jugarse la vida los $150 dólares mensuales en esta cafetera de mierda. Para los que no entiendan esta parte del dialogo, un grupo de naves de la marina fueron agrupados en un sistema conocido como “tripulaciones reducidas”. Se les pagaba de acuerdo al cargo ocupado y en mi caso esa era la cantidad. ¡Pero! Siempre hay un pero en las medidas aplicadas en ese cabrón sistema, la tripulación fue tan reducida que las guardias de puerto debía realizarlas vestido de faenas como un marinero más y estaba obligado a limpiar bodegas, agarrar cabos en las maniobras, etc. No era nada fácil en un barco con siete bodegas como el “Casablanca”, antiguo “Renato Guitart”.

-Ponle cinco grados a estribor y ve cayendo despacio.

-Oka, cinco a estribor.

-Timón a la vía.

-Timón a la vía.

-Ahí derecho.

-Derecho

-Ten cuidado, te está cayendo a babor, cálzalo un poquito a estribor.

- ¡Calzándolo! Sin darnos cuenta continuamos navegando solos muy entretenidos en nuestra conversación, calculo que habían transcurrido más de treinta minutos en esta situación.

- ¡Asere! ¿Dónde está el camello?

- ¡Coño, no tengo puta idea! Este camello nos ha dejado solos, ¡déjame ver! Observé que tenía varios minutos de navegación en una parte recta del canal y me dirigí hacia el cuarto de derrota. - ¡Oye, esto no tiene nombre!...

- ¿Qué pasó, se murió el camello?

- ¡Que, muerto, ni un carajo! El tipo puso una esterilla en el piso de la derrota y está en cuatro patas orándole a Alá. 

Esto solo pasa en países del tercer mundo, el hombre se tomó unos cuarenta minutos de oraciones.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2016;02-01


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