sábado, 22 de febrero de 2025

SE BUSCA AL PRÓFUGO.



SE BUSCA AL PRÓFUGO



 

“Cada cubano es un libro”, le comenté en estos días a Rodolfo Luís Camps Verdecia, la gran diferencia es que no todos son del mismo volumen. Para millones, ese libro puede contar con una sola página y su contenido sería invariable, diría más o menos así:

 

Hoy me levanté a las 6:00 am para ir a… 1) trabajar… 2) a la cola del pollo… 3) a la escuela… 4) a la concentración en la Plaza… 5) a la preparación combativa de la MTT, etc. No había electricidad, agua, café, azúcar, ni luz brillante.

 

Son las 12:00 M. y no ha pasado una cabrona guagua, no ha venido el pollo desde el mes pasado, si no voy a la concentración no me pagan el salario, no voy a marchar con esa pila de viejos cagalitrosos de las MTT.

 

Son las 22:00 y no han puesto la electricidad, hay tremendo calor y los mosquitos no nos dejan dormir, los niños lloran porque tienen hambre y les duelen las picadas. Por el radio de baterías de una vecina escucho Radio Reloj, que todas las metas se sobre cumplen en la agricultura y lo jodido es que no hay comidas en las bodegas.

 

Son las 05:00 am y la temperatura ha refrescado, los mosquitos han partido satisfechos y me voy quedando dormido. Dentro de una hora debo levantarme para ir a… 1) trabajar… 2) a la cola del pollo… 3) a la escuela… 4) a la concentración en la Plaza… 5) a la preparación combativa de la MTT. No hay electricidad, agua, café, azúcar, ni luz brillante…

Bis bis 365 veces y luego multiplicarlo por 66 años.

 

Como pueden observar una sola hoja puede alcanzar para describir la vida de un cubano común y corriente. Se le pudieran agregar situaciones mas penosas, pero no aportarían mucho tampoco, solo desgracias y de ellas anda satisfecha el mundo.

 

No ocurre lo mismo con el libro perteneciente a un marino mercante, siempre se encuentra en movimiento y las situaciones son variadas e impredecibles. Hoy una galerna, mañana un contrabando, un ligue, un país en guerra, una sanción, un acto de chivatería, una deserción, etc. Los menos voluminosos corresponderían a esos pacotilleros que solo salían del buque cuando cobraban sus $5.00 dólares semanales y solo te pueden hablar de la Placita en Rotterdam, la Placita de los Gitanos en España y cuanta tienda venda barato o artículos de uso. ¡A que todos conocieron a Mister Nakkada! Aquel japonés que visitaba a los buques cubanos en un miniván cargado de tarecos. ¿Recuerdan la casa de la viejita de Rotterdam? Acudiamos a ella como los musulmanes a la Meca. Aun así, los libros de esos marinos contarían con mas páginas que las del ciudadano de a pie en Cuba. Mayor volumen tendrían los libros de los marinos “malas cabezas”, aventureros, contrabandistas, infieles y por qué ¿no?, muchos con cierto nivel de cultura que un día dejaban de entrar a un burdel para asistir a un museo o sitio histórico del pais visitado.  

 

Cada cubano es un libro, repito, pero no todos son publicados. ¿De qué hablo? Olviden la palabra publicar, digan mas bien comentar. ¡Ni eso! Es tanto el miedo cargado en nuestro equipaje, que de solo pensarlo podemos embarrarnos los pantalones. Atentan también en contra de esos propósitos el desinterés del mundo por tu vida, la que es común a millones de cubanos, una vez que vives en el destierro que te imponen. Es mas atractivo leer a uno que vive en la isla, aunque carezca de importancia, atrae mas las palabras del reo o el esclavo feliz disfrutando su cautiverio. Una vez libre cada palabra pierden peso, merman también debido a la morbosidad que existe en las mentes modernas y, el grado de sufrimiento aportado en tus estrofas no logra clasificar en sus exigencias. Amen de la falta de apoyo y desinterés de los que han pertenecido a la manada.

 

¡Qué bueno está para publicar un libro! Te repetían en la isla cuando les mostrabas alguna idea tuya. No lo hacían deseándote buenas ganancias económicas, lo hacían porque deseaban verse representados de esa manera en un mundo cómplice de su sufrimiento. No todos se han animado, muchos prefieren el silencio como buena señal de su obediente comportamiento para luego regresar a la isla a visitar a su abuelita, celebrar los quince de una sobrinita o simplemente disfrutar de una jovencita que vende su cuerpo para llenar la panza de su familia. El que escribe o publica un libro ha renunciado a todo lo anterior y no piensa regresar al sitio donde una vez fue esclavo. ¡Ojo! Excluyo a los escritores que viven honradamente de esta noble o agresiva profesión.

 

He escrito sobre varias deserciones magistrales protagonizadas por marinos cubanos, le he dedicado una que otra página a marinos que cumplieron prisión, pero nunca, escuchen bien, nunca había leído o escuchado algo sobre un Henri Charrière cubano… Es muy probable que las nuevas y muchos de las viejas generaciones ignoren que me refiero a “Papillón”. Su primer libro fue un Best Seller, no así el segundo con el título de “Banco”, perdió algo de credibilidad o la gente se aburrió. La gente, siempre tan exigente a la hora de gastar su dinero. Poco importa que te revuelques en una cloaca literaria, siempre justificarán la novedad, como ocurrió con Pedro Juan Gutiérrez. Nuestras calamidades no logran convencer, ya han pasado de moda o agotan de tantos lloriqueos.


Buque tanque "Cuba", única nave donde Rodolfo Luís Camps Verdecia navegara como Segundo Oficial de Cubierta.

Me siento cómodamente y me detengo a comparar algunas páginas de Papillón con las de nuestro marino cubano. El francés calcula la sincronización de las olas para lanzar el saco relleno de cocos secos que le servirán de flotador, nave o salvavidas. El bandolero supera en inteligencia a varios capitanes con los que navegué y no hicieron esos cálculos para cambiar a rumbo inverso, pudimos haber naufragado con nuestros socotrocos militantes. El bandolero escapa de la Isla del Diablo y en su andar vive una hermosa aventura en la Península de Guajira. No se detiene y culmina con la venta de un libro del que luego se filmara una película, tuvo que llover el billete.

 

A nuestro marino de muy poco le sirvió calcular el sincronismo de sus olas en cada una de sus fugas, siempre existió una de ellas muy chivata y traicionera. Sus marejadas solo sirvieron para aumentar su condena, sumaron un total de 59 años agregados a una causa que nunca debió existir, porque hablar, sin importar el contenido del mensaje, no es razón para encerrar al alma de cualquier ser humano en un mundo medianamente civilizado. Muy cara tuvo que pagar su inocencia al depositar su confianza en la persona equivocada. El no estuvo en la “Península de Guajira” para vivir un hermoso romance que lo llevó a cometer una de sus acciones más disparatadas que pueda leerse. Siendo un fugitivo dentro de una cárcel grande, Rodolfo Luís Camps Verdecia contrajo matrimonio con una bella cubana, una muchachita que supo domar con un flechazo la rebeldía de nuestro marino. Al final de aquel romance solo comparable al de Romeo y Julieta, los dos fueron atrapados, aumentaron su condena y ella conocería el amargo sabor del “Nuevo Amanecer”. 

 

No he conocido a ser humano alguno que luchara tanto por su libertad, creo que al menos no ha existido en la isla de Cuba. Todos los escapes protagonizados no burlan la espectacularidad fantástica y te mantienen amarrado al libro. Transitas por diferentes cárceles y galeras, celdas de castigo, conoces de cerca a presos comunes, políticos y plantados, formas con ellos una sólida familia donde la amistad es sellada con sangre entre perfectos varones. De la misma manera que Papillón calculara el sincronismo de las olas en la Isla del Diablo, Rodolfo apeló a la experiencia adquirida en todos sus escapes y calculó milimétricamente los movimientos de un custodio en una torre de vigilancia. Coronó y tuvo éxito, esta vez eligieron (acompañado de tres fugitivos más) un punto peligroso para abandonar la isla. Debían atravesar el campo minado existente en el territorio de nadie que rodea a la Base Naval de Guantánamo. Te mantiene en tensión, sufres y esperas una inoportuna explosión que frustre ese último intento. Celebras y disfrutas verlos libres.

 

Rodolfo no es un escritor profesional, sin embargo, logra un buen libro, es capaz de atrapar la atención del lector desde su primera página, algo que no logran profesionales que viven de su pluma. Ya saben, siempre he aclarado que comento los libros como un lector más, no estoy capacitado para realizar una “crítica literaria”, me detengo en el contenido y no inspecciono tanto la forma. Él logra ingresar en el reducido club de los marinos autores de libros y en el único que ha logrado escapar de las garras de sus verdugos, quienes lo condenaron siendo muy joven a 59 años de su vida al encierro y de la que solo cumplió 11 de ellos. Recomiendo encarecidamente su lectura, su valor también debe ser reconocido y premiado por quienes pertenecimos a la misma profesión, cuando menos.



   Rodolfo L.Camps Verdecia

 

 El libro puede adquirirse en la página de Amazon en el siguiente link:


https://www.amazon.com/-/es/Se-Busca-Al-Profugo-Spanish/dp/B0D6L8371N/ref=sr_1_1?__mk_es_US=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=QCK3VGYFD4R3&dib=eyJ2IjoiMSJ9.az0eSx2rGJw0QCS4dw3vRQ.9pRX7VjV0byDmbOI7zyvkWcrQIA32tmvs9OwzkAwixE&dib_tag=se&keywords=Se+busca+al+profugo&qid=1740245871&sprefix=se+busca+al+profugo%2Caps%2C122&sr=8-1

 

 

Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.

2025-02-22

 

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