Cordoví se me acercó en el alerón del puente y me
sorprendió con un inesperado disparo a boca de jarro; ¡A partir de este momento
eres el Primer Oficial del barco! Creo que yo había subido hasta allí para
refrescar un poco la curda agarrada la noche anterior, no existía otra
justificación. ¡Sí, sí la había! lo hacía diariamente para darle cuerda a los
cronómetros del puente, solo que la resaca no me permitía recordarlo.
El buque se encontraba amarrado al muelle del
astillero de Barcelona desde hacía más de tres meses y no sabíamos cuándo
terminaría aquella pesadilla. Mi socio Cebolla se encontraba de paso por ese
puerto a bordo del Sandino y casi todas las noches me llegaba hasta su barco
para despejar un poco, pero esa noche se me había ido la mano con el brandy.
Cañolo siempre me acompañaba, no era un bebedor experimentado como yo y formó
tremenda vomitera, pero aquello lo alivió y regresó en mejores condiciones.
La temperatura era agradable y creo que las
manecillas del Poljot indicaba la proximidad de la hora de almuerzo. Mi vista
se fijaba siempre en el carrito del funicular que atravesaba el puerto de
Barcelona y se perdía en las lomas de Montjuic. Siempre hacía el mismo
recorrido visual, pasaba por la réplica de las carabelas de Colón, la estatua del
gran Almirante, el nacimiento de Las Ramblas, el muelle de los pescadores y por
último, caía nuevamente en el astillero. En horas del día era un constante
hervidero de trabajadores, grúas, montacargas y bromas que llegaban borrosas
hasta mi posición. No le había prestado mucha atención al Capitán del buque y
él se dio cuenta, yo solo trataba de superar la galerna vivida la noche
anterior.
-Te dije que a partir de hoy eres el Primer Oficial
del buque. Insistió como queriendo señalarme que estaba a mi lado y se dirigía
a mí. Todavía me encontraba algo mareado, pero no era tan idiota como para
dejar de comprenderlo.
-¡No jodas! ¿Y eso? Fue todo lo que se me ocurrió
decir.
-¡Na! Que al comemierda de Tamayo se le ocurrió
caerle a golpes a Margarita y la dejó madurita. Está toda destimbalada en el
camarote. Es obvio que no escriba su verdadero nombre.
-¡Ven acá! ¿Y por qué no cuadras la caja con los
capitanes de los barcos que se encuentran ahora en el puerto y haces un cambio
de Primer Oficial? De verdad que no me cuadra ese cambio a estas alturas del
viaje. Además del buque Sandino se encontraba atracado también uno del modelo
D'Nieper, donde estaba enrolado de Primer Oficial Amado Carbot, otro que
estudió conmigo y Cebolla.
-Ya eso lo consulté y nadie quiere venir para acá.
Como puedes ver, estoy obligado a aplicarle una sanción disciplinaria y tienes
que cubrir, no cabe de otras.
-¡Ño! Qué clase de tiñosa, no me agrada la idea, el
ambiente está muy caldeado entre la tripulación y lo que me va a dejar es una
papa caliente.
-¡Mira! Ya la reparación está por terminar y
saldremos de regreso. Asume el cargo y dile que te entregue toda la
documentación. Si no te es mucha molestia, trata de dejarlo en su camarote,
total, para lo que falta no creo que te interese mucho.
-No hay tema con eso, no me interesa el cargo ni el
camarote, que se quede donde se encuentra. Ambos abandonamos nuestras
posiciones y cerré las puertas del puente.
-¡Felicidades al nuevo Chief Mate! ¡Bárbaro, al fin
le partieron el culo a ese hijoputa! ¡Mira que golpear a Margarita con lo buena
gente que es! ¡Ya tú sabes, hay que pasarle la cuenta! ¡Qué cague pelos desde
aquí hasta La Habana! ¡Sangre, coño, eso es lo que queremos! Fueron algunas de
las manifestaciones de la tripulación cuando llegué hasta el portalón para
esperar a que tocaran la campana.
-¡Ven acá, Chief! ¿Ya te entregó el camarote?
Preguntó uno de aquellos exaltados marineros.
-¡No, compadre! Si supieras, el Capitán me pidió que
lo dejara en su lugar, ya falta poco para salir del astillero y yo acepté.
¡Quéeeeeeeeeee vaaaaaaaa! ¡Qué te lo entregue todo!
Que te entregue el camarote, la jeva y hasta al chivato Agustín. ¡Sangre,
cojones! Nosotros queremos sangre. Dijo otro.
-¡Asere! Desmaya eso, si no te entrega todas las
propiedades tú no eres el Primer Oficial del buque. ¡Te lo tiene que entregar
todo y que se mude para La Chusmita! Intervino otro de los presentes.
-¡Naaaaa, eso no es así! El relevo tiene que ser con
todas las de la ley, si no hace la entrega como está establecido, no esperes
que te respetemos. ¡Nosotros queremos sangre! Bastante que ha jodido ese
hijoputa. No esperé escuchar la opinión de todos los que se encontraban
presentes, sonó la campana y me dirigí al comedor de la oficialidad subalterna.
El buque poseía tres comedores, el del Capitán, el del Segundo Oficial y el de
la marinería. El almuerzo transcurrió entre bromas y comentarios sobre los
sucesos de la noche anterior. Dicen que Margarita le estaba pegando los tarros
a Tamayo con El Chino engrasador, todos disfrutaban y apoyaban aquella
aventura. Era una manera de vengarse con la oficialidad, aunque las relaciones
no fueran legales, porque, por otro lado, el hombre era casado y tenía dos
hijas mellizas.
-Cordoví, búscate otro que asuma el cargo de Primer
Oficial, no voy en esa. Le dije en su oficina frente a Chacha, era una mulata
medio jabada que ocupaba la plaza de camarotera y hacía las funciones de
Primera Dama a bordo. No era mala gente y seguía pensando y actuando como
india, nunca llegó a considerarse cowboy como otras camareras que viajaron en
nuestra flota, Chacha era muy sencilla en ese aspecto.
-Y ahora, ¿cuál es la tiñosa? Preguntó algo
sorprendido.
-¡Nada, consorte! La gente está pidiendo sangre y no
voy a ocupar una plaza a medias.
-¿Sangre?
-Bueno, no hasta matarlo, aunque hay gente con deseos
de hacerlo. Pero todos quieren que le pase la cuenta con todas las de la ley.
-¿Y qué piden?
-¡Asere! Están pidiendo que lo saque del camarote,
que me haga un acta de entrega como está establecido y que me entregue la jeva
y hasta al chivato de Agustín.
-Bueno, yo traté de que le resultara menos dolorosa
la sanción. Si no hay remedios, baja y dile que se tiene que mudar de camarote.
Toc, toc, toc. Fueron sonidos secos en la puerta del
camarote, hubo cierta demora y repetí los mismos toques, pero esta vez un poco
más fuerte. Mientras esperaba, mi vista se detuvo en objetos que había visto
infinidad de veces, el extintor y las llaves del cuarto de CO2 del cuarto de
máquinas, nunca comprendí las razones de aquella ubicación. La noche de la
explosión yo me encontraba de guardia en el puente y bajé para tomarlas antes
de que alguien cometiera una fatal imprudencia. Ese error costó la vida a tres
marinos del buque Imías o El Jigüe durante un incendio en Hong Kong, no puedo
recordarlo con exactitud después de más de cuarenta años, creo haber tomado una
decisión acertada. El fuego se pudo controlar con los medios disponibles en el
departamento, luego la coloqué en el mismo sitio donde la observaba ahora. La
puerta se abrió.
-¡Oye! Recoge todo, te mudas para mi camarote. Le
dije a secas, sin que mediara explicación alguna, no se la merecía. Sus ojos se
encontraban algo inflamados, anunciaban no haber dormido en toda la noche. Su
mirada era algo suplicante, imploraba por piedad, compasión, lástima. Tamayo se
encontraba totalmente derrotado, mi presencia y palabras resultaban el tiro de
gracia, pero nada de su aspecto pudo conmoverme, existían cientos de razones
para comportarme implacable y me regresaban a la memoria los pedidos de sangre
que hacía la tripulación.
-¿Hasta dónde quieren llevarme? Su voz me llegó sin
energías, sin la virilidad que alardeaba cuando tenía el poder sobre otros
hombres, sentí asco al escucharlo.
-¿Hasta dónde? Hasta donde te mereces, y no solo por
golpear a Margarita. Así que, llama a tu chicharrón para que recojas tus
mierdas, tienes dos horas para mudarte. Tuve deseos de decirle lo del acta de
entrega con jeva incluida, pero era algo que no estaba establecido en el
reglamento. Lo excluí de las guardias de navegación y su viaje hasta La Habana
lo hizo encerrado en el camarote. Fue una auto reclusión no solicitada, solo le
dije que al atracar en La Habana bajara todas sus pertenencias y no quería
volverlo a ver a bordo.
Esa noche regresé con Cañolo al barco de Cebolla,
tenía que matar el ratón y pedirle algunos consejos prácticos. Teóricamente
hablando, me encontraba preparado para realizar todos los cálculos necesarios
para cargar el buque, siempre viajé con mis libros y cuando consideré dominar
todo lo relacionado con el cargo de Segundo Oficial, mi atención se desvió
hacia otras asignaturas imprescindibles en el cargo superior. Estabilidad y
Carga y Estiba son las obligatorias a la hora de cargar un buque, llevaba meses
estudiándolas, nunca supe que su aplicación la tuviera tan cercana. Así fue, no
le pedí ningún asesoramiento a Tamayo, yo sabía que él esperaba por mi pregunta
necesaria, yo sabía perfectamente que no se la haría por una cuestión de
orgullo personal, ambos habíamos estudiado juntos y él nunca se había destacado
en esa etapa de nuestras vidas, era uno más de la tonga. Las cosas en nuestra
tierra funcionan en sentido inversamente proporcional a las causas que la
originan, los de arriba actúan como una pelotica de ping pong, se escachan,
caen y rebotan. Casi siempre caen pa’rriba, algunas veces esos efectos se
sienten en las clases bajas y se cumple aquella teoría de que el partido es
inmortal. Contrario a todos los pronósticos inteligentemente aceptables, Margarita
fue enviada para Cuba en una de las naves surtas en aquel puerto, la enviaron
en el D'Nieper. Era la víctima y aunque se buscaron infinidad de
justificaciones, la medida aplicada correspondía a la de una sancionada. Nada,
nos quedamos sin una cantimplorita, porque hablando en plata, era muy chévere,
pero muy alegre y caliente. Su filosofía de la vida me agradaba, siempre decía;
No tengo gaticos ni perritos, mis hijos son mayores, por eso, el tiempo que me
queda por vivir, es para beber y templar. Siempre andaba sonada y nunca mostró
síntomas de ardentía, nada de molestia, era puntual en su trabajo. Esto lo
manifiesto con conocimiento de causa, en el Topaz Island le pasaron la cuenta
unos ocho guardiamarinas en un solo ratico y Margarita caminaba muy bien al
siguiente día. No pudo mojar el cowboy, pero tampoco lo harían los indios, esas
fueron las conclusiones del partido en el Pepito Tey.
-¡Joer, Colón! Felicitaciones, Almirante de la mar
océano. Dijo un gallego en la puerta de una de las naves del astillero.
-¡Dale por culo a ese jilipollas, Almirante! Joer,
que es un abuso golpear a Margarita. Dijo otro.
-¡Venga, hombre! Comparta una cerveza con nosotros,
esperemos que los grados no se le suban a la cabeza. Dijo otro más.
-¡Coño, Ñolo! Y esto, ¿qué carajo es? Le pregunté
asombrado por varias razones, dos a destacar, que estuvieran al tanto de los
acontecimientos del buque y que se refirieran a mí como el Almirante de la mar
océano.
-¡Asere! No subas más a darle cuerda a los
cronómetros de día, hazlo de noche. Tienes fijación con Colón y sus carabelas,
anoche fue de truco, men. La suerte es que estos galifas son buena gente, yo te
hubiera matado.
-¿Por qué?
-¿Por qué? Ni te imaginas, empezaste a decir que los
galifas eran unos comemierdas antes de los setenta, que no bajaron al pozo
hasta la llegada de la democracia. Peor aún, les dijiste zorros porque si
nosotros los cubanos lo hacíamos, era por culpa del Almirante, un gallego
cabrón que había descubierto a Cuba con una tripulación cargada de mamalones.
-¡Coñóoooo! Ñolo, ¿Yo dije esa barbaridad?
-No, esa fue poca, yo te hubiera matado.
-¡Acérquese, hombre! Cualquiera agarra una borrachera
como la de anoche. Dijo uno de aquellos amigables españoles. Compartimos un
ratico con ellos y continuamos nuestro viaje hasta el barco de Cebolla.
Entre tragos escuché atentamente los consejos de mi
amigo Cebolla, ¿quién lo diría?, unos años atrás él navegaba conmigo como
Tercer Oficial y yo era quien lo aconsejaba. No solo eso, esperé a que el buque
estuviera próximo a la partida para presentar un problema personal y solicitar
mi desenrolo. La realidad era otra, me desenrolaba y causaba crisis para que
ascendieran a mi amigo Cebolla. Luego ya ven, llegó a Primer Oficial mucho
antes que yo por militar en el PCC. Solo que Cebolla era un tipo especial y
nunca dejó de ser mi amigo, no se empachó con aquel carnet rojo de mierda.
Asumí con mucha autosuficiencia el reto que se me
presentó y por un motivo de orgullo personal, no solicité otra ayuda que no
fueran los consejos de mi amigo Cebolla. Hoy lo cuento con esta calma chicha
producida después de aquella galerna ocurrida hace cuarenta y dos años. Se
trataba de una nave antigua donde se debían tener consideraciones extras, como,
por ejemplo; Se trataba de un barco con superestructura a mitad de su eslora,
espacio donde se ubicaba también su máquina principal. En ese caso, la
diferencia en tonelaje a cargar entre las bodegas de proa y popa tenían un límite
permisible. Es muy probable que ese detalle no fuera común a todas las naves con
esas características, pero lo descubrí antes de confeccionar el plano de carga
mientras lo estudiaba. Nadie me tuvo que explicar absolutamente nada sobre el
Factor de Estiba, Cubicaje de las Bodegas, Broken Stowage, Mercancías Peligrosas,
Resistencias de sus Cubiertas y Entrepuentes, Tabla de Trimado, etc. O sea, yo
actuaba con una autosuficiencia justificada, era en esos tiempos un Segundo
Oficial adelantado a su cargo y época, muy autodidacta. No puedo negar que cometí
algunos errores en mis cálculos de estabilidad que, luego fueran descubiertos
por el Primer Oficial que me relevó de apellido Artigas. Esos errores fueron la
omisión de las correcciones por “superficie libre” a los cálculos de
estabilidad, solo eso.
El barco fue cargado a full entre los puertos de
Tarragona y Bilbao, creo que no quedó espacio libre para cargar una aguja de
coser. Llevamos una cubertada de equipos pesados que ocuparon toda la cubierta
principal. En La Habana se me presentó una situación algo complicada de la cual
pude escapar por la aplicación de la lógica, yo diría mas bien que por la aplicación
de un nombre a la lógica mencionada. Se produjo una reclamación por el robo de
unos quince “motores de arranque” en camiones marca “Pegaso” cargados en
Bilbao. Mi primer pensamiento se dirigió al nombre de la pieza robada, “Motor
de Arranque”. Sin conocer absolutamente nada de mecánica me dije; Ese motor o
pieza auxiliar solo debe servir para arrancar a un motor principal, es de
suponer que una vez arrancado ese motor principal, el de arranque deje de
funcionar después de haber cumplido su función. Mientras pensaba esas tonterías
en apariencias delante del inspector de averías y una guillotina colgando sobre
mi pescuezo, yo veía en el aire a cada uno de los camiones embarcados en
Bilbao, como los acomodaban en los entrepuentes del barco y luego de estar en
el sitio exacto para su transportación y trincaje, eran apagados sus motores.
-¡Compadre, no procede esa reclamación! Esos motores
fueron robados en el área donde se encontraban estacionados los camiones en
Bilbao. Le expliqué todo lo que acabo de decirles y de poco sirvió que los
representantes de la Pegaso se llevaran al negro a comer y beber al hotel
Riviera. Muy bueno aquel negro que no dejó comprarse, es una pena que no
recuerde su nombre. Claro que hoy, después de transcurrido tantos años, no
pueda borrar el orgullo sentido durante mi paso por aquella enorme flota
mercante, justificaciones sobran y esta de hoy es una más. Algo dejo bien claro
a unos cuantos empachados que se sienten superiores luego de haber obtenido un
titulo de ingenieros, antes de que ustedes existieran, toda esa enorme flota
fue operada por hombres que solo contaron con el título de Técnico Medio. ¡Ni
Cristóbal Colón fue ingeniero! Tranquilos, no es envidia, se trata solamente de
una aclaración a varios equivocados.
-¿Qué pasó después con Tamayo?
-¿Qué va a pasar? ¿No es el partido inmoral? Digo,
inmortal.
-¡Titooooooooooo! Se sintió un grito desde la cocina.
-¡Quéeeeeeeeeeee! Respondió un niño desde otro
cuarto.
-¡Llama a tu abuelo y dile que la comida está
servida!
-Abuelo, dice Yeya que la comida está lista.
-Dile que no estoy pa’sus cosas, que no me gusta
montar en camello, que no trago el picadillo de soya, ni la pasta de oca, que
solo dan tres huevos cada quince días, que…
-¡Abuela! Yeyo se ha vuelto loco, está hablando
mierdas. Dijo el niño en la cocina.
-No le hagas caso, no se ha vuelto loco, quizás está
medio borracho, dentro de un rato tumba a Castro del poder y se calma.
-¡Ñooo! Voy a tener que cambiar, el Bacardí me está
haciendo tremendo daño. Si en lugar de Colón hubieran llegado los vikingos, ¿no
serían otros los resultados? Sí, pero tal vez no bajáramos al pozo. ¡Asere, qué
bolá! Ya lo dijo Armando Calderón en la comedia silente, ¿qué dijo? Voy a
comer.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2007-09-17
Y si tenéis por rey a un déspota, deberéis
destronarlo, pero comprobad que el trono que erigiera en vuestro interior ha
sido antes destruido.
Jalil Gibrán.
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