EL
SONDEO
… Hacer las primeras averiguaciones sobre alguien o
algo… RAE
Cuando buscamos su significado en cualquiera de los
diccionarios existentes en el ciberespacio, no vamos a encontrar la que se
ajuste al uso que le dimos en nuestras flotas. Nos explican la relacionada al
sondeo de profundidades, sin embargo, puede que exista el relacionado al sondeo
de los tanques y sentinas de bodegas, solo que yo no los encontré. Resulta muy
útil la parca y escueta explicación ofrecida por la RAE, se ajusta a cualquier
utilización de ese verbo.
Existió un “sondeo” muy temido por los marinos no
comprendido en las definiciones encontradas, me refiero al que realizaban las
Tropas de Guarda-fronteras al servicio de la Capitanía del Puerto en toda la
isla. Estos sondeos se realizaban a la arribada del buque desde el extranjero o
unas horas antes de su partida al exterior. Una vez que se realizaba este
minucioso registro de todos los espacios del barco, nadie podía abordarlo. Era
el punto determinante para liberar al barco en su partida o a su tripulación
para desembarcar cuando recalaban a puerto.
Los rigores de ese sondeo cuando se arribaba, estaba
en dependencia de si se había cursado hacia la isla algún mensaje sobre
sospechas de contrabando, etc. Los sondeos de salida eran invariables en su
rigidez, el tiempo del sondeo de arribada estaba en dependencia del punto
señalado con anterioridad y el de salida casi siempre resultaba invariable.
SONDEO DE LLEGADA.-
Si junto al Práctico embarcaba otro individuo en el
momento que la nave arribaba a puerto, era suficiente señal de que algo anormal
sucedía o sucedería, ese otro individuo era en términos generales un miembro de
la Seguridad del Estado. ¡A correr, Liberales del Perico! Era una alarma automática
que se escuchaba entre la tripulación, algunos avisaban a sus amigos de
confianza. Quienes habían olvidado “clavar” (esconder) algún objeto no declarado
en la pacotilla, se apuraba en hacerlo sin poder evadir cierto grado de
nerviosismo. Recuerdo el caso de un contramaestre al que encontré al día siguiente
descolchando cada tramo de un cabo de maniobra y cuando le pregunté la razón,
Bauta, que así le decían por su lugar de domicilio, me respondió que el día anterior
había escondido un billete de $100.00 dólares y no recordaba en cual parte del
cabo. Allí se mantuvo hasta el mediodía, finalmente lo encontró. No necesito ir
tan lejos para aportar otro ejemplo, ya lo mencioné en mi trabajo titulado “Los
billetes del chino”. El Capitán Gabriel Sánchez me acusó de haber traficado con
dinero antiguo y cuando llegamos a La Habana, mi camarote fue desarmado
totalmente y me ordenaron desvestirme. En ese sondeo participaron tres guardias
rabiosos y deseosos de encontrar un motivo que me condujera a prisión. No hallaron
nada anormal en mi camarote y aun hoy me pregunto las razones que lo empujaran
a cometer tamaña hijaputada.
No eran muy frecuentes los sondeos con perros cuando arribábamos
a Cuba, aun no se traficaba con drogas en nuestras naves, ese mal no aparecería
hasta mediados de los años 80. Tampoco iban a destinar recursos al
entrenamiento de esos perros en la detección de polvo para confeccionar tinte
de pelo, relojes digitales, champú, chancletas metedeos, pañuelos de cabeza,
flores plásticas y otras porquerías que se vendían en la bolsa negra. Aparecerán
algunos individuos dispuestos a desmentir lo relacionado al tráfico de drogas
en la marina mercante cubana y trataré de comprenderlos. Solo les diría que conocí
a varios que la vendían acá en Montreal y que a mí personalmente me ofrecieron
sacar dos kilos de cocaína para vender en España. Conseguí al comprador en Castellón
de la Plana y le ofrecí la promesa de traerla al viaje siguiente. Solo que ese
viaje me vi obligado a desertar y preferí hacerlo limpio de polvo y paja.
El sondeo al buque que arribaba constituía una
verdadera tortura, podía suceder cuando regresabas de un largo viaje,
considerado extenso una vez que superaban los seis meses de duración. Sabías
que tu familia llevaba horas esperando sometidos a un fuerte calor, sol o
lluvia, frío y hambre. Después de ser privados de las comodidades que ofrecía la
sala de espera de la aduana en el muelle Sierra Maestra Nr.1, nuestros
familiares pasaron a ser algo así como animales ante nuestra ya cansona y
despreciable pasividad. Debíamos esperar a que las autoridades participantes
del despacho del buque, hablo de Aduanas, Capitanía y Guarda-fronteras,
saciaran su hambre o sed de bebidas alcohólicas, también sumadas a las
acostumbradas solicitudes de cualquier producto al Capitán del buque. Solo
luego de satisfechas sus demandas, que muy bien podían tomar mas de dos horas,
se disponía aquel equipo de hijos de putas a liberar al buque y su tripulación.
SONDEO DE SALIDA
Este sondeo era en extremo riguroso, reunían a la tripulación
en uno de los salones y debíamos acudir ante la figura de un militar con cara
de perro cuando nos llamaba. Te parabas delante del tipo y te observaba el
rostro en dos o tres ocasiones, cambiando la mirada entre tu pasaporte
sostenido en una de sus garras y tu rostro. Cuando el hijoputa se convencía de
que eras tú, te ordenaba dirigirte a tu camarote para esperar el sondeo. Allí permanecías
tumbado en la cama o sentado en una butaca esperando la llegada del guardia
acompañado de un perro Pastor Alemán, eso podía tomarte varios minutos. Una vez
dentro de tu camarote el hombre y su animal, debías olvidarte del perro y
vigilar muy bien a su amo. Tenías que estar muy atento al movimiento de las
manos del individuo, los cabrones podían tener estudios de prestidigitadores o
poseer las habilidades de desaparecer cualquier objeto delante de tus narices.
En esos casos era más fácil llegar a la conclusión de que los perros tenían mucha
más vergüenza que sus amos, quizás menos necesidades que ellos. Lo cierto es
que se debía vigilar a esos hijos de putas con experiencias o simples reclutas
obligados por lo bajo de sus salarios o situación del país. La demora en la culminación
de ese sondeo podía superar también las dos horas, sin embargo, no era
preocupante para la tripulación. Los familiares no se encontraban esperando la
partida y la tripulación podía tumbarse en sus camas hasta que decidieran
liberar al buque.
Contrabandear tenía sus encantos y arte que, una vez
dominados y revueltos en esa marea, se disfrutaba mucho. Se requería cierta
adrenalina y se vivía la emoción o ese desafío existente entre los gatos y
ratones. Yo escondo y tú tratas de descubrirme, era toda una aventura y te veías
obligado a apelar a situaciones en apariencias absurdas que, atentaban en
contra de toda lógica humana. Bueno, no solo debías protegerte de tus enemigos,
siendo en esos casos el personal que realizaba los sondeos. Mucho peor eran los
marinos que viajaban contigo, si alguno de aquellos cabrones descubría un “clavo”
(punto donde se escondía alguna mercancía), sea adueñaban de ella, la cambiaban
de sitio y no existía manera humana de reclamar tu mercancía. La perdías y podía
suceder que cayera en manos de tus socios de aventuras, quienes mantendrían en
secreto su descubrimiento, te jodiste o te jodieron. Actuando en contra de la lógica
y escondiendo tu contrabando en sitios impensables, así un día, clavé 10 cajas
de tabacos encima de la mesa donde se reunían las autoridades con el Capitán
para despachar al buque “Viñales”. Es ilógico que a soldado alguno se le
ocurriera sondear el salón donde se encontrara sentado su jefe en plena reunión.
Peor aún, como yo disponía de una llave maestra que abría todas las puertas del
buque, solo existían dos, una en manos del Capitán y la otra en las del Primer
Oficial, pues se me ocurrió un viaje clavar mi contrabando en el camarote de un
hijoputa. ¿Qué les cuento? En el cielo raso del camarote del Comisario Político
y encima de su cama, clavé 10 cajas de puros Cohíba (falsificados, como era de
suponer). Bueno, bueno, tiene su explicación tamaña hijaputada carente de ética
profesional. Se trataba -nada más y nada menos- que el camarote del Comisario
Leal, aquel hijo de la gran puta que perteneciera a la Seguridad del Estado y les
jodiera la vida a tantos marinos cubanos. ¿Estaba justificado o no? Por supuesto
que hoy merecería una medalla u orden, tampoco me importan, no pienso regresar
a la isla. Solo me interesa contar estas cosas para responder a la hija de un
querido amigo mío, solo porque ella no lo sabía y nadie se lo ha contado. No
tiene ideas de cómo fueron aquellos sondeos en la antigua U.R.S.S, China,
Corea, Viet Nam y todo el antiguo campo socialista incluyendo a Cuba. Ella no
lo sabe, su historia de Cuba cuenta a partir del “Periodo Especial”, y lo peor,
las generaciones posteriores carecen de historia.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2022-12-14
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