DESPUÉS DE LA GALERNA SIEMPRE LLEGA LA CALMA
Siempre que se rompía ese movimiento sinusoidal del
barógrafo con un pronunciado descenso de la presión atmosférica, nosotros
comenzábamos a preocuparnos y manteníamos una constante vigilancia de su aguja
indicadora. Cuando la presión descendía más allá de la media normal
comenzábamos a tomar medidas de emergencia. Pudo ser que el fenómeno se haya
originado dentro de nuestra zona de navegación y aún no había sido reportado
por las oficinas meteorológicas. Eran los presagios de días de insomnio, hambre
planificada a extremos, ruidos ensordecedores, cabeceos constantes que pudieran
conducirte a la oscuridad involuntaria y profunda. Balanceos peligrosos que
refrescan la memoria y te regresan a Dios en contra de la voluntad de los
políticos, del discurso diario, del círculo de estudio.
Hablo de un Dios prohibido y oportunista que hoy goza
de buena salud a pesar de haber sido crucificado varias veces y María,
prostituida con odio cuando se mencionaba aquel milagro. El miedo no puede
traducirse, carece de explicación exacta cuando falta la palabra que enlaza una
oración para ser perfecta, cuando se ora por simple necesidad y la fe se
encuentre perdida entre manantiales de niebla, y la Biblia no sea tan sagrada,
digamos prohibida, medida con la misma vara que la pornografía.
Crujen mamparos y la noche amenaza con desarmar la
nave, el arca de tantas almas infortunadas con destinos programados, rostros
“parametrados” de día, fuera de medidas dentro de sus soledades y pensamientos.
Solo se escuchaba una orden, ¡Contramaestre, ponga el buque a son de mar!
Luego, esperar, esperar, siempre había que esperar a que el mar desahogara su
furia sobre nosotros, sobre nuestra pasividad. Porque contra el mar no se puede
luchar, como la prostituta que espera con las piernas abiertas por la llegada
de un chorro hoy reprimido por un condón. Esa espera nos costó medio siglo
entre oraciones inconclusas o inventadas, total, si se realizan con fe, el
mensaje puede llegar. ¡Dios existe! Gritaron muchos después de la caída de un
enorme muro que no nos dejaba ver donde lo crucificaron. Continuamos esperando.
Las olas fueron de letras, frases expresadas con una
exquisitez desconocida, inusual, olvidada. Palabras de estilos arquitectónicos
renacentistas, góticos, barrocos, modernistas, art deco, etc., etc. ¡Viva la
cultura! Podemos gritar con orgullo, aún se encuentra viva, aunque se haya
olvidado de luchar su yuca, pensarán muchos chamacos por la isla. Mensajes se
cruzaron en todas direcciones, imparables, sin control de tráfico. Atravesaron
océanos y burlaron galernas, no la burlaron, ellos fueron el centro de ellas,
ellos fueron el vórtice de bajas presiones o, pasiones encendidas por los
recuerdos. Todos deliramos y fuimos invadidos por el mismo insomnio del que
espera la llegada de una tempestad, nos engañamos, fue la misma desesperación
del padre que espera el nacimiento de un hijo que no acaba de llegar, oramos
ahora que estamos autorizados.
Pocas, poquísimas, fueron las intervenciones que se
acercaran a la verdad, no a la absoluta, a la nuestra, y fueron valientes si te
sientas a observar cómo se crucifica a un individuo que necesariamente no tiene
que ser Dios, y que nunca gozará el privilegio de resucitar. Se habló de
apóstoles que se sentaron en su mesa, solo de ellos. Peor, se plantearon en
mensajes subliminales formas, correcciones, rectificaciones, métodos, estilos,
experiencias vividas, caminos propuestos, medidas, metas, ideas, fines, etc. Y
hay quienes se aventuran a mencionarnos la palabra “futuro”, tan maldecida por
millones de cubanos. Todos dijeron mucho y nadie dijo nada, nos embarga el
mismo temor del marino a la ola monstruosa que nos puede devorar en un solo
segundo, no quiero mencionar la palabra miedo.
Pocos se atrevieron a mencionar las coordenadas de
aquella galerna destructiva que azotó nuestra tierra, peor, muchas palabras
abogaron por una especie de rectificación con tal de mantenerla viva, ¿me
equivoco? Quizás hayan sido movidas por necesidad de protagonismo y
pretensiones de ocupar un lugarcito en la historia, la misma que muchos han
distorsionado con sus letras, ¿me equivoco nuevamente?
Cuba, la patria, la nación de millones de cubanos que
viven en la isla y exilio, no es un disco que se pueda grabar y poner en boga
por varios meses. Supongamos que se convierta en una joya y pase a la
eternidad, logro no alcanzado en los últimos años, pero puede suceder allí
donde fusilaron al bolero y un norteamericano tuvo que descubrir las bondades
del son que se encontraba preso. Cuba no es un libro que se pueda publicar, una
película por filmar, una obra de teatro, una novela radial, un artículo
periodístico, un ballet. Cuba es un país donde nacieron millones de seres que
no escriben bonito, no cantan, no recitan, no son buenos artistas, no son
directores de películas, ni de radio, ni guionistas, no tienen buena voz,
tradiciones enajenadas a extremos, explotada, esclavizada, cegada. Gente que
debe luchar su yuca diariamente para sobrevivir, existir, vivir, simplemente
vivir, como cualquier ser humano en esta tierra. No como los más descojonados,
porque ese no fue el futuro que les vendieron, su actual presente. Son gente
que se sumaron a una lucha para vivir como el mejor, no el peor. Esa es la Cuba
que pocos mencionan en esa oleada de mensajes, en esa diarrea de letras exquisitas
que solo lograrán un Girasol en el momento que les ha tocado vivir.
Nadie ha pretendido saltar la muralla donde los
pavones y sergueras sirvieron como ladrillos. Nadie, absolutamente nadie, ha
mencionado a los verdaderos autores de toda la infamia producida durante medio
siglo. Casi todos se han limitado a mencionar primero un quinquenio que luego
extendieron a decenio, casi todos. ¡Infames! Algunos se atreven a mencionar que
ese período triste y macabro de nuestra historia no existe, que hay aperturas, que
mencionar a intelectuales cubanos durante una feria realizada allí, donde
tantos compatriotas nuestros fueron fusilados, es una señal de apertura,
¡Pendejos! Se los grito yo que no soy valiente.
Y a nosotros, ¿nos han preguntado? Porque ustedes
fueron las víctimas de Pavón, Serguera y compañía, pero nosotros fuimos
vuestras víctimas, ¿quién nos pregunta a nosotros? ¿Quiénes escribieron los
libros obligados a leer, quiénes compusieron la música, quiénes escribieron los
guiones de novelas y películas, obras de teatro? ¿De dónde salieron las
consignas? ¿Quiénes son los que firman esos panfletos de confirmación
revolucionaria?
Cuba, la patria, la nación de millones de cubanos que viven en la isla y exilio, no es feudo de intelectuales, no es un gremio, no es un sindicato de gentes cultas, no es una UNEAC, no es un país que pueda encerrarse en una poesía, cuento, novela, canción, ballet, obra de teatro. Cuba es mucho más que eso, la tierra de sueños frustrados, esperanzas destruidas, futuro incierto, almas devoradas por tiburones, cuerpos atravesados por el plomo de las imprentas, hipoacusia producida por el odio, envidia derivada por la ceguera, inercia rota por manos alzadas en contra de conocidos, crítica que destruye existencias, prisiones que doblegan al más valiente de los hombres, aunque existen titanes contra vientos y mareas, olvidados y nunca reflejados en sus letras, las de ustedes, mayoría parametrada o enmudecida por privilegios.
Ayer, cuando el barómetro de la isla intentó reflejar
los signos de una galerna, todos sembramos esperanzas en aquel repentino
despertar, pensamos que una vez por todas regresarían a la realidad de la que
tanto estuvieron alejados. No fue así, después que pasó el temporal queda la
costa repleta por los desperdicios del mar, pululan restos de sargazos que
manchan el espectáculo blanco de la arena. La playa queda embarrada de hojas
escritas y palabras huecas, faltó algo que nadie quiere decir, la historia
continua hueca. Afuera, decenas de jóvenes que pretendieron escucharse mientras
unos, los viejos, los caducos, los que perdieron la oportunidad de ser
protagonistas de su historia, participaban como invitados a su última cena,
como aquellos apóstoles.
El tiempo pasó y no se repetirá, ustedes se encargaron
de fijar la fecha. Afuera, reina nuevamente el silencio, como si no hubiera
ocurrido nada. ¿Cómo lo lograron? No ustedes, ellos, ¿cómo lograron
silenciarlos nuevamente?, ¿qué pasó en el interior de aquellas cuatro paredes?
Nada, se invocó nuevamente al futuro y armonía para salvar a la revolución.
¿Cuál?, ya sabrán ustedes los culturosos, mañana deberán desfilar nuevamente
ante la plaza y firmar documentos de confirmación revolucionaria. Se les escapó
el momento oportuno, ¿otra vez? ¡Qué viva la ignorancia!
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá
2007-03-12
Aquí les brindo el link donde encontrarán las razones que dieran origen a este tema.
xxxxxxxxxx
No hay comentarios:
Publicar un comentario