domingo, 5 de mayo de 2019

BLANCO EL BLANCO



                                               BLANCO EL BLANCO


                         

CAPITÁN OSVALDO BLANCO IN MEMORIAM


-Su atención “Playa Larga”, aquí “Pepito Tey” que te llama. Tuve que aferrarme fuertemente al radar y evadir los objetos que rodaban por el piso. Cuando el buque logró recuperarse, me dirigí al clinómetro para comprobar si había dejado registrado aquel monstruoso bandazo. El alerón del puente estuvo muy cerca a la cresta de la ola y aunque todos los presentes trataban de ocultar el miedo, sus rostros los delataban, yo lo sentí igual que ellos. Leí y me invadió cierto pánico, quedaron marcados 45 grados. Ya había vivido experiencias similares en el buque “Habana” cuando era timonel, solo que no se me ocurrió observar hasta cuánto nos inclinamos aquella vez que estuvimos a punto de naufragar en el Golfo de León, eran detalles poco importantes para un simple timonel.


-Su atención “Playa Larga”, aquí “Pepito Tey” que te llama. ¿Quién coño estará de guardia en el puente? Me preguntaba mientras era presa de cierta inquietud, no divisaba las luces de aquel barco que había recibido la orden de remolcarnos hasta Lisboa. Llegaron con comida preparada para nosotros, pero fue imposible todo intento de acercarse a nuestro buque, estábamos muy cerca del centro de aquella infernal galerna. Deben estar lejos para que se encuentren fuera del alcance lumínico de sus luces, puede que no estemos sincronizados en el vaivén de las olas y cuando ellos se encuentren en la cresta nosotros andemos perdidos en el seno. Pensaba preocupado.


-“Pepito Tey”, aquí “Playa Larga”, adelante. No se escuchaba muy bien, la atmósfera estaba envenenada y aquella voz llegaba con mucho ruido. Tampoco el VHF era de los modernos que usáramos años posteriores y su potencia muy limitada.


-“Playa Larga”, ¿quién por esa?


-Por acá el Capitán Blanco, ¿con quién hablo?


-¿Blanco el blanco o Blanco el negro? Eran dos los capitanes que compartían el mismo apellido y solo se diferenciaban por el color de su piel, ambos bien queridos y respetados por sus subordinados, pero se imponía la necesidad de diferenciarlos y no hubo demora en hacerlo, el populacho se encargaría de hacerlo.


-Acá Blanco el blanco, ¿quién por esa?


-¡Por acá, Casañas! Un gusto saludarte, no sabia que comandabas ese buque. Hacia varios años que no sabia de su paradero, casi una decena de ellos. Era muy normal en nuestro giro, se perdían los contactos con buenos amigos debido a las grandes navegaciones y no coincidir en ningún puerto.


-¿Cómo estás, flaco? Mucho tiempo sin saludarnos. Dime, ¿por qué llamaste?


-Master, ¿se encuentran muy lejos de nosotros?


-Estamos a unas 12.5 millas de distancia, tuve que alejarme un poquito porque como estamos en lastre abatimos muy rápido. ¿Tienen algún problema?


-Sí, tuvimos un gran problemón hace unos minutos. Fíjate que lograron arrancar la planta de emergencia los otros días y hoy hubo que apagarla.


-¡Coño, que fatales están! ¿Qué fue lo que sucedió?


-Algo inesperado, el amianto que cubre las tuberías de escape de esta planta en el área de la chimenea provocó tremendo fuego. Como el buque es tan viejo, todo parece indicar que estaba vencido ese amianto.


-¡Que desgracia! ¿Y ahora?


-Ahora te sugiero que te acerques un poco a nuestra posición, cuando se descarguen las baterías de emergencia nos quedaremos sin comunicación y solo dependeremos de los walkies-talkies. Ya sabes que el alcance de esos aparaticos es muy limitado y tampoco tenemos muchas pilas de repuesto. Ahora nos estamos alumbrando con lámparas de keroseno.


-¡Okey, flaco! Procedo a acercarme a ustedes, un fuerte abrazo y conversamos en otro momento.


-Otro para ti y vamos a ver si tenemos la suerte de navegar juntos. Cuando me disponía a colgar el equipo, escuché su voz ordenando ¡Full avante! ¡Todo a estribor!

Motonave "Playa Larga"

Aquella fue la última vez que conversé con “Blanco el Blanco” y me llegaron a la mente las circunstancias en las que nos conocimos, no solo yo, todos los que formamos el grupo de estudiantes conocidos como “F1”. Blanco nos impartió dos asignaturas según recuerdo. “Maniobras” y también “Carga y Estiba”. Comenzó a torearnos cuando nos encontrábamos estudiando en Jaimanitas y luego continuo con nosotros en el buque escuela “Viet Nam Heroico”.


Tenía que torearnos y paciencia le sobraba, se enfrentaba a un numeroso grupo de jodedores profesionales, nunca lo vi enojado con nosotros. Era de ese hablar pausado y sereno que se impone con el respeto. Nunca lo escuché pronunciar ese popular coño tan disponible en la boca de cualquier cubano, muy decente y caballero para desplazarse en nuestro giro.


Recuerdo que en una recalada a Nicaro, nos empatamos con dos amigas que vivían en Levisa. Varias veces perdimos la ultima guagua para regresar al puerto y nos vimos obligados a caminar, lo hacíamos conversando de todo para consumir la distancia que separaban a ambos pueblos. Una vez en el puerto de Nicaro, debíamos dormir en la lancha hasta el siguiente día que nos regresara al barco. No entendíamos de cansancio, bancos duros donde reposar nuestros cuerpos, ni los mosquitos a los que servíamos de festín, se imponía la juventud de entonces y la aventura por vivir una experiencia nueva.


Estando atracados en el puerto de Bizerte-Túnez me vi obligado a acudir a la agencia que atendía al buque para solicitarle una ambulancia que transportara al Capitán hacia una clínica de ese país. una vez en la oficina fui atendido por una hermosa mujer tunecina, no le faltaba nada, estoy hablando de una descendiente lejana de Cleopatra. Cara, cuerpo, rostro, una hermosa cabellera que servía para cubrir aquel ingles pronunciado con acento árabe.

-Por casualidad conoce usted al Capitán Osvaldo Blanco? Preguntó sin ningún tipo de titubeos, sin sonrojarse, carente de prejuicios por su origen y diferencia de culturas.

-No solo lo conozco, Blanco es amigo mío. Ella detuvo su intención de hacer una llamada, tal vez a la ambulancia y le brotó un reflejo de alegría en el rostro.

-¿Sabe algo de su vida? Hace muchos meses que no tengo noticias suyas.

-¿Cuando fue la última vez que supo de él?

-Harán unos seis meses que me escribió desde Singapur.

-Pues debe considerarse afortunada, somos amigos, trabajamos en la misma compañía naviera y a veces nos pasamos años sin saber de algún amigo nuestro.

-Ya lo imagino. Respondió con resignación y una vez realizado el trámite de la ambulancia nos despedimos. Andaba por las polvorientas y calientes calles de aquel pequeño puerto y conmigo viajaba la imagen faraónica de aquella hermosa mujer. ¡Coño, que tronco de jeva levantó Blanco! No es fácil llevarse una prenda así en un país árabe, se ganó la lotería. Si fuera yo... Si fuera yo... Todavía estuviera alquilando camellos.


Hace unos años recibí con mucha pena la noticia de su fallecimiento, muchos de los nuestros iban quedando en el camino y hoy se encuentran reunidos en el reino de Neptuno. Hoy me vino a la mente este buen amigo con el que compartí muy poco, no por culpa de nosotros, la barrera fue puesta por alguien que amamos tanto y por igual, el mar.





Sirvan estas líneas para rescatar del olvido a Blanco el Blanco.






Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2019-05-05






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2 comentarios:

  1. Estimado Esteban Casañas, soy hijo de Blanco el Blanco, muchas gracias de todo corazón por esta publicación que ha hecho revivir en mi esos sentimientos eternos de orgullo, admiración y sobre todo amor por mi padre. Gracias también de parte de mi hermana y mi madre. Un saludo!!!

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    1. Con mucha razón deben cargar ese orgullo que sienten por su padre, fue un gran hombre, amigo y mi profesor por el año 72. Blanco fue uno de los capitanes mas queridos en nuestra flota, es imposible que escuches a alguien expresandose mal de el. Un fuerte abrazo para todos ustedes y te digo algo, merecia mucho mas que estas humildes lineas escritas de corazon.

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