lunes, 11 de febrero de 2019

TELEGRAFISTA MANUEL SILVESTRE GARCIA DIAZ DE VILLEGAS


                                        VILLEGAS IN MEMORIAM 




          

No sé cómo comenzar estas líneas, siento una vergüenza terrible, mezclada con una pena inocente e injustificada. ¿Cómo pudo suceder? Soy de los pocos que abandonan a sus amigos, no importa el grado de amistad, amigos digo y no distingo. ¿Impericia? No domino mucho este mundo de los ordenadores, vengo de uno muy diferente.

Hoy he descubierto decenas de mensajes que nunca fueron leídos, amistosos unos, agresivos otros. Ofensivos, irritantes, injuriosos, rabiosos, irrespetuosos unos, tardíos y sin los efectos que pudieron sentirse en sus momentos. Amables, lisonjeros, elogiosos y cariñosos otros, con sus efectos retroactivos, porque nunca despreciamos lo bueno por muy viejo que sea, nos alimenta. Siento pesar por no haber respondido cada uno de aquellos mensajes en su momento, los amistosos, por supuesto.

Entre todos aquellos mensajes encontré uno muy conmovedor, fue escrito por la hija de un hombre muy querido en la flota, el Telegrafista Villegas. Regresando al pasado, recuerdo haber intercambiado varios correos electrónicos con él, se encontraba en Chile para entonces. Luego desapareció y no me preocupé, es tan común que eso suceda en este mundo virtual, que llegas a aceptarlo con naturalidad y no hurgas en las causas que motivaron aquella ruptura. Pudo haberse mudado, perdió el disco duro con un virus, le cortaron el servicio de Internet, se aburrió de los temas tratados y desea escapar de la terrible carga de nuestros pasados. Sintió miedo por mantener relaciones conmigo (que no son pocos), metió los dedos donde no debía por viejo y borro todos sus correos, etc. Nunca pensamos que una separación sea provocada por la muerte, no se nos ocurre pensar en ello, quizás por temerle o considerarnos inmortales. En esas fechas no existía Facebook, tal vez uno que otro Foro, nuestras comunicaciones se mantuvieron por emails y no fueron muchos tampoco.

Hoy, casi cinco años después de haber sido enviado ese mensaje, me entero del nombre completo de aquel amigo entrañable y jodedor, Manuel Silvestre García Diaz de Villegas, demasiado largo para ser pronunciado por un cubano. Villegas a secas, sin tanto preámbulo o título nobiliario en desuso en una tierra preñada de jodedores como él y acostumbrada a los apócopes o diminutivos. Villegas o "Jabao" entre los socios, porque alguna pinta se le escapaba en la piel.

No recuerdo exactamente en cual buque navegamos juntos, me llegan con más facilidad los bares que frecuentamos, las chicas con las que bailamos o manoseamos, aquella vida inolvidable de cualquier marino de pura cepa, como éramos entonces. Me llega la frecuencia de su constante sonrisa y su placer cuando nos entregaba un mensaje de la familia, porque ese era uno de los mayores disfrutes de cualquier telegrafista de nuestros tiempos. ¿Cuánto pudiera agregar para archivarlo en la memoria de sus hijos o nietos? Fue un gran hombre y deben sentirse orgullosos de eso, un buen amigo en todo el sentido de la palabra. El que partió en silencio y encuentro varios años después de haber muerto. De acuerdo con el mensaje de su hija, los últimos años de vida no le resultaron nada fácil. Le he respondido sin esperanzas de que ella pueda leer mi corta respuesta, no se encuentra activa en Facebook. Tengo fe en que algún día ella o uno de sus hijos leerá estas líneas y espero sirvan para homenajearlo con humildad.

Sin pedirle autorización, comparto con ustedes ese mensaje cargado de amor y tragedia, vale la pena leerlo, porque esa historia es común a muchos de los nuestros. No pido que doblen las campanas por el amigo Villegas, tampoco lo harán por mí. Solo deseo para él una larga pitada, como aquella que nos erizaba la piel a la entrada o salida del Morro. Que Neptuno lo guarde en su reino.

 




30/09/2012 8:59

Mi padre Manuel Silvestre García Diaz de Villegas (le decían Villegas) fue oficial de radio de Mambisa desde el año 1965 hasta el 2001. Él también se "bajó" del barco sin permiso, no quiero usar la palabra deserción, lo hizo en el puerto de Chacabuco, IX región en Chile. En ese momento nosotras, sus hijas, estábamos en Chile. Si busca donde está el puerto de Chacabuco, se preguntará si este hombre estaba loco. ¿Cómo se va a bajar en el fin del mundo?, eso es una expresión literal. Si le digo que no solo lo hizo en el fin del mundo, sino que el Capitán, no puedo recordar su nombre, dio orden de captura y fue apresado por la Interpol que lo devolvió al barco. Ellos fueron los  que nos llamaron y nos dijeron que supieron lo que pasaría después que estaban a bordo, ellos no sabían ¿por qué? el Capitán había requerido su captura, eso solo pasa en caso de un acto criminal, y que el Capitán había negado que se tomarían acciones legales contra él y mi papa dejó caer un papelito dando nuestra información. Interpol nos dijo que el barco iría a Iquique, una travesía de unos 5 días y que, si yo conseguía una autorización de asilo/refugio, ellos la harían cumplir cuando el barco fuera inspeccionado llegando a Iquique.

Se imaginará la angustia...estuvo detenido todo ese tiempo… El Capitán muerto de miedo por su propia cabeza, no lo trató mal, solo le dijo que lo había cagado a él también, y que lo transferirían de barco en Panamá rumbo a Cuba. Mientras tanto, necesitaba que él siguiera haciendo su trabajo, bajo vigilancia, porque los reportes nadie más sabia mirarlos. Así fue como supimos lo que estaba pasando a bordo, y nosotras moviendo cielo y tierra hasta que, a través del viceministro del INTERIOR, me metí en su oficina un viernes a las 6 pm, la secretaria no estaba y tope con él de frente. Nos dieron la autorización para comenzar el proceso de refugio. Mi hermana y yo viajamos en bus 2300 km hasta Iquique, el barco no iría al puerto central, sino uno de esos muelles donde la mineral llega directamente en un tubo. Era en el medio del desierto, fuimos a Interpol de Iquique, ellos estaban al tanto y nos dijeron que ellos subirían junto con aduana y capitanía y exigirían que lo entregaran. ¡Ojalá que no haya resistencia! El barco atracaba a las 2 am y nos fuimos en un taxi, era una imagen de terror en medio de la noche en el desierto. Noche nueva y muy oscura, solo los focos infernales del muelle. Vimos cuando el barco atracó y en cuando bajan la escalera, lo vimos a él que venía con los oficiales, con su bolsita al hombro y dejando atrás una vida en el mar.

En un momento le dije que, si él era loco, y si lo era, toda esta historia pasó después de que el primer puerto que el barco tocó en Chile fuera San Antonio. Nosotros vivíamos en Valparaíso, estuvo en mi casa sentado en mi sofá. Nosotras rogándole que no regresara al barco que con casi 60 años lo bajarían en cualquier momento. Él nos prometió que la próxima vez, porque tenía compromisos "amorosos" en Cuba que no podía dejar así. Regresó al barco y lloró como un niño cuando nos abrazamos. Después nos decía que ese había sido el momento más difícil de su vida, cuando nos dejó de ver en San Antonio... No sabía lo que tenía preparado el destino para él.

Le hago esta historia porque mi papa murió de cáncer en Chile hace exactamente un mes. En este proceso de duelo, difícil, porque por su vida marinera él nunca estuvo físicamente con nosotras, nuestra relación fue de oídos… Aceptar que no lo escucharé nunca más, no ha sido sencillo. En ese proceso mi esposo se acordó de UD, lo leíamos en un blog hace unos 6-8 años, cuando eso vivíamos en Alemania. Él lo buscó, supo de su libro nuevo, y ayer llegó a mis manos un paquete de Amazon con "Después de la Galerna" sin ningún aviso.

Debo decirle que no lo he leído, solo las primeras páginas y las lágrimas no me dejan seguir, lo estoy escuchando a éL… sus cuentos... sus palabras, su última voluntad. Su historia está ahí, descrita por otro hombre marcado por el mismo hierro. Me imagino que esta apretazón de pecho se me pasará y podré terminarlo. Para mi será un legado de mi padre y le doy las gracias por eso. ¿Mis hijos?, ¡ojalá logren conocer a su abuelo a través de sus libros! Por ahora gracias.

Yo soy producto de la vida marinera, el olor a hierro de los barcos está marcado en mi memoria sensorial, mi papa conoció a mi mama en Chile entre el 71-73. Mi mamá viene de una estirpe de marinos de Valparaíso, mis abuelos y tíos han sido marinos, casi todos de academia de guerra, pero el loquillo Villegas se llevó a la chilena para Cuba. Ahí termino él, en unos de sus puertos favoritos.

 

Jennie García-Olivares.

 

Nadie puede imaginar el placer que se siente al leer líneas como estas, capaces de remover alguna lágrima en el alma de un hombre mayor y curtido por la sal.

Amigo Manuel Silvestre García Díaz de Villegas, espero haberte sido algo útil y que tus nietos te recuerden con mis panfletos cargados de sargazos, gaviotas, medusas y diente de perro.

 


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2017-06-2



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2 comentarios:

  1. Estimado Esteban,
    Nos has tocado el corazon a toda la familia esta mañana cuando mi cuñada recibio tu escrito por medio de un amigo. No tengo palabras para agradecerte tu gesto. Seguia tus escritos en un sitio que se llamaba algo asi como Conexion Cubana, hace mas de 10 años cuando vivia en Alemania, creo que tengo varios de ellos guardados. Compre uno de tus libros y se lo regale a mi esposa cuando murio Manolito (como le deciamos a Villegas en el entorno familiar). Hemos despertado hoy con este regalo tuyo que nos ha llegado al corazon, y por eso me toca darte las gracias. Es un gesto muy lindo que nos ha conmovido. Es una pena que perdimos la comunicacion pues estuvimos en Montreal el Verano pasado. Te cuento que Jennie y nuestra familia vivimos en Washington DC, y Wanda (la otra hija de Villegas) vive en Pittsburgh, Pennsylvania con su familia. Nos gustaria algun dia tener el orgullo que conocerte y nos contaras algunas de esas tantas historias locas que sabemos tiene nuestro Manolito. Sera muy lindo que ahora los 5 nietos de Manolo van a aprender mas de el a través de otra persona, y por eso te doy las gracias nuevamente. Nos gustaria reestablecer contacto para ver como podemos hacer para conocernos personalmente, este gran gesto que has tenido nos gustaria agradecertelo en persona. Estoy seguro que a Wanda y a Jennie les encantaria. Mi correo personal es delany.torres@gmail.com.
    Muchisimas Gracias
    un fuerte abrazo en nombre de Villegas y de toda nuestra familia

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    1. Hombre, nada que agradecer, era una deuda pendiente con Villegas y fue bien recibido muy bien por varios marinos que lo conocieron. El se merecia mucho mas que estas cortas lineas, fue un gran hombre y amigo. Un fuerte abrazo a toda la familia.

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