sábado, 23 de febrero de 2019

BARCOS QUE PERTENECIERON A LA FLOTA CUBANA DE PESCA (27)


                   MOTOPESQUERO "RÍO CUYAGUATEJE" 





Single Ship Report for "7387897"
IDNo: 7387897 Year: 1976 
Name: RIO CUYAGUATEJE 
Launch Date: 5.11.75 
Type: Trawler (Factory) 
Date of completion: 12.76 
Flag: CUB 
Keel:  

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Tons: 3888 
Link:  
DWT: 3206 
Yard No: 143 
Length overall: 106.9 
Ship Design:  
LPP: 95.2 
Country of build: ESP 
Beam: 14.6 
Builder: Construcciones 
Material of build:  
Location of yard: Meira 
Number of screws/Mchy/
Speed(kn): 1D-15  

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Naval or paramilitary marking :  
A: 03 
End:  

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Subsequent History:
99 STEELFISH I


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Frigorifico "Oceano Pacifico abarloado al pesquero "Rio Cuyaguateje"




Buque fábrica, Congelador.

Astillero: Astilleros Construcciones S.A.
Lugar de construcción: Factoría de Meira, España.
Casco nº: 143               Sociedad clasificadora: RCB                  Numeral: 216
Matrícula:                     Señal distintiva: COJR                          IMO: 7387897
Tripulantes:                          
GT: 2.579                     TRN:                            DWT: 3.207                  D:
Eslora: 106,90              Manga: 14,60                Puntal:                         Calado:
Bodegas:                     E. P.:                          
Carga frigorífica: p³
Capacidad combustible: m³                              Consumo diario:
Un motor diésel; T; cilindros ()
bHP.                Hélices: 1                     Velocidad: 15,0 nudos.



1975. 13 de Mayo. Puesta en gradas.

1975. 05 de Noviembre. Botado para la Flota Cubana de Pesca, La Habana. Bautizado RÍO CUYAGUATEJE. (Cuba)

1976. 19 de Noviembre. Alistado.

1985. Cambio de motor principal en Marín, Pontevedra, España.

1999. – Rebautizado STEELFISH. (Belice)

19. Desguazado.


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La foto no pertenece al Cuyaguateje, solo es usada para ilustrar el tema.



Un Río en el Pacífico

LUIS ÚBEDA


No es mi intención confundir al lector. En todo caso, si algún río atraviesa el mayor océano del mundo, bien pudiera ser la fría Corriente de Humboldt, tal y como ocurre con las cálidas aguas de nuestra vecina Corriente del Golfo, inmortalizada por Hemingway y por él calificada como "ese gran río azul".

Empleé tal gancho porque al abordar uno de los súper arrastreros de la Flota Cubana de Pesca (FCP), un inspector peruano me preguntó a quemarropa:

— ¿Cómo es el río Cuyaguateje? Ah, y ya conozco que todos los motopesqueros cubanos tienen nombres de ríos, y también que este se encuentra en la provincia de Pinar del Río. Lo que deseo saber son sus características…

Sentí un corrientazo. Balbuceé algo. Y lo peor: mis conocimientos hidrográficos nacionales en bancarrota. Días más tarde el inspector desembarcó en el poblado pesquero de Paita. A guisa de despedida, me espetó:

—No olvide enviarme algunos datos de ese río, pues tengo información de los restantes arrastreros que operan aquí.

Veamos qué dice el doctor Antonio Núñez Jiménez en su Geografía de Cuba acerca del río Cuyaguateje: "Nace en las lomas pizarrosas cercanas al cerro de Cabras, al sur de la sierra de los Órganos, la que después atraviesa subterráneamente por dos grandes cavernas en el lugar conocido por Hoyo de Potrerito, abierto entre las sierras del Sumidero y del Resolladero. Baña las tierras en que se hallan las vegas tabacaleras de Guane y luego desemboca en la ensenada de Cortés. En total tiene unos 80 kilómetros de largo y su cuenca, aproximadamente, mil 700 kilómetros cuadrados".

Saldada la deuda, penetremos entonces en el otro Río Cuyaguateje.

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La nave se desplaza lentamente sobre la verdioscura espalda marina. Mientras una mitad de los hombres descansa, la otra cubre las guardias del puente de gobierno y de la sala de máquinas, limpia y escoge el arroz y los frijoles, eviscera, descabeza y congela pescados bajo la cubierta, o espera la orden de levar el chinchorro (1) de gigantescas fauces que deambula unos cuantos metros bajo la quieta superficie.

Camino por los pasillos, ahora silenciosos. Abro una puerta y salgo a la cubierta de trabajo, donde la brigada de rederos aguarda el instante de entrar en acción. Luego desciendo por una estrecha escalera de hierro que conduce a la sala de proceso. La luz artificial descubre a decenas de hombres en su agitada faena. Observo a uno de ellos eviscerando jureles y macarelas con singular destreza. Avanzo unos metros por el intrincado laberinto esquivando tuberías, esteras transportadoras y variadas maquinarias, y compruebo que el espacio se ha aprovechado al máximo.

Entonces reparo en un rostro semejante al anterior, pero echando pescados en la cinta transportadora. El asombro reflejado en el mío y una pícara sonrisa en el de mi objeto de atención, me dan la clave: son los jimaguas Juan Francisco y Juan Urbano, jóvenes de la popular barriada del Cerro, en La Habana, que desde un lustro atrás tripulan estos buques. Y cuando tengo a los dos ante mí, solo puedo diferenciarlos por las mangas: las de Juan Francisco son cortas.

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El crujir de los cables de acero sobre la cubierta de trabajo anuncia la levada (2) del chinchorro. Asciendo por otra estrecha escalera que comunica con la popa (3). Toda el área está iluminada y cada redero en su posición. Trasnochadoras gaviotas describen círculos sobre la aún invisible red. Un rechinar de metales anuncia la llegada del tren de boyas. La poderosa maquinilla sigue devorando cable. Poco después los hombres "estroban" (4) algunos tramos de la red para facilitar la levada del copo (5), que ya flota a escasa distancia y promete sus buenas veinte toneladas.

Media hora más tarde, toda la pesca ha sido vertida en el búnker (6) y la escena está lista para iniciar otra maniobra de calar (7) el arte de pesca.

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Es tradición en muchas embarcaciones de la FCP hacer los honores a la comida italiana cada sábado. Ese día usted puede degustar una crema de queso, espagueti y la inexcusable pizza. De postre, puede entonar cualquier aria de Verdi.

Pero aquel no era sábado, sino jueves, y para colmo, al filo de la medianoche. Juanito, el ayudante de cocina, luego de propinarnos la "pollona" de turno en el dominó, pregunta: "¿Quieren que les prepare un pizza a manera de desagravio?".

De inmediato el Pinto, mi pareja de juego, busca los ingredientes: puré de tomate, queso y como complemento perfecto, chorizo. Entre tanto, Juanito elabora la suculenta masa con aires de virtuoso. Honestamente, ese día fuimos un poco especialistas culinarios, y el resultado no podía ser otro: la pizza más deliciosa del mundo.

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Un día a bordo no solo se traduce en levar chinchorrazos y descabezar, eviscerar y congelar pescador…

En el cuarto de telegrafía señorea Biruliche, dueño absoluto del vibrador, del equipo de telefonía y de muchos otros complejos aparatos que garantizan la seguridad de la vida humana en el mar y la necesaria satisfacción espiritual de comunicarnos con nuestros seres queridos. En este último aspecto Biruliche se lleva las palmas. Dedica largas horas del día o de la noche a recibir y trasmitir radiogramas u organizar conferencias telefónicas.

Otra labor fundamental a bordo la desempeñan el médico y el enfermero naval. Incluso este último domina la técnica de la acupuntura, y en más de una oportunidad pude comprobar, in situ, su perfeccionado arte para aliviar dolores.

De este modo transcurre una jornada en la zona de pesca del Pacífico suroriental, a veintitantas millas de la costa peruana, donde opera bajo licencia de esa nación la flotilla arrastrera de la Flota Cubana de Pesca.

Un día semejante a los anteriores o los venideros. La diferencia solo estriba en la cantidad de toneladas atrapadas por el copo. En definitiva, lo importante es que en cada campaña el hombre mide sus fuerzas contra el tiempo y resulta vencedor. Nada más.










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