lunes, 26 de febrero de 2018

EL MISTERIO DEL NIÑO QUE NACIÓ A BORDO


EL MISTERIO DEL NIÑO QUE NACIÓ A BORDO



Buque de pasaje "Africa-Cuba", escenario de esta historia.


De muchas cosas nos enterábamos durante nuestras navegaciones, todo era posible gracias a las gestiones “chismosas” de nuestros queridos telegrafistas. De esta manera conocíamos a quien le habían pegado los “tarros”, esa era la noticia que más rápido viajaba. Imaginen a un barco navegando por el Océano Atlántico y que su operador de radio se lo contara a un amigo suyo que navegaba en esos instantes por el Mar Mediterráneo. No debemos olvidar que este otro también posee amistades y que uno de ellos estuviera dando propelas por el Mar Rojo. Como no teníamos muchos entretenimientos, la desagradable noticia viajó hasta el Océano Indico, luego al Mar de China, Océano Pacifico y llegó cansada al Mar Caribe por donde andaba uno recién salido de la isla y que no se había enterado. Si observamos bien y saben de geografía, le dimos la vuelta al mundo sin despegarnos de la computadora, nosotros sin salir de nuestras guardias en el puente en aquellos tiempos. Esa era una de las noticias mas comunes y que nos divertían, solo que el afectado nunca se enteraba, razones para no considerarlo tarrúo. ¡Ojos que no ven, corazón que no siente!

Lo cierto es que gracias a lo “comunicativos” que eran nuestros telegrafistas, nos enterábamos de eventos muy importantes que sucedían con frecuencia en el giro marítimo y muy poco escapaba del conocimiento popular. Accidentes, sanciones, muertes, expulsiones, buques presos, condenados, asesinatos (Porque en nuestra marina se cometieron), extrañas desapariciones, etc. 

¿Pudo escapar el nacimiento de un niño a las ondas hertzianas? Parecería imposible si nos remitimos al carácter “chismoso” que llevamos dentro cada uno de los marinos cubanos, porque si algo no se puede negar, es que nos gustaba y entretenía todo ese trasiego de información casi clandestina. Así ocurrió para asombro mío y de todo el que haya navegado en buque cubano alguno. Nació un niño protegido por todo el misterio acumulado en el mundo y ese secreto me ha sido revelado entre el día de ayer y hoy.

Resulta que hace algún tiempo tengo en mi lista de amigos a un hombre de origen etíope, una vez me manifestó haber nacido a bordo del buque África-Cuba y no le presté tanta atención. Solo ayer me detuve por algunas preguntas de carácter legal que me hiciera sobre su origen y le prometí averiguar. Le adelanté apelando a mi memoria, que los buques y embajadas de cualquier país, son considerados de acuerdo con las leyes internacionales como territorio ficticio de la nación cuya bandera enarbola. Por tal razón y tratándose de un barco, su Capitán posee la potestad para casar a tripulantes, confeccionar actas de nacimientos, bautismos, muertes, etc. Solo que esas actas deben oficializarse ante las autoridades competentes del país en cuestión una vez arribados a tierra. No son exactamente esas palabras, pero sí su esencia. Le expliqué eso cuando me dijo que luego había sido inscripto en la Isla de la Juventud, fue un proceso normal de acuerdo con lo establecido por la ley. Sobre el lugar de su inscripción, debemos recordar que todos aquellos niños transportados en el África-Cuba, fueron llevados a la mencionada isla donde cursaron estudios desde la primaria, muchos de aquellos niñitos eran huérfanos.

¿Dónde se esconde el misterio y por qué nadie se enteró de aquel nacimiento? Llamé a mi amigo Eduardo Ríos, quien para esa fecha viajaba como Segundo Oficial de aquella nave en su único viaje realizado. Me dijo tener desconocimiento del referido nacimiento y se lo hice saber al etíope inmediatamente, prometiéndole que en el día de hoy llamaría al Capitán del buque. Imagino la tristeza que le produjo mis palabras, no quisiera haber estado en su mente, yo ponía en duda la versión de sus padres. Aun así, él insistió en que había sido inscripto en Isla de la Juventud y yo le expliqué que no era un detalle concluyente, toda vez que muchos niños eran huérfanos como dije con anterioridad. Imagino que no haya dormido en toda la noche y la cantidad de pensamientos negativos que le provoqué.

Hoy en la mañana llamé por teléfono al Capitán Augusto Juarrero y no solo me confirmó el nacimiento de aquella criatura a bordo. Agregó que el hecho tuvo lugar en una escala realizada en Yemén, mencionó el nombre del niño que hoy es hombre y para confirmar su versión, me dijo que el padre de la criatura era un profesor que viajaba con ellos.

¡Wow! Sentí mucha alegría escuchar aquellas palabras del Capitán y me dispuse inmediatamente escribirle a mi amigo para devolverle la calma. Me respondió para agradecer toda la gestión realizada y para comunicarme lo feliz que se sentía. Olvidé mencionarles que en mis últimos mensajes le había dicho que, como nació a bordo de un barco cubano, él tenia derecho a nuestra nacionalidad y reclamar la ciudadanía para sus hijos si lo deseaba. No puedo negar que me siento muy feliz cuando de alguna manera ayudo a cualquier persona y este caso fue de un particular interés.


Buque de pasaje "Africa-Cuba"


¿Qué les cuento? Hace solo un rato que llamé por teléfono al médico que viajaba a bordo del buque África-Cuba. Lo hice para ratificar aún más la noticia y ponerlo al corriente sobre la vida de aquella criatura que, solo él pudo traer al mundo en aquellas circunstancias. ¿Cuál no seria mi sorpresa al escucharlo? Héctor Labrada es el nombre de ese médico con el que tengo una estrecha relación de amistad desde aquel 1978, año en el que coincidimos en el puerto de Ámsterdam. -¡No, a bordo no se produjo ningún nacimiento! Repitió las mismas palabras del Segundo Oficial. -Si eso hubiera ocurrido, yo sería el primero en enterarme. Agregó y no le faltaba razón para expresarse así, se supone que Labrada fuera el indicado para asistir al parto de aquella mujer.

¡Wow! No puedo negar que me quedé frio al escucharlo, pero no dejaba de creer en las palabras del Capitán Juarrero. Sobre el resultado de esa conversación le escribí al etíope, pero esta vez agregando cierta dosis de tranquilidad.

-¡Mira! Solo hay una manera de conocer la verdad y se encuentra en poder de tus padres si aún están vivos. Tu nacimiento está envuelto en una nube de misterio que solo ellos pueden despejar, todo queda ahora al campo de la especulación. Mi opinión es que, si tus padres eran practicantes de la religión musulmana, es muy probable que decidieran realizar el parto en medio de todo ese secretismo por diferentes motivos. De todas maneras, las palabras del Capitán Juarrero son una evidencia bien firme de que naciste a bordo del África-Cuba.

¡Coño! Este misterio se ha mantenido oculto durante 40 años, no solo logró burlar la natural curiosidad de los tripulantes, dejó sin faenas a decenas de telegrafistas en ese afán de ellos por entretenernos. Misterio que continuará probablemente por muchos años y que desmiente aquella versión de que nosotros nos enterábamos de todo lo que sucedía en la flota. ¡Vaya hermetismo!


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2018-02-26


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