102 ANIVERSARIO DE LA "ACADEMIA NAVAL DEL MARIEL"
Hoy 28 de Enero se
festeja un año más de la fundación de la Academia Naval del Mariel, hablamos de
102 años de existencia, realmente dejó de serla en 1980. O sea, su vida útil
tuvo una duración de 64 años. Vergüenza para todos los que de una u otra forma
disfrutamos la sombra de sus instalaciones y las caricias de los vientos
Alisios en las elevaciones de la colina La Vigía, el punto más elevado del
Mariel.
Les sugiero que no se
dejen traicionar por golpes de nostalgia o achaques inesperados de mala memoria.
Cuando apague las velitas de ese pastel para celebrar su cumpleaños, olvídese
de las academias de Baracoa y la de Alamar. La fiesta le pertenece única y exclusivamente
a la Academia Naval del Mariel, distinguida por su emblemático Palacio de
Rubens. Cualquier intento en compartir su historia con otras academias, es una
profanación a la historia en sí.
La Academia Naval del
Mariel existía desde mucho antes de que fuéramos descubiertos por segunda vez,
el primer descubrimiento lo hizo el Almirante Cristóbal Colón y el segundo fue
realizado por individuos de lengua y olores extravagantes llegados desde 9550
kilómetros. Los primeros encontraron a “indios” suponiendo haber llegado a las
tierras fines de sus singladuras buscando especias. Los segundos llegaron mucho
mas tarde y pretendieron convertirnos en los “indios” que no fuimos, ni éramos.
¡Claro! Con la mansa pasividad de muchos nacionales. Hablando en plata como
buen cubano, cuando los rusos pisaron nuestra tierra en proceso de destrucción,
hacia muchísimos años que nosotros poseíamos una excelente universidad. ¿La
Academia Naval del Mariel? Distinguido centro de enseñanza naval que, gozaba
con mucho prestigio y reconocimiento internacional. Excelencia y celebridad que
no debe una onza de cobre a la presencia rusa en la isla.
La vida y obra de ese
centro de formación de marinos cubanos debe ser recordada por los que allí
pasamos alguna vez, pero debe mencionarse no solo sus virtudes, deben traerse
también sus calamidades y fracasos, porque existieron y no seremos sinceros con
nosotros mismos si las ocultamos a las nuevas generaciones. Hay que distinguir
dos factores fundamentales a la hora de juzgarla, la visión propia del
estudiante y la del que estuvo tras bambalinas, sus profesores. No es lo mismo
ir a una opera como espectador a tener que actuar en ella, no es lo mismo
asistir a un restaurante como comensal a ser su cocinero. Nunca tendrán el
mismo prisma y los colores llegarán con tonalidades diferentes. El alumno
estará motivado y empujado por el romanticismo o nostalgia del tiempo que allí
vivió, sus compañeros de estudios, sus profesores, su formación, etc. La vista
del profesor tenia que ser mucho más larga y debía estudiarse un libreto que
quizás detestara, siempre bajo la presión y vigilancia de sus superiores,
militares en este caso.
Tuve la oportunidad de
navegar como subordinado de capitanes y oficiales graduados en esa academia con
fechas anteriores a su holocausto. Hombres de una preparación profesional
exquisita y de una ética envidiable, cultura y educación abrigaban cada una de
sus charreteras, gente especial que luego iba desapareciendo como cualquier
especie en peligro de extinción. ¿Qué pasó? ¿Cómo la vulgaridad y chabacanería
logró sepultar la elegancia de aquellos hombres que, imponían respeto y
subordinación de la manera mas educada existente? ¡No! No se puede celebrar un
cumpleaños ignorando todo lo inmoral que ocurrió en aquel antaño santuario de
hombres de mar. Digo, si verdaderamente quieres ser sincero contigo mismo.
Llegué a la Academia
cuando explotó Michelena por corrupción, ¿creen verdaderamente que allí murió ese
flagelo? ¡Están equivocados! Apenas nacía y ese templo formador de hombres fue
convertido en nido de sobornos, cambios de favores, fraude institucionalizado,
cuna de parásitos vestidos de militares que desangraban a la sociedad.
¿Imaginan a un Teniente de Fragata cuyo contenido de trabajo era actualizar los
murales de la escuela? ¿No lo conocieron? Se llamaba Marcos y andaba muy bien
planchadito con su bolsillo lleno de bolígrafos. Por esa absurda labor
devengaba un salario superior al de cualquier técnico. ¡Claro que hay mucho
material para recordar si queremos ser honestos con nosotros mismos! No podrá
omitirse aquellas promociones kilométricas, realizadas con el fin de cumplir o
sobre cumplir una meta, como si se tratara de una fábrica de embutidos. Jóvenes
que luego pasarían años sin plazas para desarrollar los conocimientos adquiridos
y por los que invirtió toda una sociedad.
Hoy celebramos el
cumpleaños de una academia, donde de manera inexplicable, desaparecieron toda
su base material de estudio, destruyeron su bibliografía porque pertenecía al
campo capitalista y era urgente borrar el pasado, todo. Luego vino el proceso
de sovietización, no solo se cambiaron uniformes y grados militares. Se
pretendió cambiar todo el sistema de enseñanza en la escuela, seria sustituido
por uno obsoleto y sin uso en nuestra flota. Los alumnos nunca supieron de ello,
un equipo de burócratas militares se encargaba de todos esos procesos donde,
llegó a ser importante y materia de evaluación, estar sentado una hora diaria
frente a un radio. ¿Para qué? Para escuchar “Información Política”, era
imprescindible lavarnos el cerebro. Hoy se cumplen 102 años de la fundación de
aquella institución que una vez formara verdaderos profesionales, alzo mi copa
por ella. Hoy se elevarán voces nostálgicas de quienes se sienten agradecidos
por la educación recibida y tal vez no corresponda a esa otrora honorable
academia, no alzo la copa con ellos.
Alzo mi copa por lo que
pudo ser y no fue, por los buenos profesores que pusieron su empeño en formar
técnicos. No la alzo por quienes pretendieron producir seres sin criterios,
zombis carentes de cerebros, cómplices de un fraude descomunal, indios de
mierda encontrados durante el segundo descubrimiento, destructores de una ética
profesional admirada en muchas partes del mundo. Alzo mi copa por todos
aquellos que, gracias a un esfuerzo personal, lograron el propósito de su vida
o sueños, convertirse en verdaderos oficiales de cubierta o maquinistas.
Brindo por los 102 años
de fundada la Academia Naval del Mariel, muerta en 1980.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2018-01-28
Notas sobre la historia de la Academia Naval del Mariel tomada de la pagina web “Circulo Naval Cubano”.
La Academia Naval del Mariel por Max Gómez Álvarez
En Cuba, después de finalizada la Guerra de Independencia y durante el periodo de la ocupación militar norteamericana de la Isla, fue creado un Servicio de Guardacostas, utilizando en estos primeros momentos pequeñas embarcaciones abandonadas por la Marina de Guerra Española, consistente fundamentalmente en pequeños cañoneros y otras embarcaciones que resultaban insuficientes, por lo que poco tiempo después, el Gobierno Militar adquirió algunas otras pequeñas unidades con el fin de incrementar la capacidad operativa de este servicio. Con el advenimiento de la Republica se realizaron los primeros esfuerzos encaminados al fortalecimiento de esta arma, lo que impuso la urgente necesidad de formar una oficialidad capaz de asumir el mantenimiento de dicha responsabilidad. El 2 de julio de 1909 el entonces Presidente de la República José Miguel Gómez fundaba mediante Decreto Presidencial, la Marina de Guerra de Cuba, sustituyendo así el hasta entonces existente Servicio de Guardacostas cubano instaurado en 1902.
Las primeras escuelas navales en Cuba surgieron en la primera década del siglo XX, aunque estas no estuvieron legisladas hasta 1926. El 20 de julio de 1910 mediante Ley Presidencial emitida por el Presidente José Miguel Gómez quedó establecida la Escuela de Náutica adscripta al Instituto Provincial de la Habana; su primer director lo fue el Sr. José García Bolleres. Años más tarde, el 18 de diciembre de 1929 se inauguró la Escuela Náutica de Regla para marinos mercantes.
En 1914 se gradúa la primera promoción de la Escuela de Náutica adscrita al Instituto Provincial de la Habana, en 1915 se crea la Academia de Cadetes de la Marina de Guerra y un año más tarde, el 28 de enero de 1916, surge oficialmente la Academia Naval del Mariel, por la recomendación del entonces Jefe de la Marina de Guerra y Capitán de Navío Julio Morales Coello. Para la ubicación de dicha Institución naval, el presidente cubano Mario García Menocal, aprobó los permisos correspondientes y llevó a cabo en 1915 la confiscación, a nombre del Estado Cubano, de los terrenos donde se estableció dicha Academia, ocupados por el edificio conocido como Palacio de Rubens. La referida finca había sido propiedad de Dº Ignacio Estrada, quien la vendió el 7 de febrero de 1870 a Dº Domingo Machado; en este lugar había estado enclavada una fortificación del Ejército español conocido como Fuerte Arolas, que fijaba la cabecera de la entonces denominada Trocha de Mariel a Majana y sobre cuyos cimientos se construiría el futuro Palacio en la zona más alta de uno de los extremos de la meseta del Mariel, en la conocida como Colina del Vigía y adyacente a un camino del mismo nombre.
Para el año 1905 la finca ya era propiedad del Coronel del Ejército Libertador Sr. Charles Hernández, quién la vendería ese año al Dr. Horacio Rubens, un norteamericano establecido en la Isla, quien fuera amigo personal de José Martí y de Dº Tomás Estrada Palma, primer presidente de Cuba y quien fuera colaborador de ambos en los esfuerzos independentistas cubanos. Desde entonces dichos terrenos adquirieron el nombre de finca de Rubens. Inmediatamente después de su adquisición, comenzó la construcción en el referido lugar de un palacete bajo la dirección de un arquitecto de origen italiano y cuya intención era la de instalar en él un casino de juegos, pero los permisos necesarios para el ejercicio de dicha actividad fueron finalmente denegados por el Gobierno en 1908, por lo que jamás se concretaría dicho propósito. Más tarde la propiedad fue adquirida por Sra. Claudia Lamar, la que a su vez y poco tiempo después, la vendería nuevamente, en esta ocasión a un Patronato que buscaba un local apropiado para la instalación de un leprosorio, cuyo proyecto finalmente fue ejecutado en Santiago de las Vegas.
En el año 1915, al ser confiscados los terrenos y el Palacio que lo ocupaba, estos fueron destinados a la ubicación en ellos de la Academia Naval del Mariel, lo que tuvo lugar el 28 de enero de 1916, destinándose a la tripulación del crucero Cuba para que acometiera las adaptaciones pertinentes del edificio y sus áreas colindantes; no obstante; la verdadera inauguración de la edificación no tuvo lugar, sino hasta el 9 de enero de 1917 con la presencia de destacadas personalidades de la época, entre ellas, la del Secretario de Gobernación Aurelio Hevia. Inmediatamente después de la puesta en marcha de la Academia Naval, se designó una partida económica de $15.000,00, destinados al equipamiento de las cátedras y aulas, adquiriéndose el material de estudio necesario, se creó biblioteca naval con la adquisición obras sobre los más avanzados métodos de navegación geografía, astronomía etc. (para 1940 contaba ya con más de 10.000 volúmenes), creándose un observatorio meteorológico y el “Museo Ictiológico Felipe Poey” (el más completo de su clase en el país); entre el equipamiento suministrado se encontraba una caldera que había pertenecido al crucero “Cuba”, un condensador extraído al cañonero “Antonio Maceo”, también, una máquina que había pertenecido a una lancha del servicio de aduanas y una ametralladora Nordenfelt. Por su lado a los talleres de la Academia les fueron suministrados una planta eléctrica, un compresor, un torno de polea, un recortador, una prensa hidráulica, un taladro mecánico, una sierra mecánica, varios tornillos de banco, una fragua y un completo pañol de herramientas varias. Para la instrucción de artillería de los alumnos fue instalada una batería de costa a la entrada del puerto del Mariel; más tarde se aumentó dicha base material de estudios con la adquisición de un cañón naval Bethchem, y tiempo después, el parque fue aumentado con la adquisición de un cañón de alza telescópica y otros dos cañones que habían pertenecido a la batería del cañonero Baire.
La edificación ocupada por la Academia Naval conserva aún la imagen y diseño que remeda la de un castillo, levantándose su estructura a 83 metros sobre el nivel del mar y la conforma un edificio de cuatro plantas, con patio interior y cuatro torres, una en cada esquina a modo de atalayas y una galería que recorre el entorno alrededor de todo el edificio. El diseño es ecléctico, entremezclándose elementos de franco estilo español, árabe, francés e italiano con presencia de elegantes escaleras, columnas y multiplicidad de puertas y ventanales, todos de una gran belleza, destacándose entre todos el hermoso arco que preside el gran patio interior. En años posteriores se fueron introduciendo algunas importantes mejoras, las que incluían la ampliación del conjunto con otras dependencias, las que se integraron de forma articulada respetando el diseño original y una enorme escalinata de 264 escalones y 12 descansos.
Durante décadas, la Academia Naval del Mariel llevó a cabo la formación de distintas generaciones de oficiales de la Marina de Guerra y Mercante cuya oficialidad disfrutaba de un alto grado de preparación profesional, conjugando la teoría y la práctica. Sus planes de estudio poseían un altísimo nivel, conforme a los más avanzados criterios en la materia; sus cadetes recibían una formación integral, donde se combinaba felizmente la rudeza de la vida marinera, con el desarrollo de un espíritu voluntarioso, donde prevalecían la disciplina, la fidelidad, la ética y el honor. La práctica de deportes entre sus alumnos jugó un papel de primer orden, en especial, los deportes marinos, memorables resultan sus participaciones en competencias de natación y en la realización de regatas, donde obtuvieron importantes trofeos.
Desde sus inicios, la Academia Naval del Mariel contó con sus propias divisas, Escudo, Bandera y Estandartes de sencillo pero refinado diseño, que eran orgullo y representación de aquella Casa de Estudios; también contó con un Pelotón de Ceremonias, que en no pocos actos y celebraciones de festividades patrias, servían para demostrar el nivel de disciplina y marcialidad alcanzados por sus guardiamarinas.
Durante los difíciles años de la 2ª Guerra Mundial, la Academia Naval continúo con su línea de trabajo formativo, al tiempo que sirvió de centro de entrenamiento para los nuevos marineros que eran reclutados, dadas la exigencias que impuso el conflicto bélico en que estuvo implicada Cuba como nación aliada en la lucha contra el nazismo. En los años posteriores la Academia fue ampliada y modernizada su base material de estudios con su adecuación a las nuevos requerimientos técnicos.
Con el ascenso al poder de Fidel Castro en 1959, en los primeros momentos se mantuvieron vigentes los lineamientos básicos que regían hasta ese entonces dicha Institución Naval, pero no se tardó en introducir en su Dirección elementos que respondían directamente a los intereses del Ejército Rebelde, ahora en el poder, pero que carecían de la más elemental formación naval profesional, lo que atentaba directamente contra la calidad formativa de los futuros oficiales. Para finales de la década de los 60 y siendo Director de la Academia Naval el Capitán Generoso Escudero, hombre de confianza del Gobierno, pero carente de formación académica, ordenó ejecutar la construcción de una red de refugios anti-bombardeos en las faldas de la edificación de la Academia, para lo cual fueron utilizadas indiscriminadamente innumerables cargas de dinamita, las que sin el requerido cálculo para hacerlas explosionar de forma controlada, provocaron que comenzarán a ceder los cimientos del edificio y dañaron considerablemente otras instalaciones . A sólo unas semanas de iniciados aquellos “trabajos”, cuando los “aprendices de ingeniero” constataron el enorme e irreversible daño que podían estar provocando, decidieron la paralización definitiva de aquellas absurdas e inútiles obras del refugio antiaéreo, cuyas huellas, varias décadas después, aún resultan claramente visibles. Algunas fuentes oficiales a lo largo del tiempo, han señalado e intentado atribuir como causantes de los daños sufridos en la estructura de la edificación, la presencia en la zona de pequeños y repetidos movimientos sísmicos, aunque dichas escusas no resisten la crítica.
Para el Gobierno Revolucionario, la nueva Academia Naval cubana surge el 16 de octubre de 1959 (era entonces oficialmente Academia Naval del Mariel) y al trasladarse de sede en 1980 adquiere el nombre de Academia Naval Granma, pero de acuerdo a la “matemática oficial”, dicha Academia se funda en 1959 por lo que este año la Academia Naval Granma cumple 55 años de fundada, cuando en realidad dicha Institución surge en 1980 y por tanto tiene sólo 34 años de vida. Academia Naval del Mariel, sólo ha habido una, que fue fundada en 1916 y que hasta su extinción en 1980 sumaba 64 años de vida activa y hoy ya tiene 98 años de haber sido fundada; considero la aclaración oportuna, por cuanto, de acuerdo a un razonamiento lógico, la Academia Naval Granma pretende apropiarse de 21 años de la existencia de la Academia Naval del Mariel y esto puede que traiga confusión a los historiadores que en el futuro aborden este tema. Si la Academia Naval Granma quiere considerarse heredera de la del Mariel, ello le honraría, pero ser otra y al mismo tiempo pretender ser la misma de acuerdo a determinado espacio temporal es de un surrealismo insultante. A cada santo su vela.
La Academia Naval del Mariel dejó de existir como Institución en el año 1980 como ya se ha dicho, un día aciago para la historia naval de Cuba, pero el recuerdo eterno de los cadetes graduados en ella y el espíritu emanado de sus muros, que desafían el paso del tiempo y la desidia, permanecerán por siempre en la memoria histórica de la nación cubana.
Bibliografía:
Gálvez Aguilera, Milagros, “La Marina de Guerra en Cuba (1909-1958)”. Editorial Ciencias Sociales.2007. Gómez Álvarez, Maximino; “A propósito de la Enseñanza Naval en Cuba”. 2003. (Inédito). Peralta, José María, “Memorias de una Academia” 1933. (Inédito)
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