jueves, 28 de diciembre de 2017

LAS PIÑAS A BORDO


LAS PIÑAS A BORDO


Motonave "Abel Santamaria".


Proliferaron en la década del 70 y su presencia se hizo sentir en muchos barcos de la flota. Estos clanes o pandillas silenciosas respondían a una diversidad de intereses y como si se trataran de astros, siempre giraban en torno a un cabecilla. Existieron en muchos barcos de nuestra flota con o sin importancia, si estoy convencido de que en todos los casos fueron muy dañinas. Las piñas mas importantes y con mayor número de miembros giraba alrededor del Capitán. Otras con menor n
úmero de miembros lo hacia alrededor de las figuras del Jefe de Máquinas, Sobrecargo y Secretario del Partido. Las menos importantes o reducidas en cantidad, eran piñitas subordinadas a un líder espontaneo que podía ser cualquier miembro de la tripulación.

¿Cómo se formaba una piña antes de salir de viaje? Esa posibilidad la poseía solamente el Capitán, figura con el privilegio de elegir a parte de su tripulación, sin que esa libertad constara en ninguno de los estatutos o reglamento de la flota. Generalmente se le ofrecía la posibilidad de elegir a su Primer Oficial, Sobrecargo, etc. Debo manifestar que no todos hicieron uso de esa potestad y se conformaban con la tripulación heredada. Al elegir al Sobrecargo, pieza interesantísima en ese tablero de ajedrez y que cubriría su espalda de delitos menores que siempre cometían, le permitía a este otro individuo la importación de personal subordinado a su departamento que, respondiera enteramente a su confianza. ¿Quiénes mejores para ocultar los faltantes de alimentos que no fueran los cocineros? Faltantes que se producían antes de la salida del buque de cualquier puerto cubano. Los cocineros eran en términos generales unos fieles cómplices del Sobrecargo y se sumaban automáticamente a la del Capitán. De igual forma podía suceder con el personal de cubierta y su vinculación o subordinación fiel al Primer Oficial y Contramaestre. Pudiera resultar alucinante esto que manifiesto, pero solo se ajusta a las realidades de aquellos tiempos.

Los jefes de máquina trataban por sus medios de sumar a gente de toda su confianza en el departamento, solo que en este caso no se encubrían delitos, buscaban mas bien tranquilidad. Tampoco puede omitirse que, en muchos casos, estos jefes trataban de imponer cierta “independencia”, solo que esta manera de proceder fue muy escasa, pero existieron. 

Alrededor del Secretario del Partido se agrupaban una inmensa mayoría de militantes y chivatos. En este caso solo buscaban hacer una demostración de poder y no fueron pocas las oportunidades donde se impusieron por encima del mando de un Capitán sin pantalones. Aunque para esa década el nivel de corrupción había tocado las puertas de casi todos los camarotes a bordo, no era precisamente un interés económico el que lograba agrupar a estos individuos, aunque al final resultaran tan contrabandistas y ladrones como el que más. Esta categoría de “piña” era la más temida de todas, aunque fueran inmorales, ellos tenían la posibilidad de embarrar a cualquier figura del barco y de ese poder casi absoluto no escapaba el Capitán del buque. Solo pocos conocidos asumieron el rol para el que estaban encomendados y lograron mantener a raya a esos individuos. Si no imaginan a un secretario del partido cuya plaza en la nave era de engrasador con mas poder que el Capitán, yo puedo asegurarles que esa experiencia la viví a bordo del buque “Casablanca” estando Francisco Di Mares al mando de ella. Existen muchos ejemplos similares que prolongarían el presente trabajo. Luego, la figura del secretario del partido pasó a un segundo plano con la introducción en el escenario del “Comisario Político”, otro planeta alrededor del cual giraron muchos satélites.


Motonave "Aracelio Iglesias".

Hubo piñas formadas por profundas manifestaciones “raciales”, como ocurrió en el buque “Otto Parellada” bajo el mando del Capitán Remigio Aras Jinalte. Negro complejista y racista, logró sumar a su alrededor casi el 90% de una tripulación de su raza. Es de imaginar el calvario sufrido por el que fuera de color diferente a la de este clan. Ya en otras oportunidades le he dedicado líneas a este degenerado y hoy no quiero extenderme en repetir lo mismo. Otro piquete con sabor a regionalismo fue el que encontré a bordo de la motonave “Moncada”, se encontraba al mando de la misma el Capitán Juan Carlos Martínez Llamo. El 90% de la tripulación estaba compuesta por personas de origen santiaguero o de las provincias orientales. Como Primer Oficial yo resultaba una imagen decorativa ante esta impenetrable piña y abandoné el barco unos días después de mi enrolo y estando de salida, pude sobrevivir afortunadamente a una sanción.

Existieron barcos con estas “piñas” que resultaron casi impenetrables, no era fácil enrolarse en esos buques sin la aprobación del clan. Inmediatamente de enrolado cualquier marino y reconocido por algún miembro, si poseía antecedentes que justificara la no aceptación a bordo, se le comunicaba al Capitán o en su defecto al Primer Oficial para rechazarlo. O sea, la comisión evaluadora en esos casos era la voz de esta pandilla. En esto que les menciono se destacaban los buques que pertenecieron al grupo de portacontenedores, cuyas ramificaciones se extendían hasta las mismas oficinas de la Empresa de Navegación Mambisa. Como unos cómplices más, los funcionarios y supervisores de esos buques respondían a los intereses de esas pequeñas mafias, porque en esto se transformaron. Ellos complacían gustosamente todas las demandas o sugerencias en cuanto a enrolos se refiere y no lo hacían por un simple gesto de solidaridad, el poder de estos clanes logró penetrar casi todos los recintos de la empresa mediante sobornos. Han pasado muchos años y algunos protagonistas de estas infamias tratarán de desmentirlas, pero ellos saben perfectamente que funcionaba de esa manera.

De todas las piñas que existieron en la flota mercante cubana, se lleva la medalla de oro por su poder e impenetrabilidad, aquella que giraba en torno a la figura del Capitán Carlos Yero. Debo manifestar que no guardo nada en su contra, lo conocí y compartí en varias oportunidades con él y mi amigo Manuel Balsa. Era buen Capitán y excelente hombre que no andaba en mariconerías, los miembros de su pandilla se destacaban por esa virtud, no había espacio para los chivatos. Su campo de actividad era el contrabando de todo género de artículos demandados por la población y fueron protagonistas de un caso único en la historia de la marina mercante. Su tripulación en pleno cayó arrestada con su Capitán incluido, creo haya sido el caso más famoso, aunque después esa historia se repetiría con otra tripulación. Todos los que mantuvieron una actitud viril escaparon de condenas y solo los timoratos que aceptaron culpabilidad terminaron tras las rejas.


Motonave "Moncada".

El poder de Yero trascendía mas allá de la escala del barco, pudo ayudarlo el haber sido cuñado del General Rogelio Acevedo, pero esto es solo una suposición. Lo cierto es que en su barco no podía enrolarse un Juan de los Palotes sin que fuera aceptado por su fiel piquete. Quedando el buque “Abel Santamaria” fuera de servicio definitivamente, Yero se enroló inmediatamente en el buque “Frank País” y llevó consigo a mas del 70% de su tripulación. Sin yo solicitar vacaciones fui relevado por Arturo Escobar y me retiré del barco sin entregarle el cargo, ya he escrito sobre esto. Uno o dos viajes posteriores, Escobar lo dejó embarcado y Yero me solicitó salir de Primer Oficial con él. Conociendo sus antecedentes y por no simpatizar yo con ninguna de las piñas, rechacé su oferta. Razones me sobraban, cuando fui por mi ropa al “Frank País”, algunos tripulantes me reclamaron por la exclusión de varios “personajes” de las brigadas de guardia. Al revisarla, observé que se habían sacado de esas guardias al sobrino de Yero, quien viajaba como marinero de cubierta y era hijo de Rogelio Acevedo. La gente que me conoce sabe que siempre me opuse a esa práctica de conceder privilegios a quienes no les pertenece y que por donde quiera que pasaba, incluía a todo el mundo en esas guardias sin contemplación alguna. No pocos fueron los capitanes que apelaron por ciertos privilegios y chocaron con mi negativa. Mi justificación era simple, si yo, siendo Primer Oficial hacia mis guardias, por debajo de mi la debían hacer todos los de menor rango.

Otro de aquellos clanes con los que tuve la desgracia de navegar y buscarme muchos dolores de cabeza, fue a bordo del buque “Aracelio Iglesias” bajo el mando del Capitán Miguel Haidar. Las razones de su existencia eran muy distintas a las mencionadas con anterioridad, no había interés económico o político, aunque la mayoría eran militantes del partido. Este era un clan compuesto por chivatos y adulones del Capitán, quien entre otras cosas, los usaba para declarar parte de sus abultadas pacotillas. Haidar era un personaje que disfrutaba la adoración de estos chicharrones incondicionales, quienes de una u otra manera alimentaban su personalidad narcisista. No fueron pocos los encontronazos experimentados ante mi negativa a conceder privilegios.

La historia de este flagelo que azotó a casi toda la flota mercante cubana hasta el mismo instante de mi deserción es algo que no debe ser olvidado y debe ser mucho mas amplia que lo expuesto en este tema. No fueron pocas las personas perjudicadas y sueños destruidos por culpa de los cabrones que lo permitieron y su tropa de adulones.


Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2017-12-28 


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1 comentario:

  1. DE ACUERDO YO NO ERA DEL PCC NO pertenecia a a nimguna pina pero si era asi como usted dice no sabian nada pero eran del partido eso ocuria en el golfo de batabano con en jefe de maquinas

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