miércoles, 30 de agosto de 2017

POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS. (1) Caso “Reclamaciones y Lamentos”.



        POR LA SAGA DE LOS MARINOS CUBANOS. (1)                           Caso:  “Reclamaciones y Lamentos”.


Motonave "Uvero"

Para comprender el estado actual de indefensión, desamparo, miedos, corrupción, chantajes, sobornos, abandonos y otras calamidades de las que son víctimas los hombres de mar en Cuba, se hace necesario un breve recorrido por las generaciones que las antecedieron. Ese estado de orfandad tiene sus orígenes y los que hoy somos viejos, no dejamos de tener un alto grado de responsabilidad. No solo porque fuimos aceptando cada una de las condiciones adversas que nos fueron imponiendo, empeora el panorama el silencio, ese silencio cobarde que nos acompañó durante décadas. Mutismo que nos aferramos en mantener hoy, cuando aún podemos hacer alarde de estar viviendo y disfrutando de una libertad negada en nuestra tierra.

Algunos conocidos se han atrevido a pedirme silencio en honor a lo que ellos interpretan como “ética profesional”, no han logrado su objetivo porque eso que ellos llaman así, yo lo interpreto como cobardía. La historia no puede cambiarse, su pasado es imborrable. El presente resulta angustioso para aquellos que una vez soñaron con algo mejor y el futuro es impredecible. Nadie puede augurar lo que sucederá, la vida ha demostrado que su curso puede cambiar de la noche a la mañana.

He conversado o me han escrito muchos marinos activos en la isla, muchas veces con notas sobresaturadas de lamentos y yo los comprendo. Gente de diferentes generaciones que pagan por igual los errores cometidos por quienes los antecedieron, sin embargo, ninguno de ellos se atreve a acusarlos como causantes de sus desgracias.

Poco a poco nos fueron privando de todo y lo último que nos secuestraron fue la voz. Aquellos tiempos de reclamos colectivos resultaron efímeros, la etapa posterior correspondió a nuestra castración. No fuimos capaces de reclamar absolutamente nada que nos perteneciera por derecho y nos resignamos a aceptar todo lo que orientaban desde arriba, quizás del cielo. Fue así como arribamos a un punto sin regreso donde, cualquier iluminado en niveles superiores podía disponer de nuestras vidas. ¿Y nosotros? Bien y tú, guardando silencio.


Motonave "Jiguaní"¨

La ultima reclamación general a una disposición gubernamental de la que fui testigo (propuesta que aterrizo vía C.T.C y P.C.C), ocurriría en el ano 1971. El escenario correspondió al teatro de la Empresa de Navegación Mambisa y los actores pertenecían a la tripulación del buque “Jiguaní”. Allí se nos propuso descaradamente la renuncia a las horas extras, horas extras-pesadas, dietas existentes, etc. Se argumentaba que con la existencia del “Decreto Ley 270” (que garantizaba el cobro del 100% del salario en caso de jubilación o enfermedad), el trabajador no necesitaba de esos “vicios propios de una sociedad capitalista”. No se mencionó en momento alguno que se trataba de logros obtenidos por la clase trabajadora en sus tiempos. Como lo fue el diferencial azucarero luchado por los obreros del ramo o aquellos beneficios obtenidos por los trabajadores portuarios.

El debate producido en aquella asamblea fue muy enconado y caliente, se extendió más allá de las seis horas. La tripulación defendió aquellos derechos suyos valiéndose de todo tipo de argumentos, llegaron incluso a plantear ciertos trueques ante la verticalidad de los exponentes. Propusieron que a cambio dejaran de cobrar los mensajes radiotelegráficos, otros fueron más lejos y pidieron que les dieran los cigarros gratis, etc.

Más allá de las doce de la noche y cuando no se impuso ningún acuerdo de las partes, aquella asamblea fue concluida sin que se estableciera un compromiso de respuesta por la parte gubernamental. Resultados finales; A partir del siguiente pago desapareció de las nóminas los puntos señalados en aquella asamblea sin que brillara explicación alguna. “Nos la metieron sin vaselina” y se impuso el silencio.

Para el año 1973 fue derogada la Ley 270, argumentándose que el Estado no podía soportar su carga económica. Lo cierto fue que durante el tiempo que se mantuvo activa, no recuerdo si dos años, se realizó una campaña nacional para erradicar aquellos logros obtenidos por la clase trabajadora. Se trató de una trampa en la que el principal cómplice fue Lázaro Peña.

Por el año 1975 fui testigo de otro reclamo colectivo a bordo del buque “Renato Guitart”, esta vez fue en contra del Capitán Pedro J. Ferreiro Casas. Corrían tiempos donde aún existían verdaderos hombres en nuestras naves, espero no se sientan ofendidos con esta expresión, pero no podemos ocultar la verdad. Luego tripulamos naves repletas de conformistas y timoratos que lo aceptaban absolutamente todo. No es menos cierto que existieron las condiciones idóneas para esta especie de “rebeldía”, la misma fue apoyada por el secretario del partido a bordo, me refiero al cocinero Expósito. ¿Cuál fue el problema? Al parecer insignificante, pero no fue así. 

En el viaje anterior al mencionado, Ferreiro no quiso comprar comida en España, alegando que existía buena asignación de dinero para el avituallamiento en los países socialistas. Era cierto, la plata del CAME duplicaba a los dólares, pero las ofertas encontradas en Bulgaria, Rumania y la U.R.S.S. fuero ridículas, muy pobres y de mala calidad. Como resultado de aquella decisión de Ferreiro, nos pasamos todo el viaje de regreso comiendo frijoles blancos (judías) durante el tiempo que duró la navegación hasta Cuba. Indudablemente escapamos porque el partido se involucró en aquella justa demanda. ¡Claro! Hombres como Expósito desaparecieron de la nómina partidista.


Motonave ¨Renato Guitart ¨

¿Qué vino después? La suma de tripulaciones que aceptaban todo pasivamente, gente que se dedicaba a levantar las manos para aprobar la compra de sogas para sus pescuezos y las de generaciones futuras. Actuaban esos capitanes por patriotismo, me refiero a la de someter a sus tripulaciones a una austeridad extrema en aras de una causa noble. ¡Absolutamente, no! La mayoría de ellos eran oportunistas que en ocasiones no militaban en el partido y solo deseaban llegar a La Habana con un informe donde se reflejaran esos ahorros buscando méritos personales. Ladrones y corruptos que se fueron imponiendo a lo largo de toda nuestra historia.
Cuando ya no quedaban entre las piernas los ganchos que delataran una vez existieron testículos, quedamos a merced de la voluntad gubernamental, quien dispuso a su antojo de nuestras vidas. 

Llegar a un puerto luego de una larga travesía y no encontrar dinero para pagarle a los tripulantes o avituallar la nave, fue una situación muy común en mis últimas navegaciones. Más común fue observar a decenas de hombres aceptar pasivamente, por no decir cobardemente, las angustias que debía vencer. Esa práctica realizada por decenas de años, fue el legado que dejamos a las nuevas generaciones de hombres de mar. Los escucho o leo con mucha paciencia, los comprendo, ellos han tomado la antorcha que les entregamos en esta dura olimpiada que no dice cuándo va a terminar.



Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2016-08-23


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