lunes, 3 de julio de 2017

UN BISTEC PARA EL PRACTICO



UN BISTEC PARA EL PRACTICO



Motonave "Pepito Tey", escenario de esta historia.


- ¡Adelante! Casi gritó ante los insistentes toques en la puerta de su camarote.

-Buenos días, Capitán. Saludó el visitante una vez adentro, era un hombre de figura estrafalaria que vestía un delantal embarrado con gotas de sangre, como si hubiera terminado de cometer un asesinato. Llevaba puesto el gorro de cocinero establecido por el reglamento, una especie de butifarra plisada que se ampliaba en el tope y debía tener la figura de un ridículo hongo. Solo que esta vez se negaba a mantener el equilibrio y estaba más inclinada que la Torre de Pisa. En sus manos cargaba un diminuto paquetico y no logró despertar la curiosidad del Capitán, quien tampoco apartaba los ojos de un montón de panfletos entregados hacia unos momentos por el Primer Oficial.

- ¿Qué te trae por aquí, Rufino? Preguntó sin dirigirle la mirada.

-Capitán, vengo a hacerle entrega formal del bistec para el Práctico de Panamá.

- ¿Cuántos bistecs traes?

-Uno solo, Capitán, como es la costumbre.

- ¿Y si viene acompañado por un agregado? Ha sucedido otras veces.

- ¡Que se joda! Eso no estaba acordado en nuestros planes. Además, nuestros agregados tienen que trabajar en la cubierta cuatro horas y lo que les pagan es una mierda.

-Rufino, ¿está usted cuestionando las disposiciones y regulaciones de nuestro Estado? Al escuchar aquellas palabras un gélido espasmo invadió todo su cuerpo y le provocó temblores. Se arrepintió de aquellas peligrosas palabras pronunciadas y prometió pensar un poco más antes de hablar.

-Usted me conoce y sabe que estoy dispuesto a dar mi vida por esta noble causa. El problema es un poco más difícil de lo que usted piensa, no ha sido fácil dividir el ultimo trozo de carne entre toda la tripulación y agregarle de paso a un individuo que ni siquiera conocemos, tal vez sea un enemigo de la revolución.

- ¡Ten cuidado como hablas, Rufino! Acuérdate que los mamparos tienen oídos y siempre están dispuestos a combatir nuestros enemigos. ¡Hazme un favor, guárdalo en el refrigerador!

- ¡Tampoco así, Capitán! Ya sabe, corren tiempos muy difíciles.

- ¿De qué hablas, Rufino?

- ¿Y si se lo roban? Yo quisiera que se levantara un acta de entrega.

- ¡No jodas, Rufino! ¿Un acta de entrega por un puto bistec?

- ¡Como lo oye, Capitán! Yo no me hago responsable de lo que pueda suceder después, usted vive apartado en este palomar y yo vivo en la chusmita, conozco de cerca el material humano enrolado en este buque.

- ¡Coño! Esto no me había pasado en los años que llevo navegando. De mala gana y algo enojado tomó el micrófono del intercomunicador localizado encima de su buro y accionó un interruptor para activarlo. -Su atención compañero Sobrecargo, presentarse en el camarote del Capitán. No invitó a sentarse al mayordomo por temor a que le ensuciara los muebles y Rufino permaneció parado al lado de la puerta como una estatua esculpida con trabajo voluntario. Toc, toc, toc. - ¡Adelante!

- ¡Diga, Capitán!

-Bicicleta, hace falta que te sientes junto a la máquina de escribir, vamos a levantar un acta de entrega. Bicicleta lo miró sorprendido a través de sus espejuelos con cristales fondo de botella de producción nacional, pensó lo peor y por la mente le corrió como un torrente de aguas albañales la idea de que Rufino había sido sancionado. Sin saludar al mayordomo en supuesta desgracia, se sentó frente a la máquina de escribir y esperó por el dictado del Capitán. Se escuchó un rápido teclear, debió estar escribiendo la fecha y encabezamiento a documentos oficiales, pensó el pobre mayordomo y no se alejaba de la realidad.

Océano Pacifico. - Diciembre 24 de 1973


Del.- Capitán de la motonave “Pepito Tey”

Al. – A quien pueda interesar.
Ref.- Mayordomo Humberto Rufino.
Ast.- Acta de entrega de un bistec para el Práctico de Panamá.

Por este medio hacemos constar que, en el día de la fecha señalada, se presenta en mi camarote el tripulante mencionado en la línea de referencia. El citado compañero, quien ocupa la plaza de mayordomo, como aparece reflejado en el encabezamiento de esta acta, es además un disciplinado y laborioso militante de nuestro Partido Comunista. El mismo hace entrega formal de un bistec que, será destinado al almuerzo que se ofrece al Práctico durante nuestro cruce por el Canal de Panamá. El mencionado bistec, se mantendrá bajo la custodia del Capitán de este buque hasta el momento de ser cocinado.


Sin más nada que mencionar al respecto, firmamos la presente…

- ¡Un momento, un momento, un momento! Faltan datos en esa acta. Intervino Rufino y el Sobrecargo detuvo el tecleado. De continuar escribiendo, significaba que se vería obligado a usar corrector y estaba consciente de que ninguna acta de entrega sería aceptada con borrones.

- Y ahora, ¿qué pasa, Rufino? Preguntó el Capitán enojado.

-Falta la posición geográfica del buque, rumbo, velocidad y estimado de arribo a Panamá. Dijo el mayordomo con voz temblorosa.

- ¡No jodas, Rufo! Tú no estas entregando un tanque de guerra, es un simple bistec. El Sobrecargo eligió permanecer callado y no intervenir en aquel disparatado asunto.

- ¡Eso piensa usted, Capitán! Como está la situación en nuestro buque, este bistec tiene más valor que un tanque de guerra. Mientras pronunciaba aquellas palabras, extendió la palma de su mano para mostrar el paquetico cuidadosamente envuelto.    - ¡Además! Usted sabe perfectamente como son la gente de la Gestapo en Cuba y cuando viene a ver, voy becado para el Combinado del Este sin comerla ni beberla.

- Compañero Rufino, ¿usted pone en dudas el trabajo realizado por los camaradas del Ministerio del Interior? Ambos tuvieron que detener aquel diálogo y el Capitán pasó al interior de su dormitorio. Bicicleta se paró frente a la ventana y respiró profundamente. El mal olor era insoportable y ellos lo comprendieron, Rufino fue traicionado por los nervios y se le escapó un gas. -¡Coño, mira que eres terco! Terminando de decir aquellas palabras descolgó el teléfono, marcó el número del puente y le dio vueltas al magneto para llamar. El Sobrecargo firmó como testigo y finalmente el bistec fue acomodado con dulzura dentro del pequeño refrigerador del Capitán.

- ¡Asere, que tronco de hambre tengo! Le dijo un timonel a uno de sus amigos mientras trabajaban en la popa del barco.


-Yo estoy partío, diera cualquier cosa por jamarme un bistec con papas fritas. 

-Por las papas no respondo, ya sabes que no hay a bordo, pero el bistec, lo que se dice un bistec, eso está al alcance de nosotros.

- ¡No jodas, men! Parece que el troncho te tiene delirando.

- ¡Oye! No comas mierda, yo sé lo que te estoy diciendo. Podemos comernos un bistec entre los dos y matar esos antojos que nos torturan.

-Estás loco de remate, no hay carnes en las neveras, solo latería.

- ¡Mira, bobo de la yuca! Yo me las sé todas en este buque. Los otros días el Trucu me dijo que Rufino subió un bistec para el camarote del Capitán.

- ¡No jodas! Coño, que chicharrón es este mayordomo de mierda y nosotros rompiéndonos el culo en esta podrida cubierta. ¿Qué propones?

- ¡Vamos a facharnos el bistec!

- ¡Asere! Eso es peor que asaltar un banco en la yuma, puede ser considerado contrarrevolución. Tu sabes cómo funcionan las cosas del lado de acá. Y si así fuera, ¿Cómo pensarías robarlo?

-Yo sabía que te ibas a interesar con lo jamalón que eres. ¡Es fácil! Vamos a esperar el día de cine, la gente estará entretenida disparándose la puta película rusa y es ahí cuando actuamos. ¿Qué te parece?

-No esta tan difícil, ¿cómo lo cocinamos?

-Cuando todos estén dormidos lo freímos en el calefactor portátil que tengo en mi camarote. 

- ¡No hay más nada que hablar! Consorte, hay que guardar mucho silencio si no quieres ir para el tanque.

-¡Hecho!

- ¡Compañero secretario del partido, presentarse en el camarote del Capitán urgentemente! Se escuchó por todas las bocinas del buque y la tripulación comprendió que se trataba de algún asunto sumamente grave e importante. Toc, toc, toc. - ¡Adelante!


- ¡Usted dirá, Capitán!

-Regino, ha sucedido algo gravísimo, yo diría que un acto contrarrevolucionario.

-Si no me explica, no llegaré a comprender.

-Se han robado el bistec que estaba asignado para el Práctico de Panamá. ¿Se imagina eso? El enemigo pensará que estamos pasando hambre cuando le pongamos a comer tronchos de pescado como nosotros.

- ¡Coñóooo, que situación más delicada! ¿Cuándo fue la última vez que usted vio al mencionado bistec?

-Tuvo que haber sido el día de la película, estaba aquí, en ese rinconcito del congelador. Respondió cuando abrió la puerta del aparato y señalaba con el dedo el lugar donde Rufino lo había acomodado.

- ¿Quiénes más sabían de la existencia de ese bistec?

-Bueno, que yo sepa, Rufino y Bicileta además de mí, pero yo estoy convencido de no haber sido autor de un auto robo.

-Es muy grave, pudiera asegurarse que se trata de un acto de contrarrevolución y que tenemos enemigos infiltrados en la nave.

- ¿Qué propones hacer?

-Por lo pronto, vamos a reunir a toda la tripulación inmediatamente en el salón. ¡Convócalos por el intercomunicador ahora mismo! Un segundo después se escuchó la voz del Capitán por todas las bocinas del buque y los tripulantes se dirigieron al salón como pedían.

- ¡Atiendan acá, compañeros! Hoy se ha producido un hecho verdaderamente vergonzoso en nuestro buque, yo me atrevería a calificarlo de grave connotación política y hasta contrarrevolucionario. Al pronunciar aquellas palabras a modo de introducción, se produjo un profundo silencio en el salón que solo era roto por los bom, bom, bom de la máquina principal. -Alguien de esta tripulación ha entrado en el camarote del Capitán durante un momento de descuido o negligencia de su parte y se ha robado el bistec que la revolución tenía asignado para el Práctico de Panamá. El núcleo del partido procederá a reunirse una vez concluida esta asamblea relámpago, allí determinaremos las medidas a tomar antes de llegar a Cuba. Esta vez su pausa fue más prolongada que lo habitual y no se hizo esperar la participación de los tripulantes más combativos.


-Yo creo que es una vergüenza que hechos como este sucedan en el seno de una tripulación tan sacrificada y propongo que se tomen algunas medidas. Intervino Mongo Karate y se detuvo con la finalidad de conocer si eran aceptadas sus palabras.

- ¿Cuál es su proposición, compañero Mongo?

- ¿Cuándo suponen que ocurrió ese acto contrarrevolucionario?

-Pensamos que tuvo lugar en horas de la tarde de ayer.

-Yo propongo que se recoja una muestra de las heces fecales de cada tripulante y entregarlas al Ministerio del Interior inmediatamente que recalemos a Cuba.

- ¡Eso es una locura! Dijo alguien desde el fondo del salón sin pedir la palabra.

- ¿Quién hablo por allí? Dijo el secretario del partido señalando al lugar desde donde se escuchó la voz.

- ¡Fui yo, camarada!

- ¿Por qué piensas que es una locura?

-Aquí todos saben que esa gente sube al buque a chupar, pedir y tratar de decomisar cualquier cosa para quedarse con ellas.

-Parece mentira que un miembro de nuestra honrosa juventud comunista, piense de esa manera de nuestros combatientes.

-Bueno, imaginen que no se lleven nada y sean unos angelitos como manifiesta el secre. ¿Creen verdaderamente que esos gallos andarán por la calle con una caja llena de mierda?

-¡Compañeros, les sugiero un poco de moderación y respeto, estamos tratando un asunto muy importante!

- ¡Okey! Cagamos para entregar la mierda y se la lleven a un laboratorio. ¿Con que la recogemos? Reinó nuevamente el silencio y la mirada del secretario se posó involuntariamente en el rostro del contramaestre.

-Yo puedo ordenarle al pañolero que corte 35 tablitas con la sierra y le entregue una a cada tripulante. Se escuchó un estruendoso aplauso por parte del personal de cubierta. Estaban convencidos de que esa tarea se incluiría como un punto más para la emulación socialista.

-¡Muy bien, muy bien, muy bien! Solo que todo eso no es tan jamón como lo están pintando. ¡Vamos a ver! El compañero pañolero se toma en serio su trabajo y confecciona las 35 tablitas para recoger la mierda, mi pregunta es la siguiente; ¿Dónde la guardamos?

- ¡Coño, compañero! No comencemos nuevamente a sembrar dificultades, es muy fácil responder esa pregunta, el enfermero les suministrará un pomito adecuado para guardarla.

-¡Un momento, un momento! Acuérdese que usted mismo me ordenó entregar esos pomitos acumulados como materia prima en La Habana. Intervino el enfermero de a bordo.

-Bueno, entonces esa tarea pasa a manos del mayordomo, él les entregara laticas de leche condensada y ya veremos como las tapamos. Yo creo que con un pedacito de plástico sujeta con una liga es una opción.

-¡No hay ligas a bordo! Casi gritó Bicicleta.

-Es que no han pensado en otro detalle a tener en cuenta, en este barco los baños descargan con agua salada y la mierda puede contaminarse con ella. No solo eso, en el laboratorio puede aparecer que comimos langosta o pescado. Dijo otro marino sin pedir la palabra.

-Vamos a suspender esta reunión para que no tome el mismo curso de las anteriores, los compañeros del partido deben subir al salón de oficiales para analizar la situación.

-¡Antes de que acabe! No hay laticas de leche vacía, hace día que estamos preparando leche en polvo de un saco que sacamos de la carga el viaje pasado.

-¡Oká, camaradas! Vamos a suspender esa asamblea relámpago, no vamos a estar hablando de mierda toda la tarde.

-¿Y si nos ponemos a pescar cuando fondeemos? Hubo silencio total y la reunión se dio por concluida.

Aquella tarde nos reunimos varios aficionados a la pesca en la popa del buque, alguien llevó una grabadora y acompañados por la música tiramos nuestros cordeles. En mi nylon se enredó una caguama, suficiente carme para que comiera la tripulación y el Práctico de Panamá, yo me quedé con unos doscientos huevos que traía.



Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2016-05-17


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