Motonave "Pepito Tey", escenario de esta historia.
Si no fuera por lo bruto que era, yo hubiera pensado
que se trataba de un agente de la CIA, pero estaba obligado a descartar esa
loca idea, Chocoleito era militante del partido comunista. Me cayó mal desde
que arribó al buque y estacionó su viejo Fiat al lado de la escala real.
Tampoco comprendo por qué no había aduanero en ese muelle, estábamos atracados
a un costado de la termoeléctrica de Regla. Sin piedad alguna y sin habernos
sido presentado a la tripulación, Chocoleito bajó con el “portafachos”
sobrecargado. Por la tensión de los tendones de su mano derecha, pude
comprender que estaba pesada la carga de su interior. Samsonite nunca imaginó
que aquellos pequeños maletincitos, diseñados para transportar folios, tuvieran
un uso tan diferente al de sus propósitos. ¡Mira que cargaron “fachos”!
Es muy probable que estuviera repleto de botellas de
ron Havana Club, se lo llevaban por cajas a los capitanes para uso de
representación. Aunque trató de ocultarlo envuelto en un trozo de papel kraft,
se llevaba también una pierna pequeña de puerco, como ese papel era bastante
grueso se desdobló y dejó a la vista un pequeño hueco para que yo viera,
“accidentalmente”, como el Capitán del barco se robaba algo que era de consumo
colectivo. Su jeva, una trigueña monumental, llevaba también las manos ocupadas
con otros productos “decomisados” a la tripulación, todas estibadas correctamente
en una bandeja que perdería su camino de regreso a la nave.
-¡Mira a este hijo de puta! Se acaba de enrolar y ya
está robando la comida de nosotros. Le dije a otro marino que se encontraba de
guardia en el portalón. El marino era mudo y solo miraba, prefirió mantener
silencio, era militante también del mismo partido, el único que hay.
Ambos tenían muy buen equilibrio y descendieron sin
tocar los pasamanos, no podían hacerlo. Abrió su vieja cafetera marca Fiat en
forma de huevito y pintada de naranja donde metió todo lo hurtado. Ella entró
al auto como si se tratara de la carroza de una reina, mientras él reposaba un
ratico por el esfuerzo realizado. Dio dos o tres pasos por el muelle y fingió
mirar el calado del barco, como queriendo vender la imagen de que estaba
trabajando, como si yo fuera a creerle. Luego de un respiro regresó nuevamente
y la escala temblaba en cada paso que vencía, yo la mantenía separada del
muelle, no para evitar que las ratas nos abordaran, creo que lo hacía para que
no desembarcaran las que teníamos a bordo y eran de diferentes nacionalidades,
evitaba simplemente una guerra.
Pasó a nuestro lado sin mirarnos, menos aún
saludarnos y se perdió por la puerta de acceso a la superestructura. Unos
minutos después, solo unos minutos, porque debo agregar que era muy rápido,
volvió a pasar a nuestro lado con dos cajas de cerveza de veinticuatro
botellas, una en cada mano. Bajó rapidísimo la escala, tenía muy buen
equilibrio, acuérdense que no podía agarrarse de los pasamanos. Guardó con rapidez
su botín y se perdió en su huevito marca Fiat pintado de naranja a brocha con
la misma pintura usada para los botes salvavidas. ¿De dónde la habrá robado? No
pudo ser de este barco, solo lleva pocos días enrolado. Me pregunté y respondí.
¡Ahhhhh! ¿Qué se piensa este hijoputa? ¿Qué solo él puede robar en su calidad
de Capitán y militante del partido comunista? Debo corregir lo manifestado
antes que ustedes me llamen la atención, los militantes no robaban, ellos
cometían errores, ladrones éramos nosotros, “los simples”, los que no
pertenecíamos a nada.
El ambiente estaba tranquilo, era domingo y se
respiraba paz. No era el día apropiado para los inspectores de la empresa, los
imaginaba en la playa disfrutando el día con sus hijos, esposas o queridas.
Solo necesitaba andar hasta la proa del barco y doblar a la izquierda, allí
esta una callecita que se llama “La Piedra”. A mediación de cuadra vivía un
primo mío que era marino también y había navegado en este barco cuando aquel
bateo en Chile. Le dije que se acostara bien tarde porque pasaría a
suministrarle algunos productos de consumo humano y él no se opuso. Llevaba
varios años sin navegar y trabajando en la tienda donde nos vendían los
uniformes. Era un trabajo monótono y aburrido, no tenían mucho para vender,
solo eso, uniformes. Allí se mantuvo mucho tiempo y quizás mataba su tedio
cotidiano en los viajes que hacía desde Regla hasta el Capitolio. No necesitaba
extender el viaje, todo podía ocurrir dentro de la lanchita o en la guagua,
nuestro mundo era muy reducido y rico. Esa noche y ayudado por el marino que
estaba conmigo en el portalón, personaje al que pude captar sin ningún
esfuerzo, realizamos el corto recorrido con el triple de la carga llevada por
Chocoleito, era lógico.
Luego me cayó más mal por millones de accidentes, por
llamarlo de alguna manera, que fueron sucediendo durante el viaje. Chocoleito
era un atentado a la inteligencia humana, un crimen perpetrado contra nuestra
profesión gracias a su militancia, insisto.
- ¡Segundo, prepare la travesía para un viaje hasta
Beirut! Ese era mi trabajo a bordo y lo amaba, lo dominaba perfectamente, lo
vacilaba. En las tardes de guardia fui seleccionando todas las cartas náuticas
necesarias para el viaje, Pilots Charts del mes para informarme, etc. Siempre tuve
por norma preparar tres derrotas diferentes de acuerdo con la época del año y
se las mostraba al Capitán en una carta general antes de proceder a trabajar
con los cuarterones. Antes de llegar a ese paso final, era de suponer que había
consultado sobre las corrientes y vientos dominantes, trataba en lo posible de
evitarlas, me tomaba muy en serio mi trabajo.
- ¡No! ¡Tome como punto de recalada al Cabo de San
Vicente! Lo dijo con una firmeza terrible, creo que logró hacerme temblar con
aquello que muy bien pudo ser un acto de locura. En su oficina se encontraba un
Capitán inspector de nuestra empresa, sobre la mesa y frente a él, tenía un
vaso a medias con cerveza. Ya estaba por sonar la campana del almuerzo, horario
elegido para visitarnos por cuanto inspector de asuntos sin importancia
existían.
- ¿Cabo de San Vicente? Pero si vamos para el
Estrecho de Gibraltar. Aquello se escuchó con el tono de una súplica y el
Capitán visitante me miró fijamente a los ojos, no intervino para nada. Yo les
imploro a todos ustedes que miren en un mapa y traten de encontrar una relación
entre el punto elegido para recalar y el Estrecho de Gibraltar. Imagino que
deseara llegar hasta allí por algún interés particular y mi mente enferma
elaboraba ideas absurdas. Me encontré en la proa del buque fondeando el ancla a
solo una milla de la playa y luego, dirigirme hasta la orilla para cargarlo de
mujeres portuguesas, ellas pasarían varios días con nosotros en constante y
escandalosas orgías. Regresaba nuevamente al presente, sabía que estaba
equivocado, mi mente se encontraba enferma y saturada de prejuicios insanos.
-Tampoco me gustan esas derrotas, ¡planifique una por
aquí! Me dijo posando su asqueroso dedo sobre la carta ante la mirada estúpida
del Capitán inspector. Sentí deseos de cagarme en la reverendísima puta de su
madre, pero conté hasta cien, ya pesaban en mi expediente varias evaluaciones
políticas negativas. Al carajo se fueron todos los cálculos de las derrotas
ortodrómicas realizadas con las tablas HO 214, ¿Qué carajo pudieran imaginar
los nuevos navegantes? Cuando aquello no existía la navegación por satélite y
todo se calculaba a golpe de coco. Los más brutos planificaban esas derrotas
con el uso de cartas gnomónicas, pero no deseo entrar en detalles que los
lectores no comprenderán.
¿Mentarle la madre? Era para reventarle la cabeza a
ese estúpido hijoputa. Pues esa fue la primera barrabasada realizada por ese
imbécil con carnet del partido y por curiosidad, me dedique durante todo el
viaje a contar las millas navegadas de más por la confección de malas derrotas.
¡Voilá!
La asamblea de “Emulación Socialista” se realizaban
mensualmente, era una de las vías para caernos a mentiras y mantener la mente
de los hombres ocupadas en tonterías para que no pensaran en cosas importantes.
¡Cómo se hablaba mierda en ellas! Me molestaban también por tratarse de un
tiempo robado a mi descanso. Para montar un teatro y darle solemnidad a la
escenografía, deben buscar a un dirigente comunista de cualquier nivel. Tú
sabes que estas asistiendo a una parodia de mierda y ellos insisten en
presentarla como un clásico. Bueno, casi siempre nos premiaban con dos
cervecitas que aceptábamos con la mansedumbre de los animalitos en un circo.
-Por la parte de máquinas, hará lectura de su informe
mensual el compañero Jefe de Máquinas. La presentación la hizo el secretario
del partido, era un mulato enfermero de apellido Carrión, nunca se me olvidó,
lo identificaba con ese famoso escritor cubano. Para esas fechas no habían
arribado a nuestras naves los “comisarios políticos”, con ellos fue peor la
cosa. Carrión ocupó unos años más tarde la secretaria del sindicato de nuestra
flota, vago, descarado, demagogo y arrastrado, esas fueron sus principales
virtudes.
- ¡Compañeros! Comenzó el Jefe de Máquinas, no
olviden que es muy importante y casi obligatoria esa palabra, tanto, que la
detesto al escucharla. A continuación, procedo a leer el informe del
cumplimiento y sobrecumplimiento de nuestro plan de trabajo.
1.- Nuestro departamento ha ahorrado este mes 1.5 Tm
de combustible. ¿Ustedes se preguntarán como lo lograron? Entonces detuvo su
lectura para explicarnos con lujos de detalles.
A).- Colocamos laticas de leche en todos los puntos
donde fueron detectados salideros y son supervisadas en todas las guardias de
los engrasadores para colectar el combustible. No mentía el cabrón, un día tuve
que bajar al departamento de máquinas y observé que los generadores estaban
artísticamente decorados, incluso, algunas de aquellas laticas conservaban sus
etiquetas rojinegras con el nombre “Sierra Maestra”. ¿Se acuerdan de aquella
leche condensada rusa que nunca tuvo fecha de vencimiento? ¡Esas mismas! Estuve
a punto de preguntar, ¿Por qué no compraban juntas y válvulas para evitar esos
salideros? Pero me detenía la idea de ser acusado como gusano, si yo hacía ese
planteamiento le estaba restando interés a la “emulación socialista” y privaría
a los engrasadores en su participación. ¿Cómo medían la cantidad de combustible
recaudado? Imagino al maquinista de guardia utilizando litros y luego haciendo
la conversión matemática para llevarla a galón y posteriormente al sistema
métrico decimal.
B).- Hemos apagado bombillas innecesarias en todos
los pasillos del buque, con el ahorro de tantos watts por hora logramos reducir
tantos galones de combustible al día, semana y mes. No mentía el cabrón, había
una oscuridad en todo el buque del carajo, pasillos que metían miedo como
cualquier calle de La Habana Vieja donde podías ser asaltado a media noche.
C).- Le bajamos dos grados al termostato de la
calefacción y eso se traduce en ahorro de electricidad, lo que supone a la vez
un ahorro significativo de combustible. Tampoco mintió el cabrón, estábamos
sufriendo de un frío inusual dentro del buque.
Y así, fue leyendo toda una lista de disparates hasta
el final de su informe que fue cerrado con una estruendosa ovación y aplausos
por parte de su personal subordinado, quienes estaban dispuestos a pelear esa
emulación al precio que fuera necesario. ¡Qué manera de comer mierda!
-Ahora le damos la palabra al compañero Capitán, él
nos leerá el informe sobre el cumplimiento del plan de trabajo por el
departamento de cubierta. Intervino Carrión y tuve deseos de preguntarle si ese
informe no debía ser leído por el Primer Oficial, se supone sea el jefe de ese
departamento. Me contuve de hacer la pregunta y ser señalado como conflictivo,
también los comprendía, ese oficial no era militante del partido y esta batalla
era solo entre compañeros comunistas, ellos debían ser los que recibieran el
premio que se otorgaría. Además, al que le pique el culo, que se arrasque.
-¡Compañeros! El personal de cubierta logró rescatar
10 patecas y cuadernales de las usadas en los puntales de carga. Eso representa
un ahorro en divisas de unos $1000 dólares. Hoy no recuerdo el precio exacto de
cada una de ellas, pero aquello no podía ser considerado logro alguno, más bien
motivo de sanción al pañolero y contramaestre por abandono. Pero bueno, es algo
similar a las laticas de leche y la emulación.
2.- Se saneó y pintó tantos metros cuadrados de la
cubierta principal. ¿Y esto? ¿De qué coño estamos hablando? Eso forma parte del
contenido de trabajo de la marinería y por ello recibe una paga. Tampoco
protesté.
3.- Ahorramos unos $300 dólares en gastos de víveres.
En ese punto era para matarlo al igual que a muchos capitanes de la flota.
Sometían a sus tripulaciones a condiciones de austeridad extremas con la
finalidad de obtener méritos personales.
¡Claro! Todo eso después de llenar los refrigeradores
de sus camarotes con comida. Deben sumar a ello que nunca se iban tampoco con
las manos vacías, además de la comisión que les entregaban, compraban en muchos
casos comida de pésima calidad y en las facturas aparecían con precios de
primera. Es de suponer que esa diferencia iba a parar al bolsillo de capitanes
y sobrecargos, pueden existir excepciones. El que dejara caer un bombazo de
esos en una asamblea, sabía que moría quemado como el indio Hatuey. Continuó
leyendo hasta el final su estúpido informe y para concluir, manifestó que los
ahorros realizados por el departamento de cubierta duplicaban a los de
máquinas. Allá aplaudieron los imbéciles hasta que les ardieron las manos, la
gente estaba esperando con ansiedad las dos cervecitas para luego irse al
carajo. Todos sabían que se mentía a diestra y siniestra, pero nadie estaba
para buscarse problemas. Todo estaba cuadrado y el secretario del sindicato, el
baboso de Carrión, dio sus conclusiones.
- ¡Compañeros! La secretaría del sindicato en pleno y
con la aprobación del núcleo del partido (la misma mierda), acordó por
unanimidad que el ganador de la emulación socialista este mes es…… ¡El
Departamento de Cubierta! Lo expresó con la misma emoción que se anuncia a una
Miss Universo y todos los carneros aplaudieron.
¿Lo cierto? Ya les dije que me dediqué a contar las
millas navegadas de más debido a la confección de malas derrotas. Durante ese
corto viaje pude sumar unas doscientas cincuenta millas navegadas
innecesariamente. Saquemos un poco de cuentas, aquel barco navegaba diariamente
unas 300 millas a una velocidad de 12.5 nudos, durante ese recorrido consumía
un 25 Tm de combustible. Podemos llegar a la conclusión de que, si para
recorrer 300 millas gastaba 25 Tm, ¿Cuántas gastaría para recorrer las 250
millas mencionadas? Si hacen los cálculos encontraran la cifra de 20.83 Tm.
extras de combustibles consumidas por ese Capitán. Por aquellos años el precio
de la tonelada métrica de combustible andaba por los $200 dólares, o sea, hablamos
entonces de un gasto adicional de $4,166 dólares. ¿Qué les parece? Y aquel
comemierda colgando laticas de leche, apagando bombillos y bajando la
temperatura de la calefacción. Estas son las situaciones surrealistas adorables
del comunismo y les cuento más, esa cifra de 250 millas fue poca porque se
trató de una navegación a Europa. Yo continué contando millas de más y hubo
oportunidades de viajes a Japón donde llegué a contar más de 360 millas, todo
un día de navegación para un buque con 15 nudos de velocidad y un consumo de 30
Tm. de combustible.
-Mister Pailot,
yu laik chocoleito? Aquel Práctico holandés me miró
seriamente antes de contestarle.
- ¡Yes! No le agregó una palabra a su respuesta.
- ¡Yes! Mister pailot quiere chocoleito. Dijo muy
emocionado mientras se dirigía al agregado de cubierta que hacia la guardia
conmigo. -¡Vaya a la cocina y dígale al cocinero que le manden chocoleito al
Pailot! Eudis me miró y trató de contener la risa, yo sabía que tendría carga
para cortarle leva cuando terminara la guardia.
-Yo creo que su Capitán debería hablar mejor con
señales de humo. Me dijo el Práctico cuando el imbécil abandonó el puente.
Luego me enteré de que lo habían sancionado y bajado
de cargo, más tarde escuché que había salido para España y perdí su rastro,
debe mantener un perfil bajo.
“Perdonar a estos hijoputas es cosa de Dios, ponerlos
en sus manos es cosa mía”. No porque estén en el exilio son buenos, nunca lo
fueron y dejaron tras de sí una larga estela de daños y sueños destruidos.
A Portela, Capitán “Chocoleito”. Como se merece.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2016-05-06
xxxxxxxxxxxxxx
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