sábado, 22 de julio de 2017

¡CAMARERAS A BORDO!


¡CAMARERAS A BORDO!


Buque de pasaje África-Cuba

No podrá escribirse la historia de la marina mercante cubana ignorando la presencia de las mujeres a bordo, unas veces como camareras y otras como camaroteras. Fueron muy pocas las que escalaron a niveles superiores en las hojas de enrolos de nuestras naves, me refiero a las Sobrecargos y luego a las graduadas de Pilotos. 

El primer ingreso masivo de mujeres a nuestra marina se produjo por el año 78, fueron enroladas en viajes de adiestramiento a bordo de los buques África-Cuba y XX Aniversario. Se convertirían de esa manera en las pioneras y las que abrirían paso, no sin burlar prejuicios, injusticias, difamaciones y todo tipo de atropellos, que servirían para imponerse y tenderle de esa manera un puente de acceso a las futuras aspirantes a este rudo oficio.


Como sucede en la viña del señor, no podía exigirse uniformidad de virtudes, méritos, moral, belleza, raza, talla, edad, etc. Estaban representadas todas las capas sociales en aquellos grupos compuestos por madres, jóvenes, mujeres maduras, solteras, casadas, serias, aventureras, ardientes, frígidas, libertinas, reservadas, apolíticas, chivatas. En esos grupos podía identificarse fácilmente a jóvenes de origen humilde, pobres, muy pobres, madres solteras y seres que pretendían luchar por labrarse un futuro o el de su familia. Una cantidad inferior correspondía a muchachas hijitas de papá o que alguna vez pertenecieron a una clase media que se iba borrando para imponer las que se manifestaron posteriormente, la de abajo y la de arriba, la de los simples y la de los militantes.


Navegar es una aventura y quien elige esa vida debe tener un mínimo de alma aventurera, aunque pudieran negarlo actualmente, ellas lo fueron como todo hombre de mar. 


Su presencia a bordo provocó una ruptura indefinida en la vida monótona del hombre de mar y aportó infinidad de beneficios sin que se lo propusieran. Hablemos de una notable mejoría en el lenguaje utilizado por rudos hombres para comunicarse entre ellos, mejoras en el cuidado del aspecto personal y limpieza de los camarotes, etc. Los barcos comenzaron a experimentar cierto aire femenino ausente durante decenas de años y las flores adornaron nuestros salones, además de brillar mucho más que cuando eran dominio exclusivo de los hombres.


¡Ohhh! También se produjeron infinidad de contratiempos, no cabe la menor duda y no quiero o pretendo justificarlas ahora, solo las sitúo en el tiempo y ese espacio tan reducido que es un barco en medio de cualquier océano. Para muchas, estar en medio de tantos hombres sedientos de sexo por sus extendidos periodos de abstinencia sexual, aquello que muy bien pudo ser un paseo o aventura, se transformaba con facilidad en un infierno. Fueron objetos de un despiadado acoso sexual que, muchas veces ponía en peligro su existencia. No puede olvidarse el crimen cometido en contra de una de ellas estando la nave atracada en un puerto de Polonia. Yo mismo fui testigo de esa situación a bordo del buque Otto Parellada, donde la camarera necesitaba encerrarse con llaves en el pantry para evadir ese peligroso acoso.


Pudiera afirmarse entonces que los cambios positivos aportados por ellas con su presencia, fuera en parte una acción premeditada de algunos hombres en sus planes de conquistas. ¡Ojo! Que no todas fueron inocentes o víctimas, ya les he manifestado que existía de todo en la viña del señor. Las hubo serias, recatadas, acomodadas a una relación permanente que luego derivaron en matrimonios y, existieron muchas que eran algo alocadas, promiscuas, aventureras y muy prestas a ocupar el papel que les correspondía en una aventura marítima. 



Motonave XX Aniversario

Muchas fueron objeto de una fama muy bien merecida y si pretendemos escribir la historia tal y como sucedió, nunca podrá omitirse su rol a bordo de nuestras naves. Hubo un apodo que recorrió toda nuestra flota, no la conocí y tampoco la tuve de subordinada. ¿Quién no recuerda a la famosa "María Bollo de Palo"? Imagino el origen de tal epíteto, pero como les manifesté, no la conocí en persona. Hubo otra camarotera muy famosa que iba a limpiar los camarotes con una muñequita, juguete que dejaba como olvido intencional para regresar en la noche por él. Ella practicaba una especie de lotería donde no pocos eran los ganadores en travesías largas. Las conocí que, en el transcurso de un viaje, podían aliviar la pesada carga de los testículos de cinco o seis hombres sin el menor recato posible. En lo personal no las criticaba y hasta llegué a justificarlas, eran mujeres solteras con iguales derechos de los hombres. ¿Por qué criticarlas o condenarlas?

Como Primer Oficial y jefe de los departamentos de cubierta y cámara, siempre preferí navegar sin la presencia de las mujeres a bordo. En esas condiciones los viajes eran mucho más tranquilos y menos problemáticos. ¡No por culpa de ellas! En todo caso me atrevo a confirmar que los verdaderamente conflictivos eran los hombres que se transformaban en fieras en viajes prolongados. Poco me importaba si se acostaban con cinco, siete o diez tripulantes, ese era su derecho, pero no todos pensábamos igual. 


En mi caso muy particular, llegué a tener este tipo de relación con tres de aquellas mujeres y no me resultó nada fácil, es demasiado complicado. Un reducido grupo de ellas, verdaderas oportunistas, trataban a toda costa de establecer sus relaciones con los principales jefes del barco y, una vez sometidos sus hombres, actuaban como si se tratara de las verdaderas capitanas a bordo. No por gusto varias tripulaciones las llamaban "Primeras Damas" y cuando te pones a analizar, ellas no eran las verdaderas culpables de esa situación creada por la flojera de piernas de esos hombres.


No podrá juzgarse a todas por igual, las conocí muy buenas personas con las que actualmente mantengo relaciones de amistad. A cada una de ellas les debo mi respeto y reconocimiento por enfrentarse a un mundo unas veces hostil y que fuera dominado por el hombre.





Esteban Casañas Lostal.

Montreal..Canadá.
2017-07-22


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