MIGUEL
RAMOS BRINGUEZ IN MEMORIAM
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(ALIAS
“EL GUAJIRITO”, ALIAS “PACHIRO”)
Hace solo dos días intercambié unos mensajes con el
cuñado de Pachiro, aquel guajirito pañolero del buque “Habana” quien un día se
desprendió de los arneses con las que dominara a las bestias allá en su lejano
Bayamo y las sustituyera por las jarcias de un barco, esta vez sin poder
dominarlos. Recuerdo que en mi búsqueda de los buenos amigos, yo le envié una
nota a su cuñado por el Messenger el 10 de Dic. del 2018 y me respondió el 02
de Abril del 2019. Luego continuó una pausa algo prolongada por culpa mía, soy
algo abandonado para revisar el Messenger y no vi que Ricardo, el cuñado de
Pachiro, me había contestado.
Hace dos días que me volvió a escribir y esta vez no
lo dejé escapar, le pregunté por parte de su familia y de paso le dije que yo
lo había cargado cuando era un bebé. Me dijo que su padre había fallecido en el
2020 y no quise entrar en detalles, yo lo conocía muy bien porque navegamos en
dos buques diferentes. Me alegró el día saber que su mamá se encontraba viva
con 92 años, solo que algo alejada del mundo lúcido en el que nos movemos.
Agregó que vivía con él y ese dato me sirvió para valorar que estaba tratando
con un buen hijo. Ya corren tiempos modernos donde el arraigo familiar se ha
destruido mucho y el peso de los abuelos o padres resulta a veces insoportable
y todos conocemos el doloroso final de esta triste obra teatral. En Cuba las
condiciones aceleran ese deseo por poner el punto final y se impone el olvido
como nueva disciplina donde antes existió la unión familiar, el respeto o
agradecimiento por nuestros antecesores y ese amor profundo de los hijos y
nietos. A veces se exige de cierto esfuerzo por comprender que allí no hay vida
y que aquella ópera triste no es mas que una lucha por la supervivencia. Debes
elegir entre dos opciones, sobrevive tu descendencia o elijes a tus padres o
abuelos. Con dolor debes aceptar que los viejos han vivido algo y no te
detienes a averiguar si fue una existencia feliz o colmada de sufrimientos.
Con pocas líneas responde a mi pregunta sobre la vida
de aquel guajirito amigo de la juventud y me dice que falleció en el 2015 en
condiciones muy tristes, tanto, que me partieron el alma.
-¿Qué es de la vida de tu hermana? Esta vez le
pregunté por la esposa de Pachiro, quien fuera gran amiga mía y de quien sería
la madre de mis hijos.
-Ella esta viviendo en Estados Unidos, allá vive
también el hijo que tuvo con Pachiro. ¡Llámala sin problemas! Estoy en la calle
y las conexiones en este pais son muy malas, conversaremos en otra oportunidad.
Me despedí de aquel niño al que cargara en Santos Suárez hacía más de 50 años.
Esa misma tarde recibí una nota del hijo de Pachiro,
deduzco que Ricardito, su cuñado, se encargara lo escribirle y ponerlo al
corriente de mi existencia. Así mismo fue y opté por llamarlo, más tarde lo
haría con su madre. Con Miguelito, que así se llama el hijo de Pachiro a quien
también cargué cuando era un bebé, me sentí muy
cómodo al hablar. No sé, le encontré mucho parecido al carácter de su padre,
era muy sencillo. Con el obtuve más información sobre el triste final de su
padre durante la larga conversación sostenida, como se encontraba conduciendo
en horario pico, dejamos inconclusa la conversación y llamé a su mamá. Ella se
encontraba trabajando y acordamos conversar al día siguiente, ayer sábado. Creo
haya recibido uno de esos momentos muy felices de este año que casi culmina.
Habían transcurrido unos 50 años desde nuestra última conversación y la mitad
de nuestra conferencia transcurrió entre aquellas carcajadas que compartimos cuando
éramos unos muchachos. Verania tiene 71 años y yo cuento con 75, ellos se
habían mudado de Santos Suarez y yo no dejé de navegar hasta el viaje de mi
deserción en 1991. No coincidí con ellos y otros grandes amigos de mis inicios
en esta vida de marino colmada de aventuras. Algo les dije antes de colgar el teléfono,
necesito que me envíen alguna foto de Pachiro. Yo tengo un blog con una parte
de la historia de nuestras flotas y siempre que se marcha algún marino les rendimos
un pequeño homenaje. Yo no quiero que “El Guajirito” sea olvidado, no se lo
merece y aunque lo menciono en algunos trabajos míos, quiero regalarle este
homenaje que les menciono.
IN
MEMORIAM
El guajirito y yo nos conocimos en la motonave “Habana”
en una época donde no existía a bordo la televisión, se asignaba a cada buque
unas cuatro películas de celuloide casi siempre quemada en algunas de sus
partes por aquellos terribles proyectores rusos que producían más ruido que el
molinete cuando fondeaban el ancla. En el saloncito de tripulantes contábamos con
un radiecito que poseía “onda corta”, pero eran tan cortas las ondas que
alejados un día de la tierra más cercana nos aislábamos del mundo. Teníamos muy
pocas opciones de entretenimiento y el preferido de la tripulación era las
tertulias que se formaban a popa de la cocina. Este improvisado teatro solo
funcionaba cuando la marejada o las temperaturas lo permitían y su director
general era el electricista Murillo. Para participar en cualquiera de sus
funciones había que ser bien valiente y bueno en la exposición de cuentos humorísticos.
El Guajirito era valiente, pero no era bueno haciendo cuentos y solo recuerdo
que en cada viaje o bebedera trataba de espantarnos los únicos dos que mantenía
grabados en su repertorio. Uno de ellos era el de Manuelita -que él en su condición
de guajirito oriental- no tenía que esforzarse mucho para imitar a un mejicano.
Una de sus partes decía más o menos así:
-Patrón, vengo a pedirle la mano de Manuelita.
-¿Cuánto ganas, Pedrito?
-Pos, Patrón, yo gano $100 pesos al mes.
-Pos, Pedrito, eso no le alcanza a Manuelita para
comprar papel sanitario. Pedrito se retiraba bien frustrado y buscaba un empleo
donde ganara un poco más y regresó a las dos semanas con la misma respuesta de
su Patrón y así, despues de lograr otros empleos con más entradas, Pedrito volvía
a su encuentro con el padre de Manuelita obteniendo las mismas respuestas. Así se
cansó de insistir y no regresó a verla. Un día se
cruzaron por la calle y Manuelita lo saludó con el
mismo amor de siempre.
-¡Adiós, Pedrito!
-¡Adiós, cagona! Le respondió Pedrito no recuerdo
cuantas veces mientras navegamos juntos.
Inmediatamente trataba de continuar con aquel cuento
de su amigo que llevaba 30 años de marinero y caminaba dando bandazos. Mientras
otro le decía que tenía un amigo que llevaba 30
años de casado y caminaba, así como ustedes se imaginan, pero nunca lo dejaban
llegar hasta el final. Cuando se trataba de historias reales contadas entre
tragos, Miguelito repetía sin cansancio aquella que ya he contado varias veces
cuando lo menciono. Muy serio nos decía que había llegado a La Habana en una
caravana de jinetes imitando a los mambises y que una vez desfilado frente al
monumento de Jose Martí en la plaza cívica, se bajó del caballo y le dio un
planazo con su machete. Imagino las penurias que debió haber pasado en esa
aventura, luego repetida por miles de orientales en sus invasiones a occidente.
Durante nuestras salidas en cualquier puerto cubano
el Guajirito se iba en blanco, no ligaba nada, ni a una mosca. Es que tenía
poca labia y era muy parco al hablar, no convencía a ninguna muchacha y
regresaba al buque algo frustrado. Es de suponer que la gente al darse cuenta
se burlara de él en medio de las bromas; Que, si no se le paraba. Que, si la tenía
muy chiquita, etc. Luego lo dejaban respirar hasta la próxima aventura.
Ya conté por otro lado y lo repito porque sé que
muchos no lo han leído. En uno de los viajes a La Coruña o Santander, Miguelito
y yo fuimos a comprarnos zapatos y qué les cuento. Una vez en el barco y después de la maniobra de salida, Miguelito descubre que le
habían vendido dos zapatos del mismo pie. Para calmarlo y en jodedera le dije
que se cortara un pie, no imaginan su encabronamiento. Luego le dije que
guardara la factura por si acaso esa tienda tenía sucursales en otros puertos
españoles y tuvo la suerte de que así fuera, se los cambiaron.
Creo que Miguelito haya sido uno de los hombres mas
nobles que he conocido en mi vida. Noble, pero no pendejo como pudieran
interpretar algunos tontos. Ya conté de aquella vez que pasamos mucho trabajo
para disuadirlo de los propósitos perseguidos una vez que lo encontramos bien
enojado en el portalón del buque “Habana”. El Guajirito estaba con un tubo en
la mano esperando al Primer Oficial “El Gallego” Meléndez y no precisamente
para que le diera clases de plomería.
Nuestras relaciones amistosas fueron excelentes y
llegue a conocer a una buena parte de su familia, varios de los cuales lograron
emigrar a Corralillo, un sitio cercano al pueblo de Bauta. En esos escapes por
Santiago de Cuba también me presento a varios parientes suyos con los cuales
pude compartir en mis arribadas a ese puerto durante muchos años. Una vez que
deje el buque “Habana” para enrolarme en el “Jiguani”, no volvimos a
encontrarnos durante el resto de mis años como marino y solo tenia noticias de
el por medio de amigos comunes. Tampoco volví a encontrar tripulaciones como
aquella, luego destruida con la presencia del despreciable Roberto Arche Flores,
creo que ya le he dedicado varias páginas.
Me contaron su cuñado, hijo y quien fuera su esposa
que, Miguelito había muerto en unas condiciones muy penosas, luego de dos
isquemias cerebrales, además de los padecimientos propios de la enfermedad,
Miguelito perdió la memoria, anduvo en estado calamitoso, muy pobre, sucio y
abandonado. Para esas fechas su hijo junto a su madre se había mudado a Bayamo.
Mientras me narraban todas las calamidades vividas por aquel excelente amigo y
ser humano, el alma se me iba consumiendo de tristeza. En el año 2015 y sin
precisar la fecha exacta, partió envuelto en sus miserias aquel amigo que
compartiera conmigo sus ropas, su alegría y una amistad que solo he conocido en
pocas personas.
Le prometí a ellos que escribiría unas líneas que
sirvieran de homenaje a este gran hombre y de paso, sacarlo para siempre de ese
olvido inmerecido con el que han condenado a tantos de los nuestros.
Lo veo pasar a mi lado y lo saludo con todo el cariño
del mundo:
-¡Adiós, Guajirito!
-¡Adiós, cagón! No cambia, anda despistado como
siempre.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2024-11-30
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