miércoles, 28 de agosto de 2019

LA LOTERÍA (Parte Meteorológico)


                               LA LOTERÍA (Parte Meteorológico)






Hoy existen las condiciones para que un muchachito pueda trasladarse de un punto a otro de la tierra, sin tener dominios de lo que abarca la profesión del "navegante". Tiene a su disposición equipos que hablan y piensan por él, solo que cuando fallan algunos de esos aparatos en medio de la nada, tiene una sola opción, encomendarse a Dios.

El éxito de cualquier aventura marítima, exige del conocimiento de varias asignaturas imprescindibles para enfrentar cualquier acontecimiento fortuito impredecible. Desafortunadamente, la llegada de la modernidad con todos los avances tecnológicos puestos al alcance del hombre, ha logrado convertirlo un poco en un ser robotizado cuando desecha todos los conocimientos adquiridos en sus academias y se subordina a la comodidad que ofrecen esos aparatos. No es una simple deducción, lo comprobé en mis últimos años navegados. Vi con mucha pena las lagunas presentadas por algunos oficiales subordinados y no pocos capitanes también. Ha quedado demostrado, como sucedió en el accidente aéreo del vuelo 447 de Air France, que la subordinación ciega del hombre a las máquinas pueden tener resultados fatales. Desafortunadamente es una corriente que se ha impuesto en la vida cotidiana desde hace varios años, donde el hombre confía ciegamente en esos aparatos ante la carencia de conocimientos o experiencias para tomar decisiones oportunas.

Las principales asignaturas que garantizan una navegación son; Navegación de Estima, Costera, Electrónica y en Condiciones Especiales, Astronomía Náutica, Meteorología Náutica y como complementaria la Oceanografía. Dominando esas asignaturas usted se puede mover desde un punto a otro de la tierra sin la ayuda de satélites, como se hizo a través de los siglos. 

La Meteorología Náutica prepara al navegante con los conocimientos mínimos que, lo ayudan a identificar con facilidad ante cuál situación se encuentra en un momento determinado. Los navegantes, con la ayuda de los instrumentos a su alcance a bordo de las naves, hablemos de termómetros o termógrafos, barómetros o barógrafos, anemómetros, psicrómetros, etc. Podía tener una idea aproximada de la presencia o formación de un fenómeno meteorológico en su zona, pero para ello, era imprescindible haber estudiado Meteorología Náutica primero. 

Hay que tener en cuentas que una vez en medio del mar y antes de los avances mencionados en todos los campos de la navegación, el hombre era la pieza fundamental en la garantía del éxito de cualquier aventura marítima. Imaginen por un solo instante que la telegrafía quedara fuera de servicio y sin posibilidad de obtener partes meteorológicos, todo quedaría a merced de los conocimientos del hombre y su capacidad para interpretar las condiciones meteorológicas del área donde se encuentra. El estado del tiempo puede resultar a veces impredecible o caprichoso como la naturaleza misma, pero cada cambio que en ella se produzcan, nos traerá señales para disparar nuestras alarmas de acuerdo a nuestra posición geográfica. El navegante debe tener dominio sobre todas las variantes meteorológicas importantes y debe observar cada cambio brusco que se observen. Temperatura, presión barométrica, velocidad y dirección de los vientos, nubosidad, humedad relativa, etc. Serán los factores externos que siempre deben estar bajo nuestra observación y análisis.

Hoy, los partes meteorológicos llegan masticados a bordo de los barcos, se reciben tal y cual ustedes los observan por televisión. Antes no era así, esos partes se recibían por medio de la telegrafía de una manera algo compleja, eran cifrados y el método era compartido a nivel mundial. Desde la misma academia naval, se enseñaba aspirante a navegante a descifrarlo. Esa operación y en dependencia de la longitud del mensaje, muy bien podía consumir más de una hora cuando no se poseía práctica o buena memoria. Se requería identificar muy bien las coordenadas geográficas de los sistemas de presiones, vaguadas, frentes fríos, calientes, estacionarios, ocluidos, isobaras, galernas, huracanes etc., vientos reinantes y la mar con su fuerza. Cada fenómeno era antecedido por un código que lo distinguía de los demás.

Algo cierto e inolvidable quedan de aquellos viejos recuerdos vencidos por la modernidad, ningún oficial del puente recibía la lotería con agrado, era como si le mentaran la madre, mucho peor resultaba para el telegrafista.




Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá.
2017-04-24


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