jueves, 1 de agosto de 2019

ENTRE GALLEGOS, NOSOTROS



                                   ENTRE GALLEGOS, NOSOTROS.


   Motonave "Jiguaní", del grupo conocido como "Los Gallegos"



Mucho se ha hablado en el mundo marítimo cubano sobre las virtudes, cualidades, nobleza y desempeño en la mar de aquellos buques construidos en España a mitad de la década de los sesenta, naves como la que aparece en la foto. Razones sobran, sirvieron de escuela a generaciones de marinos en nuestra flota, yo mismo me formé en uno de ellos, la motonave “Jiguaní”.

 Fueron buques muy codiciados por la marinería de sus tiempos, muy modernos si se comparaban con el resto de las naves existentes y fáciles de operar, bien guapos para enfrentar galernas. Disponían de una bodega refrigerada muy utilizada en aquellos tiempos donde aun no se contaba con una flotilla de naves especializadas en estas transportaciones.

Siempre que se habla de “Los Gallegos” lo hacemos con cierta devoción y agradecimiento que limita al extremo de la beatificación. Es cierto, fueron ellos los que comenzaron a regalarnos mejores condiciones de vida a bordo, acomodaciones con las que no contaban sus antecesores y solo superadas poco tiempo después por buques mas modernos. Sin embargo, olvidamos que en ellas también tuvimos nuestros contratiempos tan normales en cualquier embarcación durante sus movimientos. No fueron pocas las veces donde nos vimos obligados a parar para cambiar una camisa de pistón rajada o, en el peor de los casos, clausurar un pistón para continuar la marcha en medio de una galerna ante la imposibilidad de detenernos.

 Olvidamos que nuestros electricistas eran esclavos de las maquinillas de carga por su contacto directo con el mar. ¿Quién no los vio aplicándoles calor? ¿Nadie recuerda la cantidad de alcohol metílico que ellos usaban en sus faenas o flúor? Nada de eso fue accidental, se comentaba en aquellos tiempos que el individuo al frente de la construcción de todas esas naves robó bastante dinero. Los que conocen de cerca las mil y una manera de robar en nuestro giro deben imaginarlo. Para desgracia de aquellos buques nuestros, las maquinillas de carga fueron construidas sobre cubierta y sufrían cuanto embarque de agua se presentaba en su derrota. Sin embargo, naves del mismo modelo adquiridas por Perú, tenían torretas para sus maquinillas. ¿Casualidad? ¡Vayan a saber!

Hablemos de las condiciones existentes durante los primeros años de vida de aquellos barcos. Subían a dique sagradamente todos los años, reparaciones generales que recibían diferentes denominaciones y ahora no recuerdo. Existía una cuota anual de pinturas que se cumplía al dedillo, y que por supuesto, los oficiales a cargo se preocupaban en adquirirla porque con ello venía el “toque”. En esos tiempos se les podía dar mantenimiento al casco en la mayoría de los puertos del mundo, luego fue cerrándose el círculo con prohibiciones para evitar contaminaciones, llegó el momento donde las balsas de faena solo era posible usarlas en Cuba. ¿Olvidaron las veces que lanzaron balsas y guindolas para retocar al barco cuando se regresaba de Japón durante la espera para cruzar el Canal de Panamá? Si lo olvidaron yo se los recuerdo, la mayoría de los capitanes deseaba llegar con su nave en buenas condiciones a La Habana y les preocupaba mucho la banda de estribor, la que obligadamente se muestra al malecón. Se pintaba y volvía a pintar sin mucho control que digamos, lo importante era llegar con el barco bonito. Fue una época donde la mayoría de los buques parecían yates de recreo, no miento.

Por otro lado, la asignación de plata para adquirir materiales de trabajo, medios de protección, etc., digamos que satisfacía las necesidades del momento. Asignaciones que incluían las demandas de los departamentos de cubierta, máquinas y cámara. ¿Lo olvidaron? Pues yo se los recuerdo, fueron tiempos de vacas gordas en la flota.



 Motonave "Pino del Agua", del grupo conocido como "Los Cartagos"


Muy por el contrario, en décadas posteriores se adquirieron otros buques construidos en el mismo país, España. De acuerdo con la opinión de la misma marinería, resultaron una calamidad y siempre salían a la luz sus hermanos mayores en edad. Entre esas naves condenadas a la mala opinión se encontraban las modelos “Cartago” y “San Mamés”. No puedo opinar sobre los buques “Cartago”, nunca navegué en ellos y debo dejarme llevar por la opinión de los demás. Solo me llega una pregunta con relación a este modelo de buques; Si tan malos eran, ¿cómo se explica que una vez perdidos y fuera de nuestros dominios, esas mismas naves continuaron prestando servicios durante varios años más? ¿Eran malos los barcos o nosotros? No creo que nosotros fuéramos malos, ya las tripulaciones en estos tiempos habían ganado en experiencia y nivel técnico.

Similares criterios he leído cuando se refieren a los buques modelo “San Mamés” y en este caso puedo opinar. Navegué durante algún tiempo a bordo del buque “Bahía de Cienfuegos” y participé en su reparación de garantías. Se habla en diferentes sitios de sus grúas y sistema de apertura de bodegas como los puntos débiles en cuanto a cubierta se refiere, yo no puedo opinar sobre las características o defectos de sus máquinas.

Con relación a su sistema hidráulico de apertura de escotillas, su punto más débil lo fueron las mangueras de alta presión que usaban. Era muy lógico que sufrieran por ese constante contacto con el agua de mar, el sol y los efectos que producen esa exposición a las altas y bajas temperaturas. Si todo eso era sabido, ¿Cómo era posible que a las naves no se les suministraran mangueras de repuesto? Ese fue uno de los grandes dolores de cabeza que enfrentamos a bordo de estas magníficas naves. Las grúas nos produjeron muchos contratiempos durante las operaciones de carga o descarga, pero el principal no se debió a los salideros de aceite de su sistema electro-hidráulico. Constantemente se descorchaban los amantes de las grúas produciéndonos grandes perdidas de tiempo en las operaciones de carga o descarga. No recuerdo las veces en las que nos vimos obligados a desguarnir las grúas para sacarle las vueltas a los cables y cortar las partes dañadas. Nadie sabía las causas de esas averías y un día decidí a subir al tope de la grúa para verla en pleno funcionamiento, todo marchaba ok. Observé el “trenzado” del alambre y busqué el plano de las grúas para estudiarlo. ¡Vaya sorpresa! Todas las grúas habían sido guarnidas con un cable de trenzado contrario al recomendado por el fabricante. Indudablemente esto se debió a negligencia de los asesores y oficialidad encargada de la supervisión del buque en su fase final de construcción. Es muy probable que muchas de esas malas opiniones hayan tenido sus orígenes en esta fuente. Con relación a los salideros de aceite en un equipo hidráulico, se deben a diversos factores que muy bien podían aliviarse a bordo con los propios recursos.


Motonave "Bahía de Cienfuegos", del grupo conocido como "Los San Mamés"


En fin, tuve la oportunidad de cargar al “Bahía de Cienfuegos” con carga general, granos, contenedores, cubertadas, etc., y puedo afirmar que fueron buques eficientes, económicos, muy nobles y sencillos de explotar. Nada de esto se puede decir de los modelos “Dnieper” soviéticos y sin embargo, he leído maravillas de ellos.

Tanto los “Cartagos” como los “San Mamés” vivieron etapas muy criticas en la historia de la marina mercante cubana. Basta recordar que durante un viaje realizado en el Bahía de Cienfuegos se nos asignaron unos $500.00 dólares para la compra de materiales y esa plata debía dividirse entre los tres departamentos antes mencionados. ¿Tienen idea de lo que acabo de decir? En fin, ese viaje no tuvimos plata para comprar algo tan importante como un balón de acetileno. ¿Se imaginan una tubería partida o explotada durante un mal tiempo y que no se contara con una antorcha para solucionar el problema? No hace falta repetir que, durante esos terribles viajes, no llegaba el dinero para comprar comida o pagarles a las tripulaciones.

Como dije con anterioridad, todos esos buques fueron adquiridos bajo contratos de arrendamiento con opción de compra y se perdieron por incumplimientos de pagos. Luego fueron adquiridos por diferentes armadores en el mundo y aquellas naves calificadas como malas o pésimas, continuaron prestando el servicio para el que fueran diseñadas. ¿Eran malos los barcos o nosotros?

Para concluir, ¿habrían resistido aquellos benditos buques conocidos como “Los Gallegos” la durísima etapa que vivieron los Cartagos y San Mamés? Yo lo dudo.




Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2019-08-01



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