ENTRE GALLEGOS, NOSOTROS.
Motonave "Jiguaní", del grupo conocido como "Los Gallegos"
Mucho se ha hablado en
el mundo marítimo cubano sobre las virtudes, cualidades, nobleza y desempeño en
la mar de aquellos buques construidos en España a mitad de la década de los
sesenta, naves como la que aparece en la foto. Razones sobran, sirvieron de
escuela a generaciones de marinos en nuestra flota, yo mismo me formé en uno de
ellos, la motonave “Jiguaní”.
Fueron buques muy codiciados por la marinería
de sus tiempos, muy modernos si se comparaban con el resto de las naves
existentes y fáciles de operar, bien guapos para enfrentar galernas. Disponían
de una bodega refrigerada muy utilizada en aquellos tiempos donde aun no se
contaba con una flotilla de naves especializadas en estas transportaciones.
Siempre que se habla de
“Los Gallegos” lo hacemos con cierta devoción y agradecimiento que limita al
extremo de la beatificación. Es cierto, fueron ellos los que comenzaron a
regalarnos mejores condiciones de vida a bordo, acomodaciones con las que no
contaban sus antecesores y solo superadas poco tiempo después por buques mas
modernos. Sin embargo, olvidamos que en ellas también tuvimos nuestros
contratiempos tan normales en cualquier embarcación durante sus movimientos. No
fueron pocas las veces donde nos vimos obligados a parar para cambiar una
camisa de pistón rajada o, en el peor de los casos, clausurar un pistón para
continuar la marcha en medio de una galerna ante la imposibilidad de
detenernos.
Olvidamos que nuestros electricistas eran
esclavos de las maquinillas de carga por su contacto directo con el mar. ¿Quién
no los vio aplicándoles calor? ¿Nadie recuerda la cantidad de alcohol metílico
que ellos usaban en sus faenas o flúor? Nada de eso fue accidental, se
comentaba en aquellos tiempos que el individuo al frente de la construcción de
todas esas naves robó bastante dinero. Los que conocen de cerca las mil y una
manera de robar en nuestro giro deben imaginarlo. Para desgracia de aquellos
buques nuestros, las maquinillas de carga fueron construidas sobre cubierta y
sufrían cuanto embarque de agua se presentaba en su derrota. Sin embargo, naves
del mismo modelo adquiridas por Perú, tenían torretas para sus maquinillas.
¿Casualidad? ¡Vayan a saber!
Hablemos de las
condiciones existentes durante los primeros años de vida de aquellos barcos.
Subían a dique sagradamente todos los años, reparaciones generales que recibían
diferentes denominaciones y ahora no recuerdo. Existía una cuota anual de
pinturas que se cumplía al dedillo, y que por supuesto, los oficiales a cargo
se preocupaban en adquirirla porque con ello venía el “toque”. En esos tiempos
se les podía dar mantenimiento al casco en la mayoría de los puertos del mundo,
luego fue cerrándose el círculo con prohibiciones para evitar contaminaciones,
llegó el momento donde las balsas de faena solo era posible usarlas en Cuba.
¿Olvidaron las veces que lanzaron balsas y guindolas para retocar al barco
cuando se regresaba de Japón durante la espera para cruzar el Canal de Panamá?
Si lo olvidaron yo se los recuerdo, la mayoría de los capitanes deseaba llegar
con su nave en buenas condiciones a La Habana y les preocupaba mucho la banda
de estribor, la que obligadamente se muestra al malecón. Se pintaba y volvía a
pintar sin mucho control que digamos, lo importante era llegar con el barco
bonito. Fue una época donde la mayoría de los buques parecían yates de recreo,
no miento.
Por otro lado, la
asignación de plata para adquirir materiales de trabajo, medios de protección,
etc., digamos que satisfacía las necesidades del momento. Asignaciones que
incluían las demandas de los departamentos de cubierta, máquinas y cámara. ¿Lo
olvidaron? Pues yo se los recuerdo, fueron tiempos de vacas gordas en la flota.
Motonave "Pino del Agua", del grupo conocido como "Los Cartagos"
Muy por el contrario, en
décadas posteriores se adquirieron otros buques construidos en el mismo país,
España. De acuerdo con la opinión de la misma marinería, resultaron una
calamidad y siempre salían a la luz sus hermanos mayores en edad. Entre esas
naves condenadas a la mala opinión se encontraban las modelos “Cartago” y “San
Mamés”. No puedo opinar sobre los buques “Cartago”, nunca navegué en ellos y
debo dejarme llevar por la opinión de los demás. Solo me llega una pregunta con
relación a este modelo de buques; Si tan malos eran, ¿cómo se explica que una
vez perdidos y fuera de nuestros dominios, esas mismas naves continuaron
prestando servicios durante varios años más? ¿Eran malos los barcos o nosotros?
No creo que nosotros fuéramos malos, ya las tripulaciones en estos tiempos habían
ganado en experiencia y nivel técnico.
Similares criterios he leído
cuando se refieren a los buques modelo “San Mamés” y en este caso puedo opinar.
Navegué durante algún tiempo a bordo del buque “Bahía de Cienfuegos” y participé
en su reparación de garantías. Se habla en diferentes sitios de sus grúas y
sistema de apertura de bodegas como los puntos débiles en cuanto a cubierta se
refiere, yo no puedo opinar sobre las características o defectos de sus máquinas.
Con relación a su
sistema hidráulico de apertura de escotillas, su punto más débil lo fueron las
mangueras de alta presión que usaban. Era muy lógico que sufrieran por ese
constante contacto con el agua de mar, el sol y los efectos que producen esa exposición
a las altas y bajas temperaturas. Si todo eso era sabido, ¿Cómo era posible que
a las naves no se les suministraran mangueras de repuesto? Ese fue uno de los
grandes dolores de cabeza que enfrentamos a bordo de estas magníficas naves.
Las grúas nos produjeron muchos contratiempos durante las operaciones de carga
o descarga, pero el principal no se debió a los salideros de aceite de su
sistema electro-hidráulico. Constantemente se descorchaban los amantes de las grúas
produciéndonos grandes perdidas de tiempo en las operaciones de carga o
descarga. No recuerdo las veces en las que nos vimos obligados a desguarnir las
grúas para sacarle las vueltas a los cables y cortar las partes dañadas. Nadie
sabía las causas de esas averías y un día decidí a subir al tope de la grúa para
verla en pleno funcionamiento, todo marchaba ok. Observé el “trenzado” del
alambre y busqué el plano de las grúas para estudiarlo. ¡Vaya sorpresa! Todas
las grúas habían sido guarnidas con un cable de trenzado contrario al
recomendado por el fabricante. Indudablemente esto se debió a negligencia de
los asesores y oficialidad encargada de la supervisión del buque en su fase
final de construcción. Es muy probable que muchas de esas malas opiniones hayan
tenido sus orígenes en esta fuente. Con relación a los salideros de aceite en
un equipo hidráulico, se deben a diversos factores que muy bien podían aliviarse
a bordo con los propios recursos.
Motonave "Bahía de Cienfuegos", del grupo conocido como "Los San Mamés"
En fin, tuve la
oportunidad de cargar al “Bahía de Cienfuegos” con carga general, granos,
contenedores, cubertadas, etc., y puedo afirmar que fueron buques eficientes, económicos,
muy nobles y sencillos de explotar. Nada de esto se puede decir de los modelos “Dnieper”
soviéticos y sin embargo, he leído maravillas de ellos.
Tanto los “Cartagos”
como los “San Mamés” vivieron etapas muy criticas en la historia de la marina
mercante cubana. Basta recordar que durante un viaje realizado en el Bahía de
Cienfuegos se nos asignaron unos $500.00 dólares para la compra de materiales y
esa plata debía dividirse entre los tres departamentos antes mencionados. ¿Tienen
idea de lo que acabo de decir? En fin, ese viaje no tuvimos plata para comprar
algo tan importante como un balón de acetileno. ¿Se imaginan una tubería partida
o explotada durante un mal tiempo y que no se contara con una antorcha para
solucionar el problema? No hace falta repetir que, durante esos terribles
viajes, no llegaba el dinero para comprar comida o pagarles a las tripulaciones.
Como dije con
anterioridad, todos esos buques fueron adquiridos bajo contratos de
arrendamiento con opción de compra y se perdieron por incumplimientos de pagos.
Luego fueron adquiridos por diferentes armadores en el mundo y aquellas naves
calificadas como malas o pésimas, continuaron prestando el servicio para el que
fueran diseñadas. ¿Eran malos los barcos o nosotros?
Para concluir, ¿habrían
resistido aquellos benditos buques conocidos como “Los Gallegos” la durísima
etapa que vivieron los Cartagos y San Mamés? Yo lo dudo.
Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.
2019-08-01
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