miércoles, 19 de septiembre de 2018

TRES PRÓLOGOS PARA UNA VIDA




Tres prólogos para una vida.


Sintetizar la extensión de una vida no es tarea fácil, voy por el quinto libro y considero que aún quedan muchas páginas sueltas. No todos los seres humanos cuentan con el mismo grosor de ese libro, pero por muy corto que sea, resumirlo en cuartillas es una tarea muy difícil y no todos poseemos la habilidad para hacerlo. Considero que en mis últimos tres libros he mejorado algo en ese intento por comunicar o compartir hojas que puedan resultar útiles a otras personas. Esto se debe a la experiencia adquirida en miles de tropiezos y a la ayuda desinteresada de varios amigos. No es una operación sencilla tratar de incursionar en un territorio al que no has pertenecido, la literatura es sagrada y la respeto, razón por la que nunca me he considerado "escritor" y reincido en mi posición. Soy solamente un marino trovador o cuentero, como muchos hombres que navegaron conmigo. Quizás la soledad y aquellas angustiosas guardias de navegación nos obligaron alguna vez a crear constantemente nuevas versiones sobre un mismo cuento que, repetíamos cada viaje ante el nuevo compañero de guardia. Puede que de esa forma y el consumir decenas de libros por viajes, hayan influido en mí hasta el extremo de convertirme en un individuo atrevido que marcha por campos minados, porque eso es hoy día la literatura, una zona de guerra donde debes tener mucha precaución cuando andas.
Escribo por placer y para dejar constancia de una época en la marina mercante cubana, por supuesto, con sus muelles de atraque incluidos dentro de una isla enferma. Nunca he pretendido lucrar con lo que hago y dedico cientos de horas al mes y miles al año a este empeño. Me autopublico y cómo deben suponer, tiene un costo económico que nunca he rescatado. No busco fama alguna y si la encuentro, ojalá que venga con algo de plata también, no con la intención de hacerme rico, solo para disfrutar el corto camino que me resta de vida.
Como todo lo hago con satisfacción y respondiendo a necesidades personales que, muy bien pueden considerarse colectivas por su contenido, no me molesto en lograr el apuntalamiento de famoso alguno para darme a conocer o que lean mis trabajos. He invitado, eso si, a varios amigos tan simples como yo para que me acompañen en ese viaje imparable que puede representar las páginas de un libro. Puedes agotar todo tu combustible y ellos continúan su marcha. Esas personas por las que siento gran respeto y admiración han escrito unos prólogos maravillosos, donde entre otros detalles, incursionan en mi vida con el escarpelo del mejor cirujano. A todos ellos mi infinito agradecimiento y cariño. No tengo a mano los de mis primeros libros, pero tampoco puedo dejar de mencionarlos. Robert Solera en ¡Cuba es un cuento, Compay! Mi amiga mexicana Esmeralda Mora en "Trapitos sucios", y estos tres que pongo a su disposición debidamente firmados.

Muchas gracias por las descripciones tan particulares que hacen de mi persona y obra.

Los quiero.
Esteban Casañas Lostal.
Montreal..Canadá
2017-06-29



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Después de la Galerna.

Prólogo.


Toda mi vida, según lejanos recuerdos, la he pasado entre barcos, marineros y con el mar permanentemente de fondo. Siendo casi un bebé, mi padre me llevo a uno de sus buques, y desde entonces, los olores peculiares de los barcos, , pinturas, combustibles y escaramujos, han sido parte constante de mi entorno. Por lo tanto, al llegar la hora de escoger carrera, sin pensar mucho en el futuro, escogí el mar como modo de vida y seguí los pasos de mi progenitor.
Este no solo alimento mi vocación e inclinación con su ejemplo y prestigio. Además, mis primeros libros, provistos constantemente por él y devorados uno tras otro por mí en detrimento de los colegiales, fueron las obras de Emilio Salgari, Julio Verne, Herman Melville, Joseph Conrad y otros, cuyo contenido eran biografías, aventuras e historias del mar. Por un lado Lord Horatio Nelson y por otra Sandokan y el Corsario Negro, fueron mis héroes infantiles y llegué a poder recitar de memoria páginas enteras de sus avatares. Así que un día de Agosto de 1957 sellé mi destino ingresando en la Academia Naval del Mariel, de donde fui inmediatamente separado el 5 de Septiembre por la tormenta política que azotaba Cuba, reingresando una vez depuesto Batista, hasta lograr terminar en 1965 después de haber sido expulsado días antes de graduarme por "deficiencias ideológicas". Pude terminar luego y comenzar posteriormente una accidentada carrera profesional.

He de decir que al recibir un mensaje de Esteban Casañas Lostal solicitándome la redacción del prólogo para uno de sus libros y que llevará por título "Después de la galerna", me sentí ciertamente sorprendido.
A pesar de deambular ambos en la misma época por barcos y oficinas marítimas, nunca se cruzaron frontalmente las carreras del que suscribe y del autor, bien a bordo de un barco o en los destinos alternos que tuve en la flota o el astillero. Es decir, nunca lo conocí personalmente.

Comencé a oír hablar sobre Casañas cuando en el año 1991, desertó del buque de carga refrigerada "Viñales" en el puerto de St. Stephen, Canadá. Comienza a partir de ese momento una labor de captación y ayuda a los marinos que constantemente abandonaban los barcos cubanos en puertos canadienses, constituyéndose una verdadera pesadilla para la embajada cubana en ese país, y desde luego, para la seguridad del estado y el partido comunista de Cuba.
Como se infiere en algunos de sus relatos, Esteban Casañas es un producto de sí mismo y del momento que le toco vivir. Es el resultado de una voluntad férrea para sortear las dificultades y obstáculos que le pusieron enfrente, estudiando su carrera como oficial náutico partiendo de marinero de cubierta, formando parte de los "marinos embajadores", nombre rimbombante con que el régimen bautizó a aquellos jóvenes que, después de la consabida purificación revolucionaria en labores agrícolas, enviaban como tripulantes a los barcos para sustituir a los marinos viejos, "contaminados de capitalismo e ideas burguesas y salvar la flota para la revolución", según postulaba el partido.
Casañas fue enviado a pasar un curso de oficial náutico en la M/N "VIETNAM HEROICO", un viejo buque de pasaje holandés convenientemente transformado en buque escuela. Su posterior carrera es un fiel relato de la marina mercante cubana, sus barcos y sus tripulaciones, magistralmente captados por su pluma. En su desempeño como marinero y luego como oficial, adquirió una experiencia poco común, al transitar por casi todos los cargos y compenetrarse con la marinería, conoció en carne propia sus problemas y vicisitudes.

Al mismo tiempo, pudo encontrarse siendo oficial con capitanes y oficiales con gran prestigio y valía. También con otros que se arroparon bajo el manto de las organizaciones políticas y la seguridad del estado para compensar su ineptitud, pudo constatar la situación prevaleciente en la flota. El hecho de haber navegado en algún buque bajo el mando de personas a las que superaba en conocimiento y don de mando y negársele la posibilidad de llegar al cargo de Capitán a el mismo, le produjo, según mi opinión, una carga de resentimiento e inconformidad que se refleja en toda su obra literaria. Llegó al cargo de Primer Oficial sin ceder en sus criterios políticos. Esto le costó que se le cerraran las puertas para acceder al cargo superior. Le fue escamoteada la posición que se había ganado a pulso con sus esfuerzos y muchas horas dedicadas al estudio.

En su vida marinera pudo conocer a una serie de personajes que cubrían todo el espectro de colores y matices de la personalidad humana. Unos humildes y laboriosos, otros muy vivos o pendencieros, algunos indisciplinados, borrachos y casi todos expertos en burlar los métodos y reglas de las aduanas. Es decir, una típica marina mercante.
Tal es la masa heterogenea que conforma y aglutina a los marinos, que esa estrecha vinculación con el medio influyo notablemente en la carrera y la personalidad de Esteban Casañas. Para resumir, es un lobo de mar por cuyas venas corre tanto la sangre como el agua salada, cuya forma de pensar, léxico y manera de actuar, son totalmente las de un marino de la cabeza a los pies. Casañas describe a hombres (y mujeres) y hechos con una narrativa apasionante, bien hilvanada y absolutamente realista. Tanto, que a medida que leemos cada línea, nos parece balancearnos en el puente o la cubierta de un barco o ensordecer con la algarabía de un bar portuario entre los aromas del humo de tabaco, los vapores de las bebidas alcohólicas y la presencia de las meretrices locales.

Finalmente nos adentramos en la desgraciada metamorfosis de la flota mercante cubana, en la que se degradó la convivencia, la disciplina y hasta cuánto de sórdida y miserable llegó a convertirse la existencia de gran parte de los marinos cubanos en barcos nacionales o extranjeros contratados por Cuba.

Casañas presencio la llegada de las mujeres como tripulantes de los barcos, primero como camareras y luego como sobrecargos y oficiales de cubierta. Esta decisión revoluciono la vida a bordo de los barcos trastocando la actuación de las tripulaciones y provocando un sinfín de problemas y relaciones a bordo. Hombres y mujeres enrolados en las embarcaciones en proporciones desiguales desataron pasiones extremas, celos, y como consecuencia indisciplinas, enfrentamientos y enemistades, hasta muertes por asesinato. Pero es justo decir que las camareras contribuyeron y mucho a mejorar las costumbres, la limpieza y la higiene a bordo. Como consecuencia colateral de esa experiencia, surgen matrimonios por un lado y divorcios por otro. Casañas describe esas relaciones a veces en primera persona, lo hace con crudeza y ese realismo en ocasiones demasiado explicito, es decir, muy gráficamente desde el punto de vista del lenguaje que utiliza.

En estos relatos que van a leer se evidencia el obcecado amor del autor por los barcos y el mar. En ellos se plasma la rudeza de la vida marinera en forma vivida y sin tapujos. En muchas de sus descripciones del estado de la mar y su interrelación con el barco, asoma una sensibilidad que sorprende e incluso emerge cierta fragancia poética. Asimismo, el resentimiento y la frustración por las condiciones descritas y la discriminación por él sufrida, se refleja de forma clara en el tema de sus escritos y en sus personajes. No siempre coincido con sus criterios sobre algunas personas, pero debo reconocer que toca la diana en algunos casos con precisión. He de expresar de nuevo, que no me satisfacen las descripciones crudas y explicitas de sexo en algunos capítulos, pero reconozco que la libertad de redacción es la opción de cada escritor.

Finalmente, quienes pertenecemos a las generaciones de marinos afectados de una u otra forma por la revolución cubana, debemos reconocer en Casañas méritos que son irrebatibles: ha quebrado lanzas por los hombres de mar cubanos, esos eternos olvidados, maltratados, calumniados, explotados y finalmente abandonados por el sistema. Ha prestado su ayuda por encima de sus posibilidades a cuanto marinero u oficial ha solicitado su colaboración, brindando incluso alojamiento en su propia casa y alimentándolos a sus expensas, a veces a sus propios enemigos enviados a neutralizarle. Ha escrito y descrito magistralmente la vida a bordo, tanto los actos de valor, amistad y compañerismo de unos como las miserias humanas producto de la envidia, la cobardía y la ambición desmedida de otros. Sus relatos rebosan salitre y evocan en el lector galernas y tempestades, recuerdan a los entendidos las interminables horas de guardias de mar o de operaciones en los puertos y desde luego, al "water front" con sus bares y timbiriches y la prostitución colateral. Nos llevan como en una cinta cinematográfica a vislumbrar los momentos de peligro y de tensión que se producen durante la navegación y las maniobras en aguas restringidas, en zonas minadas o bajos fondos. Los principios de incendios o fuegos inextinguidos, la añoranza y la melancolía que experimentan esos hombres rudos y decididos por los hogares que han dejado atrás, por sus esposas y por sus hijos y percibir el sufrimiento, la tristeza por la lejanía de la familia y los momentos inevitablemente bajos motivados por una parte, por los nacimientos, los cumpleaños o celebración de navidades o fines de año y por otra el fallecimiento o enfermedad de un ser querido, estando ausentes en medio de la mar o en un puerto lejano y sin posibilidad de retorno inmediato. Y desde luego, la magia y la felicidad del regreso a casa. Su léxico marinero, sus frases de maniobra, las llamadas por radio a la empresa naviera o los Prácticos, recrea de forma exacta lo que constituyó las costumbres en los barcos de la marina mercante cubana hasta su desaparición.

No menos meritoria es la redacción y mantenimiento de su página web y su blog, ampliamente conocidos incluso internacionalmente, lo que, sumado a su incansable búsqueda de datos históricos, anécdotas y fotografías, lo colocan por derecho propio en un lugar destacado en la historia reciente de la marina mercante de Cuba, y como decimos los cubanos, gústele a quien le guste y pésele a quien le pese.

Augusto A. Juarrero Gutiérrez
Capitán de la Marina Mercante.
Alicante, España, a 20 de Febrero del 2012



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El Concierto de mi vida

Prólogo





El “No Prólogo”


…“Pero el Gato también ha cumplido su parte del trato. Ha matado Ratones y se ha portado bien con los Bebés mientras estaba en casa, siempre que no le tirasen del rabo con demasiada fuerza. Pero una vez cumplidas sus obligaciones y en sus ratos libres, es el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá, y si miras por la ventana de noche lo verás meneando su salvaje rabo y andando sin más compañía que su salvaje soledad... como siempre lo ha hecho”… 
                                                       
                                                           
                                                                   El gato que caminaba solo 
                                                                            Rudyard Kipling 



Se pueden escribir libros de muchas maneras. Se llega a escritor por diferentes caminos y a distintas edades. Se pueden escoger los variados géneros literarios para expresarnos: prosa, verso. Se puede escribir literatura de ficción, novela, teatro, testimonial, aventuras, romántica, romántica-erótica (según algunos), religiosa...etc., hay infinitas formas. Pero cada libro es único e irrepetible si el que lo escribe, lo hace desde la más absoluta honestidad, dejando salir en forma de palabras mágicas, todo aquello que su mente recrea. A veces, el escritor solo ejerce muy bien la función de imaginar y contar. Se combinan magistralmente frases, lugares, atmósferas. Se crean mundos mágicos, inexistentes, pero al  que el buen escritor nos traslada, colmando quizás esa inconfesable necesidad que todos tenemos de “evadirnos”. Casi siempre, estos escritores ganan mucha fama, porque son buenos haciéndolo. Y ganan premios, méritos y hasta pasan a ese paraninfo de los “sagrados iconos”, que con esto de Internet y las redes sociales, nos saturan hasta el aburrimiento con el “corta y pega” de sus frases y párrafos famosos (aunque también es cierto que si no fuera por esto, muchas personas ni se hubieran enterado ni del nombre ni de las obras de algunos de ellos) 

¿Cómo ha llegado Esteban Casañas a ser escritor? Esa pregunta solo podría responderla seguramente él. Aunque de diversas formas, para quien ha seguido su andadura por algún tiempo, él ha dado esta respuesta, a trozos quizás, en los diferentes escritos y post de aquel Blog: FARO DE RECALADA. De ese Blog nació mi “enganche” al Esteban Casañas “escritor”. 

Estoy escribiendo estas líneas a solicitud de él y me ha sido difícil. Me pidió un “Prólogo”. Y me asusté, ¿prólogo? No soy escritora, no puedo saber escribirlo, me dije mil veces. Es que estamos tan acostumbrados a los “prólogos” sesudos, enjundiosos, proféticos e irrebatibles, que esa palabra ha llegado a tener connotaciones demasiado académicas. Pero buscando la fecha en que me hice miembro del Blog de Esteban, de pronto comprendí algo tan simple como esto: No tengo que escribir un “prólogo”, tengo que sencillamente volver a hacer lo que hacía en aquel Blog; dejar que las palabras relaten lo que pienso y siento.
Nada de “complacencias”, nada de palabras “políticamente correctas”, nada de “beatitudes” ni de... es bueno, pero... No voy a hacerme esas concesiones. 

Antes escribí entre comillas, refiriéndome a Esteban “escritor”. La razón, aunque a priori pueda parecer despreciativo, es que es la única faceta que conozco de este ser humano. Nunca nos hemos tomado juntos un café, no digo ya compartido una comida, nunca había oído hablar de él. Hemos hablado por teléfono, ¿cuántas veces? Cuatro quizás. No nos hemos visto en persona nunca. No hemos compartido lugares de trabajo, amigos, eventos sociales. Los mensajes cruzados no llegan a 15, creo. Y siempre por motivos muy puntuales concernientes al Blog. No vivo en Miami, así que las referencias de personas y amistades es casi nula. Entonces, ¿cómo y porqué comencé a leer, seguir y defender a este “ contador de historias” (como el mismo se definió en algún momento). 

Fue un 28 de febrero del año 2009 cuando, después de haber visitado el Blog “Faro de Recalada casi cada día, decidí hacerme  miembro. Yo había llegado de Cuba el 31 de Diciembre de 1999. ¡Me tomó 9 años hacerme con Internet!, los ordenadores etc. En Cuba había dejado TODO, vine a España a reunirme con mis hijos, había “quemado mis naves “. Lo que por supuesto no había quemado, eran mis recuerdos más amados, mis estremecedoras vivencias, mis sufrimientos, pero sobre todo, el recuerdo de mi difunto esposo. Trabajó en Mambisa y en uno de sus barcos encontró la muerte, anticipada, injusta, inexplicable. Pero aquel hombre maravilloso me hizo descubrir el mundo mágico y casi surrealista de los marinos cubanos. No era marino de profesión. Lo suyo eran los motores de cualquier tamaño, marca o potencia. Pero, al propio tiempo, era igual que Esteban. Un agudo observador del mundo que lo rodeaba y un increíble descubridor de los detalles y fábulas que, convierten lo prosaico y común en lo “real, maravilloso”. Aquel mundo le atrapó, y a mí con él. 
De su mano conocí las vicisitudes, el hambre, los “privilegios políticos”, la cobardía de mediocres oficiales y tripulantes. Pero también conocí de la lealtad, el valor, la responsabilidad de muchos, de  la gran mayoría de ellos. Largas conversaciones, enjundiosas, anécdotas, diarios de sus pocos viajes, (con “claves” que solo conocíamos él y yo, ¿se podrán imaginar, no? . Mi hijo decidió seguir sus pasos. el sí curso la Academia y se graduó. Pero muy pronto, harto y desilusionado, optó por la libertad , teniéndose que labrar su futuro a golpe de mucho valor. 
Así fue como comencé a leer a Esteban Casañas Lostal. Me sumergí en sus escritos, en sus relatos, odios, frustraciones, amores y batallas. Me atraparon porque podía reconocer y reconocerme. Y yo también escribí, bueno al menos lo intenté. Casi siempre porque surgían “los ataques”, a veces era envidia y otras las persecuciones políticas que aún en el destierro persiguen a los que ya no tienen por qué seguir callando. Faro de Recalada se convirtió en un campo de batalla. Pensado para que los marinos escribieran sus anécdotas y recuerdos, no fue posible concretarlo,  aunque seguramente hubo muchas otras razones. Pero lo importante es que ese blog nos dio a conocer al escritor Esteban. Fue su válvula de escape, su manera de sacarse del alma esas cosas, amargas, dulces, prohibidas, íntimas, vulgares y sangrantes que le ahogaban y quería compartir. Quizás para que otros seres humanos tuvieran la oportunidad de saber que alguien había sentido todo eso... aunque para  algunos resulte “extravagante y excesivo”. Y ya, le fue imposible parar. 

No voy a extenderme en quien es Esteban Casañas Lostal. En su libro “Después de la Galerna” hay, este sí, un magnifico prólogo escrito por una autoridad reconocida en en el mundo marítimo: el Capitán Augusto Juarrero Gutiérrez. El da una versión tan apasionante y profesional del mundo de los marinos y su visión del  propio Esteban, que leerlo es imprescindible para intentar armar este puzle. 

“El Concierto de mi vida“, no es un libro fácil de leer. Ya no hay tantos temas marinos, más bien referencias. Hay amor, aventuras, sexo, ternura, desanimo pero sobre todo, hay el testimonio de una vivencia con las reglas y normas que el mismo se trazó. Y al final la testarudez y el optimismo de quien no quiere darse por vencido. 


...”Entendí que aún estaba vivo y murmuré una palabra, descubrí que tenía voz, la tenía.”… 
                                                 “El Concierto De Mi Vida”, Esteban Casañas Lostal 


 ¿Todo es verdad? Al menos de dos cosas estoy segura. El autor ha “pecado” de algunas locuras. Y yo me pregunto; ¿quien le reprocha hoy a Lope de Vega  haber sido un mujeriego incurable? ¿Y por qué las “damas” se detienen a mirar los relieves del “Kamasutra” que decoran las ruinas de aquel lupanar romano a los pies del Vesubio. Y de lo otro que estoy segura, es que no ha hecho mal a nadie, al menos de ese mal que en España se define monda y lirondamente como “hija putada”. Los que venimos de Cuba sabemos mucho, pero mucho sobre ese tipo de vileza. Seguramente, tantos amores y batallas habrán dejado su camino lleno de “muertas clamando venganza”, pero ese es el precio a pagar si se vive apasionadamente. Tengo constancia de “caballeros” viles, enredadores, traidores y hasta calumniadores que, han ido por la vida de “santos varones”. Esteban es descaradamente honesto, otros tendrán sus opiniones contrarias seguramente, este libro es constancia de ello. Hasta el valor de reconocer su ¿soledad y desencuentro con los hijos? Hay demasiadas historias como estas, de miles de padres y madres cubanos que han partido al exilio y hoy sienten, muchas veces carentes de economía propia, ese sentimiento de abandono,  desolación y ausencia de ternura, de quienes les deben la vida, lo que tuvieron y lo que son. 

Insisto. Este libro va de humanidad y sentimientos. Borrascas del alma, búsqueda de amor, ternura y decepciones. Está engendrado y parido por alguien que se define asimismo como: 

…¿Quién soy? Ya lo dije al inicio, un aventurero, un soñador, un loco que nunca se ha tomado la vida en serio. El tipo que una vez robó como otros allí, donde ser honrado era pecaminoso. Un ferviente enamorado de las mujeres, la música, el trago, la lectura y el mar, eso es lo único que me han arrancado. No siento nostalgia por la tierra porque siempre me consideré una gaviota o golondrina, solo soy ave de paso y mi destino final será aquel de donde me arrancaron, el mar.

Para mí, Esteban Casañas Lostal siempre será “EL GATO QUE CAMINABA SOLO“ 


  
Pilar Alberti Mederos 
Las Palmas de Gran Canaria, 
29 de marzo 2015 



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QUERIDA VAGINA.

Prólogo



Para mí sería muy fácil comentar los temas que se tratan en este libro, me veo un tanto reflejado en muchas de las situaciones personales del autor y los protagonistas. Pero me es imposible hacerlo sin antes comentar como nos conocimos Esteban Casañas Lostal y yo. Ocurrió virtualmente, mucho antes de concretar físicamente esa amistad que cumple varios años de existencia. Ya un poco mayor, como casi todos los cubanos, tuve la posibilidad de adentrarme en el fantástico mundo de la Internet. Fueron los foros y los blogs cubanos los primeros en presentarnos a través de nuestras participaciones o la lectura de los artículos en las distintas páginas, donde Esteban iba dejando sus vivencias tan parecidas a las mías. Solamente en dos oportunidades realicé un viaje a bordo de un barco y fue como pasajero. Entonces, ustedes se preguntarán: ¿Cómo puede un hombre de tierra sin mucha aventura, identificarse tanto con un hombre de mar apasionado por su profesión? Cuando ustedes lean los episodios de este libro, se irán percatando de ello, solo intento allanarles el camino.

Tanto Esteban como yo procedemos del mismo país, nacimos en el seno de una familia pobre, conocimos parte de la etapa Pre-Castrista, los inicios de la llamada Revolución, el bautizo de la misma con el apellido Socialista y de alguna manera, creímos en algún momento en aquello. De esa misma manera también, recorrimos aquel camino largo de la frustración que empieza con pequeñas acciones que no nos gustan o no se ajustan a nuestros principios. Somos testigos de situaciones no tan pequeñas y un buen día, nos percatamos que no somos, ni hemos sido nunca revolucionarios. Tal y como aquel experimento social que, no conlleva consigo nada bueno para el cubano medio.
Esteban es un hombre que nunca se ha presentado detrás de un seudónimo, así ha compartido todas sus vivencias, sin máscaras, mostrando su rostro, sin miedos. Esa virtud no tan beneficiosa en los tiempos que corren, le amerita mucho como persona ante nuestros ojos y no somos pocos los que agradecemos las enseñanzas de sus experiencias. De ahí que me sienta premiado con su amistad y honrado en seleccionarme para escribir este prólogo. Me decía cuando recibí tan sorpresiva y nada familiar propuesta; "No me interesa la opinión de famoso alguno que me sirva como palanca, no busco fama o dinero. Prefiero que en cada uno de mis libros viaje algún amigo mío". Así de sencillo es él, si hurgan en toda su obra, comprobarán que es cierto.

En un país como Cuba, se cumple mucho mejor que en cualquier nación, aquello de que un barco es territorio ficticio del país cuya bandera enarbola. A medida que leemos este libro, cuando se leva anclas, realmente no se trata de un barco cualquiera. En un barco cubano se enrolan los problemas ideológicos y calamidades del país. Todos ellos aupados por un núcleo del Partido Comunista, un comité de la Unión de Jóvenes Comunista, un Comisario Político, etc. La delación conocida como "chivatería", la escasez, la explotación salarial, etc., forman parte de las miserias que viajan miles de millas con ellos. Todo este ambiente negativo, podía derivar en una atmósfera de violencia y terminar un viaje convertidos en enemigos.

Cuando nos embarcamos en una de esas naves y navegamos ayudados por la narrativa del autor, nos parece que todo se comporta socialmente igual que en el barrio, escuela o un centro de trabajo cubano. Todos estos factores existen y se comportan de la misma manera. Pero lo mejor, lo que nos conduce a través de sus diferentes narrativas, es la frescura de ese lenguaje muy cubano y poco afectado por su ausencia de la isla desde hace un cuarto de siglo. La imaginación, las aventuras de estos hombres de mar, tanto en lejanos países como en la propia Cuba. El buen humor siempre presente en las comparaciones y descripciones de sus personajes, son sus principales divisas en cada uno de sus trabajos. Lo anterior no significa que en su narrativa no exista poesía, romanticismo, metáforas, parábolas y los juegos de palabras que tanto usamos los cubanos en nuestra manera de expresarnos. Creo que para cada uno de nosotros habrá un mensaje en este libro, como alguna vez nos vimos reflejados una u otra de sus narraciones.
En mi caso muy particular, recuerdo y comentaba con Esteban este párrafo donde, supuestamente un palomo cubano de su historia titulada "El último vuelo", le responde a una palomita española en nuestra tierra.

-Y si vives en esas condiciones, ¿por qué no te marchas? Preguntó Verónica mientras descansaban luego de sobrevolar la ciudad.

-Porque no quiero dejar atrás a los pichones, pero algún día serán mayores y les crecerán las alas. Aprenderán a volar y ese día, yo volaré con ellos. Aunque sea mi último vuelo porque me estoy poniendo viejo. Lo haré alto, muy alto y lejos, muy lejos.

Yo fui uno de los que esperó a que sus pichones crecieran antes de alzar el vuelo y leyendo aquella historia desarrollada entre dos aves, me identifiqué inmediatamente con el palomo cubano. Lo cual demuestra la habilidad de Esteban en el uso de las metáforas, cuando pretende enviar un mensaje en sus trabajos, aun así, insiste en no considerarse escritor.
Si existió alguna mente morbosa que imaginó contenido porno en esta entrega, lamento decirles que se equivocaron, no puede juzgarse el producto con solo observar el envase. El título es muy sugestivo, yo le agregaría que autentico y hasta simpático, pero los recorridos de sus páginas van más allá de una simple conquista o acto sexual.

Su infancia se desarrolla en una escuela católica donde, cada uno de sus pasos eran orientados por dulces monjitas. Esa sublime etapa de su vida, se vio interrumpida bruscamente por un cambio político, social y económico en la isla que, poco a poco fue destruyendo muchos valores morales en su población. El himen de su inocencia fue violado sin piedad al primer contacto con la sociedad y no tenía un padre o amigo a quien acudir en busca de esa ayuda tan necesaria. La vida continuó su marcha y el autor se convirtió en ese autodidacta que busca comprenderla. Acudió a libritos para aprender a enamorar a una muchacha y luego debió vencer su timidez para expresarse. Ante la ausencia de contactos sexuales, compro otro librito que trataba sobre el tema, se preparó teóricamente buscando vencer ese reto que la vida ponía como trampa en su desarrollo. Ese momento llegó viviendo en el barrio de Juanelo, fue precisamente una mulatica de catorce años, quien lo ayudara a despegar en ese vuelo luego imposible de detener.
¿Cómo pudiéramos definirlo? ¿Casanova? ¿Súper macho? Ni lo uno, ni lo otro. El autor viaja entre vaginas con los ojos bien abiertos y vista de águila. Nos regala en la existencia de cada una de ellas todas las vicisitudes, privaciones y miserias experimentadas no solo por su generación, las posteriores fueron víctimas de toda la crueldad que lleva intrínseco ese sistema.

Sus aventuras se extendieron más allá de nuestras fronteras y nos regala un poco de aquellas tiernas vaginas que utilizó como nave. Bulgaria, Alemania, Rusia, Polonia serian su mayor atracción, sabía que ese sería nuestro destino final, el ejemplo a seguir y nada le gustó del campo socialista. Todo se derrumbó ante nuestros ojos, inmovilidad, miedos e indiferencia. Un pedacito de aquellos y otros países, llegan a nosotros lubricados por cada una de aquellas tiernas vaginas que tanto placer le regalaron.

Cuando terminas de leer ese libro y agotado de saltar entre sábanas limpias o sucias, quedará una pregunta latente en el aire. ¿Hubiera ganado fama o notoriedad Casanova viviendo la situación de este cubano? No creo que sea sencilla la respuesta, estamos en presencia de un hombre que solo ganaba cinco dólares semanales y burló las fronteras que imponen las culturas e idiomas cuando se proponía conquistar una vagina. Hablamos de un monstruo que no distinguió entre negras, mulatas, caucásicas, asiáticas, criollas, intelectuales o "trabajadoras sociales", como gusta llamarles a las prostitutas en su libro. La búsqueda de esa respuesta se las dejo de tarea, yo tengo la mía.

Héctor Ferreiro Fiorenzano.
Miami, Florida
01/09/2017



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